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Intelectuales

Medio centenar de intelectuales ha firmado un manifiesto en el que reclaman a Mariano Rajoy, el presidente del Gobierno, mano dura contra el nacionalismo catalán y que no negocie nada con Artur Mas, el presidente de la Generalitat. Entre los intelectuales que suscriben el manifiesto está, no quiero risas, Joaquín Leguina.

¿Qué cojones es un intelectual? Se preguntará muy posiblemente usted en estas circunstancias. Pues ahí lo tiene: un individuo capaz de negar el poder del diálogo.

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Los intelectuales que se han reunido alrededor de Leguina, la flor y nata de la intelectualidad española, han presentado un texto al Congreso de los diputados en el que consideran que la posible reunión entre Rajoy y Mas es “la derrota de la democracia española”. Grandes intelectuales, es decir, individuos que se dedican al estudio y la reflexión crítica sobre la realidad, y comunican sus ideas con la pretensión de influir en ella, consideran que evitar la negociación con Cataluña es “la primera obligación de los partidos políticos”. Por delante de otros problemas, imagino, como la corrupción, el desempleo o la desnutrición infantil.

Y es que cuando los intelectuales de esta calaña creen que “España es hoy una nación adormecida en cuyas élites prevalecen el tacticismo y la resignación”, sin duda se refieren a las élites que conocemos, corruptas e insaciables. Son intelectuales miembros de esas élites, de hecho, a años luz de la realidad y el pulso de las calles. También de las calles catalanas.

Intelectuales como estos dan sentido al independentismo. Como sucede con las campañas en contra de Podemos organizadas por PP y PSOE, el efecto es el contrario al buscado: alimentan el sentimiento que critican.

Y hablando de intelectuales, de sentimientos encontrados y del partido de Pablo IglesiasPedro Sánchez, nuevo secretario general socialista: “Podemos llevaría a España a la Gran Depresión de 1929″.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Crosby, Stills, Nash & Young

Cd: CSNY 1974.

CSN&Y

Cuidado: estamos ante un artefacto de comercialización masiva. Un engendro concebido para vender, para rentabilizar el pasado, para sacarle cuartos a los nostálgicos. Un mastodonte discográfico con 40 temas inéditos, grabados hace 40 años, que se presentan en una caja deluxe que incluye 3CDs + DVD, un libreto de 188 páginas con fotos inéditas y un DVD con imágenes de la gira que David Crosby, Stephen Stills, Graham Nash y Neil Young realizaron en 1974.

Treinta y un conciertos en 24 ciudades, con más de un millón de asistentes, en el momento más caliente de una de las super bandas acústicas del folk rock norteamericano. ¿Prejuicios ante semejante disco? Todos. Pero se disuelven como un azucarillo en el café nada más escuchar “Helpless”, “Wooden Ships”, “Teach Your Children” o cualquiera de los temas inéditos de Neil Young. Grandes.

Deprisa, deprisa

En apenas tres horas, 180 minutos, Podemos ha conseguido con una campaña de crowfunding el dinero necesario para costear una demanda contra Esperanza Aguirre y el periodista de El Mundo Eduardo Inda, por difamaciones y acusaciones falsas. ¿Estará la justicia a la altura de semejante velocidad de reacción? Difícil lo veo. Y es una pena, porque este debería ser el ritmo para solucionar este tipo de problemas… digamos que de incontinencia verbal. Deprisa, deprisa. Unos segundos de calentura tertuliana o demagógico-política en los que se insulta y se miente. Tres cuartos de hora para redactar la demanda, tres horas para recaudar la pasta y tres días para tener una sentencia. ¿Ha faltado usted a la verdad, al respeto o a ambas cosas? Pues le vamos a crujir ya mismo, y de tal manera que a partir de ahora se lo pensará dos veces antes de difamar o acusar falsamente. El siguiente…

Crow Podemos

Dicen que una justicia lenta no es justicia. Por tanto, una justicia rápida debe ser la super justicia. La justicia perfecta, la madre de todas las justicias. En situaciones complejas, como pudiera ser el caso de los ERE andaluces o de la Gürtel, con decenas de implicados y tramas, es lógico y normal que la cosa se prolongue. Pero en un caso de difamaciones o falsedades en medios de comunicación, con el meollo de la cuestión recogido en vídeo y audio, los tribunales deberían ser una churrería. De la hemeroteca al juzgado un mensajero tarda veinte minutos.

La mala sangre que se les hace a muchos consumidores de información tertuliana, si es que puede considerarse información una tertulia, se acabaría de golpe. Los opinadores se lo pensarían dos veces antes de hablar. Las cadenas se lo pensarían tres antes de contratar a bocazas con antecedentes. Los partidos repudiarían a sus miembros conflictivos.

Podemos consigue en 3 horas el dinero para la demanda que interpondrá contra Aguirre e Inda, dos personajes que basan buena parte de su fuerza en la impunidad y en la pasta, que les cubre las espaldas. Aguirre dijo en un vídeo colgado en su blog que “Podemos está con el chavismo, el castrismo y ETA, lo demás es palabrería”. Inda asegura que Podemos tiene “su propia Filesita, en alusión directa al escándalo de financiación del PSOE en los 90. ¿Pruebas? Ninguna. Con una justicia rápida ambos medirían más sus palabras, el periodismo sería más riguroso y la política menos impresentable.

Con la tele, Podemos

Podemos, el partido encabezado por Pablo Iglesias, se sitúa como cuarta fuerza política con cinco escaños europeos, solo uno por debajo de Izquierda Unida. Un éxito total conseguido de manera vertiginosa, en apenas cuatro meses de vida política. ¿Las claves de este logro? El deterioro del bipartidismo, evidentemente, ha ayudado. Y el crecimiento y madurez de las redes social, también. Personalmente admiro su oferta política, directa y popular, callejera y soñadora, realista y ambiciosa, en contra de, como no se cansa de repetir Iglesias, “las castas políticas” actuales. Sus enemigos, aquellos que le consideran un peligroso antisistema, hablarán del voto protesta, el mismo que en su día recolectaron Jesús Gil o Ruiz Mateos.

Nada de esto hubiese sido posible sin la televisión. Pablo Iglesias comenzó su andadura televisiva en 2003, conduciendo el programa “La Tuerka” en Tele K, la cadena de la Federación de Asociaciones de Vallecas. Curtido en el mundo digital, despertó el interés de cadenas generalistas. Primero como anécdota, como un toque de color, un saco de entrenamiento para la cuadra de periodistas conservadores de “El gato al agua” (Intereconomía). Pero el sparring salió respondón, devolvió todos los golpes que pudo y plantó cara al opinador profesional faccioso. Iglesias se convirtió en una pequeña estrella mediática de izquierdas, capaz de sostener el pulso a ultras contrastados: Marhuenda, Inda, Rojo o Pérez Henares, tertulianos basura, encontraron la horma de su zapato en espacios como “El cascabel al gato” (13 TV) o “La noche en 24 horas” (Canal 24h).

La tele es nutritiva. Un puñado de tertulias bien aprovechadas pueden compensar toda aquella propaganda de medio pelo que ofrecen los medios de comunicación gubernamentales. Iglesias lo ha entendido, y lo ha sabido aprovechar. Desde programas como “Las mañanas de Cuatro” (Cuatro) o “La Sexta noche” (La Sexta) el líder de Podemos ha construido una imagen, ha lanzado un discurso, ha difundido la idea madre de su programa: Se puede gobernar de otra forma. Porque no es que PP y PSOE sean corruptos, es que es su forma natural de hacer política.

Ante semejante descaro, triunfar sin recursos y sin el dinero de la banca, la derecha se pone de los nervios: “el nuevo Chikilicuatre de La Sexta”, dicen. Incluso sus colegas le utilizan para justificarse: “Pablo Iglesias ha tenido una cobertura mediática muy importante. Durante cinco años yo no he pisado la Cuatro ni La Sexta”, reconoce un Willy Meyer, de Izquierda Unida, que quizá enfocó su campaña de manera equivocada.

 

Un motivo para NO ver la televisión

John Fullbright

Cd: Songs.

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Doce canciones forman el segundo disco de John Fullbright, un cantautor de Okemah, Oklahoma, que suena como un hijo bastardo de Steve Earle y Townes Van Zandt. El primer disco de Fullbright, editado el pasado año con el título de “From The Ground Up”, ya fue una sorpresa. Este “Songs” es la confirmación.

Fullbright es un gran compositor de folk rock de raíces norteamericanas que, curiosamente, construye su sonido sobre el piano. Sin olvidar las guitarras, por supuesto. Un piano que recuerda a Randy Newman, e incluso al mejor Billy Joel. Un piano equilibrado y melancólico sobre el que es capaz de cantar como un rocker.