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El público nunca se equivoca

La universidad abre las puertas a Paolo Vasile, autor intelectual de la programación de Telecinco. El consejero delegado de Mediaset aprovechó la oportunidad, se levantó del despacho donde estaba viendo “Sálvame” y se dirigió a los alumnos de un master en telecomunicación dejándoles una frase para la historia: “El público nunca se equivoca”. El presidente de Mediaset España, Alejandro Echevarría, fue el encargado de despedir el acto: “Que este máster os sirva para crecer personalmente y convertiros en mejores y más importantes profesionales de la mano de nuestros directivos, los mejores de España y de toda Europa”. Al terminar los aplausos de los alumnos, Vasile y Echevarría, se fueron a ver cómo el participante chino de “Gran Hermano” confesaba haber sido maltratado por un antiguo novio.

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En los últimos cuatro años las universidades españolas han perdido 77.000 alumnos. Las públicas. Por tanto, Vasile y Echevarria no tienen la culpa de nada: el acto al que ellos asistieron fue la VI edición del Máster en Creación y Gestión de Contenidos Audiovisuales-Mediaset España, que la compañía desarrolla desde 2009 en colaboración con la Universidad Europea. Privada. Un tipo de universidades en alza, quién sabe si por culpa de la presencia de empresarios triunfadores, como Vasile y Echevarría, o porque la política del PP desprecia los principios de igualdad. En los últimos cuatro años el número de matrículas en las universidades privadas españolas ha subido un 6,5% hasta 206.993 estudiantes.

“El público nunca se equivoca”, sentenció el maestro Vasile. Y ante esta juiciosa reflexión, regalo de uno de los grandes genios de la manipulación, la anestesia y el embrutecimiento de las masas, poco más que decir.

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Premios Talento

El acontecimiento televisivo del fin de semana ha sido, sin ninguna duda, el enésimo regreso de Belén Esteban a Telecinco. Tras seis meses “en el taller”, como diría el campechano Juan Carlos, y con un excelente aspecto físico (ver foto), la princesa del populacho aterrizó en “Sálvame Deluxe” para recordarnos en qué país vivimos, cuál es el nivel intelectual y moral que disfrutamos, y hasta que punto es recomendable es nuestra televisión. Contando alguna miseria de su Andreita, un par de detalles de sus adicciones y cuatro intimidades familiares más, Esteban consiguió una audiencia record del 25.7% y 3.113.000 de espectadores.

Sin duda avergonzado por su responsabilidad en todo este desastre humanitario, Paolo Vasile ha rechazado el Premio Talento que le acaba de conceder la Academia de la Televisión. “La coherencia me impide aceptarlo”, ha dicho el consejero delegado de Telecinco. Y por una vez estoy completamente de acuerdo con el señor Vasile. Podría aceptar con orgullo y satisfacción el Premio Basura, o el Premio Grandes Audiencias, o incluso el Premio Enormes Beneficios Económicos. ¡Pero el Premio Talento! Cualquiera que haya tenido la desgracia de ver media hora de la programación de Telecinco comprenderá que no viene a cuento, y que su renuncia a aceptarlo no solo le honra, sino que sugiere que pueda quedarle un ápice de decencia.

Pero cuidado, porque si usted termina de leer la noticia comprenderá que no es así. Paolo Vasile rechaza el Premio Talento no porque se avergüence de su descomunal aportación al embrutecimiento de los españoles, solo comparable a la del ministro Wert, sino porque no está de acuerdo con un sistema de votaciones que, dice, “desconoce sistemáticamente grandes éxitos de las televisiones privadas”.

Otro día, si quiere, hablamos de la utilidad de la Academia de las Ciencias y la Artes de la Televisión.

P.D.

Entrevista con Pablo Motos, presentador de “El Hormiguero” (Antena 3), en XL Semanal, el suplemento dominical de ABC. No sé muy bien si estamos ante un Premio Talento o ante un merluzo integral… “Yo era muy niño y todo el edificio tenía la tele en color, menos nosotros… Calculé que si tiraba la tele al suelo, como mucho me podían estar pegando 30 o 40 segundos y, a cambio, tendríamos en breve una tele en color. Y lo hice. Quiero decir en mi favor que ahora intento compensar lo rebelde que fui de niño y procuro que se sientan colmados de todas las formas posibles, tanto mi padre como mi madre”.

 

Un motivo para NO ver la televisión

El complot mongol

Autor: Rafael Bernal.

Editorial: Libros del Asteroide.

¡Pinche Bernal! El escritor mexicano publicó en 1969 una novela que se adelantó no ya a su tiempo, sino a nuestro tiempo. Porque “El complot mexicano” habla de la corrupción en todas sus formas. Corrupción económica, corrupción política, corrupción policial, corrupción individual y colectiva… Libros del Asteroide recupera esta pieza histórica, y le añade un prólogo de Yuri Herrera y un posfacio de Élmer Mendoza.

“Si de chico fui a la escuela / y de grande fui soldado / si de casado cabrón / y de muerto condenado / ¿Qué le debo al sol / por haberme calentado?”, recita el protagonista de la novela, el policía Filiberto García, recordando las palabras de un paisano de Michoacán. Resumen el México DF de los sesenta, despiadado y violento. Filiberto, que se considera un fabricante de muertos, se ve involucrado en una investigación surrealista. Sus superiores, que sospechan que un grupo de chinos planea asesinar al presidente de los Estados Unidos durante una visita al DF, le encargan impedir el atentando en colaboración con agentes del FBI y el KGB.

Filiberto, un policía tradicional acostumbrado a trabajar solo y de manera violenta, tarda en acostumbrarse a Laski y Graves, sus nuevos compañeros de aventuras. Una china joven y guapa, a la que no acaba de entrar como quisiera, pinche maricón, termina de enredar la vida de nuestro anti héroe. El resultado es un thriller tremendamente original, en ocasiones violento, a veces tragicómico, siempre sorprendente. Una delicia.

Pincha para comenzar a leer “El complot mongol”.

No estoy muerto, estoy en Telecinco

Imagine su peor pesadilla. Sí, ese momento que bajo ningún concepto le gustaría vivir. No sé, déjeme pensar… Tener que besar en la boca a Carmen de Mairena o en el cuello a José Manuel Lara. O aguantarle diez asaltos a Mike Tyson. O tomarse un café con Aznar para que le explique las miserias del nacionalismo y la grandeza de la unidad de España. O… Pues el otro día viví, gracias a Telecinco, una de esas pesadillas capaces de desorganizarnos neurosicológicamente y provocarnos trastornos mentales irreversibles: Pedro Ruiz y María Teresa Campos cantando a dúo el “Quizás, quizás, quizás” de Los Panchos.

Al homicidio sonoro, que tuvo lugar en horario infantil, habría que añadirle un agravante más: mientras Pedro Ruiz y María Teresa Campos destrozaban el bolero, en unas pantallas a sus espaldas se podía ver a los Hermanos Calatrava. Sí, también al feo. Para colmo de males, la cruel ironía del título del programa que ofrecía tal cúmulo de despropósitos: “¡Qué tiempo tan feliz!”. Y no se pierda usted la justificación de la cadena de Paolo Vasile para invitar a un ser como Pedro Ruiz y darle la oportunidad de cantar y hasta de hablar en directo: presentaba su nuevo espectáculo, titulado “No estoy muerto estoy en el Apolo”.

¿Acaso no está sufriendo bastante el ciudadano español con la crisis? Pues parece que nos quieren machacar aún más. ¿La degradación humana no tiene límites? No cuando se trata de la televisión. Por si le sirve de consuelo, le diré que en otros países están todavía peor que nosotros. Si no me cree ahí tiene Afganistán.

No me refiero ni a las atrocidades de la guerra, ni a la miseria, ni al narcotráfico, ni a los talibanes, ni a otras obviedades. Me refiero al inminente desembarco en el país asiático de Ana Obregón. Como se lo cuento. La bióloga y guionista asegura estar preparando un proyecto “muy del estilo de Homeland”, y dice que las primeras escenas se rodarán en Afganistán. Para tranquilizar a la población afgana, suficientemente maltratada por la vida, me gustaría decir tres cosas: que la noticia es una exclusiva del diario ABC, que a Obregón se la conoce como “Antoñita la fantástica”, y que hizo estas declaraciones no en el Midem que acaba de celebrarse en Cannes, sino en el Festival Taurino de Chinchón. Donde el anís.

Un motivo para NO ver la televisión

La costa bárbara.

Autor: Ross Macdonald.

Editorial: RBA.

La editorial RBA presta una atención muy especial al género negro. Por un lado edita novedades importantes, como pueden ser los últimos títulos de Michael Connelly o Denis Lehane, auténticas estrellas. O del menos conocido pero fascinante David Peace, británico que revolucionó la novela policiaca con una tetralogía sobre el destripador de Yorkshire. RBA ha lanzado recientemente “Tokio Año Cero”, su última obra.

Pero hoy quería hablar de sus ediciones de clásicos. Decenas de títulos fundamentales, la mayoría reediciones, que ponen a disposición de los lectores más exigentes libros difíciles de encontrar, y que son toda una garantía de calidad. Dashiell Hammett, Jim Thompson, Lawrence Block, Chester Himes, James M Cain, Eric Ambler… Decenas de nombres imprescindibles, entre los que no podia faltar Ross Mcdonald. Hasta nueve títulos se pueden encontrar del escritor californiano, considerado por muchos como uno de los clásicos del negro USA.

Uno de ellos es “La costa bárbara”, una novela negra en la que no falta de nada. Muertos de manera violenta, un detective de corte clásico (Lew Archer), numerosos personajes implicados de diferentes maneras en los crímenes, policías corruptos y decenas de pistas falsa, de hombres que intentan aparentar lo que no son y de mujeres que son lo que nadie imaginaba. Emoción y suspense desde la primera a la última página. Como tiene que ser.

 

Actualidad macabra

La reportera Isabel, de Telecinco, habla del accidente de autobús en Ávila mientras a su espalda el personal sanitario tiene que desplegar un enorme plástico azul, a modo de mampara, para impedir que se tomen imágenes de algún cadáver o de los heridos que en ese momento están siendo atendidos. Vaya por dios…El cámara tiene que tirar de zoom y enfocar al vehículo siniestrado, en lontananza. Hierros retorcidos, el guardarraíl hecho jirones, restos de telas, cristales rotos…Apenas se ve sangre. Vaya por dios… “Pasamos al juicio de José Bretón”, dice la sustituta de Ana Rosa Quintana. “Al rociar con combustible de manera progresiva, Bretón tuvo que ver cómo sus hijos se consumían en la hoguera”, asegura el necrófago de turno, también desplazado al lugar de los hechos.

Nada sorprendente, ¿verdad? Telecinco en estado puro. Muertos, dolor, sangre, tristeza… Sinceramente, creo que medios audiovisuales tan prestigiosos como la cadena dirigida por Paolo Vasile tienen que dar un paso adelante con esto de las informaciones siniestras. Los televidentes estamos cansados, la monotonía nos mata, exigimos más. Un ejemplo de superación: puesto que los equipos médicos de urgencias no dejan trabajar a la prensa, permitiendo que tomen buenas imágenes de los cadáveres de un accidente, será necesario sortearles. Lo exige la audiencia. Pensemos, pensemos… ¿Qué tal un helicóptero? Sería perfecto, pero resultaría muy costoso… ¡Excepto si estuviera patrocinado!

No tire las campanas al vuelo, que me temo que está todo inventado. Telecinco ya ha dado algún paso en esta dirección del patrocinio siniestro. Y es que cuando crees que lo has visto todo en el mundo de la televisión cutre y zafia, de la telebasura más ramplona y vergonzante, de la degradación humana y la miseria audiovisual, ahí está Telecinco. Siempre dispuesta a superarse a sí misma.

El pasado 27 de junio Raquel Sánchez Silva, presentadora de televisión que perdió a su marido el 30 de mayo, regresó a la pantalla en el programa de Ana Rosa Quintana. Y lo hizo amparada por una compañía de telefonía: “Me llegaron todos vuestros mensajes gracias a mi Sony Xperia Z”, dijo ante la mirada inerte de Ana Rosa.

¿Un pésame patrocinado? Cuentan que la marca japonesa le ha recriminado el comentario, una publicidad no autorizada de efectos negativos. Pero lo cierto es que quizá estemos viviendo el comienzo de una nueva etapa en el mundo de la información siniestra y la publicidad macabra. ¿Qué tal una marca de barbacoas financiando las informaciones sobre Bretón y los niños desaparecidos en Córdoba? Todo se andará…

P.D.1

Ni periódicos tan serios como El País (risas) se libran del sensacionalismo macabro: “Las imágenes del siniestro”, titulaba ayer la web del diario de Prisa solo unas horas después del accidente de autobus. El clásico álbum de fotos para incentivar al lector a “pinchar”. Imágenes del accidente tomadas a pocos metros del lugar donde se produjo, algunas incluso con las víctimas siendo atendidas en camillas. Otras con bomberos trasladando cadáveres cubiertos por sábanas ensangrentadas. ¿Innecesario? Sin duda. ¿Impresentable? Evidentemente.

Por cierto, la web de El Mundo tenía prácticamente el mismo titular en portada: “Vea las imágenes del accidente”.

P.D.2

Enésima metedura de pata de Mariló Montero, la presentadora de “Las mañanas de La 1” (TVE), al comparar las aglomeraciones en los encierros de San Fermín con la tragedia del Madrid Arena. “Había aquí un tapón que me recordaba a uno de los peores momentos vividos en Madrid, el Madrid Arena”, dijo.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Vivir de noche.

Autor: Dennis Lehane.

Editorial: RBA.

La última novela del gran Dennis Lehane cuenta una historia de amor mafiosa. Me explico: Joe Coughlin se ha criado en el Boston de comienzos del siglo XX y, pese a ser hijo de policía, elige el lado equivocado: “El vicio, observó Joe, era algo a prueba de depresiones”. Se convierte en un gángster, crece con la Ley Seca y sobrevive a las trampas callejeras de la época. Todo normal, excepto quizá por la pasión desenfrenada por Emma Gould, el amor de su vida: “No somos hijos de Dios, no somos personajes de un cuento de hadas de un libro sobre el amor verdadero. Vivimos de noche y bailamos rápido para que no nos crezca yerba bajo los pies”. Un “accidente” profesional acaba con la mujer y deja a Joe hundido, en la soledad más absoluta.

Para superar el trauma, para tratar de olvidar a la inolvidable Emma, Joe abandona Boston y se convierte en el líder del lado oscuro de Tampa. Controla las destilerías ilegales, corrompe a políticos y policías, y hace que los beneficios de su zona se multipliquen por cuatro. Las cosas van viento en popa para Joe, un mafioso con corazón que perdona la vida a su amigo traidor y trata de rehacer su vida amorosa. Pero todo se complica, como tiene que ser, y arrastra al lector a un final apoteósico.

“Vivir de noche” es, sin duda, una de las grandes novelas sobre la época dorada de los gánsters. La continuación perfecta de esa obra maestra llamada “Cualquier otro día”.

Con su habitual maestría, Lehane funde los datos históricos reales, las calles y garitos con nombre propio, y los personajes legendarios, como Lucky Luciano, con un enorme despliegue imaginativo y literario. Escribe condenadamente bien sobre los temas clásicos de la novela policiaca (odio, venganza, poder, traición), da forma a personajes creíbles y emocionantes, y los sumerge en situaciones tan brutales, física y emocionalmente, como para que leerle se convierte en un placer inigualable. Sencillamente imprescindible.