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Hasta nunca, Canal +

Recuerdo los últimos años de Canal + como una auténtica pesadilla. Pagaba por el fútbol y por alguna serie, puesto que el resto de la programación era una porquería, auténtico relleno. La sensación era que estaba tirando la pasta. Partidos que podía ver en el bar, con los colegas. Películas infumables en el horario estelar: los famosos estrenos de las 10 de la noche se habían convertido en vulgares tv movies de sobremesa del domingo, material de Telecinco. Una producción propia mínima, el estreno de un documental de pascuas a ramos… Lo mejor, la selección musical de su menú/carta de ajuste. Pero no es suficiente: Spotify es mucho más barato.

Tras 26 años en antena Canal + dice adiós. Y lo hace por la puerta de atrás, tras un largo periodo de decadencia, yendo claramente de más a menos. Y eso que todo comenzó con el porno light, capado por el mismísimo dúo Cebrián-Polanco, censores de lujo que ordenaron suprimir las imágenes de eyaculaciones. Una ausencia seminal que no impidió que el primer Canal + fuese el mejor, el más innovador y sorprendente. Terminó sus días convertido en un sacaperras, televisión de relleno sobreviviendo al rebufo de los trapicheos del fútbol.

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El lugar de Canal + ha sido ocupado por #0, un engendro televisivo que da mucha pereza: en la jungla en que se ha convertido la parrilla, canales a cascoporro, pagar por un Canal + revisitado parece un despropósito absoluto. Prometen cinco horas de producción propia diaria, pero lo primero que ofrecen es el nuevo programa de Buenafuente. Es decir, la última versión del mismo programa de siempre de Buenafuente, ese que hemos visto gratis en diferentes cadenas y con distintos nombres.

En los tiempos actuales, enganchados a las redes sociales, con Internet escupiendo series y películas, con las tarifas bajas y el servicio a la carta de empresas como Netflix, con tantos y tantos motivos para NO ver la televisión… Hasta nunca, Canal +.

P.D.

José María González “Kichi” habla muy claro ante la mirada atónita de sus colegas de ayuntamiento…

 

Un motivo para NO ver la televisión

Waco Brothers

Cd: Going Down In History.

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Jon Langford, líder del legendario grupo punk británico de los setenta The Mekons, es un artista inquieto que a lo largo del tiempo ha puesto en marcha diferentes proyectos. Uno de los más interesantes surgió en Chicago, su hogar adoptivo en los USA, en el comienzo de la década de los noventa: se trataba de una banda de raíces (americanas, evidentemente) con la que recorrer los escenarios de los garitos de la zona de Illinois y, si se presentaba la ocasión, grabar algún disco. Desde entonces el quinteto, llamado Waco Brothers, ha editados once álbumes, alguno tan tremendo como “Cowboy en Flames” (1997), y ha ofrecido cientos de conciertos memorables.

“Going Down In History” llega para celebrar los veinte años de unos Hermanos Waco que se mantienen fieles a su sonido: una potente mezcla de country y rock and roll, interpretado desde una actitud punk, con un sonido a veces crudo, en ocasiones distorsionado y fantasmagórico, siempre contundente. Diez canciones que hablan del pasado, el presente y el futuro del rock de la Norteamérica profunda, entre las que destacan dos versiones: el “All or Nothing” de los Small Faces y, sobre todo, el sobrecogedor “Orphan Song” del gran Jon Dee Graham.

Netflix, ¿La televisión del futuro?

Acaba de llegar a España Netflix, la plataforma de televisión que cambiará nuestra forma de mirar la pequeña pantalla. O eso dicen. La empresa californiana de entretenimiento no solo tiene un catálogo impresionante de series, películas y documentales, más de 9.000 títulos, sino que posee un algoritmo capaz de crear un canal personalizado, basándose en los gustos y preferencias del cliente. “Somos el mayor videoclub on line del mundo”, aseguran. Pero no solo eso: Con los datos de los usuarios han producido una serie de calidad y de éxito como “House of Cards”. Fundada en 1997, Netflix tiene actualmente 70 millones de suscriptores en 40 países, que pagan una cuota mensual de entre 7,99 euros por la tarifa básica (un televisor) a 11,99 la premium (cuatro pantallas). ¿Cómo se puede ver Netflix en España? En streaming, mediante suscripción on line, o bien con la plataforma de televisión de Vodafone.

El paraíso televisivo, ¿no es verdad?

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La idea es buena, pero no tengo muy claro que España sea el escenario idóneo para este proyecto. Sobredosis de televisión, conexiones a Internet de irregular calidad, malas costumbres audiovisuales y muchos adictos a la telebasura, una situación económica terrible y, finalmente, una sociedad poco acostumbrada a pagar por contenidos on line. El paraíso, sí, pero de la piratería.

Ya hemos visto “House of Cards”, en otras cadenas. Y tenemos cierto recelo con las plataformas de pago. El último giro dado por Canal +, reconvertido en Movistar +, podría considerarse una estafa: pagando lo mismo este año que el pasado, los suscriptores nos hemos quedado sin UEFA Champions League. Mismo precio, menos servicios. El tradicional desprecio por el cliente de unas televisiones que no ven más allá de la audiencia, es decir, de la publicidad. O sea, del dinero.

¿Sólo es posible ver televisión de calidad pasando por caja?

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La edad de oro de las élites

Vivimos la edad de oro de la televisión. Lo dice Ricardo de Querol en la página que El País dedica a sus editoriales: “Hace pocas décadas se podía presumir de no tener televisión. La falta de ese aparato en el hogar era una prueba de intelectualidad y progresía, de espíritu rebelde e ilustrado. Hoy las personas cultivadas (y poderosas) no paran de citar Juego de Tronos, Mad Men, House of Cards, Orange is the New Black o Homeland”. “La televisión se ha vuelto nuestra cultura”, sentencia el antropólogo y estudioso del consumo cultural Grant McCracken.

En el pueblo donde vivo no hay ni personas cultivadas ni poderosas. Nadie comenta “Mad Men”. Las conversaciones giran alrededor de “Gran Hermano”, del fútbol y de lo gorda que está Belén Esteban. “También hay telebasura, no hace falta recordarlo”, escribe Ricardo de Querol para cerrar su columna de opinión. “Pero nunca hubo una oferta tal para un espectador crítico. Que no se traga lo que le echen… Gourmet. Digámoslo así: la tele es mejor porque el espectador también lo es”.

Está claro que no somos un pueblo gourmet. Somos un populacho glotón de cochifrito, revolconas y vino de pitarra. El texto de Ricardo de Querol es interesante, pero tramposo. Cierto que nunca hubo una oferta tal para un espectador crítico, y que las personas cultivadas y poderosas, y algo snobs, no paran de citar Juego de Tronos, Mad Men, House of Cards y demás series de calidad. Gran noticia, si no fuera por un pequeño detalle: todos los programas que cita se emiten en televisión de pago. Una televisión para minorías, para esas élites que pueden pagar por ver cadenas como, por poner un ejemplo, Canal +, la tele de Prisa y Telefónica.

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El telespectador “gourmet”, ese que disfruta de esta edad de oro de la televisión que tenemos la suerte de vivir, ese que “no se traga lo que le echen”, tiene que pasar obligatoriamente por taquilla. O piratear. La televisión de pago, para los gourmets. Y la generalista para los gañanes que no tienen paladar.

El pasado domingo el 24,8 % de telespectadores, casi 3,5 millones de personas, vieron “Gran Hermano” (Telecinco). A la misma hora el share del Canal + era de un 0.16%, lo que supone apenas 30.000 espectadores. ¿La edad de oro de la televisión, de los espectadores que “no se tragan lo que les echen”?

Las cifras, la realidad, no acompañan a esta “edad de oro de la televisión” para gourmets. Ni las audiencias ni los abonos. Según datos de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT) la televisión de pago en nuestro país pierde abonados: unos 455.000 menos (10,1%) en el tercer trimestre del año, en comparación con el mismo periodo del 2012. Canal Plus ha perdido 80.000 seguidores, ONO perdió 85.000, Movistar TV se ha dejado 144.000

 

Un motivo para NO ver la televisión

Pisando ceniza.

Autor: Manuel Arroyo-Stephens.

Editorial: Turner.

PISANDO-CENIZA

“Pisando ceniza” son las memorias de un hombre que tiene el libro como centro de su vida. Pero no solo eso. Manuel Arroyo-Stephens es mucho más que un gran editor y un bibliófilo apasionado. Fundador de Turner, nuestro hombre ha viajado, ha conocido a gente interesante, ha conversado, ha apostado por la cultura y ha leído mucho. Las historias que cuenta en este libro, dividido en seis capítulos independientes, ayudan al lector a entender su vida, a envidiar al intelectual, a admirar al narrador.

“Lo mejor que tienes es tu ignorancia, soltó por fin. Me señaló con el dedo índice, como amonestándome, mientras sonreía otra vez. Consérvala. Consérvala, repitió… La ignorancia es lo único que no se aprende, me advirtió con gesto serio. Tienes que tener mucho cuidado. No se trata de saber mucho o poco, se trata de saber bien o mal. Es más importante el sabor que el saber. En la literatura como en todo”.

Manuel Arroyo-Stephens habla de su niñez, de sus viajes tras los toreros, de sus conversaciones sobre toros y libros, de la tumba de su hermano, de los libreros de viejo, de los hombres que se hacen viejos, de la familia y los amigos que van y vienen. “Pisando ceniza” es un libro de memorias, pero se lee como una colección de maravillosos relatos.

Pinchar para comenzar a leer.

 

 

El caos se llama Movistar +

Pulso un día el botón rojo del mando a distancia de Canal +, e inmediatamente después los números 3 y 2. El canal de National Geographic. No está National Geographic. En su lugar hay otro canal que se llama Canal + Extra… y resulta que sus contenidos me importan una mierda. Husmeo por la parrilla de pago y me encuentro con que en el 33 tampoco está Canal Historia: ha sido sustituido por Canal + Acción, donde tiene lugar una estúpida persecución de coches por las calles de una ciudad. Tampoco aparece Canal + 2, ni Canal 30… La parrilla de esta televisión ha cambiado, y lo ha hecho con nocturnidad, alevosía y por supuesto de manera unilateral. Hace tiempo me enviaban cada mes una revista por correo para informarme de todas la novedades. Durante los últimos meses me han llamado algunas veces por teléfono, pero para proponerme ofertas.

¡Los diez primeros canales de esta nueva televisión de pago son los canales generalistas! Aquellos que vemos gratis, aquellos por los que huí de la televisión comercial.

Parece que ahora han decidido cambiar aquello por lo que llevo años pagando. Incluso se llama de otra forma: Movistar +. Lo que sí mantienen es su costumbre de pasarme el recibo del mes con puntualidad. No me cuadra todo este lío: pago lo mismo que antes pero recibo algo muy distinto. El 90% de las películas del Plus eran una bazofia, de acuerdo, pero ¿Y el resto? ¿Podré seguir viendo series de calidad? ¿Y el fútbol? ¿Qué pasa con el partido de los domingos? ¿Cuánto costará ver la Liga? ¿Funcionará mi iPlus? ¿Dejarán de fallar el mando a distancia y de bloquearse el decodificador? Quizá deberían haberme contado sus planes con anterioridad, y preguntarme si quería pagar por su nuevo negocio.

Duo

Tengo un par de mails suyos. “¿Sabes que… hemos cambiado nuestros diales?”. Pues acabo de enterarme, la verdad. En un correo del 30 de junio me dicen: “Canal + abusa de tu imaginación. Descubre los destacados de junio y gana entradas para tu parque de atracciones favorito”. En el del 9 de Julio me dan la bienvenida a Movistar +. Sin más explicaciones.

Canal + ha muerto. Y ahora me temo que son ellos quienes están abusando de nuestra imaginación… Y de que vivimos en un país donde la televisión en abierto se ha convertido, gracias a la ineptitud y podredumbre de los políticos, en un duopolio miserable. Reina la telebasura, privada y pública. El último refugio es, era, la televisión de pago. Respecto a la fusión/absorción realizada por Movistar/Canal + solo tengo una duda: ¿Cómo piensan engañarnos en esta ocasión?