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Clamor silencioso

Dice Alberto Garre, ex presidente del PP en Murcia, que dentro de su partido hay un “clamor silencioso” para que Mariano Rajoy de un paso atrás. Es decir, para que se retire y deje paso libre a una reforma en su partido. No lo veo claro. Y no porque una “organización criminal”, que es como define la policía al PP, no se reforme simplemente con la retirada de su líder. No lo veo claro porque Rajoy aún tiene mucho que decir. Recuerde que hace solo un par de días asombró a todos los españoles con una nueva frase, la enésima, para la historia: “Tenemos que fabricar máquinas que nos permitan seguir fabricando máquinas, porque lo que no va a hacer nunca una máquina es fabricar máquinas”, sentenció durante un encuentro con mujeres emprendedoras en Madrid.

El “clamor silencioso” del que habla el señor Garre es engañoso. Por lo críptico del término, un auténtico oxímoron, la palabra complementada con la opuesta. Una figura literaria contradictoria solo al alcance de auténticos genios. Y porque el verdadero “clamor silencioso” es el que señala como futuro inevitable el famoso gran pacto, el bipartidismo a tres (otro término complejo), la apuesta por un cambio con el que nada cambie.

Los clamores silenciosos solo se contrarrestan con clamores clamorosos. ¿Elecciones? Cualquier cosa antes que más de lo mismo.

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Un motivo para NO ver la televisión

Pimp. Memorias de un chulo.

Autor: Iceberg Slim.

Editorial: Capitán Swing.

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Cuando leí por primera vez la autobiografía de Robert Beck, más conocido como Iceberg Slim, en la vieja edición de Anagrama, me impresionó menos que ahora, en la versión de Capitán Swing. La culpa no la tienen la diferente introducción, el nuevo postfacio o el ampliado glosario final. La culpa debe ser mía: me estoy haciendo mayor. “Pimp” me ha golpeado en el estómago como una bola de demolición. Por la brutal sinceridad del protagonista, aparentemente ajeno a su maldad y su violencia, y por el maltrato que sufren las mujeres al servicio de Iceberg y otros proxenetas. Mujeres que en demasiados momentos pierden la condición humana y se convierten en cachos de carne al servicio de los chulos. Simple mercancía.

Curiosamente, justo antes de entrar por segunda vez en el sórdido mundo de “Pimp” leí sobre su protagonista en la autobiografía de Mike Tyson que en su día comenté en esta sección. El boxeador, no puede ser de otra manera, admiraba al chulo: “Por esta época conocí al famoso y legendario proxeneta/escritor Iceberg Slim. Ojalá lo hubiese conocido antes de casarme con Robin. Él me habría abierto los ojos… Para mí Iceberg poseía una estatura mítica. Su apodo se lo ganó la noche en la que, estando hasta las cejas de cocaína en su club favorito, un tipo disparó contra la persona que tenía a su lado. La bala pasó rozando a su amigo y le hizo un agujero en el sombrero. Él ni se inmutó; se limitó a sacarse el sombrero para inspeccionar la entrada y la salida de la bala. A sus amigos les pareció tan imperturbable que decidieron llamarlo Iceberg”.

Tyson visitó a un Iceberg viejo y decadente acompañado por Don King. Y le preguntó: “Señor, ¿cómo funciona ese rollo de ser el puto amo? ¿Significa poder controlar a una chica y conseguir que haga lo que desee?”. “No, eso no es ser el puto amo –me respondió lentamente Berg- Ser el puto amo es cuando controlas todos los elementos, como me ocurre a mí aquí. Sé todo lo que está pasando. Ser el puto amo no tiene que ver con las mujeres. Ser el puto amo las lleva hacia tí, las atrae y les hace saber lo que deben hacer. Se sienten magnetizadas; ser un puto amo es un imán. No tiene que ver con obligarlas a hacer lo que deseas, ellas ya saben lo que deben hacer”.

Así era Iceberg. Un hijoputa machista, drogado hasta las cejas, violento y sin escrúpulos. Un tipo sincero, astuto y despreciable que se metía tres gramos diarios de coca. Y así es “Pimp”, la autobiografía verídica y descarnada de un chulo de leyenda, adicto a las ropas caras y los Lincoln Continental, de la que se han vendido millones de ejemplares. Un libro que adoran los raperos más asilvestrados, y que odiaban unos Black Panthers que veían en él la explotación de los negros por los propios negros.

Escribe Iceberg en sus inicios, antes de completar su cuadra de putas: “Estaba peligrosamente desesperado por clavársela a toda chica lo bastante débil como para dejarse. Una noche tuve que correr para salvar el pellejo. Un padre enfurecido me pilló a horcajadas en el porche de atrás de su casa soltando puñetazos como un animal en la cabeza de su hija. Había perdido la paciencia con la dureza tan poco habitual de su himen”.

Así era el protagonista de este libro incómodo, una veces fascinante y otras repugnante. La historia de un proxeneta que en diciembre de 1945, cuando la guerra había terminado y el mundo se lamía las heridas, recordaba ya sus años de gloria: “Las drogas y el juego de los chulos me han endurecido la cara de niño. Estaba perdiendo pelo. Iba a cumplir veintiocho años, pero aparentaba cuarenta”.

Jugar fuerte

La vicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría ha movido el esqueleto con mucho salero en prime time. Lo hizo en el mismo programa en que Pablo Iglesias cantó y tocó la guitarra como el mejor de los cantautores de garito. Y anoche mismo Albert Rivera dió tres vueltas de campana en un coche conducido por Jesús Calleja. El listón televisivo está muy alto, los políticos ambiciosos deben jugar fuerte, la campaña electoral se está poniendo por las nubes.

¿Qué tiene que hacer Mariano Rajoy para estar a la altura, para tener opciones de volver a ser presidente? ¿Hasta dónde debe llegar el bueno de caraplasma, televisivamente hablando? Yo tengo un propuesta: debería ir al programa de Chicote, comerse un steak tartare (o un bocata de choped, depende del presupuesto), carne procesada con saña, en el más pestilente y sucio de los tugurios de “Pesadilla en la cocina”, e inmediatamente después fumarse uno de sus puros junto a un Volkswagen diesel con el motor en marcha. Con dos cojones.

Los españoles caeríamos rendidos a sus pies. Semejante muestra de arrojo audiovisual, de valor suicida, de sentido del espectáculo, nos compensaría por todas las miserias, las mediocridades y las mentiras que nos ha ofrecido a lo largo de estos cuatro años. El político pusilánime se habría transformado, gracias al milagro de la todopoderosa televisión, en un aguerrido luchador capaz de jugarse el físico por recuperar la credibilidad perdida.

Rajoy se ha propuesto salir de la trinchera y dejarse ver. Los asesores del presidente le han advertido de la importancia de la tele a seis semanas del 20-D. Tiene que recuperar la piel, como le decía Carlos Floriano en un vídeo para la historia, pero también la telegenia, si es que la tuvo algún día. Una telegenia que generalmente es un don, pero que también se trabaja: Rajoy no quiere bajar al barro y bregarse en cadenas que no estén a su servicio. Nada de riesgos. Que no le saquen de TVE y Antena 3.

¿Se pueden ganar unas elecciones sin salir de la cueva? Mientras Sánchez, Rivera e Iglesias cantan, bailan y dan vueltas de campana, Rajoy confía su suerte en la economía y en la deriva independentista. Poca cosa, si tenemos en cuenta los cuatro millones de parados y la pasividad mantenida ante las iniciativas catalanas.

P.D.

Sáenz de Santamaría repite en unos días numerito televisivo de riesgo: tras la coreografía bailonga con Motos, una vueltecita en globo aerostático, con sobresalto incluido, en el programa de Calleja. ¿Quiere decir algo la presencia de la vicepresidenta en aquellos lugares a los que no iría nunca Rajoy? Ver al presidente en globo, después de su experiencia con el helicóptero, hubiese disparado la intención de voto en el barómetro del CIS. O no.

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Un motivo para NO ver la televisión

Torpedo 1936. Historia de un gángster sin alma.

Autor: Javier Mesón.

Editorial: Likantro / Drakul.

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Como oro en paño. Así guardo mis viejos cómics con las aventuras del gran Luca Torelli, un tipo de malas costumbres, gatillo fácil y cara de culo más conocido como “Torpedo”. Las primeras, en blanco y negro editadas en los 80 por Toutain con introducción en su volumen 0 de Andreu Martín y Will Eisner. Y las posteriores, ya en Glénat, en los 90 y a todo color. Y sigo pensando, ahora como entonces, que se trata de la mejor historieta de serie negra que se ha dibujado nunca en España. Los responsables de esta obra, el dibujante Jordi Bernet y el guionista Enrique Sánchez Abulí, son leyenda.

Por todo esto he disfrutado mucho con “Torpedo 1936. Historia de un gángster sin alma”, un trabajo concienzudo y serio sobre mi asesino a sueldo favorito. Javier Mesón es un especialista meticuloso que analiza en profundidad, y desde todos los ángulos, el trabajo de Bernet y Abulí: el nacimiento del personaje, sus creadores, el éxito, la censura, las influencias, el cine, las editoriales, la evolución del blanco y negro al color… Todo sobre Torpedo, con infinidad de fotografías e ilustraciones. Imprescindible para fans. El complemento perfecto para mi vieja y querida colección de historietas.

P.D.

Si su vida ha sido tan triste como para no conocer a Torpedo, puede redimirse de golpe gracias a la edición integral de la obra de Bernet y Abulí que ha editado Panini Cómics. 720 páginas. Todo Torpedo. Imprescindible.

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Negocios

Cuando usted ve cómo en una tertulia de La Sexta, cadena en la que el presentador asegura tener el periodismo por religión, los que llevan la voz cantante son Eduardo Inda o Francisco Marhuenda, es muy posible que se pregunte qué gana esa televisión emitiendo semejante esperpento. Cuestión que es muy posible se plantee nuevamente cuando observa cómo en Antena 3 destrozan la famosa serie Los Simpson, interrumpiéndola de mala manera con interminables bloques de publicidad. O cuando emiten aberraciones como “Casados a primera vista”. O cuando… La respuesta es muy sencilla: Atresmedia, propietaria de Antena 3 y La Sexta, ha incrementado en el primer semestre del año sus ingresos netos un 12,4% (muy por encima del mercado, que sube un 7%) hasta los 506,4 millones de euros. Así, ha incrementado su Ebitda un +54,3% (92,9 millones) y ha impulsado su beneficio neto hasta los 55,4 millones (+46,7%).

¿Entiende ahora por qué hablan de arriesgar e incomodar con el periodismo mientras tienen a Marhuenda e Inda como gurús? Por dinero.

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Todos los informativos televisivos de ayer recogían las declaraciones de Mariano Rajoy en directo, nada de plasmas, durante un acto de gran importancia con ilustres invitados: la conferencia inaugural de “La Razón del Empleo”, una serie de jornadas sobre políticas para el fomento del empleo organizada por el diario La Razón. En las imágenes de TVE y Antena 3 se ve al presidente del Gobierno rodeado por miembros del PP, y acariciando el lomo de un Marhuenda que posa como un miembro más del Gobierno. ¿Ministro de Propaganda?

Rajoy habla de la caída de la tasa de paro, de la creación de empleo y de que, en caso de ganar las elecciones, volverá a bajar unos impuestos que en realidad ha subido. Un lectura triunfalista de una Encuesta de Población Activa (EPA) que habla de 5.149.000 parados, un 22,37%, un porcentaje ligeramente más bajo al del comienzo del mandato de Rajoy, en noviembre de 2011, cuando se situaba en un 22,57%. Muy lejos de aquellos 3,5 millones de empleos que su partido aspiraba a crear allá por septiembre de 2011. Tampoco dijo nada el presidente de que 3,2 millones de parados (un 61% sobre el total) son de larga duración (un año o más en situación de desempleo). O que 1,6 millones de hogares siguen con todos sus miembros en paro.

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“La recuperación no está dejando a nadie atrás”, aseguró en ese mismo foro periodístico la ministra de Empleo Fátima Báñez. Y entonces Marhuenda, entre bambalinas, movió la cabeza como los perritos que viajaban en la bandeja posterior de los coches de los setenta. Un Marhuenda que, por cierto, dirige un periódico que pertenece, como Atresmedia, al Grupo Planeta.

P.D.

“¿Es que no sabe que en este pueblo es verdadera devoción lo que hay por Faulkner?”.

Un motivo para NO ver la televisión

Wilco.

Cd: Star Wars.

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Once canciones, algunas tan experimentales y olvidables como las dos que abren el disco, en el nuevo álbum de Wilco. Un trabajo que ha aparecido por sorpresa y que de alguna manera aleja a la banda, aún más, de sus inicios. Los de Jeff Tweedy no se parecen en nada a aquellos chavales que, en el Chicago de 1996 grabaron el demoledor “Being There”, Americana con raíces en busca de nuevos destinos. Los que se pregunten por ese sonido deben conformarse con “Taste the Ceiling”, una de esas canciones atemporales, un medio tiempo eterno. El resto distorsiona, experimenta, reniega de los estribillos y juega con la creación de climax. No son los mejores Wilco, pero hay que reconocer que la relación calidad-precio de su nuevo disco es inmejorable: se puede descargar de manera gratuita en la web de la banda.

Con toda la humildad

“Si eres joven, y español, eres del PP aunque no lo sepas”. Pablo Casado.

Este es el mantra elegido por Pablo Casado, flamante nuevo vicesecretario de comunicación del Partido Popular, para intentar ganarse la confianza de los ciudadanos. “Con toda la humildad…”, repite una y otra vez Casado en su gira mediática, de plató en plató, de radio en radio, de entrevista en entrevista, en un desesperado intento por cambiar la imagen de soberbios, altivos, chulos, mangantes, mentirosos y corruptos que arrastran los populares. “Con toda la humildad…”, insiste siempre que puede un Casado que procura maridar esa frase con unos ojitos candorosos y lastimeros que recuerdan a los del gato de Shrek. Y a los de Albert Rivera, otro de esos implacables depredadores camuflados en cuerpos de tiernos ultraliberales.

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Casado quiere “comunicar”. Dice Rajoy, el ideólogo de la banda, que están donde están porque no han sabido “comunicar”. Es decir, que la culpa no es de la financiación ilegal, los sobresueldos, el dinero negro, las cuentas en Suiza o Esperanza Aguirre. No. La culpa está en no saber “comunicar”. Y ahí es donde aparece Casado, tertuliano agresivo con la lección perfectamente aprendida, “con toda la humildad…” y una misión: dar la cara que no ha dado el presidente, un tipo incapaz de construir una frase interesante, de improvisar una idea, de transmitir sensaciones positivas. Una misión imposible: “El SMS de Rajoy a Bárcenas fue un engaño de Bárcenas al presidente”, dijo Casado el sábado en La Sexta.

“Con toda la humildad…”, insiste Casado. ¿Qué fue de aquel furioso mitinero que, con mirada de azor y las venas del cuello en ebullición, llamaba “carcas” a “los de izquierdas” y se burlaba de “las fosas de no sé quién”? Pues que es historia. El nuevo Pablo Casado rezuma piel, es todo sensibilidad y bonachonería, habla de su “hipotecón” y de esos niños que ven cómo su padre en paro se queda en casa en pijama cuando ellos se van al colegio. Piel de gallina. En pocos días le veremos abrazando inmigrantes, no le quepa duda. Lo hará “con toda la humildad…”, ejecutando ese rictus risueño con el que quiere que olvidemos la ejemplaridad de sus antecesores, sus “se fuerte Luis”, sus quiebros a la prensa, sus plasmas y su desprecio por los ciudadanos.

Tenemos que valorar el enorme esfuerzo que está realizando Pablo Casado para llevar a cabo esta pantomima, para convertir su soberbia en propaganda, para disimular la incapacidad del líder. Disfrutemos con su sonrisa virginal y su “con toda la humildad…”. Es un político en la cumbre de su carrera que, como se puede deducir si seguimos su carrera mediática, no es un actor, sino que ha sido citado en calidad de actor.

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Un motivo para NO ver la televisión

La muerte del padre.

Autor: Karl Ove Knausgård.

Editorial: Anagrama.

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Karl Ove Knausgård es un escritor noruego al que comparan con Proust. Por su literatura profunda y emotiva, y también por lo grandioso de su proyecto. Ha escrito veinte páginas al día durante tres años. Reconstruir los pormenores de una vida, la suya, en 3.600 páginas, seis volúmenes autobiográficos, que no tienen desperdicio. “Escribir es sacar de las sombras lo que sabemos. No de lo que ocurre allí, no de qué clase de actos se realizan allí, sino del allí en sí. Ese es el lugar y la meta de la acción de escribir. ¿Pero cómo llegar hasta ese punto?”.

“La muerte del padre” causó un enorme revuelo en el país de Knausgård. No solo por el título de la obra al completo, “Mi lucha”, sino por lo descarnado de las historias que se cuentan. Algunos de los familiares del autor le denunciaron. Pero cuidado, no estamos ante un reality literario: este primer volumen es una invitación a conocer la vida de un tipo atormentado, acosado por las sombras y las dudas, con dificultades para relacionarse y hasta para disfrutar con normalidad una vida familiar: “Cuando lo que me ha mantenido en marcha durante toda mi vida de adulto, la ambición de llegar a escribir algo grande algún día, resulta amenazado, mi único pensamiento es que tengo que huir… Se me saltan las lágrimas cuando veo una hermosa pintura, pero no cuando miro a mis hijos. Eso no significa que no los quiera, sólo significa que el sentido que proporcionan no puede llenar una vida. Al menos no la mía”.

En estos tiempos de minimalismos, prisas, deconstrucciones y textos breves, el desafío propuesto por Karl Ove Knausgård podría parecer inabordable. Error. Hay que vencer la pereza que pueda producir el reto y sumergirse en la vida de este hombre a veces simple, en la mayoría de ocasiones complejo, que se desnuda ante sus lectores en un ejercicio de sinceridad sin parangón. Imprescindible.