El domingo por la mañana el canal 24 Horas de TVE retransmite, en riguroso directo y de principio a fin, un discurso de María Dolores de Cospedal en Guadalajara. La intervención tiene lugar dentro de un acto de la Junta Directiva Provincial del PP en esa provincia. La mediocridad del monólogo es absoluta. Doña finiquito en diferido habla en directo, pero sin guión, sin orden, sin ideas. Improvisa, retuerce los resultados electorales, invoca miedos ancestrales, reclama una nueva transición, habla de un pacto de perdedores, ensaya gestos melodramáticos. No dice nada: las palabras de la secretaria general del Partido Popular están vacías, muertas.
Podría haber aprovechado la ocasión para explicar por qué su partido, el PP, ha sido “imputado” (El País), o si usted lo prefiere “está siendo investigado” (ABC), por destruir pruebas del caso Bárcenas. O haber analizado la dimisión de la mano derecha de la vicepresidenta del Gobierno, Sáenz de Santamaría, por el caso Aquamad. Pero prefiere advertir de que la nueva política solo quiere sus sillones, que ellos son el centro y la moderación, y que los nuevos partidos “traerán la pobreza, el retroceso, la inestabilidad y la quiebra a España”.
Nadie tiene que traer la pobreza a España. La pobreza ya está en España: Un tercio de los españoles son pobres y 3,3 millones están ya en situación extrema. El 40 % de los españoles entre 16 y 24 años está en riesgo de pobreza. Nuestro país es el segundo de la Unión Europea en el que más ha crecido la distancia entre rentas altas y bajas, sólo por detrás de Estonia: En 2015 el 1% de la población concentró tanta riqueza como el 80% de los más desfavorecidos.
La pobreza de Cospedal no es económica, es moral. Y política. No hay una sola idea en el discurso insoportablemente rastrero de esta escolta de Rajoy en su ejército de muertos vivientes. No hay propuestas, no hay generosidad, no hay un plan, no hay política. Sólo hay un miedo terrible a perder. A dejar de mandar. Quién sabe si a tener que enfrentarse a la justicia desde la misma posición que el resto de ciudadanos. El miedo está en las entrañas del PP y de su órgano de propaganda, TVE, una televisión pública destruida por un grupo político corrupto y corruptor, por unos personajes antediluvianos que se aferran al poder con sus últimos alientos.
Acaba el discurso de Cospedal, comienzan las preguntas de los periodistas. La primera parece incómoda, Cospedal tuerce el gesto. Quizá se trate de un auténtico periodista… Cortan la señal. La presentadora del canal 24 Horas pide disculpas, un fallo técnico, y da paso a la información meteorológica. Debería haber advertido de que estábamos viendo un canal promocional, no un canal informativo. De que la pobreza se ha instalado en TVE.