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Sigamos con la continuidad

“Chicos, no pasa nada por bailar jotas, debemos estar orgullosos de bailar jotas, no importa lo que digan los amigos”, asegura la voz de un especialista en coros y danzas. Son las doce del mediodía del domingo, y en la televisión los Morachos levantan los brazos y se mueven como peonzas. No confundir ni con los Morancos ni con los Pelochos. Los Morachos son el grupo de coros y danzas del pueblo toledano de Mora. Un espectáculo de otro siglo, una música de otra época, que milagrosamente se emite a todo color. Concretamente a todo color negro, que es el que predomina en estas fiestas populares del Olivo que retransmite en riguroso directo la televisión de Castilla La Mancha.

“Estoy tragando saliva, y no una vez sino muchas. Es una incongruencia en estos tiempos que vivimos, de la tecnología, ver bailar parejas mixtas”, confiesa el especialista, “pero ahí les tienes, con sus refajos puestos”. Y hablan de ropa negra para los pobres y de colores para los ricos. Y entonces una voz aulla por megafonía: “¡Venga ese fandango manchego!”. Y ahí se queda el telespectador, delante de la tele, con la piel de gallina, contemplando refajos rojos en la misma pantalla en la que un lejano día descubrió el sexo anal (Canal +).

“¿Me cantas el olivarito?”, pregunta la reportera a unas niñas. Y las niñas, de negro, cantan que tenían un olivarito. “¡Vivan las mujereeeeees!”, interrumpe un borracho que se aferra al micrófono. La periodista le ignora, se gira y saluda a Manolito, un burro que carga sendas tinajas. “Es muy importante para estos pueblos, para esta Comunidad, que sigamos con la continuidad”, resume el especialista. Y poco más se puede añadir.

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Sigamos con la continuidad. Votemos a la mujer de negro, la Johnny Cash castellano manchega. Una María Dolores de Cospedal que apuesta por ese color de manera descarada y total. Negro en sus ropas de grajo en Semana Santa. Negro en sus políticas sociales y educativas, marcadas por los recortes y el desprecio al ciudadano. Negro en el manejo de la televisión autonómica, oscurantismo y manipulación. Tanto es así que en los últimos días CLM TV se ha ido a negro: Los representantes de los trabajadores, “conscientes de la necesidad de tener y ofertar una televisión pública plural de verdad”, han convocado paros parciales para los días 26 y 27 de este mes. Hoy está previsto que las emisiones se interrumpan de siete a nueve de la mañana, de una a tres de la tarde y de ocho a diez de la noche.

Mi solidaridad más absoluta con los trabajadores.

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Días negros. Sobre todo en Katmandú, la capital de Nepal, una ciudad con la que, por esas cosas de la vida, me unen fuertes vínculos emocionales. La primera vez que visité este lugar mágico, allá por 1991, fue todo un shock: sus calles abarrotadas de gente sonriente y amable, sus acogedores edificios religiosos de sencilla belleza, sus primitivos alrededores rurales… y no demasiado lejos, el Himalaya. Volví a los Anapurnas, al Everest, al Dolpo, a Tíbet… Pero siempre pasando por Katmandú, el corazón del valle, la ciudad de los dioses y el buen rollo, de los nervios antes de salir para la montaña y del reposo a la hora del regreso, de las librerías de intercambio, de las comidas mongolas y tibetanas, de los hoteles sencillos y las religiones complejas, del hinduismo y el budismo, de la plaza Durbar y las estupas de Swayambu y Boudhanath, de las charlas con sherpas, de los largos paseos callejeando entre niños que corren, vacas que dormitan y olores que te sacuden. El mejor lugar para sentarse, ver pasar la vida y leer una y otra vez a Alexandra David-Néel, a Sven Hedin y, sobre todo, a Peter Matthiessen y su leopardo de las nieves.

Adoro Katmandú, una ciudad humilde y fascinante que no merece tan mala suerte.

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La hora de la verdad

Jesús Cintora fue destituido hace aproximadamente un mes por la cadena de televisión Cuatro, en la que presentaba el programa de debate político “Las mañanas de Cuatro”. Se montó un gran revuelo mediático, y se habló de censura, de mordaza, de insoportables presiones gubernamentales. “Las fauces del poder están siempre abiertas para engullir la libertad de expresión”, llegó a decir en Twiter de forma un tanto melodramática Pedro J Ramírez.

La empresa propietaria de la cadena, Mediaset, aseguró entonces que retiró a Cintora de antena nada más y nada menos que por su falta de objetividad, tal y como se podía deducir leyendo el comunicado que colgó en redes sociales: “la línea editorial de Mediaset España es coherente en toda su programación y tiene el claro objetivo de informar, que no formar, a los espectadores a través de un pluralismo con el que dar voz absolutamente a todas las opiniones políticas y con unos presentadores que traten la información de manera objetiva”.

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Acusaciones graves que no han impedido a Cintora, convertido en una víctima del poder y un adalid de la libertad de expresión, seguir trabajando para Mediaset. “No me van a callar”, dice mientras aprovecha para promocionar su primer libro, “La hora de la verdad” (Espasa), y anunciar su reconcialición con Mediaset para presentar el docushow “La caja” y otros “proyectos conjuntos”.

Cintora dice que no le van a callar, y para demostrarlo sigue trabajando en la empresa que le silenció hace apenas un mes. Es la hora de la verdad. Y debería serlo de la coherencia.

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Día del libro…

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Un motivo para NO ver la televisión

El quinto testigo.

Autor: Michael Connelly.

Editorial: RBA.

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Connelly le toma el pulso a la actualidad con una novela en la que Mickey Haller, nuestro abogado favorito, se ve sumergido en un caso de asesinato directamente relacionado con un desahucio. Es la cuarta entrega de esta serie de thriller judiciales, una de las dos caras de un Connelly que también mantiene vivo y con excelente salud al inspector Harry Bosch. Dos personajes ya clásicos, protagonistas de dos estilos policiacos diferentes unidos por el inconfundible estilo del escritor de Filadelfia, que coincide en “El quinto testigo” de manera simplemente anecdótica.

Connelly le tiene tomada la medida a la novela de intriga. Con Bosch o con Haller como protagonista, poco importa, agarra al lector por el cuello y no le suelta hasta que llega al último párrafo. Las 549 páginas de “El quinto testigo” se pueden leer de un tirón, tal es la solvencia del autor a la hora de crear personajes, de idear tramas, de montar diálogos y diseñar estrategias.

“Circulaba una teoría según la cual todo formaba parte de una conspiración urdida por los principales bancos del país a fin de socavar las leyes sobre la propiedad inmobiliaria, sabotear el sistema judicial y crear una industria de ejecuciones hipotecarias en perpetuo funcionamiento cíclico que les llevaría a sacar tajada de ambos extremos del proceso”.

Aparece asesinado de manera violenta el directivo de un banco. La principal sospechosa es Lisa Trammel, una mujer humilde que firmó una hipoteca con el anterior y está a punto de perder su casa. Acusan a Lisa, y Haller se encarga de defenderla en un juicio en el que se producen diferentes giros, algunos sorprendentes. En medio, las relaciones del abogado con sus compañeros del despacho que monta para el caso. Y con su ex, y la amistad de ésta con la fiscal. Lios personales que humanizan una historia de avaricia, de poder y de mafias que Connelly gestiona con su habitual maestría.

 

Lo que no interesa

El telespectador normal, ese que trabaja mañana y tarde y se informa viendo los telediarios mientras engulle un plato de lentejas, puede hacerse una idea muy equivocada de la realidad. Porque me temo que los editores de los informativos son muy… digamos que finolis, y no les gusta emitir según qué cosas. Por ejemplo, aquellas opiniones de los ciudadanos que no son políticamente correctas o difieren de la línea editorial de la cadena en cuestión…

Estamos en Castilla La Mancha Televisión. La reportera de la cadena autonómica pregunta a un señor, que se encuentra sentado en un bar, o jugando una partida de mús, con qué personaje famoso le gustaría tomarse una caña y por qué. El señor responde que con María Dolores de Cospedal. ¿Por qué? Muy sencillo: “Porque es famosa y así podría decirle todo lo hijaputa que es”. Hasta aquí todo normal, ¿no? Lo terrible es la puntualización de la reportera, que lejos de rebatir la opinión del ciudadano, o reprenderle por el tono montaraz que ha utilizado, se limita a echarle en cara que la grabación no le sirve: “Pero sabe usted, caballero, que esto no lo puedo utilizar”.

Lo que no nos interesa, no sirve. En TVE sin ir más lejos han recuperado un viejo programa de José Mota, del año 2010, en el que había un sketch que no les venía bien: se burlaba de las descabelladas promesas electorales del Partido Popular. ¿Qué han hecho? Pues cortar el sketch y emitir el programa capado, a su medida, a la medida del PP. Como exige una televisión pública en un país realmente democrático, no como en esas miserables dictaduras venezolanas.

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Más Crowdfunding, ¡Qué se note la recuperación económica! Ayer aflojamos para el nuevo libro de Mongolia, hoy para una película llamada simplemente “B”. Una película que pone en escena de manera textual la segunda declaración de Bárcenas ante el juez, aquella en la que canta la Traviata. Estará dirigida por David Ilundain, protagonizada por los mismos actores que la magnífica función teatral, Pedro Casablanc como Bárcenas y Manolo Solo como Ruz, y con el mismo guionista, Jordi Casanovas. Lo tienen claro: “Bárcenas reunió 200.000 euros en 48 horas para salir de la cárcel. Nosotros buscamos 50.000 en 40 días para llevarlo al cine”.

Un motivo para NO ver la televisión

El comisario Lascano

Autor: Ernesto Mallo.

Editorial: Siruela.

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Insiste editorial Siruela en su magnífica idea de reunir en un solo volumen varias novelas de autores policiacos consagrados. Hace no demasiado tiempo comentábamos “Los tres evangelistas”, de Fred Vargas. Hoy le toca el turno a “El comisario Lascano”, otro grueso pero manejable libro con tres casos del comisario más famoso, y perro, de la Policía Federal argentina: “Crimen en el barrio del once”, “El policía descalzo de la plaza San Martín” y “Los hombres te han hecho mal”.

Periodista, guionista y dramaturgo, Ernesto Mallo ha diseñado un personaje clásico del lumpen policial: el “perro” Lascano es un poli duro, que se mueve con soltura entre la escoria de la sociedad, estrato que incluye tanto a asesinos, ladrones y narcotraficantes como a policías y políticos corruptos. Olvide la exitosa novela negra escandinava, los innovadores del género que apuestan por la ambientación gótica o los investigadores post modernos que no se sabe si aman o no a las mujeres. Lascano pertenece a la vieja escuela, a los maderos hechos a sí mismos, a los supervivientes atormentados cargados de debilidades, sueños rotos, resquemores e inseguridades.

Mallo ha conseguido con Lascano como protagonista una serie impecable de novela negra, de lectura vertiginosa y placer intenso, que invita al disfrute sin rechazar la reflexión. Y algo mucho más difícil, puesto que traza un mapa minucioso y fiel de la Argentina de los últimos años.

La prisa

En un minuto, en apenas sesenta segundos, los tertulianos de Antena 3 que están analizando una noticia del corazón, un chascarrillo político o un sanguinario suceso callejero, se convierten en expertos en tragedias aéreas. Son seres prodigiosos, sin duda. Auténticos superdotados. Están hablando en directo con un hombre que, tras recibir seis puñaladas, se fue de copas: “Soy manchego, me recupero pronto”, soltó el agujereado juerguista para delirio de los reunidos en plató. Pero cuando llegó la noticia del accidente aéreo cambiaron el chip, se pusieron serios y sacaron a relucir sus conocimientos sobre aviación, accidentes aéreos y demás zarandajas de la actualidad: “Las víctimas de nacionalidad española son… bueno, prefiero esperar a confirmarlo”, afirmó nada más conocer la noticia, en un alarde de prudencia, el especialista en crónica macabra.

El accidente del Airbus A320 de la compañía Germanwings dejó con el culo al aire, una vez más, a todos esos programas matinales que presumen de periodismo. Lejos de ser prudentes y esperar información fiable, o consultar fuentes solventes, se pusieron en manos de unos tertulianos, los que tenían más cerca, que comenzaron a improvisar, a especular, a imaginar.

“Lo más seguro es que no haya supervivientes”, afirmaba a los pocos minutos del accidente, cuando aún no se sabía nada, el ex presidente de Extremadura Rodríguez Ibarra en La Sexta. Seis horas después del comentario, en la misma cadena aún no eran capaces de confirmar esa circunstancia. Pero quizá el récord de sandeces se lo llevó Javier Sardá, responsable de alguna tan importante como la que se refería a “la grotesca casualidad de que (el avión) salga de Barcelona y se la pegue en Barcelonette”.

“No podemos decir cosas que no sean ciertas”, dijo sabiamente el presidente del Gobierno Mariano Rajoy en su tardía y torpe comparecencia ante los medios. Sobre todo si la comparamos con las de Hollande o Sáenz de Santamaría. Comparecencia sin datos, y por supuesto sin preguntas, la de nuestro presidente. El pasado sábado Rajoy alertaba sobre “tertulianos, zascandiles y amateurs. Hablaba de los líderes de Podemos y Ciudadanos, pero bien podría haberse referido a esos periodistas todoterreno y todotertulia, sabios precipitados que dominan cualquier campo, que hablan de todo, que desconocen la prudencia y el ridículo. Que incluso comienzan a dejar caer teorías conspirativas: “¿Han derribado el avión? Seguramente nunca lo sabremos”.

La prisa es el peor enemigo del periodista. La prisa te acelera y te impide pensar, te aleja de la realidad y la verdad, te tiñe de amarillo, te arrastra al error y te condena al desastre. La prisa te impide contrastar la información. Es decir, te invita a hacer mal periodismo.

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Informativo territorial de Castilla La Mancha, emitido en La 1 de TVE inmediatamente después del Telediario. Cuatro de la tarde del 25 de marzo de 2015…

noticia: María Dolores de Cospedal inaugura el Museo de Paleontología de Cuenca.

noticia: María Dolores de Cospedal envía sus condolencias a las familias de los fallecidos en el accidente de avión.

noticia: María Dolores de Cospedal inaugura dos residencias de ancianos en pueblos de Toledo.

noticia: María Dolores de Cospedal visita las obras de mejora de seguridad vial en…

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Espectacular gráfico en ABC. Periodismo visual para el siglo XXI, a la altura del NYT y otros grandes medios.

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La triste vida de un cordero en 6o segundos…

Un motivo para NO ver la televisión

Leo Bud Welch.

Cd: I Don´t Prefer No Blues.

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Leo “Bud” Welch es un bluesman que nació hace 82 años en Sabougla, Mississippi. Cantante y guitarrista, dotado de una prodigiosa vitalidad y una voz arenosa, Bud también ha tocado el violín y la armónica por toda clase de garitos sureños. Desde juke joints a iglesias. El pasado año lanzó su disco “Sabougla Voices” para la discográfica Big Legal Mess Records / Fat Possum, con la que ahora repite.

“I Don´t Prefer No Blues” es blues primitivo, rasposo, garajero, sucio y descarnado, pesado y arrastrado. “I Don´t Prefer No Blues” es un disco sin concesiones, con diez canciones que suenan a tugurio repleto de humo, sudor y electricidad. Bud está en plena forma: lejos de susurrar como un vejestorio, aúlla como un chaval. Blues del Delta de alto voltaje.

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