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El fin de la Fiesta Nacional

Hay que saber leer un periódico. Buscar información entre líneas, comparar noticias aparentemente antagónicas, asumir pactos político-periodísticos, ignorar opiniones teledirigidas, traducir compromisos editoriales… Un periódico es un objeto consumible de un día de duración que está lleno de sutilezas, de callejones y rotondas, de rinconcillos donde se acumulan el polvo y la sabiduría. El lector tiene 24 horas para cribar semejante cúmulo de palabrería, para asimilar toneladas de comunicación, para entender el mundo que le rodea.

El diario El País del pasado miércoles contaba de maravilla que España está dejando de ser un país taurino, que a los ciudadanos cada vez les gusta menos convertir la tortura de animales en espectáculo, que la llamada Fiesta Nacional agoniza. Lo contaba muy bien, insisto, pero de manera sutil y un tanto críptica, en páginas diferentes pero complementarias, con textos distintos pero coincidentes. Solo para iniciados…

En la sección “Cartas al director”, página 28, una misiva de, no se lo pierda, Esperanza Aguirre, daba una nueva vuelta de tuerca a su teoría de que los antitaurinos son antiespañoles: “Algunos antitaurinos actuales son, seguramente, personas bienintencionadas que creen que el respeto y el amor por la naturaleza están reñidos con ofrecer a los toros, después de haberlos criado y cuidado como reyes, la oportunidad de luchar en la plaza. A ellos solo se les puede decir que nunca los aficionados vamos a obligar a nadie a ir a las plazas para admirar la bravura de los toros ni el valor de los toreros”. ¿Está claro? Los taurinos, que son buena gente, no van a llevar a nadie a las corridas en contra de su voluntad.

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Pues puede que cometan un error histórico, ya que quizá la única forma de garantizar la continuidad de la Fiesta Nacional sea secuestrar ciudadanos, atarlos y amordazarlos, untarlos de miel para atraer a las moscas, y colocarlos a modo de figurantes en los tendidos de las plazas. El País del mismo día de la carta de Aguirre incluía, en su página 43, está crónica de Antonio Lorca de una corrida en Sevilla: “La Feria de Abril se hunde… Ayer, martes de feria, día grande de farolillos, la plaza sólo se cubrió la mitad, lo que corrobora un preocupante desinterés… Si nadie lo remedia, los antitaurinos alcanzarán pronto sus objetivos sin mover un dedo… Salió el primer toro y tenía una pinta de sardina que no se podía aguantar”.

Se acabaron los buenos tiempos para torturar herbívoros. Las plazas se vacían. Los toros bravos de Aguirre son en realidad sardinas. Y como los aficionados no van a obligar a nadie a ir a las corridas, la vieja, casposa y sanguinolenta Fiesta Nacional se extingue. Estamos asistiendo a un momento histórico.

Lo dice el periódico.

P.D.

Telefónica ha comprado Digital + a Prisa por 725 millones de euros. Y se ha convertido, si Competencia no lo impide, en la reina de la televisión de pago, con una cuota de mercado del 80%. Buenas noticias para la democracia española, ¿verdad?. Si ya disfrutábamos de un duopolio en la televisión en abierto (Mediaset y Atresmedia), ahora tenemos un monopolio en la de pago. Todo por la pluralidad, y la libertad de expresión y de información, que quede muy claro.

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Pero no todo van a ser malas noticia: “Imputan a Francisco Marhuenda por publicar en La Razón la foto de los jueces proconsulta”. Sus colegas se movilizan: “¡Se fuerte, Paco!”.

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Un motivo para NO ver la televisión

Tyler Cross. Rio Bravo.

Autores: Fabien Nury y Brüno.

Editorial: Dibbuks.

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Una primera ojeada a las páginas de este cómic, línea clara, colores planos, personajes limpios y definidos, puede llevarnos a engaño. Estamos ante un western más violento que crepuscular, más sangriento que melancólico, más de Tarantino que de John Ford. Un western moderno, con 17 kilos de heroína mexicana pura, pistolas automáticas, familias de terratenientes, chicas hermosas y hasta serpientes de cascabel.

El protagonista es Tyler Cross, atracador que no traficante. Un tipo duro al que el cargamento de jaco arrastra al desierto: no hay agua, no hay moral, no hay leyes. Solo queda el dinero y la frontera: el Río Bravo. En medio de todo este follón decenas de personajes bien definidos, una lluvia de tiros y litros y litros de sangre empapando la arena.

Como epílogo, los autores (el ilustrado alemán Brüno y el guionista francés Fabien Nury) ofrecen al lector un desglose de sus influencias cinematográficas. Casi página por página, secuencia por secuencia. Y es que “Tyler Cross. Río Bravo” es un homenaje tanto al cine del Oeste como al género negro. Un éxito en Francia, con 35.000 ejemplares vendidos en sólo seis meses.

¿Una pega? Que en una hora has terminado el libro. Y el cuerpo te pide más tiroteo.

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Telemadrid, el lado oscuro

El próximo domingo día doce se cumple un año del despido de 861 trabajadores de Telemadrid, el 70% de la plantilla. Desde entonces, la cadena autonómica madrileña no ha hecho sino perder audiencia y credibilidad. La respuesta de los telespectadores al ERE ha sido demoledora: En 2013 Telemadrid perdió 1,5 puntos de audiencia con respeto al 2012, bajando del 5,3% de share a apenas un 3,8%. Es decir, que la tele de los madrileños tiene en estos momentos la mitad de audiencia que la media del resto de televisiones autonómicas, que cerraron el año 2013 con un 8,7%. No olvidemos un dato fundamental: cuando Esperanza Aguirre llegó al Gobierno madrileño la audiencia de la cadena era del 17,1%.

Telemadrid se ha convertido en una cadena sin calidad, construida con material audiovisual de saldo. Telemadrid es una cadena sin credibilidad, con los informativos al servicio de los políticos que controlan la comunidad madrileña. Telemadrid es una cadena ruinosa, sin futuro, sin espectadores. Es el lado oscuro de la televisión en España.

La actual Telemadrid ha sido construida a imagen y semejanza de Esperanza Aguirre, una gestora capaz de gastar 376.000 euros públicos en cambiar los nombres de tres hospitales antes de su inauguración.

Se habla del cierre inminente de Telemadrid. El actual presidente de la Comunidad, Ignacio González, pone voz de matón, más, cuando amenaza con llevar a negro la cadena: “No tendré otra alternativa que cerrar Telemadrid si los sindicatos la hacen inviable”. ¿Acaso los sindicatos son responsables de la programación de la cadena? ¿Quizá los sindicatos gestionan sus gastos, su deuda, su plantilla? ¿Fueron los sindicatos quienes pusieron a los directivos que manejan la cadena, carne de PP, con sueldos superiores incluso a los del presidente del Gobierno?

Telemadrid fue una vez ejemplo perfecto de lo que debía ser una televisión autonómica. Ahora es perfecto ejemplo de cómo se las gasta el PP con lo público: lo utiliza, lo agosta y lo aniquila. El domingo 12 de enero, a las doce de la mañana, tendrá lugar una manifestación en Plaza de la Villa-Puerta del Sol (Madrid) por una televisión pública, plural e independiente.

P.D.

Imprescindible el informe publicado por Mongolia en su último número, en la sección Reality News (a partir de aquí, si se ríe es cosa suya): “El actual director de Telemadrid, José Antonio Sánchez, era el director general de RTVE al final de aznarato (2002-2004) y pilotó los desesperados esfuerzos para conectar el 11-M con ETA”. Manipuladores, malos gestores y, además, arrogantes y soberbios. El perfil de los saqueadores de la televisión pública madrileña. El lado oscuro.

 

Un motivo para NO ver la televisión

En la orilla

Autor: Rafael Chirbes.

Editorial: Anagrama.

“Todo se fue por los desagües, por los fregaderos, por los retretes, por el agujero de los coños apenas en flor y ya encallecidos de tanto frotar”. Rafael Chirbes habla de la crisis, de los posos del pelotazo, de los esqueletos de empresarios, constructores y políticos que ha dejado el tsunami. “Así pasó el tiempo que te fue concedido en la tierra, amigo promotor. Así lo pasé también yo. Ahora nos toca vivir la vida que llega después de la vida”.

“En la orilla” es la crónica de la decadencia de un hombre, un carpintero, que vivió los años de la codicia en el Levante español. Derrotado, nos cuenta cómo sus colegas se pierden por los sumideros de un sistema exhausto. La gallina de los huevos de oro ha muerto, y los días de gloria han terminado. Desaparecieron los billetes de 500 euros. Y se acabaron los arroces con bogavante, los Mercedes y los yates, las putas y la coca, los “hectólitros de vino de la ribera y whisky de no sé cual de la turberas escocesas”.

Chirbes escribe con un ritmo endemoniado, que agarra al lector por las solapas y le zarandea de manera inmisericorde. Párrafos largos, enormes, agotadores, que dejan sin aliento, con un nudo en la garganta y las tripas en la boca. Chirbes nos cuenta lo que hemos vivido, lo que hemos sufrido, aquello que nos ha llevado a donde estamos: un país miserable, materialista, inculto. Listo para el derribo

La construcción es la base de la novela. La construcción desproporcionada, tramposa, ilegal, inviable. Un ladrillo que ha convertido todo en  escombros, y que ha transformado a los triunfadores en perdedores, arrastrando todo en su caída. Las personas, las empresas, las Cajas de ahorro, los sueños, el futuro. “Es visible el nuevo orden, arriba y abajo bien claros: unos cargan orgullosos con las repletas bolsas de la compra y saludan sonrientes y se paran a charlar con la vecina a las puertas del centro comercial, otros registran los contenedores en los que los empleados del supermercado han tirado las bandejas de carne pasadas de fecha, las frutas y verduras maceradas, la bollería industrial caducada”.

“En la orilla” es un bofetón en toda la cara. La historia de la derrota de un país, de una política económica y social, a través de las reflexiones de un hombre que perdió ganando, que es víctima y verdugo, que resulta engullido por un sistema que no hace prisioneros. No se me ocurre un libro español más recomendable en estos momentos de mierda.

El Papa de los pobres

Todos los informativos abren con la toma de posesión del nuevo Papa. Algunas cadenas retransmiten en directo partes de la ceremonia. “Su cercanía emociona, porque está muy adaptada a los tiempos que corren”, dice un tertuliano de La Sexta que tiene serios problemas para controlar las lágrimas. Y es que el amigo Francisco, ante la sorpresa de todos, hizo parar el Papamóvil cuando iba camino de la misa de entronización para bajarse a saludar a un enfermo. Emocionante, anonadante, acojonante. ¿Cómo no van a decir en ABC y La Razón que este hombre es el Papa de los pobres? Ha hecho parar el Papamóvil, ha desconcertado a los escoltas, ha alterado los horarios de la ceremonia, ha vuelto locos a cámaras y realizadores de televisión… solo para saludar a un enfermo. ¡Es evidente que nos encontramos ante el Papa de los pobres! ¿Qué mayor prueba podría ofrecernos? Con lo que cuesta arrancar el puto Papamóvil… Es el Papa de los pobres, y también de los tullidos y maltratados, de los desheredados y los pringados, de los marginados y los alcoholizados, de los desahuciados y los apesadumbrados, de los drogados y los atontados. Es Papa hasta de los chipriotas, esos europeos de tercera división a los que bien podría dedicar unas palabrejas en fechas tan señaladas.

Los que tengan dudas sobre el compromiso de este Papa deberían haberle visto ayer, recibiendo a los necesitados de entre los necesitados: desde Angela Merckel a Mariano Rajoy, pasando por Cristina Fernández de Kirchner, el presidente del Consejo Europeo Herman Van Rompuy, el ministro Ruiz Gallardón o el mismísimo presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, todos ellos saludaron a Francisco durante la misa inaugural de su pontificado. El Papa de los pobres obtuvo recompensa a sus primeras buenas intenciones: la princesa Letizia, de riguroso negro cucaracha, con mantilla pero sin peineta, se puso a sus pies en una genuflexión digna de una gimnasta-contorsionista rumana de los setenta.

Solo eché en falta a Dolores de Cospedal y a Esperanza Aguirre. ¿Imagina a las dos juntas, compartiendo la palabra de Dios, comulgando y dándose fraternalmente la paz? La primera seguro que no ha podido ir porque está encerando la cruz con la que surfea por las calles de Toledo en Semana Santa. Lo de la segunda es una pena, porque habría aprovechado la reunión de capitostes para tirarse el pisto y presumir de título nobiliario: ya es oficialmente condesa de Bornos.

Sí, Espe es condesa de Bornos, título que conlleva nada más y nada menos que Grandeza de España. “¿Y a mí qué cojones me importa su título y su grandeza?”, pensará el lector con dos dedos de frente. Pues debería importarle, querido amigo, porque esa indiferencia chulesca que muestra usted ante la nobleza de Esperanza Aguirre, que por cierto ya era condesa de Murillo, no nos ayuda en nada al resto de los ciudadanos. Reconocer nuestra inferioridad intelectual, nuestras carencias morales y nuestras ausencias religiosas muy bien podrían ser el principio de la solución a nuestros problemas.

Tras el descrédito de la política, y puesto que las masas necesitamos guías que nos iluminen y nos lleven por el buen camino, solo podemos ser guiados por dos clases de seres superiores: nobles y curas.

La Iglesia católica va a ser otra con Francisco al frente, qué duda cabe. Como está siendo otro el PP sin Esperanza Aguirre.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Shooter Jennings

Cd: The Other Life

Este disco arranca de manera absurda, con un piano siniestro, algunos ecos…un minuto y medio a la basura. De pronto entran unas voces, un teclado, unas percusiones… Tres minutos de introducción eterna, soporífera, para completar un “Flying Saucer Song” que quizá sea el peor tema del nuevo disco de Shooter Jennings. Un despropósito inicial que continúa en el segundo corte, con la voz distorsionada del hijo de Waylon Jennings y Jessi  Colter en una canción no demasiado inspirada. Mal comienzo para el séptimo disco del cantante, compositor y guitarrista norteamericano.

Hay que esperar a que suene una acústica, sobre el canto de un gallo, en el tercer tema, “The White Trash Song”, para reencontrarse con el heredero del outlaw. A partir de este momento el disco se desmadra y, alternando el rock-punk sureño con las grandes baladas, ofrece la mejor versión de un músico quizá demasiado irregular.

“Wild & Lonesome” es una excelente balada. “Outlaw You” un medio tiempo que juega con las raíces y la excelente voz de Shooter. En “The Other Life” suenan pianos vaqueros, y “The Low Road” muy bien podría haberla grabado Springsteen en su último disco. “Mama, it´s just my Medicine” es simplemente un desmadre eléctrico.

Un disco, en resumen, que no puede comenzar peor, pero que afortunadamente se viene arriba y nos devuelve la confianza en un auténtico forajido del rock and roll vaquero. Colaboraron en la grabación Patty Griffin, Scott H. Biram y Jim “Dandy” Mangrum (cantante de Black Oak Arkansas). El CD viene acompañado de un DVD del que podemos ver el tráiler…

La Sexta noche

La Sexta ha estrenado ‘LaSexta noche’, un programa debate maratoniano para, dicen, entender en una sola velada lo que ha sucedido durante toda la semana. ¡Más les valía quitar de una puñetera vez esos capítulos de ‘Bones‘ que ya hemos visto 87 veces! pensará el telespectador con criterio. Pero no, en La Sexta parecen más interesados en espacios que les confieran cierta influencia política que en entretener al espectador: esta versión de ‘El gran debate’ (Telecinco) es sólo eso, una versión, que comienza media hora antes para intentar anticiparse al espacio original y atrapar al zapeador despistado.

La copia de una basura no puede ser gran cosa. Iñaki López hace de Jordi González, y Andrea Ropero es Sandra Barneda. Los tertulianos de Telecinco, esa subespecie humana, son aquí una tal Paloma Zorrilla, Miguel Ángel Revilla  o Rocío Aguirre, la hermana, atención, de Esperanza Aguirre. No la han contratado por ser familia de quien es, asegura el bueno del presentador, sino por la de cosas que tiene que contar. Si usted se cree esto tras escucharle una sola frase,  puede que incluso se crea el resto del programa.

Fíjese lo que le voy a decir…. Puede que se crea incluso la presencia de Pedro J Ramírez en calidad de estrella no ya del periodismo y la comunicación, sino de la verdad y la justicia. Sí, Pedro J Ramírez, el mismo del 11M y la casete de la Mondragón, resulta que ahora es súper amigo de los jefes de La Sexta, y entre él y Eduardo Inda les rellenan programas que da gloria. Están en buenas manos. Y es que en La Sexta apuestan por el periodismo serio y riguroso.

“Cantabria es una plaza buena para que, aunque lleves una vaca pinta en las listas, la gente te vote”, dice Revilla ante el delirio del público, que en un alarde de criterio comienza a aplaudir. “Lo que tiene que hacer Bárcenas es devolver el dinero, como los de los ERES y Puyol y toda la gente que ha robao. La gente lo apreciaría muchísimo“, sentencia la hermanísima en un ejemplo de reflexión y análisis. Interesantísimo debate sobre la actualidad, qué duda cabe. Pero eso no es nada, un aperitivo con cuatro cacahuetes… Atención al plato fuerte.

El presentador comienza a humedecerse: “Está con nosotros esta noche el periodista más influyente… 23 años destapando casos de corrupción… Y ahora mismo el perejil de todas las salsas. Nadie sabe más del caso Bárcenas, del caso Urdangarin…”. “Y no te olvides de Amy Martín“, dice un Pedro J sonriente que tiene serios problemas para disimular su erección. ” No hay ni un solo español que dude que Urdangarin es un memo”, dice, antes de contar cómo rechazó la famosa foto de Chávez que publicó El País. Vende su portada del día siguiente, y ríe su gracia: “Nosotros también damos la foto del falso Chávez, pero porque hemos entrevistado al médico que le salvó la vida hace cinco años”. Y se queda tan ancho. “Yo no sé si estaba el islamismo radical tras el 11M…”, había afirmado poco antes, quizá para que los telespectadores pudieran valorar en toda su grandeza el resto de su discurso.

Después, mas debate chillón, algún reportaje callejero con tintes amarillentos (hambre en las calles, nuevas drogas)… y se acabó. Esto es básicamente ‘LaSexta noche’. Más de lo mismo. ¿Periodismo? Yo no diría tanto.