La familia que ve el Telediario (TVE) unida, permanece unida. En la docilidad, la ignorancia y el borreguismo. Reunida en el salón de su casa, hundida en el sofá, mirada bovina y saliva en la comisura de los labios, hipnotizada por los mensajes que escupe su electrodoméstico favorito, ese que tiene una flamenca y un torito en la parte superior, ese que está encendido más de cuatro horas al día. La familia que ve el Telediario (TVE) sin rechistar, que cree a pies juntillas las noticias sobre la recuperación económica, sobre la feroz lucha del Gobierno contra la corrupción o sobre la entrada en chirona de Ortega Cano, es la verdadera familia española. La familia como tiene que ser.
Por eso, por reforzar la unidad familiar, el Gobierno de Mariano Rajoy propone cambiar el horario de emisión de los Telediarios. Buscan la solidez del clan, y de paso maximizar la eficacia de la propaganda. Para “promover la conciliación de la familia” Ana Mato, la ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, sugiere, no se lo pierda, adelantar entre media y una hora “el parte”, “las noticias”, de forma que el famoso prime time termine antes y padres, hijos, abuelos y nietos se puedan meter antes en la piltra o jugar una partida de parchís. ¿Horario europeo? Cuando repartes doctrina intentas ser eficaz, conseguir que TU mensaje llegue al mayor número posible de público, emitir TU informativo/propaganda en el mejor horario posible. Las cadenas privadas consideran esta propuesta “una injerencia” en su estrategia.
¿Qué pensará José María Aznar, líder espiritual del mejor PP, cerebro de esa inagotable fábrica ideas que es FAES, de semejante intromisión en la vida de los ciudadanos? “No puede ir a más de tanta velocidad, no puede comer hamburguesas de tanto y además se le prohíbe beber vino; déjeme que decida por mí, que en eso consiste la libertad”, dijo el señor de las Azores tras recibir la distinción de Bodeguero de Honor de la Academia del Vino de Castilla y León. “Los gobiernos no deben meterse en lo que hace la gente”, aseguró el musculado ex presidente, rodeado de barricas de roble y botellas de crianza. “Los que hemos defendido siempre la libertad y creemos que es buena, defendemos también que la gente pueda tomar sus decisiones”.
Ana Mato quiere que veamos juntitos a las ocho de la tarde, la familia alrededor del brasero y de la tele, esa rueda de prensa en la que Ignacio Cosidó, director general del Cuerpo Nacional de Policía, mostraba a la prensa y los ciudadanos material antidisturbios en lamentable estado de conservación, consecuencia de los enfrentamientos del pasado 22 de marzo durante la celebración de la Marcha de la Dignidad: un chaleco rajado, un escudo roto y un casco con abolladuras y la visera quebrada. No dijo nada sobre el informe de Amnistía Internacional sobre el derecho a manifestarse en España, titulado “El derecho a protestar, amenazado”.
Una puesta en escena la de Cosidó que recordaba al piloto de Formula 1 Felipe Massa, de quien pudimos ver el casco que le salvó la vida, destrozado tras resultar golpeado por una pieza de la suspensión de otro bólido durante las pruebas de clasificación para el Gran Premio de Hungría de 2009. Gajes del oficio.
Un motivo para NO ver la televisión
Todo lo que hay.
Autor: James Salter.
Editorial: Salamandra.
James Salter es uno de los grandes de la literatura norteamerica. A la altura de Ford cuando se trata de dibujar a la clase media estadounidense, al nivel de Doctorow como narrador de momentos históricos, tan brillante, original e intenso como Philip Roth, John Updike o Don DeLillo. “Todo lo que hay”, su nuevo libro, llegaba precedido por magníficas críticas que levantaron cierto recelo: ¿Estábamos ante el Salter más comercial, menos personal? Falsa alarma: estamos ante el mejor Salter, aquel que introduce el bisturí en las entrañas de un personaje y le desmenuza minuciosamente ante la mirada atónita del lector, invitado de lujo al exquisito proceso de disección literaria.
“Todo lo que hay” cuenta la vida de Philip Bowman, oficial que regresa a casa tras luchar en la Segunda Guerra Mundial. Consigue un trabajo como editor literario, se mueve con soltura en el mundo de la reunión y el cóctel, triunfa profesionalmente, conoce a diferentes mujeres con las que vive apasionadas historias de amor. Y ofrece un master en venganza emocional. Porque Bowman es un tipo intenso, que disfruta de la vida, ambicioso tanto laboralmente como en sus relaciones afectivas. Pasan muchas y muy interesante cosas en este gran libro, pero lo realmente impresionante es cómo lo cuenta Salter. Insisto, uno de los grandes.
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