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Catorce

Catorce fueron, según la radio, los pasos que dio la infanta Cristina desde el coche a la puerta del juzgado de Palma de Mallorca. Catorce eran a esa misma hora las personas muertas en Ceuta por querer escapar de la miseria. TVE apostó por los primeros catorce y olvidó a los otros. El Telediario de TVE, la televisión pública, de las tres de la tarde del sábado abrió con la primera noticia: imágenes del modesto vehículo bajando la rampa, de la infanta sonriente. Resto de titulares: nuevo comunicado de ETA, canal de Panamá, un hombre intenta secuestrar a su hija de 18 meses en el metro de Madrid, “Pocos avances en Homs” y el tiempo. Una mañana con mucho viento y lluvias intermitentes. Y los deportes, las primeras medallas en los juegos olímpicos de invierno. Cinco minutos. Ni una palabra de Ceuta en los titulares.

Ceuta 1

El informativo estrella de la televisión pública española regresó a Palma. Y continuó con las banalidades y las obviedades sobre la declaración de la infanta: “A la manifestación que ha tenido lugar en los alrededores se han sumado numerosos curiosos”. Y luego muchas noticias más, algunas tan intrascendentes como el 175 cumpleaños del restaurante Lhardy: “Se supone que aquí venía Isabel II, y en una de esas visitas fue cuando se olvidó el corsé”, dijo la copropietaria. Ni un segundo dedicado a Ceuta en todo el Telediario, al nuevo cadáver descubierto, al silencio del ministro de Interior, a los vídeos que muestran las expulsiones de los inmigrantes.

Ni una mención en el informativo estrella de la televisión pública a los entonces catorce muertos en Ceuta. El diario El País les dedicaba ese mismo día una doble página. El tema era, es, de absoluta actualidad.

Para ocultar la realidad todo sirve, bien es cierto, pero la declaración de una infanta ante el juez y una buena ciclogénesis explosiva forman una combinación irresistible. Al Gobierno no le interesa el problema de la inmigración, es evidente, y en los informativos de TVE sienten ese deseo de ocultación como una orden.

La información está manipulada. La transparencia es un sueño imposible. Nadie da la cara en este Gobierno: se esconde el Presidente Rajoy tras pantallas de plasma, se esconde el ministro de Interior con la ayuda de TVE, se esconde hasta el ministro de Cultura, que no asiste a los Goya para no vérselas con la industria del cine. Y como cómplice necesario de semejante miseria, TVE, la televisión pública.

ElRoto

 

Un motivo para NO ver la televisión

Nebraska

Nabraska

Esta es la historia de Woody, un viejo que viene de allí y va para allá. La historia pequeña, en blanco y negro, de un hombre que olvida las cosas, se lo ha bebido todo y necesita un millón de euros para comprarse una camioneta nueva y un compresor. El resto de lo dará a sus hijos.

El protagonista de esta road movie está dispuesto a cobrar su premio, su falso premio, a cualquier precio. Y David, su hijo pequeño, poco a poco entiende lo que está sucediendo: es la última oportunidad que tiene para ganar. Lo cual no es poco para un perdedor profesional. Algo de ropa, un Subaru viejo y largas carreteras rodeadas de campos de cereal. Es el recorrido entre Montana y Nebraska, entre la miseria nuestra de cada día y el millón de dólares. Padre e hijo emprenden el viaje, al que se suman el resto de personajes de esta aventura sencilla, en ocasiones sobrecogedora y en otras divertida, que nos recuerda una vez más la importancia de las cosas sencillas, de los detalles, de la transigencia y el saber escuchar.

Telediario católico

A este año de mierda apenas le quedan un par de telediarios. Mejor. Son una auténtica basura. Los telediarios, digo. Los telediarios de TVE, concretamente. Sí, los telediarios de la televisión pública, aquellos informativos que en otros tiempos fueron referencia y ejemplo de periodismo. Hoy son una auténtica vergüenza, un modelo de burda manipulación, tramposos y ramplones, el hazmerreir de la profesión.

Escribo en caliente, nada más presenciar el Telediario (TVE) de las nueve de la noche del pasado domingo, un informativo tendencioso y perverso que había que leer (ver) entre líneas. Arrancaba con la celebración de unas reuniones religiosas en dos ciudades españolas: “Hoy, en Madrid, las familias cristianas han celebrado la fiesta de la familia”, decía la presentadora del informativo. ¿La fiesta de la familia? ¿Acaso no hay otra familia que la cristiana? ¿Dónde cojones he vivido yo toda mi puñetera vida, en un puto rebaño, en una jodida piara? El lema de la reunión era, tal y como  advierte la voz en off, “La familia, un lugar privilegiado”. Dan paso a las opiniones de los asistentes: “Hemos venido en un autobús de la parroquia…a celebrar la familia”. Esta era la segunda noticia más importante del día para el editor del Telediario, solo detrás de las reacciones de los políticos vascos al comunicado de los presos de ETA.

Pero el informativo de TVE alcanzaba el grado máximo de manipulación cuando, en el ecuador del programa, cuentan la historia de una familia cuyos tres hijos padecen una de esas enfermedades llamadas “raras”, el síndrome de sanfilipo. Tres hijos que, al padecer todos la enfermedad, están condenados a morir en la adolescencia. “Hasta ahora no tenía cura, pero ensayos en animales han dado resultados positivos y han devuelto la esperanza a las familias que esperan”, asegura la presentadora. “Los padres de los niños no pierden la sonrisa”, dice al autor del reportaje. “Es una obligación de los padres tratar de conseguir la terapia”, asegura el padre. “Y todo esto con una sonrisa, porque la tienes que poner, porque no hay otra. Es la forma, es la forma de tirar adelante”, afirma la madre de, insisto, tres hijos con la misma enfermedad genética.

Podría parecer sutil esta apología del orden católico, de la felicidad de la familia cristiana hasta en los malos momentos, e incluso de la nueva ley del aborto de Gallardón, pero no es así. Se trata de brochazos de grueso calibre, repartidos por un informativo en el que el resto de piezas son puro relleno. Los editores del Telediario querían contar dos cosas: por un lado, que las familias católicas están ahí, adoran a sus hijos, rezuman bondad y son la base de la sociedad española. Por otro, que el aborto es un crimen espantoso, y ahí tienen como ejemplo a una familia con sus tres hijos condenados a muerte, que es feliz y lucha por ellos con uñas y dientes. El resto de las noticias, insisto, relleno.

Un informativo simplemente repugnante. E irresponsable.

El Telediario de la señorita Pepis

“Qué pena haber recogido un Ondas por casi 30 años en TVE y que esa imagen no se haya visto en el Telediario”, se lamentaba amargamente el pasado miércoles María Escario, periodista de deportes de TVE, en su cuenta de Twitter. Dicho y hecho. Tres días después, el sábado, los presentadores del Telediario Fin de Semana dieron paso, nada más terminar los deportes y con Escario sentadita a su vera, a las imágenes de la entrega del Ondas solicitadas por la veterana periodista: “Antes de despedirnos queremos recuperar un momento muy importante de esta semana; muy importante para tí, pero muy importante para todos y que es un motivo de orgullo para todas las personas que trabajamos en esta casa”.

Escario se quejó en las redes sociales de no salir en el Telediario recogiendo un premio, y a los tres días la sacan en el Telediario recogiendo el premio. No parece muy seria la cosa. Que conste que pienso que esta periodista deportiva se merece no ya ese galardón, sino el Pulitzer, el Ortega y Gasset, el González Ruano, el Príncipe de Asturias y hasta el Planeta, este último muy bien dotado económicamente. Otra cosa es que la imagen que transmite todo este proceso de lloriqueos y caricias no ayude a creer en la seriedad y el rigor de los informativos de la televisión pública.

Me explico: si una periodista de deportes tiene mano en la edición de los informativos de esta TVE, hasta el punto de hacer que se recupere con tres días de retraso, plena actualidad, una imagen tan personal como festivalera y prescindible, ¿cómo no van a tener mano Rajoy, Cospedal y compañía para evitar que en esos mismos telediarios informen como dios manda de la corrupción que corroe las entrañas de su partido? Por poner un ejemplo, digo.

El Telediario de la señorita Pepis. Los informativos de Somoano. La televisión de Mariano. Es decir, la frivolización absoluta de TVE.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Pobre blanco.

Autor: Sherwood Anderson.

Editorial: Barataria.

Cuando en 1919 Sherwood Anderson publicó “Winesburg, Ohio” se convirtió en un clásico norteamericano. El escritor de Ohio demostró, con esas crónicas minuciosas y sutiles de las vidas de los habitantes de un pequeño pueblo del interior profundo de Estados Unidos, ser un maestro del relato corto. Un libro memorable, una obra maestra absoluta, una lección sobre el arte de contar historias pequeñas.

En “Pobre blanco” Anderson abandona el cuento, el relato de corto recorrido, y se decide a narrar la historia de un hijo de la montaña… en beneficio de un hijo de la llanura. Es decir, el proceso de transformación de un hombre hecho a sí mismo. Hugh McVey nació en “una modesta casita de un pueblo situado al oeste del Mississippi… un lugar miserable y sucio”. Pobre como una rata, tiene la fortuna de vivir bajo la tutela de una mujer, Sarah Shepard, que le instruye, le viste y le consigue un trabajo digno. A los diecinueve años, en septiembre de 1886, nuestro protagonista decide conocer mundo. Comienza la odisea de un tipo tímido, introvertido y trabajador que tiene grandes ideas en la cabeza.

Anderson describe hombres y máquinas, y cuenta cómo los primeros inventaron y construyeron las segundas para orgullo y enriquecimiento de algunos y miseria de otros. Porque el protagonista de nuestra historia es todo un inventor: “Desde Bidwell a todas las granjas y hacienda del mediodía de Ohio el nombre de Hugh McVey se hizo célebre. Su máquina de segar llevaba el nombre de McVey pintado en letras blancas sobre un fondo rojo en uno de los lados de la máquina”.

“Pobre blanco” habla de un inventor y de los ambiciosos seres que le rodean, pero sobre todo de los trabajadores que sufren los cambios laborales que provocan esas máquinas, ese nuevo concepto de éxito. El desarrollo industrial, un “sistema social que admitía la existencia de fábricas cuya escala de jornales la dictaba el capricho o el criterio de un hombre o de un grupo de hombres”.

Una novela tan melancólica como su protagonista, un triunfador que no olvida sus raíces, que sufre por los que le rodean, que duda de sí mismo, que tiene dificultades para amar (y para se amado), que reniega de ambiciones desmedidas y sueña con vivir una vida normal. La puerta trasera del sueño americano. Emocionante.

La moviola

La web de TVE es una maravilla. Por muchas cosas, pero sobre todo porque permite ver una y otra vez los informativos. En modo moviola: para adelante y para atrás. En un bucle infinito. Como la cámara lenta en los partidos de fútbol, esa que deja con el culo al aire al árbitro que se confunde en el fuera de juego, la repetición de los telediarios se ha convertido en un método infalible para desenmascarar farsantes informativos. Una gozada, periodísticamente hablando.

La moviola se chiva y te dice, por poner un ejemplo, que el editor del Telediario de las nueve de la noche de TVE quiere convencer a los telespectadores de que es mucho más importante la publicación de un nuevo libro sobre el Tíbet que la manifestación de más de 100.000 personas en Baleares contra la política educativa del Partido Popular. La pieza sobre el país ocupado por China duró tres minutos exactos, un mundo en televisión, y se emitió a las nueve y 24 minutos. La pieza sobre, según los organizadores, “la mayor manifestación de la historia” en el archipiélago Balear, la Marea Verde, tuvo que esperar a las nueve y 28 minutos. Y duró apenas un minuto y 26 segundos.

¿Le había dicho que la web de TVE es una maravilla? Pues se lo repito. Por el efecto moviola y por el sentido del humor de los diseñadores de la página, que justo encima de los vídeos de los informativos ha colocado la siguiente frase: “Toda la actualidad informativa del día, de España y del resto del mundo, con el máximo rigor, pluralidad e independencia”.

¿El máximo rigor, pluralidad e independencia? ¿De verdad? Cuestión de criterio, dirá el mamporrero del Gobierno que edita el Telediario, individuo al que a partir de ahora deberíamos denominar “responsable de la estrategia informativa”. Este nuevo y rimbombante cargo no lo he inventado yo, sino los cerebros de Intereconomía, la cadena de televisión que ha realizado el fichaje más importante que se ha producido en este país, tras la incorporación de Rodrigo Rato al Santander y Bale al Real Madrid: el periodista Melchor Miralles, que abandona la productora Mandarina para incorporarse al Grupo Intereconomía.

¿Y la noticia? Se preguntará el lector inquieto. Pues muy fácil: de la gestión del fichaje se ha hecho cargo Álvaro Pérez “El Bigotes”, ex gerente de Orange Market, imputado en el Caso Gürtel y ahora agente de periodistas Pero no es este cítrico detalle, el paso de Mandarina a Orange, lo que más llama mi atención…

Lo que me fascina es aquello de, insisto, “responsable de la estrategia informativa”. El director de informativos de toda la vida es una figura acabada en los medios de comunicación modernos, y cuanto antes lo asumamos mejor para todos. Es tiempo de “responsables de las estrategias informativas”, frase que esconde una evidente doble intención. Porque no es lo mismo periodismo que estrategia informativa. Y tenemos un ejemplo muy claro en un Telediario capaz de ocultar minuto y medio de Marea Verde tras tres minutos de Tíbet.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Lisa and The Lips.

Estamos ante el disco español de la gran Lisa Kekaula, la cantante de esa banda brutal llamada The BellRays. La acompaña en el proyecto su compañero de aventuras Bob Vennum, y unos músicos de lujo que forman una banda que presta especial atención a la sección de metales. Miembros de grupos como The Right Ons, Diamond Dogs o los True Loves de Eli “Paperboy” Reed para una grabación realizada en los Red Bull Academy Studios de Madrid.

En “Lisa and The Lips” nos encontramos con soul agresivo y punk-rock, es decir, el mismo sonido musculoso de los Bellrays. La buena noticia es que suenan tan potentes como los californianos. Y que su música tiene la misma garra que siempre. Un torbellino.