Hace unos días Letizia Ortiz, ex periodista y princesa de Asturias, advertía durante la entrega de los premios del Club Internacional de Prensa de los oscuros tiempos que vive la profesión. La de periodista. Según información de El País, la parienta del príncipe Felipe “convocó a los profesionales a buscar en las raíces del oficio, el rigor y la seriedad, lo que éste representa en la sociedad”. Le acompañaba en esta defensa de la información libre e independiente nada más y nada menos que Soraya Sáenz de Santamaría, vicepresidenta del Gobierno y, siempre según El País, “lectora de periódicos y de libros”. También estaban entre los invitados personalidades ilustres como Ana Botella o Iñaki Gabilondo. La creme…
Que un miembro de la familia Real hable de transparencia en la información resulta, una vez superada la sorpresa, tronchante. Letizia forma parte de una de las instituciones más opacas de este país, excluida precisamente estos días por el Gobierno del PP de su anteproyecto de ley de transparencia. Que Soraya Sáenz de Santamaría, la vicepresidenta de un Gobierno que acaba de dar el tiro de gracia a la independencia de RTVE, y que consiente la opacidad de la Corona, asista al Club Internacional de Prensa y no sea abucheada, dice mucho sobre los periodistas. Al menos sobre los periodistas del Club Internacional de Prensa.
El periodismo actual tiene dos grandes problemas. El primero es laboral: no hay trabajo. Nuevas tecnologías, saturación de información, empresas insolventes tras nefastas gestiones… elija usted el motivo. El segundo problema es moral: el descrédito. No existe la independencia, los grandes medios son cómplices del poder, los periodistas son dóciles, la información llega por otros canales.
Que Letizia Ortiz y Soraya Sáenz de Santamaría den doctrina sobre periodismo desde el estrado de un Club Internacional de Prensa supone la mejor explicación de los males de la profesión.