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Justicia igualitaria

En las tertulias televisivas, ese termómetro que mide el estado intelectual de nuestra sociedad, solo se habla de una cosa: el posible trato preferente que el recluso Luis Bárcenas tuvo durante su paso por el Hospital Gregorio Marañón. Unos dicen que entró por la puerta reservada a enfermos con riesgo vital y le diagnosticaron como a un rey. Otros que le medicaron como a un plebeyo con traje a rayas, vía servicio de Urgencias. Discusiones tabernarias en las que no se pone en duda el poderío del tesorero del Partido Popular, si el puto amo tiene trato de favor mejor para él, sino la eterna cantinela sobre la justicia: ¿Es igual para todos los españoles, tal como exige la Constitución?

Justicia igualitaria es un término que, en España, me temo solo puede entenderse en el sentido metafórico. Quizá como un oxímoron, esos juegos retóricos en los que para una expresión se utilizan dos conceptos de significado opuesto. Estruendoso silencio. Instante eterno. Justicia igualitaria.

El ex torero Ortega Cano ha pasado las navidades en casa, con lo que queda de su familia. El ex presidente del Sevilla José María Del Nido ha pasado las navidades en casa, con quien haya querido aguantarle. El ex presidente balear Jaume Matas ha pasado las navidades en casa, a la espera de nuevos juicios y condenas. Son tres casos similares de individuos condenados por la justicia que, por esas cosas de la vida, se resisten a entrar en prisión. Han solicitado los tres el indulto. Cada uno por su lado, eso sí. Y ahí estamos, quejándonos de si Bárcenas ha tenido que hacer cola o no para ser atendido en el Gregorio Marañón.

La Justicia no será igual para todos, pero por lo menos es rápida: el Tribunal Constitucional acaba de condenar a Javier Cárdenas, colaborador de “Crónicas Marcianas” (Telecinco) por la entrevista que realizó hace 11 años a un joven con un 66% de discapacidad. La sentencia dice que Cárdenas vulneró su derecho al honor y a la propia imagen. El cachondo del presentador, que ahora ya no es tan gracioso como entonces, cree que se trata de una venganza personal del ministro Gallardón, ofendido por una crítica reciente de Cárdenas.

Bárcenas, Cárdenas, Matas, Del Nido, Ortega Cano… Entre todos ellos no consiguen la actividad neuronal de un grillo. Entre todos ellos están dando más trabajo a la justicia que cientos de delincuentes habituales, esos a los que antes de conocer al tesorero del PP y compañía se denominaban “peligrosos sociales”.

¿Solución? Hace unos días un periodista y un banderillero, ejemplos perfectos de los principales sectores de nuestra sociedad, resolvieron sus diferencias sin necesidad de recurrir a la justicia. A la antigua usanza, es decir, con la nobleza y gallardía propias de los amantes del indoloro arte taurino, ese que defiende la España tradicional, culta y formal. A hostia limpia. El crítico taurino de El Mundo y el, no se lo pierda, presidente de la Unión Nacional de Picadores y Banderilleros Españoles (UNPB), nos recuerdan que hay otra forma de solucionar las cosas. Y sin colapsar la justicia…

¡Ho, Ho, Ho!

Es bien sabido que Pedro J Ramírez representa el espíritu navideño: todo bondad, todo paz, todo alegría, todo amor por el prójimo. Quienes tengan alguna duda sobre esta afirmación, y desconfíen del espíritu fraternal y afectuoso del aún director de El Mundo, deberían ver de inmediato este enternecedor proceso transformista…

¡Cómo le queda el rojo al puñetero! Como un guante. Y él lo sabe. Travestido en esta ocasión de Papá Noel, Pedro J demuestra al planeta cómo tiene que ser el director de un periódico del siglo XXI. Atrevido, alegre, dicharachero, una miaja frívolo, un tanto desvergonzado, yo diría que incluso un pelín insustancial… Y no solo cuando se trata de manipular la información. También a la hora de elegir el vestuario y de vender un producto nefasto: “Casi no doy abasto. Todo el mundo quería Orbyt esta Navidad”, dice un Pedro J Noel que promete “un 2014 lleno de periodismo independiente”. “Ho, Ho, Ho, Ho, Ho”, se descojonan los lectores con criterio.

A un servidor ha sido ver a Pedro J vestido de Papa Noel y olvidársele que el maestro de periodistas, además de prestigioso showman, insiste en su diario en las imaginarias dudas sobre los autores del 11M. No pierda de vista ese gorrito tapa calvorotas, esa barba acrílica, ese flequillito engrasado, esa mirada bonachona… Este hombre es un pedazo de pan, además de un periodista como la copa de un pino.

Voy a tener el atrevimiento, desde mi modesta posición de bloguero juntaletras, de hacer una recomendación al gran Pedro J. Desde el respeto más absoluto y el más viril de los cariños, por supuesto. Querido director, si espabila aún tiene tiempo de preparar otro espectáculo audiovisual como este e intentar seguir vendiendo esa patata llamada Orbyt en fechas próximas. Y es que ya le estoy viendo disfrazado de Melchor, larga túnica, frondosa barba y fieles escuderos. García Abadillo a su vera convertido en Gaspar, y Eduardo Inda en el papel de Baltasar. Un trío de reyes que nos devolvería la confianza ya no solo en el periodismo, sino también en la monarquía. Y es que en Navidad todo es posible…

En nombre de la libertad

Intelectualmente, la convocatoria resulta tan desazonadora como peligrosa. Televisivamente, la imagen es simplemente espeluznante: a la derecha de la pantalla, Jiménez Losantos y Casimiro García-Abadillo. A la izquierda de la pantalla, Pedro J Ramírez y Luis Herrero. En el centro, a modo de coordinador del evento, Carlos Cuesta, el mamporrero perfecto. Estamos ante un nuevo producto ¿informativo?, un “híbrido entre el periódico y la televisión”, tal y como dijo Cuesta en la presentación del engendro. Y tenía razón: lo peor del periódico y lo peor de la televisión. ¿Su nombre? El mundo en libertad.

Hace unos días nos alegrábamos del anunciado cierre de varias cadenas de televisión, por innecesarias y casposas. Hoy debemos entristecernos por el nacimiento de este programa, una de esas tertulias ultras que se amparan en la libertad de expresión para hacer política y soltar doctrina camuflada como información. “No sobra nadie”, dijo el presentador, el tipo que apareció un día disfrazado de boxeador español, cuando le preguntaron por los protagonistas de la tertulia. Y sentenció: “Entre todos los grupos de comunicación, los nuestros son los más comprometidos con la unidad de España y la defensa de la Constitución”. Se refiere a Libertad Digital y El Mundo, no se lo pierda, en palabras textuales del presentador “dos grupos de información que destacan por su independencia a la hora de informar y opinar”.

Afortunadamente, la tertulia en cuestión se emite en medios de comunicación de escasa relevancia audiovisual: Libertad Digital y la web del diario El Mundo. Es el enésimo intento de estos personajes por obtener relevancia televisiva, y será su enésimo fracaso. La doctrina ultra conservadora tiene un público minoritario. Los programas de televisión de la señorita Pepis, basados en el bajo presupuesto y la elevada intransigencia, están condenados a la ruina. ¿Por qué estos individuos montan un programa de televisión marginal? Porque les fascina la idea de utilizar la todopoderosa pantalla para lanzar sus mensajes, para presionar a gobiernos y patrocinadores, para maquinar, influir, presionar.

La televisión actual, pese a ser de muy baja calidad, exige algo más que cinco radicales hablando de sus intereses personales, profesionales y económicos. La televisión actual exige un mínimo de talento. Por tanto, “El Mundo en libertad” no tiene ningún futuro. Afortunadamente.

Día uno tras el veredicto

Ya tenemos veredicto: el jurado popular ha declarado a José Bretón culpable del asesinato de sus hijos. Dios mío, y ahora… ¿qué hacemos? ¿Qué será de Ana Rosa Quintana y de Susanna Griso? ¿Y de las pintonas audiencias de sus respectivas cadenas? ¿Qué será de los periodistas necrófagos, de los forenses jubilados, de los psiquiatras de saldo, de los ex policías nacionales, de los analistas de gestos y los lectores de labios, de los abogados criminalistas retirados, de los tertulianos siniestros, de los editores de telediarios, de los charcuteros mediáticos, de los millonarios consejeros delegados, de los opinadores de todas las calañas y pelajes que usted pueda imaginar?

La lógica nos dice que se les ha terminado el chollo. Que toda esa manada de devoradores de cadáveres se ha quedado sin carnaza, su razón de ser, su principal tema de conversación, su fuente de ingresos. Ese fabuloso suceso criminal con el que han llenado horas y horas de televisión tumefacta es historia, ¿verdad? Pues no. El sábado por la noche en “El gran debate” (Telecinco) comenzaron a alimentar algo parecido a una teoría de la conspiración. No todo es tan fácil como quieren que creamos. ¿Culpable Bretón? Sí, pero…Es el momento de dudar de la sentencia, de las pruebas, del jurado, de todo aquello que pueda dar juego para rellenar unos cuantos programas más. Es decir, que el llamado “Caso Bretón” no ha terminado. Ni muchísimo menos. Ahí están las televisiones para darle un penúltimo estrujón a la familia, para sacar un último partido a cada lágrima y aprovechar cada miaja de miseria, para rentabilizar hasta la última gota de sangre.

Los ciudadanos con sentido común no deberíamos admitir estas absurdas teorías de la conspiración, sobre todo porque estamos en condiciones de conocer la verdad. ¿La verdad? Efectivamente. Toda la verdad. Ni más ni menos. Y una vez más por cortesía de El Mundo, el diario de ese confidente de Luis Bárcenas llamado Pedro J Ramírez. “El vídeo de la verdad” es la noticia más leída durante la tarde del sábado y la mañana del domingo, por encima incluso de los SMS entre Mariano Rajoy y Luis Bárcenas.

¿El vídeo de la verdad? Sí, ese es el título de la información. Como no creo que Pedro J se refiera a una famosa grabación sexual, registrada desde el interior de un armario, es posible que tenga que ver con la actualidad política… ¿Las donaciones ilegales? ¿La caja B? ¿Los sobresueldos? ¿Los SMS? ¿La financiación real? No por favor, hablamos de LA VERDAD con mayúsculas. “Como el suero de la verdad”, arranca la información de El Mundo. Se refiere, atención, al “vídeo de la cámara fija instalada dentro de la plaza de toros de Pamplona que refleja la realidad de los motivos accidentales y de error de cálculo, según las imágenes y testigos presenciales, de las causas que han provocado la angustiosa montonera del séptimo encierro”.

El vídeo de la verdad. Con la que está cayendo, un puto vídeo de los sanfermines. Unos sanfermines que, por cierto, le han venido de perlas a un Gobierno que cada vez tiene menos flotadores a los que agarrarse. A falta de un español al frente del Tour, el Telediario (TVE) ha llegado a emitir íntegro algún encierro. Cuatro minutos de toros, carreras y cornadas. ¿El caso Bárcenas? “Los supuestos SMS”, dijeron ayer…