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El jefe

“El liderazgo es hacer lo correcto por educar e inspirar a un electorado, teniendo empatía con el ánimo, las necesidades, deseos, y aspiraciones de la humanidad”. Benazir Bhutto

El concierto que ofreció Springsteen el pasado domingo en Madrid posiblemente fue el más largo de su carrera, y sin duda uno de los más intensos. Treinta y dos canciones y casi cuatro horas sobre el escenario, con 60.000 personas absolutamente entregadas a este cantante y compositor de 62 años. No voy a recrearme en la parte musical de esa noche inolvidable, sino en el espectáculo de masas, en la concentración humana, en el poder que puede llegar a acumular un líder.

Ahí arriba estaba Springsteen, dando órdenes a un ejército de 60.000 almas sedientas de instrucciones. Habló de la crisis en varias ocasiones, y recordó a la gente sin trabajo, a las familias que se quedan sin sus casas, a quienes luchan contra el poder. “En EE.UU. hemos vivido malos tiempos. Aquí también. Demasiada gente ha perdido su trabajo. Sé que aquí los tiempos son peores. Nuestro corazón está con vosotros. Queremos dedicar esta canción a todos los que están luchando en España”, dijo antes de tocar “Jack of all Trades”. En otra de sus canciones sugirió la posibilidad de utilizar una bola de derribos. Pero lo impresionante no era lo comprometido del discurso, sino el liderazgo de un cantante de rock. Si Sprigsteen decía “Uhhh!”, 60.000 personas aullaban “Uhhh!”, y si decía “Ahhh!”, la gente chillaba “Ahhh!”. ¿Palmas? Todos palmas. ¿Brazos arriba temblando? 120.000 brazos temblaban y señalaban el cielo de Madrid.

La sensación era estremecedora: si en ese momento Springsteen nos hubiese pedido salir a la calle y prender fuego al Tribunal Constitucional, es posible que en estos momentos solo quedasen los rescoldos de tan insigne institución.

Quizá todo esto se deba a que en España no tenemos jefe. Estamos solos, y por eso nos movemos como pollos sin cabeza. Nos sentimos huérfanos de líderes fiables, de ideólogos comprometidos, de intelectuales independientes, de cabecillas con ideas y estrategias. De alguien que nos ayude a transformar sueños en realidades. Es más creíble, y resulta más cercano y fiable, un cantante de rock and roll de New Jersey, que los últimos presidentes de Gobierno que hemos padecido en España. El liderazgo no es consecuencia de unas elecciones. Confiamos más y vemos mayor compromiso en un extranjero que canta a las malas tierras de Montana, a bandas callejeras de Nueva York o a las chicas del paseo marítimo de Atlántic City, que en aquellos que dirigen un país que se tambalea, y que vivió sus momentos más negros (El tipo de la deuda a 10 años supera el 7% y el diferencial con el bono alemán se acerca a los 590 puntos) mientras Springteen cantaba “No surrender”.

Las librerías están repletas de títulos que ofrecen lecciones de liderazgo. Textos que potencian las estrategias de caudillaje en el entorno de la política y la empresa, y ayudan a mejorar el rendimiento personal y profesional de aquellos instalados en el poder. Basura. Todo eso es simple teoría, porque lo que realmente diferencia a un político de un cantautor eléctrico es el material con el que trabajan: mentiras y verdades.

Indignado, Springsteen encabezó una insurrección contra el desánimo. Escondido, Rajoy lidera el camino al descrédito y la perdición. Necesitamos más guitarras y menos políticos. “Los tiempos difíciles vienen, los tiempos difíciles se van. Mantén tu rabia y no tengas miedo…”

Sudar como un perro (flauta)

Bruce Springsteen arrancó anoche en Sevilla la gira europea de presentación del disco “Wreking Ball”. Antes del concierto, tras la prueba de sonido del sábado, dio algo de doctrina macro económica a un puñado de periodistas apelotonados a sus pies: “En España lo tenéis duro, nosotros (Estados Unidos) estamos en recesión, pero vosotros en una auténtica depresión”. Y sentenció, a modo de brochazo final, diciendo que no ve “la austeridad como mejor método contra la crisis”.

Bien por el boss. Resultaría incoherente defender la austeridad cuando las entradas para tu concierto, en un lugar tan inhóspito como el Estadio Olímpico de la Cartuja, tienen un precio de entre 65 y 80 euros. Mucho dinero, sin duda demasiado para un escenario quizá ideal para el atletismo, pero infecto para la música, sonido espantoso, incomodidades, los espectadores reducidos a la condición de ganado. No se vendieron todas las entradas…

No soy un springstiniano dudoso: estuve en el concierto del 81 en Barcelona y le habré visto más de treinta veces en directo. Pero creo que todo tiene un límite. Cobrar 80 euros por un concierto en un estadio olímpico, en un país económicamente hundido con más de cinco millones y medio de parados, y mantener el discurso de un indignado, bien podría ser ese límite. “Hay que regular más la economía, la sociedad se rige por un conjunto de normas y por el concepto de solidaridad entre todos. No vale un discurso liberal como se ha demostrado. Lo que ha habido es un gran robo y la gente está enfadada”, afirma sin despeinarse el de New Jersey, una de las fortunas más grandes del mundo del rock, con 167 millones de dólares recaudados solo en su anterior gira. No se si Springsteen es plenamente consciente de que para un español escucharle en directo se ha convertido, como viajar en AVE o tener trabajo, en todo un lujo.

El Jefe canta en su último disco a “los buitres de Wall Street”, habla del Tea Party y asegura estar muy cabreado. Pero a mí se me queda corto. Me gustaría mucho más que hiciese denuncias puntuales, que maldijese a personajes concretos, sentirle auténticamente comprometido y en verdad enojado. “Se ha visto que el sistema ha fallado” generaliza un hombre de 62 años que aún no debería retirar los espejos del vestidor de su conciencia.

¿Dudas? Entonces llega Springsteen y aparece sobre el escenario de Sevilla. Levanta el puño izquierdo “por la gente sin trabajo y sin hogar”. Y les dedica una canción “a los indignados del 15M y a todos los que están luchando en el sur de España”. Suda como prometió hacerlo: como un perro. Flauta. Después vendrían “Because The Night”, “Candy´s Room”, “Shes the One”, “The Promised Land”…

¿Los 80 euros mejor invertido del año?

El periodista poeta

Los que creían que con Carlos del Amor el periodismo poético había alcanzado su máxima expresión, debido al escalofriante nivel de sensibilidad y lindura que alcanzan sus crónicas culturales, se van a llevar una sorpresa. El reportero de TVE no tiene la exclusiva de la coletilla respingona, el rebrinco en la palabra final de la frase, o la impostura literaria convertida en  información hueca. Vean y escuchen este vídeo…

El trovador en cuestión es José Antonio Ovies, director adjunto de informativos de Telemadrid y periodista poeta. Un duro rival para Del Amor, qué duda cabe. ¿Qué les dan de comer en las cafeterías de las televisiones públicas a estos juglares de la noticia? ¿Lasaña arcoíris con capullos de jazmín? ¿Ensalada de suspiros de gatito recién nacido? ¿Tocinillos de nubes de cielo primaveral?

Periodista veterano a las órdenes de Esperanza Aguirre, Ovies consigue en Telemadrid lo que Rimbaud soñó en la Francia simbolista: “una alquimia verbal que, nacida de una alucinación de los sentidos, se exprese como alucinación de las palabras”. Está hecho un cacho rapsoda. Y alcanza la cumbre de la lírica con frases que, volviendo a Rimbaud, resultan “invenciones verbales con el poder de cambiar la vida”.

Repartir jadeos entre sedas blancas… cuerpos al compás… jugadores nocheriegos que resollan en el césped… chaveas cresos… ¡Qué riqueza en el lenguaje machista! ¡Qué sensibilidad en la metáfora chusca! ¡Qué estremecedora cursilada! Tras escuchar a Ovies temo que Del Amor parezca un camionero portugués aliviándose tras la mala digestión de una fabada completa (con tocino entreverado y todo). El de Telemadrid ha puesto el listón muy alto: los primorosos periodistas poetas, esos que se la cogen con pétalos de orquídea, tienen un nuevo ídolo.  

 

Un motivo para NO ver la televisión

Wrecking Ball

Autor: Bruce Springsteen.

El nuevo disco de Springsteen, que se pone a la venta en España el próximo día 5 de marzo, lleva desde la pasada semana circulando por la red. Me gustaría poder decir que lo ha vuelto a conseguir, que este “Wrecking Ball” es otra obra maestra del Boss, que el de New Jersey se reencuentra con la inspiración como compositor y recupera el pulso como rocker. O simplemente que, tras un trabajo como éste, su nueva gira promete grandes cosas. Lo siento: he crecido escuchando Born To Run, Darkness On The Edge Of Town, The River y Nebraska. Se que Springsteen es un genio, y no soy tan necio como para no darme cuenta de que seguramente ya ha dado lo mejor de sí mismo.

Escucho música todos y cada uno de los días de mi vida. Canciones nuevas, de grupos y solistas desconocidos, que, siendo mucho mejores que las de este “Wrecking Ball”, van a pasar lamentablemente desapercibidas. Los mercados, en este caso de la música, también marcan los tiempos de la cultura. Esos mercados que nos obligan a comprar las entradas para una gira antes incluso de haberse publicado el disco que se presenta en la misma.

Dicen que “Wrecking Ball” es un disco en el que Springsteen está cabreado. A mi más bien me parece un disco en el Springsteen está agotado. Tengo la sensación de haber escuchado todas las canciones con anterioridad, de revivir viejas melodías, de ser víctima de los mismos trucos vocales e instrumentales. Trucos que en ocasiones aún funcionan, como en un medio tiempo llamado “Jack Of All Trades” que, pese a haber sido escuchado mil veces antes, está construido sobre la siempre solvente voz de Bruce.

Añoro los viejos y buenos tiempos, aquellos en que sus canciones te agarraban por las tripas.

los expertos

Ángeles González-Sinde, ministra de Cultura del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, pide que no opinen sobre el Sáhara aquellos que no sean expertos. “Contribuyen a la confusión”, asegura la mujer que hace un par de años se hacía la siguiente pregunta: “¿Para qué necesitamos todos una línea de ADSL de no sé cuanto gigas? ¿Para mandar e-mails?”. Las sabias palabras de la ministra nos invitan a la reflexión… ¿Qué es un experto? ¿Cómo podemos diferenciarlo de un inexperto? ¿El experto nace o se hace? ¿Dónde se expenden los títulos de experto? ¿Podemos considerar a González-Sinde un experta en cultura, en la Red, en algo?

Trinidad Jiménez podría ser experta en salud, puesto que fue Ministra de Sanidad durante más de un año. Desde el pasado 20 de octubre Jiménez es Ministra de Asuntos Exteriores. Con menos de un mes en su nuevo cargo ¿podemos considerarla “experta” en el problema saharahui? Debería decírnoslo González-Sinde, por supuesto, pero por las declaraciones que ha realizado sobre el conflicto podríamos pensar que no, que es inexperta: “Un Gobierno serio no debe especular. Un pronunciamiento sobre hechos superficiales también tiene consecuencias”.

El Gobierno marroquí es de la misma opinión que Sinde: los que no sean expertos, que ni opinen ni informen. Y para evitar el mal endémico que genera la opinión inexperta no dejan entrar a los periodistas en el Sáhara. Flaubert decía que la censura es “una monstruosidad, algo peor que el homicidio”. Pero me temo que el novelista francés no era un experto en totalitarismos, monstruosidades y homicidios: debería haberse callado, ¿verdad González-Sinde?

El diputado del PP Juan Van Halen es, sin embargo, un experto en modales, expresión oral y vestuario étnico, y por eso mismo da gusto escucharle cuando se dirige a Trinidad Jiménez: “Le cae grande el poncho boliviano, la chilaba y el kaftán, y le cae grande el Ministerio de Asuntos Exteriores”, brama el político como si estuviese en una taberna del puerto de Mombasa.

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P.D.1

Y hablando de personajes tabernarios… ¿Recuerdan las pieles tersas, los pechitos como capullos y los chochitos rosáceos con los que fantaseaba Sánchez Dragó?. Pues en Telemadrid siguen apostando por la figura del viejo verde y, lejos de poner de patitas en la calle al eyaculador interior, aumentan su plantilla de guarretes con el columnista de El Mundo Salvador Sostres. En su condición de tertuliano del programa “Alto y claro” confesó sus preferencias sexuales por “jovencitas” de 17/18 años “en su punto mágico de tensión sexual”. “Esas vaginas que aún no huelen a ácido úrico, que están limpias”, dijo Sostres, a micrófono cerrado pero delante de los niños que asistían al programa. Remató la faena con un par de excelentes comentarios racistas.

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¡Y ustede que pensaba que Telemadrid era un televisión pública!

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P.D.2

Regresamos al tema principal: los expertos. ¿Quién dijo que Rubalcaba era un experto manipulador que sueña con comprar a la prensa? ¿Yo? Pues lo retiro de inmediato. Rubalcaba es justo lo que  necesita el periodismo español. Fíjense si es bueno y sabio, si sus intenciones son nobles y altruistas, que ahora le ha dado por dirigir el trafico de información en el Sáhara: ha pedido a Marruecos que deje entrar en la zona de conflicto a un reducido grupo de medios de comunicación, la élite del periodismo nacional, para que formen un pool y distribuyan las noticias al resto de diarios, televisiones y emisoras de radio. Marruecos le ha dicho que en los próximos días, cuando haya limpiado la zona de sangre, restos humanos e instrumentos de tortura le dará una respuesta.

¿Quienes serán los elegidos para la gloria? ¿Los chicos de Rubalcaba, aquellos a los que, no contento con filtrar exclusivas y subvencionar fracasos, quiere confiar tan importante labor informativa? ¿O quizá los hombres de confianza de Taieb Cherkaoui, un ministro del Interior marroquí con menos credibilidad que Julián Muñoz? En cualquier caso, un interesante concepto de libertad de expresión, el camino correcto para informar sobre la miseria saharaui, un brindis al periodismo de calidad.

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Un motivo para NO ver la televisión

En el programa “Late Night with Jimmy Fallon” de la NBC un Springsteen pletórico, que por cierto cada vez me recuerda más a Joe Strummer, presentó su flamante nueva caja (“The Promise”). Lo hizo con una entrevista y una brutal versión en directo de “Because the Night”. Aquí está todo…

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