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Sin noticias del jefe

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Como quien espera la llamada de una novia. Así estoy desde hace días, como un adolescente en celo adicto a la telefonía. Pegado al móvil, con el volumen a tope, mirando la pantalla cada cinco minutos, descargando el correo cada diez… Espero la llamada de Bruce Springsteen. Bueno, de la empresa que vende las entradas para los 80 conciertos que Bruce Springsteen ofrecerá en el teatro Walter Kerr de Nueva York desde el 3 de octubre hasta el 3 de febrero.

Me he registrado en una página especial de Ticketmaster, tras rellenar un cuestionario como el que exigirían a un ex presidiario sirio que quisiera entrar en los USA. En caso de ser afortunado, el proceso es largo y tedioso. Y es que en el supuesto de que me tocase la lotería podría recibir dos correos diferentes. Si es “You Have Been Selected” podré acceder la compra de entradas, tras recibir un código especial. Si se trata de “You´re on Standby” estaré en una lista de espera. En ningún caso la compra está garantizada: simplemente las posibilidades de comprar una entrada son mayores. Lamentablemente las posibilidades de que cometas algún error rellenando la página de datos es enorme, sobre todo si no estás familiarizado con pestañas, ficheros PDF y otras nimiedades. Desde la aplicación para móvil la operación se complica enormemente.

Si tengo suerte, y supero la carrera de obstáculos informáticos, será cuando comiencen de verdad mis problemas. Billetes de avión a Nueva York, hotel… y pagar las entradas: entre 75 y 800 dólares. Si no tuviese suerte, pero sí mucha pasta, tendría un as escondido en la manga: en la reventa ya se ofrecen entradas a más de 9.000 dólares.

Springsteen ha dicho que con estos conciertos íntimos quería “comunicar algo de valor”. No haré chistes sobre la frase del que fuera Working Class Hero. Solo diré dos cosas: que me alegro de que no vibre el teléfono, y que tengo en el bolsillo unas entradas estupendas, fila 12, para ver a Quique González en el madrileño teatro Rialto.

Dejo el móvil en su estado habitual: sin sonido.

Un motivo para NO ver la televisión

La voz de que no cesa

Autores: Ramón Pereira y Ramón Boldú.

Editorial: Astiberri.

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Vivimos una avalancha de cómic biográfico. En los últimos meses se han publicado, que recuerde en este momento, tebeos sobre las vidas de personajes tan diferentes, e interesantes, como Capa, Audubon, Camus o Nietzsche. ¿Por qué no reeditar entonces aquella publicada hace cuatro años sobre el poeta del pueblo? “Todos los medios son buenos para acercarnos a la vida y la obra de alguien como Miguel Hernández”, asegura Joan Manuel Serrat en el prólogo de esta obra densa, jugosa y, sobre todo, emocionante.

Porque emocionante fueron la vida, la obra y la muerte de este poeta que creció entre cabras y mamporros paternos, que aprendió a leer pese a todos los inconvenientes, que se mostró fiel a sus ideas hasta el final, que dio la vida por la libertad y la igualdad. Una vida ejemplar que deberían analizar en los colegios: en estos tiempos duros, de miseria intelectual y moral, es cuando debemos recordar a quienes fueron libres y apostaron por la integridad, la comunidad y la lucha.

Pereira y Boldú no se quedan en la anécdota. Las 135 páginas de dibujo apretado y guión denso de esta nueva y ampliada edición de “La voz que no cesa” ofrecen una biografía detallada, completa, del poeta de Orihuela. No se evitan los detalles más oscuros, como su relación con Alberti. Ni se escatima en referencias a sus poemas más hermosos (“He poblado tu vientre de amor y sementera / he prolongado el eco de sangre a que respondo”) o más beligerantes (“Nacerá nuestro hijo con el puño cerrado / envuelto en un clamor de victoria y de guitarras”). Simplemente conmovedor.

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Sé fuerte, Bigotes

Cuando la Mafia quiere negociar con un delincuente, para evitar que cante y delate a la organización, lo primero que hace es averiguar dónde se encuentra en ese momento. ¿Dentro o fuera? No es lo mismo un hombre libre, que reposa en la paz del hogar, rodeado por su mujer y sus hijos, comiendo gambas de Huelva y bebiendo Vega Sicilia, que un preso con traje a rayas y bandeja de chapa con gachas. No lo es. Se negocia mucho mejor con un hombre bien comido, bien bebido, bien dormido e incluso bien follado, que con uno que se ducha mirando para atrás, con el agua templada y el ojete encogido.

Bárcenas ha sido fuerte, y es de los primeros. A ver de que pasta salen Correa, Crespo y El Bigotes. El día de San Valentín pasaron los tres por el módulo de ingreso de Picassent, residencia pública donde les esperan trece años a la sombra y decenas de reclusos en celo. Mucho tiempo cuando tienes 60 años y un pastón escondido en el exterior. Si te descuidas sales con más de 70 tacos, un viejo, carne de residencia, el dinero robado para dentaduras postizas y operaciones de próstata.

Mariano tiene que negociar, y rápido. Sé fuerte, Correa. Sé fuerte, Crespo. Sé fuerte, Bigotes. Sed fuertes y callad. ¿Acaso no visteis en TVE nuestro 18º Congreso? Hemos demostrado a toda España que en el Partido Popular la corrupción es historia. Sois historia, Correa, Crespo y Bigotes. Concretamente nuestra historia, la historia reciente del PP, de un Mariano Rajoy que fue la estrella de actos electorales organizados por la Gürtel.

Llegó el momento de ver en acción al mejor Mariano. Olviden al pusilánime que lee el Marca, fuma puros y deja que los problemas se solucionen solos. Ahora podremos disfrutar del negociador despiadado, del sofisticaso estratega, del auténtico político.

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Un motivo para NO ver la televisión

América.

Autor: Manuel Vilas.

Editorial: Circulo de Tiza.

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Arranca de maravilla este “América”, una recopilación de crónicas periodísticas escritas por un poeta sobre diferentes localidades de Estados Unidos. Sorprende por su prosa sencilla y eficaz, por su ritmo endiablado, por un encantador tono irónico que se desliza entre líneas, por una capacidad de observación privilegiada… Y por supuesto por su capacidad para adivinar el futuro: “Tal vez cuando este libro se publique ya haya llegado, sí, es muy posible que al final gane Trump, porque la gente ha elegido el caos, la aniquilación, la enfermedad, el rencor, la melancolía pesada, porque los basements le están ganando la partida a Abraham Lincoln. Porque quien vota ya no es un ser humanao sino un zombi. Es posible, sí, muy posible que gane Trump. Porque si el pueblo judío esperaba un Mesías, el pueblo zombi espera la llegada de un Terminator”.

Decía que arranca de maravilla este “América”. Y luego se va viniendo ligeramente abajo. Demasiados hoteles y lecturas en público de poemas. A medida que se suceden las ciudades, los aeropuertos y las universidades se echa en falta más contacto humano, o zombi si usted lo prefiere. Más calles y bares, más ciudadanos de a pie y menos tumbas de escritores. Pero puede ser deformación profesional: como lector, me hubiese gustado algo más de periodismo. De antropología, tal vez. Saber qué piensa un tipo tan interesante como Manuel Vilas de una familia de dibujos animados está muy bien, pero prefiero su opinión de los norteamericanos vivos.

“Ya no hace falta ser Errol Flynn para ser americano, basta con ser Homer Simpson. El éxito en la vida sigue siendo tener una familia, aunque sea una familia de majaras. Por eso Los Simpsons es una serie universal y global y sigue exhibiendo los valores políticos americanos más primordiales, porque no ataca a la familia, y transmite este razonamiento especial: somos nada y nadie, somos repulsivos y cómicos, pero somos una familia, somos americanos y nos amamos”.

Un libro, en cualquier caso, interesantísmo. Tanto como su autor, un escritor reposado y analítico que se marca algunas páginas, algunas descripciones, algunos análisis, simplemente espléndidos. Como por ejemplo éste, del que comparto hasta la última coma, del país que nos ha tocado vivir, que no es América: “Estados Unidos me hizo ver que mi desafección por España podría tener un fondo de nobleza, de dignidad, de necesidad, o de legítima defensa; que podría ser una desafección razonable, ineludible. No a causa de los españoles, que los pobres nada tienen que ver con España, y a quienes siempre quise y amé, sino de las élites españolas y de la fabricación de su cultura canónica y de su mitología literaria, en donde nunca me sentí cómodo. He dicho élites y debería haber dicho castas. Castas convencionales que acabaron produciendo un país previsible o anestesiado, un país con más pasado que futuro, pero con un pasado imprecisable y oligarca, siempre huyendo de la imaginación carnavalesca y de la celebración de la vida…”.

I Master de Rock and Roll Matutino Sobre Ruedas.

Born To Run

Bruce Springsteen

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Samuel, uno de los tres únicos alumnos presenciales del curso de rock and roll sobre ruedas, se ha sacado el carné de conducir. Homenaje. ¿Cuál es la mejor canción de la historia sobre coches y carreteras? Difícil elección, sin duda. Born To Be Wild, de Steppenwolf. King Of The Road, de Roger Miller. Higway To Hell, de AC/DC. Roadrunner, de los Modern Lovers de Jonathan Richman. Running on Empty, de Jackson Browne. Route 66, de Chuck Berry. Y los temas dedicados a coches concretos, entre ellos dos de mis favoritos de todos los tiempos: Mustang Sally, de Wilson Pickett, y Little Red Corvette, de Prince.

Pero hay una que está por encima de todas ellas. Una canción que te invita a pisar el acelerador, bajar la ventanilla y dejar que el viento te sople en la cara. La escribió Bruce Springsteen en 1974, y la incluyó en su tercer disco de estudio. Se llama Born To Run, y es un glorioso y desesperado canto a la libertad.

Esta ciudad te arranca los huesos de la espalda 
Es una trampa mortal, es una invitación al suicidio 
Tenemos que salir mientras seamos jóvenes 
Porque vagabundos como nosotros, nena, nacimos para correr.

El que hace idioteces

¿Tenía usted dudas sobre la calidad de la información deportiva que ofrecen los informativos televisivos? Pues despéjelas definitivamente viendo algunas de las piezas emitidas ayer martes por determinadas cadenas. Sí, esas en las que el jugador del Sporting de Gijón Pichu Cuellar llama “idiota” e “hijo de puta” a un periodista.

Vea las imágenes, pero hasta el final, por favor. Es decir, hasta que el portero asturiano se marcha de la sala de prensa. Es decir, hasta que explican lo sucedido. Y es que lo que la prensa vendió como “las miradas del jugador del Sporting desafiando a la afición del Deportivo al llegar a Riazor” en realidad eran las miradas del jugador del Sporting preocupado por un ataque epiléptico que sufrió un aficionado.

En varias cadenas hablaban del comportamiento intolerable del futbolista en rueda de prensa, que falta gravemente al respeto a los periodistas. Y emitían las imágenes del monumental cabreo. Después, solo después, al final, explicaban que “en realidad el futbolista estaba preocupado por el aficionado”. La mirada desafiante era en realidad mirada de preocupación.

“Así es el periodismo actual”, dice un Pichu que sin duda tiene que soportar mucha mediocridad, mucha mala intención y mucha necesidad de inventarse noticias en el mundo de la información deportiva. Y es que son muchos los indocumentados que tienen que rellenar cada día páginas y páginas de periódicos, y horas y horas de radio y televisión. Comprendo perfectamente su hastío. Y comparto su maravillosa frase, adaptación perfecta de “un tonto es el que hace tonterías” de Forrest Gump: “Eres un idiota. Y permíteme que te diga que esto no es ningún insulto, es un adjetivo calificativo”.

Un motivo para NO ver la televisión

Born to run.

Autor: Bruce Springsteen.

Editorial: Mondadori.

9788439731825

Me han sorprendido muchísimo las memorias de Springsteen. Esperaba un texto ligero y alegre, plagado de anécdotas musicales, músculo y testosterona, escrito para esos fans que abarrotan sus conciertos y disfrutan con cada detalle de sus canciones, de su sonido, de su banda. Un libro sobre una carrera musical ejemplar, sobre la exitosa obra de uno de los grandes. Y me encuentro con unas desgarradoras confesiones personales: la superestrella del rock desnuda sus miserias y confiesa sus pecados. Le duele el pasado, una infancia triste culpa de un padre que le ignora, y le tortura su incapacidad para amar, para formar una familia, para ser feliz cuando no está tocando, grabando, trabajando. Es un hombre con dos caras, la que ofrece sobre un escenario, todo fuerza y seguridad, y la que le acompaña el resto del tiempo, atormentado por las dudas y la depresión.

“Mi pozo de emociones ya no está siendo canalizado con seguridad hasta la superficie. Se ha producido un ´suceso` y mi depresión borbotea como un vertido de petróleo que contamina el hermoso lago de color verde turquesa que es mi cuidadosamente planeada y controlada existencia. Su lodo negruzco amenaza con ahogar cada última porción de vida que hay en mi. Jon me aconseja: Necesitas ayuda profesional”.

“Era mercancía en mal estado”, asegura Springsteen justo antes de reconocer que sufrió “una serie de ansiedad severa” que pudo superar con ayuda médica. “Intenté esconderlo lo mejor que pude, lo cual fue un error. También sufría delirios paranóicos (sombras de los de mi padre) que me asustaban”. Cuesta trabajo imaginar en semejante estado al tipo que, exultante, hace felices cada noche a decenas de miles de personas con la sola ayuda de un puñado de canciones. Pero cuando bajaba el telón se quedaba solo, cuestionaba su vida, sus éxitos, y creía que todo era un despropósito, “gran parte del hedonismo crudamente salvaje y hermoso del rock and roll, de su exultante materialismo”.

Los lectores interesados en la parte musical de Springsteen no se sentirán decepcionados. En las páginas de “Born to Run” encontrarán muchos de los secretos del boss. Desde el momento en que nace la E Street Band, la banda de rock and roll más grande de todos los tiempos, hasta detalles sobre su técnica para escribir canciones, su adicción enfermiza al estudio de grabación, o, simplemente, anécdotas sobre la vida en la carretera y las interminables giras. “Durante el concierto en Texas una plaga de langostas del tamaño de tu pulgar se abalanzó como cazas de la Segunda Guerra Mundial sobre nuestras cabezas… Poco después fuimos recibidos con nieve y temperaturas de cero grados en el concierto de Mile High Stadium de Denver, Colorado. Cortamos los dedos de nuestros guantes para poder tocar las guitarras e hicimos lo que pudimos para mantenernos calientes, pero pasamos un frío de cojones”.

Esa primera guitarra japonesa. Los conciertos en colegios, bares y sanatorios mentales. Las primeras bandas: Castiles, Earth, Still Mill… La primera audición en Atlantic Records con John Hammond. Los problemas y secretos de los estudios de grabación. El manager que le estafa. Los hermanos de sangre, desde Jon Landau y Clarence a esos mecánicos que le acompañan en moto. El primer premio gordo, “Born to Run”, y el éxito millonario, “Born in the USA”. La revolución pelirroja: Patti entra en su vida. La madurez, la memoria: “He luchado toda mi vida, he estudiado, tocado, trabajado, porque quería escuchar y conocer la historia completa, mi historia, nuestra historia, y comprenderla lo mejor posible… para librarme de sus influencias más dañinas, sus fuerzas malévolas, para celebrar y honrar su belleza, su poder, y ser capaz de contarla bien a mis amigos, a mi familia, a ti. No sé si lo he logrado…”.

Springsteen lo ha vuelto a hacer. Ha trasladado al papel esa perfecta mezcla de energía y sencillez pop, de emoción y carácter rocanrolero, de proximidad y autenticidad, que encontramos en canciones como “The River” o “Thunder Road”. Estamos ante las memorias de una leyenda del rock que huye de la frivolidad, husmea en su pasado más triste, reabre las heridas y confiesa sus debilidades. No solo es humano, sino que parece frágil. Una vez más el de Jersey establece conexión con su publico, sella el trato, firma el código de honor y da lo mejor de si mismo “para recordarte todo lo que tú tienes, lo mejor de ti”. Imprescindible.

¿Ya es primavera?

La vida te lleva por caminos raros. Estuve en el entierro de Isidoro Álvarez en el corazón de Madrid. Y es que el que fuera presidente de El Corte Inglés reposa desde la noche del lunes en la cripta de la Real Iglesia de San Ginés, en la calle Arenal. Muy cerca de la Puerta del Sol, junto a la chocolatería más castiza (y cara) de la capital. A poco más de cien metros de Cortylandia, esa atracción infantil mecanizada que inicia a los más pequeños en el consumo navideño.

A las cuatro de la tarde, antes de que llegasen el cuerpo y las coronas, una brigada de limpieza retiró toda la basura de la calle. Incluso quitaron a Dori de la puerta de la iglesia. Dori es la indigente que pide limosna en ese lugar desde hace años. La trasladaron unos veinte metros en dirección al kilómetro cero, aparcándola junto al lugar donde se forman las colas para entrar en Joy Eslava. No causa buena imagen una anciana cubierta de harapos en el adiós a un tipo que vendía moda y complementos. Sobre todo en plena campaña de otoño: look casual combinando sin límites tartán, rayas o denim. Ya sabe usted, una chaqueta con flecos de estilo urban west o una parka militar reinventada por Ralph Lauren. O prendas preppy, quién sabe.

Dori no pintaba nada entre tanto traje barato. Escoltas y chóferes vestidos de Emiddio Tucci. Un escritor de novela negra con talento habría disfrutado como un niño describiendo ese desfile de uniformes de ínfima calidad, textil de gran superficie y fabricación asiática. Reservoir Dogs de provincias. Un escuadrón de esbirros, gafas de sol y humo de Winston, que paseaban sus tallas desencajadas, sus mangas arrugadas y sus pantalones pesqueros entre turistas despistados, carteristas avezados y vecinos alucinados. Donde habitualmente hay furgonetas de reparto y taxis brillaban audis oscuros de cristales tintados. Alberto Cortina, Ana Botella y su marido, Ágatha Ruiz de la Prada, María Dolores de Cospedal, Rita Barberá, la infanta Elena, el actor Arturo Fernández… Lo mejor de lo mejor. La Marca España.

La calle Arenal, que habitualmente huele a churro y a meadas de perro, apestaba a cementerio. Las coronas de flores se acumulaban en el atrio. ¿Ya es primavera en El Corte Inglés?

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P.D.

El Toro de la Vega. En la televisión pública, un intelectual esgrime razones de peso para defender la barbarie…

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Un motivo para NO ver la televisión

Dead Man´s Town: A tribute to Born in the USA.

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El disco que convirtió a Bruce Springsteen en una estrella internacional, y en un músico de grandes estadios, cumple treinta años. Comienzan los homenajes con este “Dead Man´ Town”, un álbum en el que músicos de diferentes pelajes hacen versiones del disco del que se han vendido más de 30 millones de copias en todo el mundo. Hay de todo. Desde el “No Surrender” lento y cadencioso de Holly Williams al campestre “My Hometown” de los North Mississippi All Stars pasando por el intimista “Glory Days” de Justin Townes Earle. Añada a estos nombres los de Jason Isbell & Amanda Shires, Low, Nicole Atkins, Blitzen Trapper, Joe Pug y Trampled by Turtles, entre otros. Curioso.