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La tangana

Me gusta el fútbol a rabiar, pero jamás perdería el tiempo viendo uno de esos programas dedicados al análisis de la actualidad futbolística. La actualidad futbolística no existe más allá del pitido que pone fin al partido. La lesión muscular en el biceps femoral de la pierna izquierda de Messi me importa un pimiento: el domingo saltará al campo otro jugador. Así las cosas, no tendrían sentido programas como “Punto Pelota” o “Jugones”, basados teóricamente en la actualidad deportiva. Programas que en realidad se nutren de especulaciones, rumores o simples maledicencias sensacionalistas. El periodismo deportivo no podría sobrevivir limitándose a contar lo que pasa. Pasa poco. Demasiado anodino todo. Tiene que tirar de imaginación y de enfrentamiento. Vivir en una constante tangana. Como “Sálvame”, pero con futbolistas en lugar de folclóricas.

Programas broncos en los que el conflicto se desborda y va más allá del plató. Cuentan todos los diarios en sus secciones dedicadas a comunicación que Interconomía ha puesto en la calle a Josep Pedrerol, presentador de “Punto Pelota”, y veta el acceso de su equipo de trabajo a la cadena. Me quedo de piedra, puesto que yo creía que Pedrerol era el presentador de “Jugones”, en La Sexta. Y es que Pedrerol hace, hacía, doblete. Dos programas: en la cadena progresista y en la cadena ultra conservadora. Business es business, ya sabe usted…

No he tenido el placer de seguir a Pedrerol en “Punto Pelota”, pero sí he tenido la desgracia de verle en “Jugones”. El monólogo inicial es de esos que invita a apagar la tele: tono serio, preocupado, melodramático, para hablar de los problemas que atraviesa un equipo, de las malas relaciones entre jugadores, de los rumores sobre algo terrible que afecta a alguien del fútbol. ¿Noticias? Pocas confirmadas. ¿Periodismo? Está por ver. ¿Tangana? La sal del programa.

P.D.

En el lado opuesto, “Informe Robinson” (Canal +). Un programa serio, elaborado, con periodismo. Una mirada original y exclusiva al mundo del deporte.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Hoy se cumplen 25 años de la muerte del gran Roy Orbison, The Big O, el rocker tejano de la voz melancólica. “Roy Orbison canta para el solitario”, resumía Springsteen en “Thunder Road”. El primer vídeo, maravilloso, con Roy sin gafas y con una flamante White Falcon

El final del camino

Me repugna el 90% de la televisión actual, tengo que reconocerlo. Pero admito que me causa una profunda admiración la capacidad de este electrodoméstico para sorprenderme: como le sucedía al bueno de Forrest Gump al abrir la caja de bombones, cuando toco el mando a distancia nunca se lo que me puede tocar…De hecho, escribo este post en shock, aturdido, anonadado y un tanto horrorizado tras ver y escuchar a Ramoncín en Intereconomía. ¿Presentando un nuevo disco en un espacio musical? ¿Anunciando las fechas de su nueva gira en un programa cultural? No, hablando sobre financiación autonómica en “El gato al agua”, programa estrella de la decadente cadena conservadora.

El legendario rey del pollo frito, con permiso del coronel Sanders (creador de Kentucky Friend Chicken), vestía chupa de cuero azul clarito, con coderas, y lucía cuatro pendientes. Epidérmicamente más cercano a Camilo Sesto que a Bruce Springsteen, el de Vallecas ha caído en el más profundo, oscuro y pestilente de los pozos: Intereconomía es el agujero negro, el viaje sin retorno, la tumba del tertuliano. Donde menos pagan, donde menos te ven, donde pierdes esos posos de credibilidad que aún te quedaban. Intereconomía es el final del camino.

Edurne Uriarte es otra de las estrellas de la tabernaria mesa de Intereconomía, y seguramente por eso ha terminado como ha terminado: increpando a la Guardia Civil en un incidente de tráfico. El clásico “usted no sabe con quien está hablando…”.

“Con una tertuliana de Intereconomía”, pudo muy bien responderle el miembro de la Benemérita mientras se calzaba los guantes de látex y se ponía una mascarilla de protección respiratoria: pocas cosas resultan tan apestosas y sucias como la soberbia. El Diario informa de que la ex compañera del ministro de Educación José Ignacio Wert “advirtió a dos agentes de la Guardia Civil de Tráfico de su condición de tertuliana y de la capacidad que tenía de telefonear a sus superiores, incluidos los del Ministerio del Interior”.

Para el periodista, para el político, para el músico, para el abogado y hasta para una Barbi Complementos. Salvo contadas excepciones, en la actual televisión no hay nada más aburrido, más cutre, más tendencioso y menos necesario que un tertuliano. Son el final del camino.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Cuesta abajo.

Autor: Michael Connelly.

Editorial: RBA.

¿Un nuevo caso del inspector Harry Bosch? No. ¡Dos nuevos casos del inspector Harry Bosch! Y por el precio de uno… Cuando apenas le quedan tres años para jubilarse, al policía de Los Angeles se le acumula la faena. Por un lado recibe el encargo de la Unidad de Casos no Resueltos de resucitar una vieja investigación, la de una violación con asesinato cometida en 1989. Nada más arrancar este caso se produce la muerte, aparentemente por suicidio, del hijo de un concejal con el que ha tenido numerosos enfrentamientos. El concejal pide que sea Bosch quien dirija la investigación.

Los casos no se tocan, pero se cruzan. Bosch se sumerge en ambos al mismo tiempo, con la misma intensidad emocional, y con el consiguiente barullo tanto profesional como personal: “La carga de la verdad resulta pesada”. Así las cosas, la jubilación se aleja. El inspector siente que tiene una misión, limpiar las calles de asesinos. Pero no solo se trata de un interés profesional: parece adicto a esa  adrenalina que le produce retirar de la circulación a quienes son capaces de hacer del mundo un lugar doloroso. Íntegro, leal, concienzudo… Su filosofía está bien definida: o bien todas las personas cuentan, o bien ninguna persona cuenta.

Los dos casos se complican. El suicidio esconde una trama corrupta que afecta a políticos y policías. El violador y asesino del 89 es un depredador sexual con un historial tan amplio como espeluznante. Añádale problemas con su compañero en el cuerpo, sus difíciles relaciones con los jefes de la policía, un incipiente romance y una hija adolescente, y tendrá una historia policiaca absolutamente redonda.

La novela número 17 de Connelly con el inspector Bosch como protagonista es, sin duda, una de las mejores que haya escrito jamás.

 

Top Chof

El programa “Top Chef” (Antena 3) arrancó la noche del miércoles como una copia, versión si usted prefiere, de “Master Chef”, el programa que triunfó semanas atrás en TVE. Calcado. Con su jurado raspa, sus concursantes vanidosos y lloricas, su apología de la competitividad y hasta su “se acabó el tiempo, las manos arriba”. No está la televisión en España sobrada de imaginación y talento, evidentemente. La diferencia entre ambos espacios es que se suponía que en “Top Chef” los concursantes eran cocineros de contrastado talento y amplio currículo, que aspiraban a convertirse en “el mejor cocinero profesional de España”. Entre estos  aspirantes de postín, un jubilado de 63 años que se cortó y dejó un reguero de sangre, y el pusilánime encargado de los fogones del Ministerio de Defensa.

Se trataba de una apuesta segura, pese al cadavérico aspecto de un Chicote demacrado que ha cambiado las cucarachas de los restaurantes de barrio por la hemoglobina de un cocinero chapuzas. “Top Chef” se estrenó con una gran audiencia: a las 23:43 horas, 3.659.000 espectadores (un 21.7% de cuota de pantalla) contemplaban cómo los concursantes cocinaban una pintada. ¿Una pintada? Sí, un ave del orden de las Galliformes y de la familia de los numídidos. Quizá la conozca usted como gallina de Guinea.

Me temo que España, con 30.000 familias teniendo dificultades para alimentar a sus hijos y dos millones de niños pasando hambre, no está para guisar pintadas. Todo lo más, para estofar gallinas atropelladas. Le explico… Cuenta el New York Times que el próximo mes de noviembre se aprobará en el estado norteamericano de Montana una ley que permitirá a sus ciudadanos recoger los animales que se encuentre atropellados en la carretera, o que mate con sus propios vehículos, para comérselos. Tan tranquilamente. Top Chof.

No veo tan lejano el día en que cuando a un español se le cruce una liebre por la carretera, en lugar de frenar, acelere a tope, impulsado por el fluir de la saliva y los jugos gástricos. Liebre con judías, con arroz…Lo malo es que la liebre es un lagomorfo en retroceso, cuya distribución se limita a las zonas agrícolas abiertas. Su sustituto natural en el menú de carretera es el gato, de menor tamaño y carne más blanca, similar a la del conejo, mucho más abundante e ideal para el ajillo o el guiso con tomate.

“Lo que no cojan los concursantes de la despensa será donado a un banco de alimentos”, dice todo digno el paliducho Chicote. ¿A un banco? Tendría que donarlo al restaurante La Camarga, en Barcelona, comedero donde la líder del PP catalán Alicia Sánchez-Camacho y la ex novia de Jordi Pujol hijo hicieron un pacto de perras: si alguna de las dos desvelaba el contenido de su comida, grabada por Método 3, debería pagar a la otra parte dos millones de euros.

¡Dos millones de euros por desvelar cuatro trafullos de una comida! Muchas perras me parecen, pero como lo cuenta El Mundo me lo creo a pies juntillas.

P.D.

Seguro que usted recuerda al tertuliano del programa “El gato al agua”, de Intereconomía, que llamó “zorra”, “guarra” y “puerca” a la exconsejera de Salud de la Generalitat de Cataluña y actual diputada autonómica del PSC Marina Geli. Esas cosas no se olvidan con facilidad, ¿verdad? Pues resulta que el individuos en cuestión, un tal  Eduardo García Serrano, no solo es un energúmeno y un facha. También es un mierda: en el juicio por injurias (atentado contra el honor y dignidad como persona), ante la posibilidad de tener que pagar los 30.000 euros que solicitaba la acusación, el valiente tertuliano ha dicho que sus insultos “se referían a la gestión política de la consejera”.

Lo dicho: además de un gañán, un mierda.

 

Un motivo para NO ver la televisión

España, tierra de terror.

Autor: Jay Allen.

Editorial: eCicero.

La editorial eCicero publica pequeños grandes libros sobre periodismo. Siempre en formato digital, en ocasiones también en papel. Es el caso de los tres artículos que se recopilan en esta obra, tres piezas fundamentales para entender en toda su miseria la Guerra Civil y para conocer mejor a algunos de sus protagonistas: la historia de la matanza de Badajoz y sendas entrevistas a Franco, en Tetúan, y a José Antonio, horas antes de ser ejecutado.

El narrador es un periodista norteamericano llamado Jay Allen. Amigo de Hemingway, Allen llegó a Europa como corresponsal de guerra para informar de números conflictos, desde los Balcanes a la Segunda Guerra Mundial, cuando se encontró con la sublevación de Franco. Analizó la Reforma Agraria, su sumergió en la revolución asturiana del 34, y conoció la miseria extremeña. El 18 de julio le pilló en Torremolinos… el 27 consiguió entrevistar a Franco:

Franco: Nosotros luchamos por España. Ellos luchan contra España. Seguiremos cueste lo que cueste.

Jay Allen: Tendrá que fusilar a media España.

Negó con la cabeza, sonrió y luego, mirándome fijamente, dijo: “He dicho cueste lo que cueste”.

La moviola

La web de TVE es una maravilla. Por muchas cosas, pero sobre todo porque permite ver una y otra vez los informativos. En modo moviola: para adelante y para atrás. En un bucle infinito. Como la cámara lenta en los partidos de fútbol, esa que deja con el culo al aire al árbitro que se confunde en el fuera de juego, la repetición de los telediarios se ha convertido en un método infalible para desenmascarar farsantes informativos. Una gozada, periodísticamente hablando.

La moviola se chiva y te dice, por poner un ejemplo, que el editor del Telediario de las nueve de la noche de TVE quiere convencer a los telespectadores de que es mucho más importante la publicación de un nuevo libro sobre el Tíbet que la manifestación de más de 100.000 personas en Baleares contra la política educativa del Partido Popular. La pieza sobre el país ocupado por China duró tres minutos exactos, un mundo en televisión, y se emitió a las nueve y 24 minutos. La pieza sobre, según los organizadores, “la mayor manifestación de la historia” en el archipiélago Balear, la Marea Verde, tuvo que esperar a las nueve y 28 minutos. Y duró apenas un minuto y 26 segundos.

¿Le había dicho que la web de TVE es una maravilla? Pues se lo repito. Por el efecto moviola y por el sentido del humor de los diseñadores de la página, que justo encima de los vídeos de los informativos ha colocado la siguiente frase: “Toda la actualidad informativa del día, de España y del resto del mundo, con el máximo rigor, pluralidad e independencia”.

¿El máximo rigor, pluralidad e independencia? ¿De verdad? Cuestión de criterio, dirá el mamporrero del Gobierno que edita el Telediario, individuo al que a partir de ahora deberíamos denominar “responsable de la estrategia informativa”. Este nuevo y rimbombante cargo no lo he inventado yo, sino los cerebros de Intereconomía, la cadena de televisión que ha realizado el fichaje más importante que se ha producido en este país, tras la incorporación de Rodrigo Rato al Santander y Bale al Real Madrid: el periodista Melchor Miralles, que abandona la productora Mandarina para incorporarse al Grupo Intereconomía.

¿Y la noticia? Se preguntará el lector inquieto. Pues muy fácil: de la gestión del fichaje se ha hecho cargo Álvaro Pérez “El Bigotes”, ex gerente de Orange Market, imputado en el Caso Gürtel y ahora agente de periodistas Pero no es este cítrico detalle, el paso de Mandarina a Orange, lo que más llama mi atención…

Lo que me fascina es aquello de, insisto, “responsable de la estrategia informativa”. El director de informativos de toda la vida es una figura acabada en los medios de comunicación modernos, y cuanto antes lo asumamos mejor para todos. Es tiempo de “responsables de las estrategias informativas”, frase que esconde una evidente doble intención. Porque no es lo mismo periodismo que estrategia informativa. Y tenemos un ejemplo muy claro en un Telediario capaz de ocultar minuto y medio de Marea Verde tras tres minutos de Tíbet.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Lisa and The Lips.

Estamos ante el disco español de la gran Lisa Kekaula, la cantante de esa banda brutal llamada The BellRays. La acompaña en el proyecto su compañero de aventuras Bob Vennum, y unos músicos de lujo que forman una banda que presta especial atención a la sección de metales. Miembros de grupos como The Right Ons, Diamond Dogs o los True Loves de Eli “Paperboy” Reed para una grabación realizada en los Red Bull Academy Studios de Madrid.

En “Lisa and The Lips” nos encontramos con soul agresivo y punk-rock, es decir, el mismo sonido musculoso de los Bellrays. La buena noticia es que suenan tan potentes como los californianos. Y que su música tiene la misma garra que siempre. Un torbellino.