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De cabrones y hombres

El periodista y tertuliano de Intereconomía Carlos Dávila llamó “cabrón” al juez Santiago Pedraz en el programa “El gato al agua”. Hasta aquí todo normal. Recuerde que estamos hablando de Carlos Dávila, de Intereconomía y de “El gato al agua”. La noticia es que el juzgado número 5 de Madrid ha condenado al… ¿periodista? a indemnizar con 5.000 euros al juez, y a pagar una multa de 9.900 euros por el delito de injurias, así como al pago de las costas procesales y a divulgar, a su costa, el contenido de la sentencia.

Pero bueno, ¿hasta dónde vamos a llegar? ¿Qué democracia es ésta en la que un periodista no puede llamar “cabrón” a un juez en televisión? “A mí este tipo me avergüenza que esté en la Audiencia Nacional por mucho flequillo que lleve el cabrón”, dijo el tal Dávila mientras comentaba un auto de Pedraz por el que se puso en libertad al etarra Iñaki de Rentería. “Es un personaje que avergüenza”, sentenció el tertuliano, en pleno uso de sus facultades mentales y de su libertad de expresión.

Porque ¿Qué si no libertad de expresión es llamarle “cabrón” a un juez? Aunque cueste creerlo, en este caso el tribunal no quiere ni oír hablar de libertad de expresión, puesto que considera que Dávila utiliza “frases y expresiones ultrajantes u ofensivas sin relación con las ideas u opiniones que se expongan”. Es decir, que Dávila se limita a insultar. Como un marinero borracho en un burdel del puerto de Dakar, pero en un programa de televisión de un grupo audiovisual que presume de “defender la vida, la libertad, la unidad de España y la independencia judicial”. Bueno, la independencia judicial cuando nos convenga, que hay cada juez cabrón por el mundo…

Dávila indemnizará al juez, pagará la multa y divulgará de mala manera el contenido de la sentencia. Intereconomía le ayudará en lo que pueda, que las cosas están muy achuchadas en ese nido de fachas: Julio Ariza, presidente del Grupo, pide ayuda desesperada a los Amigos de Intereconomía: “Por favor, ¿podríamos contar, ahora, con su aportación de 35, 50 o 100 euros, o incluso de 500 o 1.000 euros? En el caso de que en este momento no le sea posible hacernos llegar ninguna de esas cantidades, cosa que entiendo perfectamente como es natural, ¿puede hacer una aportación de 25 euros o de cualquier otro importe?”. El pardillo que colabore en tan indigno proyecto recibirá como compensación, no se lo pierda, un vídeo de Juan Pablo II. ¿VHS o Beta?

¡Menudo chasco! Ahora resulta que el insulto, la maledicencia y la sinvergonzonería no son rentables: Interconomía está en la ruina. Y yo pensaba que semejante cúmulo de maldad, de intransigencia, de estupidez y de fanatismo tenía como único fin la pasta, es decir, forrarse. De hecho, me imaginaba a todos los directivos de la cadena encendiendo sus habanos con billetes de 500 euros. Miserables fachas, de acuerdo, pero millonarios. Pues ni eso.

 

Un motivo para NO ver la televisión

 The Wynntown Marshals.

Cd: The Long Haul.

Tras algunos cambios en su formación, en la batería y las guitarras, esta banda escocesa, de Edimburgo,  regresa como quinteto de rock campestre de carretera. En su música está la norteamerica de los Byrds, pero también la de Wilco y Neil Young, y la de los Jayhawks y The Band. Una delicia construida alrededor de la fantástica voz de Keith Benzie.

Tras un cd y dos ep´s llega este “The Long Haul”, perfecta continuidad a un disco de debut, “Westerner”, que fue considerado por la prensa de Estados Unidos especializada en raíces como uno de los mejores trabajos del 2010. The Wynntown Marshals son simplemente brillantes. Y muy americanos.

El desmoronamiento

La televisión se desmorona. El martes tardé media hora en ver los últimos diez minutos de una película. Fue en La Sexta, cadena que alargó el desenlace de “Los amos de Brooklyn” de manera inhumana, inclasificable, miserable. Una dosis mínima de película iba seguida de un bloque con seis minutos de publicidad. Y así sucesivamente. Cuando terminó el suplicio, cerca de la una de la madrugada, juré no volver a ver jamás una película en La Sexta. Por la tarde había jurado no volver a ver jamás una serie en TVE: ¡habían quitado la escena de dos hombres dándose un beso en el capítulo de “Herederos”!

Luego resulta que no habían quitado la escena del beso porque se lo daban dos hombres, sino porque esos dos hombres se pegaban antes de besarse. Y como la serie se emite en horario infantil… No sé si lo he entendido bien.  Es decir, que en horario protegido se puede emitir un coito anal consentido, es amor, pero no una bronca fuerte de noche en un túnel, es violencia. ¿Me equivoco?

Voy a tener que ver Intereconomía. Qué quiere que le diga, me dan pena. Ha sido anunciar Antonio Jiménez, presentador de “Al gato al agua”, que abandona la cadena y ficha por 13 Tv, y sus ya ex colegas se han venido abajo. “El gato” ha pasado de anotar un 2,6% y 531.000 espectadores el pasado lunes 21 de enero a un 1,4% y 282.000 espectadores este lunes. Dicen, fíjese si la gente es mala, que la cadena episcopal (13 Tv) está poniendo palos en la rueda de Intereconomía. Caín y Abel, en lucha fraticida. Rafael Miner, director del programa “A fondo (13 Tv), decía este sábado en La Gaceta que “un cristiano debe aprender a distinguir entre las cuestiones de fe y moral, y aquellas otras de tipo empresarial”.

Si no se pueden ver las películas de La Sexta, ni los besos homosexuales de TVE, ni los debates ultras de Intereconomía, ¿Qué coño nos queda? Pues muy fácil: la entrevista de una periodista sin bragas (0:30 en el vídeo) al primer ministro serbio Ivica Dacic. El demoronamiento.

 

P.D.

Tronchante, acojonante, brutal… la portada-esquela del próximo número de Mongolia. Hostia a El País cepillandose a Rajoy. Una obra de arte.

Un motivo para NO ver la televisión

Hotel del Norte

Autor: Eugène Dabit.

Editorial: Errata Naturae.

El actual aspecto de la fachada del Hotel del Norte, en la orilla del canal Saint-Martin, resulta tan decadente como debía serlo allá por 1929, cuando se publicó la primera edición de este delicioso libro. Las letras del nombre en un descolorido azul claro, la fachada húmeda, las ventanas roñosas… En la planta baja permanece abierto un acogedor bar restaurante. Y en la calle, un olor que bien podría ser el mismo de entonces, a agua estancada y basura acumulada.

El Hotel del Norte, el pasado lunes.

Leer este libro frente al hotel, sentado junto al agua del canal, con el sol derritiendo la nieve que se acumula en los bancos, es uno de esos placeres genuinamente parisinos. El lector, que levanta la vista al terminar cada capítulo, espera encontrarse con los personajes que acaba de conocer: viejos marineros, campesinos recién llegados a la ciudad, algún cochero gritón que busca pasajeros, trabajadores que solo piensan en “beneficiarse” a las criadas, artistas dramáticos tremendamente creativos,  currantes provincianos tan grises como las sábanas que les cobijan.

Todo comenzó cuando, en el París de los años veinte, Émile y Louise Lecouvreur compran un pequeño y desvencijado hotel. El local se convierte en el centro de sus vidas, las 24 horas del día y los 365 días del año. Buena gente que siente a sus inquilinos como parte de su familia: sufren juntos, se aman y se odian en grupo, y así lloran las pérdidas y disfrutan los éxitos. Una inolvidable colección de vidas cruzadas, que desfilan ante la mirada asombrada del hipnotizado lector. Escrito con una sencillez tan emocionante como eficaz, “Hotel del Norte” es un desfile de parisinos proletarios que rebosan vida. La belleza de lo humilde.

La sexta columna

La llegada del Partido Popular al poder ha traído aire fresco a La Sexta. Liberados de compromisos con el anterior Gobierno, los de Emilio Aragón han podido desempolvar su izquierdismo de salón y poner en antena algunos programas “comprometidos”. El último de ellos es “La sexta columna”, un espacio de reportajes de actualidad. Televisión de denuncia social. Como se lo cuento. Caña a la crisis, al despilfarro y a la corrupción del PP. Ese programa que viene muy bien ahora, pero que echábamos de menos cuando el PSOE despreciaba la Memoria Histórica, mentía sobre las nucleares o se achantaba ante la Iglesia.

En televisión no es extraño que se pongan en marcha programas “comprometidos” cuando es el enemigo quien gobierna. Ahí tienen a Intereconomía, tan chulitos con Zapatero en Moncloa, repartiendo a diestro y siniestro, y tan alicaídos ahora con los suyos en el poder. Se han quedado sin temas, sin chispa, sin alegría de vivir, sin víctimas a quien despellejar. Porque ni se plantean criticar la gestión de Rajoy y los suyos…

El periodismo de partido es ventajista por naturaleza. La Sexta está haciendo ahora los programas que no tenía sentido hacer con Zapatero. “Salvados” es una brillante excepción, y destaca entre todos ellos por méritos propios. En primer lugar, por alejarse de los informativos de la cadena, un auténtico despropósito construido sobre imágenes de Youtube, accidentes de tráfico y curiosidades sensacionalistas. En segundo, por saber elegir los personajes a entrevistar y por detenerse a escucharles. Y en tercero, por estar presentado por Jordi Évole, un individuo con el suficiente talento como para no creerse dueño de la verdad absoluta. Un programa imprescindible en un mundo sembrado de impostores, manipuladores y charlatanes.

 

Un motivo para NO ver la televisión

John Fullbright

CD: From the Ground Up

John Fullbright tiene 24 años y este es su primer disco de estudio, tras editar una grabación en directo llamada “Live At The Blue Door”. Nacido en Okemah (Oklahoma), el pueblo de Woody Guthrie, Fullbright es un cantautor de largo recorrido. Toca guitarra y piano, y escribe canciones de corte clásico que se mueven entre diferentes géneros hermanos: country, blues, folk…

Dudosa reputación

La COPE de los obispos tiene que pagar al Barça de Guardiola 200.000 euros. Un pellizco de nada: La Iglesia española recibirá este año 248,3 millones de euros a través del IRPF. En cualquier caso, y tal y como está la crisis, 200.000 euros es una cantidad importante para fundírsela en entradas de tribuna o camisetas de Messi (que no lucen nada debajo de la sotana). ¿Por qué paga la COPE al Barça? Por acusarles de drogotas: hace poco menos de un año, en el programa de radio “El Partido de las 12” informaron, citando una fuente sin identificar del Real Madrid, de las sospechas de que el Barcelona trabajaba con médicos de “dudosa reputación” y que estaban dispuestos a pedir a la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) que se practicaran controles antidopaje “serios” en la Liga BBVA.

El Juzgado de 1ª Instancia número 34 de Barcelona atendió la demanda contra la Cadena Cope por “intromisión ilegítima en el derecho al honor”. La emisora de radio reconoció que “la citada información ha resultado ser no veraz y proveniente de una fuente no contrastada”, y propuso un “resarcimiento”.

Esta es una de esas sentencias que da gusto escuchar: pones en entredicho la reputación de alguien sin pruebas, descubren tu mentira, te hacen rectificar, agachar las orejas y pagar. Finalmente, la que queda en entredicho es tu reputación. Cazador cazado.

Debería ser más habitual este tipo de escarmientos, para que no fuesen tan habituales ese tipo de calumnias. Un buen ejemplo son los sindicatos, difamados desde hace algún tiempo por todos los medios de derechas. Hace unos meses se crucificó a Toxo, secretario general de CCOO, por disfrutar de un crucero junto a su  mujer: “Toxo preparó la huelga general en un lujoso crucero por el Báltico”, titulaba un fancine ultra.

Por lo visto los sindicalistas no pueden ir de crucero, aunque sea uno sencillito y se lo hayan pagado con su dinero. Los sindicalistas no tienen derecho, al parecer, ni a tomarse una cerveza. Hace unos días La Razón publicó una de esas portadas para la historia…del periodismo-basura: “El mensaje sindical: ¡Ahora a tomar cervezas!”, decía el titular, que acompañaba una fotografía con el siguiente pie: “Liberados siguieron al pie de la letra las indicaciones sindicales en la Puerta del Sol”.

Peor si cabe son las maledicencias de Intereconomía, cadena que denunció a bombo y platillo que Cándido Méndez, secretario general de UGT, calzaba un Rolex y era habitual del lujoso restaurante del Hotel Villa Magna. Thais Villas, la entrevistadora de “El Intermedio” (La Sexta), desmontó las maledicencias del canal ultra de la manera más periodística, y sencilla, posible: contrastando la información, es decir, preguntando a Méndez. Resulta que jamás ha estado en el Hotel Villa Magna y que lo que lleva en la muñeca es una imitación que le regalaron en un congreso.

Los infundios raramente reciben la medicina que merecen: el caso de la COPE y los 200.000 euros del Barça es una excepción. Ahí tienen a Salvador Sostres, profesional de la provocación y el insulto, convertido por Pedro J en una estrella de la opinión. Ayer mismo se preguntaba en El Mundo por los sindicalistas: “¿Es ético, social y compañero que vivan (los sindicalistas) tan acomodadamente gracias a lo que les recaudan a sus pobres afiliados? ¿Han renunciado a su cuantioso sueldo antes de echar a sus compañeros más humildes a la calle? ¿Cómo se debe sentir uno que nunca ha trabajado cuando de repente le dicen que se queda sin trabajo?”. Mala gente.