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Libros y televisión

El próximo jueves se celebra el Día del Libro. El programa literario de TVE “Página 2” dedicó el espacio del domingo a ese acontecimiento anual, una fiesta de la lectura, el conocimiento, la diversión y el entretenimiento. En el suplemento cultural Babelia que publicó El País el pasado sábado, Ricard Ruiz Garzón escribe un texto, titulado de manera no demasiado imaginativa “La caja tonta”, en el que se hace una serie de preguntas sobre “el binomio maldito televisión-cultura”: ¿Por qué no emiten espacios literarios las cadenas privadas? ¿Por qué las públicas apuestan cada vez menos por ellos? ¿Ha de tener audiencia un programa de libros o es un servicio? ¿Por qué ni siquiera quienes hicieron fortuna en el mundo editorial apuestan por él en sus grupos mediáticos? ¿Hay que seguir haciendo programas para los convencidos o abrirlos para hacer difusión entre el público menos lector? ¿Tienen futuro los programas con libros con mando a distancia o acabarán siendo todos online?

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No es fácil responder a Ruiz Garzón, pero se puede intentar. ¿Por qué no emiten espacios literarios las cadenas privadas? Esta es la más sencilla de todas sus preguntas: Porque con ellos no obtienen audiencia, es decir, dinero. Y porque el Estado no les obliga a cumplir con ciertas condiciones de servicio público para con los ciudadanos. Ganar dinero no debería ser el único fin de las televisiones privadas. ¿Por qué las públicas apuestan cada vez menos por ellos? Porque aunque lo nieguen, compiten con las privadas (hablo de España), y como acabamos de ver, los espacios literarios no generan audiencia. ¿Ha de tener audiencia un programa de libros o es un servicio? Es un servicio público, y cuanta más audiencia tenga mucho mejor. Pero ésta no debería ser ni un fin, ni una obsesión. Un programa de libros en una cadena pública debe tener, sobre todas las cosas, calidad. ¿Por qué ni siquiera quienes hicieron fortuna en el mundo editorial apuestan por él en sus grupos mediáticos? Quienes hicieron fortuna en el mundo editorial tienen como principal obsesión hacer que esa fortuna se multiplique, y para ello son capaces de cosas increíbles, como vender su alma al poder político o manipular premios literarios. No olvidemos que se han forrado vendiendo libros como podrían haberlo hecho vendiendo embutidos, zapatos o neumáticos usados.

¿Hay que seguir haciendo programas para los convencidos o abrirlos para hacer difusión entre el público menos lector? Todos los telespectadores tienen derecho, puesto que todos pagan impuestos, a ver programas a su medida, tanto los lectores habituales como los menos convencidos. Se supone que los Telediarios se hacen tanto para los consumidores habituales de información, lectores de diarios u oyentes de radio, como para los más despistados. Se puede hacer un gran programa de libros para todos los públicos, siempre que exista voluntad. ¿Tienen futuro los programas de libros con mando a distancia o acabarán siendo todos online? Los programas con libros no tienen futuro porque ni a los gobiernos ni a los empresarios de televisión les interesan unos ciudadanos preparados, cultos, críticos, con criterio. Los gobiernos quieren ciudadanos incultos, ignorantes, dóciles y fácilmente manipulables. Para que vuelvan a votarles. Los empresarios de televisión quieren telespectadores lerdos, adormilados y poco exigentes, para que sigan enganchados al electrodoméstico y no se les ocurra salir a la calle, viajar, visitar exposiciones, asistir a conciertos o, el colmo, leer un libro.

Para terminar el post de hoy me gustaría recordar un pequeño detalle: no es fácil hacer un buen programa de libros. Es más, es muy difícil. Es muchísimo más sencillo, e infinitamente más rentable, pastorear una docena de freaks y poner en marcha una nueva edición de Gran Hermano.

Un motivo para NO ver la televisión 

El paseo de los sueños.

Autores: Zidrou y Mai Egurza.

Editorial: Norma.

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Napoleón Cavallo es un tipo bonachón, nadie diría que es policía, que está en problemas. No solo en su profesión, sino porque ha cogido una mala costumbre: aparece cada noche por sorpresa en la cama de Linh Yu, una pequeña muchacha de la que no sabe absolutamente nada. Ni los cerrojos más férreos ni las ventanas mejor cerradas impiden que Napoleón repita cada noche esta aventura, que incomoda sobremanera a una Linh Yu que ignora encontrarse ante el primer brote de una epidemia: la de los sonámbulos de tejado, un ejército de somnolientos paseantes que recorren la ciudad a la luz de la luna.

Napoleón y Linh Yu viven en realidad una historia de amor, que se convierte en un ejemplo de tolerancia, de buen humor y de noctambulismo. Todos los personajes son entrañables, todas las páginas luminosas y radiantes. Una historia que levanta el ánimo magistralmente dibujada por Mai Eguruza con un emotivo guión de Zidrou.

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Tele Gobierno

Se acercan las elecciones municipales, la prueba del algodón para un Gobierno que se tambalea. En la Junta Directiva Nacional del PP celebrada el pasado lunes, el presidente Mariano Rajoy quiso acabar con las disputas internas y los cruces de declaraciones, con el mal rollo, y recordó al órgano del partido que tienen “credibilidad y relato”, que “están unidos”, y que “volverán a ganar las elecciones”. No hubo risas, solo silencio.

Ya en Moncloa el presidente se puso serio, se quitó la nariz de goma, dobló el Marca y lo tiró al sofá, y le preguntó a Soraya Sáenz de Santamaría si se le ocurría algo para no hacer el ridículo en las municipales. La vicepresidenta le respondió, sin mirarle a los ojos, que este mismo mes el Ejecutivo saca a subasta entre cinco y seis canales de televisión. ¿Eso es todo? Eso y que el Tribunal Supremo resolverá en breve el futuro, la continuidad, de ocho canales con los que compensar a Mediaset y Atresmedia por las nueve licencias de TDT que perdieron cuando se anuló el reparto del espectro diseñado por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.

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Sáenz de Santamaría sabe muy bien cómo funciona este negocio: Yo te doy unos cuantos canales de televisión, fábricas de dinero, y tú dejas de tocarme las pelotas. Esas pelotas que tengo en carne viva, esas pelotas que Mediaset y Atresmedia acarician con sus grandes cadenas, Telecinco y Antena 3, y patean con las pequeñas, Cuatro y La Sexta. Para que no te olvides de quien manda realmente aquí…

Una vez doblegada la televisión pública, para controlar todo el espectro televisivo a Sáenz de Santamaría solo le queda firmar la paz con las privadas. Poco antes de la muerte de Lara la vicepresidenta se reunió con el presidente del Grupo Planeta para cerrar un pacto de no agresión, que pasaba por rebajar la presencia de Podemos en las cadenas de Atresmedia. Tu vas quitando al coletas y yo miro qué puedo hacer por esos canales que están en el alero. El coletas deja de salir en La Sexta, y Podemos comienza a sufrir, dicen, el desgaste de Monedero, Venezuela, Ciudadanos

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Soraya Sáenz de Santamaría le dice a Rajoy que sí, que en el PP están unidos, que tienen “credibilidad y relato” y todo lo que quiera, pero que si de verdad pretenden volver a ganar unas elecciones tienen que poner las televisiones, todas, a su servicio. Y en eso estamos. A fin de cuentas solo son tres: TVE, Atresmedia (Antena 3 y La Sexta) y Mediaset (Telecinco y Cuatro).

Y a todo esto le llaman democracia.

Un motivo para NO ver la televisión

Querida Diablilla: la historia de Violette Nozière.

Autores: Eddy Simon y Camille Benyamina.

Editorial: Norma.

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Esta es la historia de “el ángel negro”, una hermosa joven que llevaba una doble vida en el París de 1933. Hija cariñosa en casa, irresistible seductora en las terrazas más elegantes de la ciudad. Adora el dinero, el lujo y la vida elegante que le proporcionan algunos hombres. Para conseguir sus fines es capaz de todo, de mentir, de robar y hasta de envenenar lentamente a sus padres.

Se llama Violette Nozière, tiene solo 18 años, y debe solucionar sus problemas económicos, esas necesidades que se ha creado viviendo en un mundo irreal. El caso, que acaba de manera trágica, conmocionó a la sociedad francesa de la época. Eddy Simon y Camille Benyamina hacen un gran trabajo, narrando de forma escalofriante una historia que produce una enorme desazón. Sensación incómoda que se incrementa con las fotografías finales, en las que se puede ver a la acusada durante el juicio. Francamente estremecedora.

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Pedagogía permanente revisable

Pedro Sánchez, líder socialista en el alambre, ha firmado un pacto antiterrorista con el presidente del Gobierno Mariano Rajoy. El pacto incluye la prisión permanente revisable, que viene a ser la cadena perpetua de toda la vida pero con vaselina. La línea roja que prometieron no cruzar jamás. Con la tinta aún fresca se han hecho una fotografía, en la que Sánchez se deja la poca credibilidad que le quedaba y se consolida como muerto viviente: “Me gustaría que hubiese más acuerdos de fondo como el que hemos firmado para luchar contra el terrorismo”, ha dicho Sánchez durante una conferencia impartida en el Círculo de EconomíaSusana Díaz, recuperada milagrosamente de la gripe que le impidió asistir a la convención socialista del pasado fin de semana en Valencia, sonríe desde la invisibilidad que le concede ser la sombra, la mala sombra, de Sánchez. Si parpadeas, te apuñalo. Su navaja de siete muelles aún tiene sangre de Izquierda Unida

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Así las cosas, en el PSOE dicen que lo que tienen que hacer es pedagogía. Explicar bien su política. Demostrar que son un grupo unido, una piña, una opción de futuro. Esclarecer cualquier duda sobre el liderazgo. Demostrar que su partido, lejos de ser un nido de víboras, es una alternativa de izquierdas al bipartidismo, que como hoy todo el mundo sabe está formado por PP y Podemos.

La pedagogía es la mejor inversión, qué razón tienen. Si la Consejería de la Presidencia andaluza, que se ha gastado mil millones en comunicación en los últimos cinco años, de ellos 574 bajo mandato de Susana Díaz, hubiese invertido ese dinero en pedagogía, ahora toda España sabría que el PSOE es un partido con ideas, socialista y obrero hasta la médula, sin miserias internas, en el que las ambiciones personales quedan arrinconadas en favor del interés ciudadano. Lástima que lo hayan invertido en comunicación.

Susana Díaz ha vetado la presencia de Pedro Sánchez en la precampaña andaluza. Normal. No querrá que su líder de paja quede manchado por el caos que reina en una sanidad andaluza en la que 8.500 trabajadores temporales están pendientes de renovación. No querrá que Sánchez le recuerde que el 58% de los votantes socialistas andaluces no quieren que Díaz se presente a las primarias.

Con Sánchez y Díaz en fraternal hermandad, todo por los ciudadanos, el PSOE se desmorona, se descompone, se desintegra. Cualquiera que sepa algo de pedagogía permanente revisable comprenderá que la culpa es de Izquierda Unida, por no dar la estabilidad necesaria al Gobierno andaluz, y de Podemos, que hace promesas bolivarianas a unos ciudadanos de izquierdas que, no lo olvide, pertenecen en exclusiva a Ferraz.

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Un motivo para NO ver la televisión

Yo, asesino.

Autores: Antonio Altarribia y Keko.

Editorial: Norma.

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Blanco y negro radical, sin apenas grises, dureza de pedernal, para una historia que solo admite pinceladas en rojo sangre. Y es que un asesino artista, un filósofo del dolor y la muerte, está suelto y es muy activo. Viaja de la universidad a la sala de exposiciones, de la conferencia a la biblioteca, del apuñalamiento rápido y voraz a la tortura meticulosa y precisa.

El protagonista, un cincuentón bien parecido llamado Enrique Rodríguez, es profesor de historia del Arte en una universidad del País Vasco. Sus compañeros discuten con dureza sobre el terrorismo de ETA. Él piensa que matar no es un crimen, es un arte. Pero no con bombas o metralletas, sino con la sensibilidad artística de un poeta, de un pintor, de un psicópata. “Se apuñala, se envenena, se decapita… A traición o por decreto… A los extraños y a los de la propia estirpe… Todo para despertar el camino hacia el trono… es lo que yo llamo la Vía Macbeth”, reflexiona un intelectual que cree que “el poder es siempre asesino… Se mata para conquistarlo y también para conservarlo”.

“Yo, asesino” es un cómic de sorprendente complejidad. Antonio Altarriba (Zaragoza, 1952), Premio Nacional de Cómic con “El arte de volar”, trabaja de nuevo junto al dibujante Keko (Madrid, 1963) en una obra que despelleja no solo cuerpos, puesto que arremete contra el mundo del arte contemporáneo y de la universidad.

“Yo quería que reflexionáramos sobre hasta qué punto matar nos es algo ajeno, de locos y dictadores, o si llevamos dentro la pulsión asesina. En Mentes criminales o Dexter el asesino en serie es perverso, sádico y frío pero yo me he mirado en el espejo. ‘Todos somos asesinos’, dice el protagonista, pero leyendo el libro nadie parece sentirse aludido. Eça de Queirós lo plantea en un relato. Parte de que crees que nunca matarías a alguien a quien quieres, a alguien cercano, pero cada vez te sitúa la víctima potencial más lejos de tu afectividad y más fácil de asesinar hasta que te dice: imagínate que tienes una campanilla y si la tocas, en el otro extremo del mundo un mandarín tiránico, rico y viejo morirá y tú heredarás su fortuna y no te pasará nada. ¿Cuántos tocarían la campanilla? Te pone el espejo delante”, afirma Altarriba. “El asesinato está en nuestras vidas, seguimos asesinando -señala-. Los occidentales con una guerra maquillada, con drones e imágenes de videojuego. Los islamistas, con primeros planos de decapitaciones, exhibiéndose. Y con la crisis, no solo con los desahuciados que se suicidan sino con asesinatos profesionales, cuando te dicen que te reinventes, anulando tu vocación y tus deseos, según las necesidades del mercado”.

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Monos, gorilas y neandertales

El lunes arrancó la nueva edición de “Gran Hermano VIP”, uno de los programas estrella de esa fábrica de entretenimiento elegante y de calidad que es Telecinco. El hombre que ven en la primera fotografía que ilustra este post no es uno de los concursantes, pero muy bien podría serlo. Se trata de la recreación de un neandertal de nuestros días, individuo que con su voluminoso cerebro, su lenguaje primitivo y sus ademanes algo toscos destacaría por su carisma, su educación y su clase entre el selecto grupo de homo sapiens seleccionados por la cadena de Paolo Vasile para conquistar a la audiencia televisiva.

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El programa comienza con un tal Coman entrando, desnudo, en la casa donde se desarrolla el programa. Es uno de los concursantes. Los Chunguitos, también concursantes, se preguntan desde una sala cercana: “¿Ese quién es, un mono? ¿un gorila?”. Coman es negro. Este es el nivel del programa.

Poco después una chica de volúmenes neumáticos, vestida como para trabajar en una barra americana, melena rubia, trozos de tela de leopardo y mucha chicha, abre una botella de cava. Los chunguitos, que ven la escena, se refieren a ella como a su “sobrina”. Un altavoz invita a la mujer leopardo a cambiar de habitación: en la sala contigua esperan Belén Esteban, Olvido Hormigos, un periodista del corazón… Concursantes todos de un programa que presenta Jordi González, el comunicador que dijo en Twitter aquello de “Telebasura, tu puta madre, guapa”.

“Gran Hermano VIP” es una zorrera irracional, un gallinero racista, un nido de piojos y víboras, un despropósito intelectual, un retroceso para la humanidad. El griterío, ensordecedor, permite escuchar palabras sueltas, perdidas, la banda sonora del programa: Polla, jacuzzi, maricón, fama… El neandertal de la imagen se sentiría profundamente incómodo entre tanto descerebrado.

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P.D.

Doce enfermos de hepatitis C mueren al día en España. El Gobierno reacciona con firmeza y prontitud…

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Un motivo para NO ver la televisión

O´Boys.

Autores: Phillippe Thirault, Stéphan Colman y Steve Cuzor.

Editorial: Norma.

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Norma Editorial recopila, en su solo y magníficamente editado tomo, los tres volúmenes publicados en su día de esta historia de niños y trenes, de ríos y bluemans, de pérdida y redención, de demonios y almas vendidas. Finn, el jóven protagonista de la aventura, ve cómo su hermano Snake es engullido por las aguas del Misisipi. Justo lo que necesita para abandonar a su padre, un miserable y violento borrachuzo, y lanzarse a la carretera. O al camino. O a la vía férrea.

Finn es un nuevo Huckleberry que hace amistad con un negro que sueña con dominar el blues y ser libre. ¿La sombra de Robert Johnson? Les persiguen fantasmas, en lo que se convierte en una larga y penosa huida, un áspero periodo de aprendizaje en unos Estados Unidos sumidos en la depresión, la miseria y el racismo.

O´Boys” cuenta, con un guión sólido y excelentes dibujos, las historias que antes contaron no solo Mark Twain, sino todos aquellos que han escrito de vagabundos, de trenes y de libertad en medio de la depresión. Desde Jack London hasta Jack Kerouac pasando por John Steinbeck o Ben Reitman, autor del libro comentado no hace mucho en este blog “Boxcar Bertha” (Pepitas de Calabaza). Y todo a ritmo del mejor blues. Un verdadero placer.

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