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Uno de los nuestros

Anoche TVE, la televisión pública española dirigida por un votante confeso del PP, dijo adiós a su última gran baza de cara  a las audiencias: Masterchef. El concurso para cocineros aficionados aspirantes a chef sostenía, con su 18% de audiencia media, la dignidad de una cadena que se derrumba: en junio, TVE mantiene una media rácana del 9,6%. ¿Terminará TVE como Telemadrid? Sin prestigio, sin audiencia, sin credibilidad, sin futuro… Pero estamos ante una noche especial, de fiesta…

El ganador de “Masterchef” se coronó frente a Ferran Adrià, Joan Roca y Andoni Luis Aduriz. La mayoría de nosotros, queridos lectores, jamás cataremos un plato de estos señores. No podemos pagarlo. Pero hemos leído y hemos visto en la tele que son acojonantes cocineros. Y nosotros creemos en lo que nos cuentan los medios de comunicación. Por tanto, el ganador de la nueva edición de Masterchef no podía estar en mejores manos, ¿verdad?

La primera gran sorpresa del último programa llegó con un restaurante de Ibiza, Sublimotion, que presume de tener el menú más caro del mundo: 1.700 euros el cubierto. La Meca del nuevo rico, algo muy apropiado para los tiempos que corren, ¿verdad? “Es llegar a lo más alto”, dijo uno de los chefs del jurado, orgulloso de estar en ese nido de horteras. En este momento estuve a punto de coger un libro y ponerme a leer por segunda vez en lo que iba de programa. La primera fue cuando los aspirantes tuvieron que cocinar un huevo de azúcar relleno de pétalos sobre algodón rosa con lichis y algunas otras hostias más… Unos platos, unos locales y unos comensales invitados, “clientes súper VIP”, les llaman, completamente alejados de la realidad. En ocasiones francamente esperpénticos.

Superados estos amargores, sin duda prejuicios de paleto, me centré en mi favorito, que no podía ser otro que Carlos, un chaval de Talavera de la Reina que es todo naturalidad. “¡Qué contento estoy, copón!”, dijo en su presentación. Un tipo feliz, ansioso por aprender, frente a la otra finalista, Sally, una chica envidiosa y excesivamente competitiva.

Ganó Carlos. Uno de los nuestros.

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Isabel García Tejerina, ministra de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, en Antena 3“Ojo, que las urnas son peligrosas”. Poco más que añadir…

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La prensa de hoy miércoles..

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Un motivo para NO ver la televisión

Rickie Lee Jones

CD: The Other Side of Desire.

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La gran Rickie Lee Jones se ha mudado a Nueva Orleans. Rickie nació en 1954 en Chicago, compartió escenarios en la Costa Oeste con Tom Waits, Warren Zevon y el resto de grandes talentos de los años 70. En el 79 grabó su primer disco, su primera obra maestra, un álbum que se abría con la canción que le lanzó a la fama: Chuck E.´s in Love. Desde entonces ha grabado quince discos, el último de ellos este soberbio “The Other Side of Desire”.

Once canciones, todas escritas por ella en su nueva casa, que hablan de las cosas de la vida, de esos motores cotidianos que nos ponen en marcha. Dedicado a su hija, “The Other Side of Desire” es un canto a las pequeñas cosas: “Aquí están mis sentimientos tallados a través de las imágenes y los sonidos de los trenes y los ríos, la forma en que hablan el uno al otro durante toda la noche. Cuando somos nosotros los que viven cerca de ellos podemos escuchar con claridad…. ¿Es esta la sabiduría de la edad? ¿Una mente sofisticada encima de un buen corazón? ¿O esto siempre ha sido la fuerza motriz?”.

Siempre es maravilloso recuperar la voz de Rickie, una de las vocalistas más brillantes e influyentes de la historia del rock. Pero lo es aún más cuando las canciones son emocionantes y el sonido se arrastra por las orillas del Misisipi.

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Así de claro

El lunes, el jurado de “Masterchef” (TVE) Jordi Cruz pidió “disculpas de corazón” a todos los telespectadores que se pudieron ofender por la humillante crítica que realizaron al concursante que presentó el famoso plato “León come gamba”. El martes, ya en el programa, el sinceramente arrepentido Cruz volvió a conseguir que uno de los concursantes moquease, agachase las orejas y terminase lloriqueando como una vieja: volcó y rompió el plato que éste había preparado al grito de “¡Estoy harto de excusas!”. En la web de RTVE rociaron con sal la herida del concursante humillado: “Pablo ¿Un juguete roto?”.

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Desprecio, soberbia, crueldad, malos modos, falta de respeto… “Masterchef”, programa estrella de la televisión pública española, está dejando de ser una escuela de cocina y se está convirtiendo en un campamento militar, con niveles extremos de exigencia y un enorme estrés mental. Los concursantes, los reclutas, tienen que prepararse para lo peor, para que les menosprecien, humillen y avergüencen ante millones de espectadores. Y es que los tres chefs que forman el jurado han alcanzado una posición, un rango, digno de los instructores de los marines, famosos por su riguroso estilo de instrucción, por su agresividad y su sentido del mando, y por obligar a seguir sus órdenes sin cuestionarlas. ¿Debe transmitir estos valores una televisión pública?

Todo es cuestión de audiencia, como siempre en televisión. Las broncas de “Masterchef” son el equivalente a las peleas que provoca la testosterona en “Hombres, mujeres y viceversa”, o al exhibicionismo de Mercedes Milá en “Gran Hermano”. La salsa del programa. Olvide la cortesía, el respeto y demás detalles superfluos de la vida civil. Estamos en la tele, queremos audiencia, mucha, y el resto nos importa una mierda. Usted, el que tiene el suflé hundido, ¡al suelo! ¡50 flexiones, basura humana!

TVE necesita otro tipo de programas, más relajados, más positivos, más formativos. Seguramente por eso el consejo de administración de RTVE somete hoy jueves a votación a “Así de claro”, la segunda propuesta de programa presentada por Ernesto Sáenz de Buruaga, el hombre que dirigió los informativos de la televisión pública de Aznar y que partió la pana en Telemadrid y la COPE. Toda una garantía de pluralidad informativa para la tele pública. Así de claro.

P.D.

La contra mongola…

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Un motivo para NO ver la televisión

The Doughboys.

Cd: Hot Beat Stew.

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Una portada sin duda espeluznante, de esas que invitan a no comprarse jamás semejante disco, esconde un trabajo formidable, el nuevo álbum del cuarteto The Doughboys. Su anterior producción, “Shakin´Our Souls”, fue elegido mejor disco del 2012 por Miami Steve Van Zant, guitarrista de la E Street Band y responsable de “Underground Garaje” (Sirius/XM), programa de radio de referencia en sonidos rocanroleros. Pues este “Hot Bear Stew” no le desmerece en absoluto: riffs memorables en 16 grandes canciones que nos recuerdan a los primeros Stones, a los nunca suficientemente ponderados Yarbirds, a todas las bandas de garaje de los sesenta… Mucho más que un glorioso revival.

Humillación en las cocinas

No sé qué me da más asco, si los cocineros guarros con los que alterna Chicote en La Sexta, o los chefs altivos y soberbios que dan lecciones de Haute Cuisine en La 1. Es decir, si me repugnan más los mugrientos ensucia fogones de “Pesadilla en la cocina” o los restauradores arrogantes y maltratadores de “Masterchef”. Impresentables los dos. Los primeros por dejados, por guarros y por dejarse manipular por un programa de televisión que desnuda sus miserias en público para regodeo de la audiencia. Los segundos, por cómo humillaron a un pobre chaval, Alberto, que tuvo la insensatez de preparar delante de las cámaras un plato, “León come gamba”, considerado por los maestros hosteleros como “una guarrada” y “un insulto a la inteligencia, un insulto al jurado y un insulto a las 15.000 personas que se han quedado fuera del programa”.

Pepe Rodríguez, uno de los tres miembros del exquisito jurado de Masterchef, aseguró en la Cadena SER que volvería a expulsar a Alberto, el responsable de “León come gamba”, de la misma manera cruel y exagerada en que lo hizo: “Le tuve que echar, y no podía ser de otra manera”, asegura ignorando la violencia, tanto verbal como psicológica, del momento.

El problema no es echar al concursante, el problema es cómo le echan. Cómo le humillan ante sus compañeros, su familia y amigos, y ante millones de telespectadores. “Hay más verdad en la televisión que en el mundo de la cocina”, sentenció un Rodríguez que olvida que en estos concursos todo, desde el casting hasta la final, está dirigido a conseguir audiencia. Y que el hombre que cocinó el famoso león que come gamba fue elegido para dar espectáculo. Para dar este triste espectáculo.

Un espectáculo tan lamentable como el repetitivo y exitoso “Pesadilla en la cocina” (La Sexta). En su nueva edición, que comenzó el miércoles con una excelente audiencia (11,6% y 2.043.000 espectadores), insiste en la misma fórmula de siempre: restaurante hundido, dueño impresentable, personal desanimado, doctrina de Chicote, nueva carta, reforma del local… La salsa de tan redundante esquema son los empresarios, cocineros y camareros, tipos con problemas que se supone desnudan todas sus miserias ante las cámaras: inútiles, guarros, violentos, malhablados…

Televisión de éxito basada en mortificar y avergonzar a los más débiles. Un asco.

Un motivo para NO ver la televisión

Mediterráneo descapotable.

Autor: Iñigo Domínguez.

Editorial: Libros del K.O.

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El segundo título del periodista Íñigo Domínguez editado por Libros del K.O., tras el imprescindible “Crónicas de la mafia”, sigue apostando por el periodismo de recorrido extenso y amplio campo visual. Subtitulado muy acertadamente “Viaje ridículo por aquel país tan feliz”, este “Mediterráneo descapotable” se convierte en una lectura imprescindible para entender la España actual. Porque estamos ante un reportaje largo y jugoso que describe el país de la corrupción y el ladrillo, de los perros atados con chorizos y las ristras de rotondas, del sol y los chiringuitos, de Port Aventura y Marina D’or. El legado ideológico, económico y cultural de Jesús Gil, Manolo Escobar y Rita Barberá. Y Rato, claro.

En 2008 el periodista recorre la costa, desde Colliure hasta Tarifa, al volante de un Peugeot 207 azul descapotable. Las crónicas que forman este volumen, brillante radiografía de una España dorada por fuera y repugnante por dentro, fueron publicadas en su momento en el diario El Correo. Dos semanas después de que el último capítulo viese la luz quebró Lehman Brothers, y ya nada volvió a ser igual.

Dicen los editores que estamos ante una road movie, y tienen mucha razón. Una road movie costumbrista, con tintes de novela negra, protagonizada por muertos vivientes, un ejército de ciudadanos que han vivido tiempos mejores, han perdido el lustre y el moreno, y sobreviven como zombis paseando entre urbanizaciones de cartón y aeropuertos fantasma, comiendo paellas de chirlas y tomates de invernadero, mientras son estafados por un ejército de políticos sin escrúpulos.

“Mediterráneo descapotable” es un libro divertido, muy divertido. Y también pedagógico, puesto que nos ayuda a saber quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos. Imprescindible el apéndice: “Cómo acabó todo: un pequeño informe”, es un dossier no tan pequeño, cien páginas con nombres, fechas y datos, resumen de fuentes oficiales e informaciones publicadas en prensa, que se lee con la boca abierta y deja la bilis en ebullición. Una lectura intensa, soleada y amarga a un tiempo, que provoca en el lector sonrisas, muchas, y no pocas lágrimas.

La última cena

Anoche Juan Manuel se proclamó vencedor de MasterChef, el programa estrella de TVE. Es por tanto el mejor cocinero amateur de España, con permiso de mi madre, y recibirá un jugoso premio: 100.000 euros y la publicación de un libro de recetas. ¿Un éxito de TVE? Yo no diría tanto: se trata de una versión del programa del mismo nombre que emite Fox en Estados Unidos desde 2010, un formato que ha triunfado en 35 países. Un producto típicamente televisivo, un talent show, basado en conseguir que los telespectadores sientan complicidad con los concursantes, les vean como una prolongación suya en la pantalla. Y que por tanto se emocionen con sus esfuerzos y sacrificios, con sus ganas de progresar y superarse, con su humildad, e incluso con algo tan importante en estos días como su capacidad de entrega y sumisión. Sí, sumisión ante el jurado, uno de los ingredientes más jugosos del programa. Y más inteligentes. Puesto que a lo largo del tiempo los regañones han perdido rigidez y pomposidad, algo que hacía insoportable su papel inicial, para ganar en humor y cordialidad. Mucho mejor.

El reto de Eva, Juan Manuel y Fabián, los tres finalistas, tenía carácter épico. ¿Cocinar para los dos millones de niños que, según UNICEF, pasan hambre en España ? ¿Quizá para las 30.000 familias que tienen dificultades para dar de comer a sus pequeños cada día? No, mucho mayor: preparar un menú que dejase satisfecho a Ferrán Adriá, el restaurador estrella de este país. Error grave. El personaje elegido como juez definitivo para estos aspirantes a chef español del año no debió ser Adriá, un milindris, sino otra estrella de los fogones más acorde a los tiempos que corren. ¿Qué tal Sergi Arola, con el chiringuito precintado por deber 300.000 euros a Hacienda y la Seguridad Social? ¿O quizá Javier Arenas, el político del Partido Popular, un tipo de estómago tan recio como para pegarse tres comidas al día? Tres comilonas al día, diría yo, si tenemos en cuenta las facturas de las mismas… 
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La final fue larga, muy larga, con momentos francamente repetitivos y otros tremendamente emotivos.  ¿Como cuando los familiares y amigos invaden el plató-cocina, o cuando los chefs profesionales dejan su estrado a los dos finalistas? No. Como cuando Fabián apuñala hasta la muerte a las langostas de su caldereta. En cualquier caso, una final intensa en la que se impuso el menú de Juan Manuel: un carpaccio de vieiras, un bacalao confitado con pisto y, atención, un tartar de fresones con tempura de pétalos de rosa. Vamos, lo que cocinamos usted y yo en casa cada día.
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MasterChef es uno de esos programas diseñados y programados para alimentar a las mesas y a las masas. Para entretener a los ciudadanos, pero también para adormecerlos, para hipnotizarlos con la cremosidad de una bechamel, el improperio de un juez o la caramelización de una tortilla de patatas. Y es que mientras soñamos con llenarnos el buche, con triunfar, el país se derrumba: unos solo piensan en taparle la boca a Bárcenas, otros solo cuentan los días que le quedan a Rubalcaba, Soto del Real roza el “No Vacancy”…
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Una noche divertida, pero temo que irreal. Estamos más cerca de Chicote y sus antros infectos de “Pesadilla en la cocina”, llenos de ratas y productos caducados, que de la excelencia que nos proponen Adriá y MasterChef. Pero en cualquier caso, ¡salud y buen apetito!