Pocas cosas tan tristes como enterarte por un tuit de la muerte de un músico de tu generación que, con sus canciones, marcó de alguna manera tu vida. Es difícil mirar hacia atrás, los buenos años pasados, sin escuchar de fondo dos de mis temas favoritos de Manolo Tena: la estremecedora “Frío”, de Alarma, y la genial y naif “Qué te pasa”.
Pocas cosas tan tristes como escuchar al presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy. “Tengo tuit”, anunció en “Salvados” (La Sexta). Y de todo lo que dijo en ese programa será la frase, dos palabras, que pasará a la historia. Porque Mariano Rajoy no solo es un político corrupto, por acción o por omisión, sino que es un político tremendamente gris, increíblemente mediocre, absolutamente incompetente.
Jordi Évole le entrevistó en Moncloa. Y lo hizo con un tono sereno y una colección de preguntas duras pero obvias. Nadie debería esperar otra cosa: se trata del líder de un partido al que la Guardia Civil calificó de “organización criminal”. Rajoy contestó a las cuestión de siempre, desde los SMS a Bárcenas a los apoyos a Rita Barberá, con las habituales evasivas: “Nadie es perfecto… No siempre se acierta en la vida… Sí, me equivoqué, es evidente. Desconocía lo que luego supe”. Y pasó a comentar con una sonrisa “el lío que se traen Iglesias y Errejón”.
Rajoy parecía incómodo y por momentos desconcertado, titubeante, sonado. Tenía la lección, una lección, bien aprendida, y repetía a modo de mantra una idea, unas frases: “España es un gran país, con muchas cosas buenas, pero parece que la noticia son las malas. No es noticia que una persona no sea corrupta, y la inmensa mayoría no lo son”. Poca cosa para un político acosado por la corrupción, rodeado de corrupción, manchado por la corrupción.
Poca cosa para un político francamente miserable. Cuando Évole le pregunta si considera de sentido común que en el año 2016 miles de españoles no sepan dónde están enterrados sus abuelos, el presidente de todos los españoles responde con esta frase para la historia de la infamia: “A mí me gustaría que todo el mundo supiera dónde están enterrados sus abuelos, pero no tengo claro que sea cierto eso que usted me dice ni que pueda hacer nada el Gobierno por arreglarlo”. Tremendo. La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) considera que con estas declaraciones Rajoy pone en duda tanto “la existencia de familias que buscan a sus desaparecidos por la represión de la dictadura franquista”, como “la existencia de desaparecidos de la dictadura, insultando y humillando desde su posición de poder, a las miles de familias que desconocen el paradero de un ser querido y que llevan años esperando a que se acabe la transición y empiece una democracia que respete los derechos humanos y termine con la discriminación entre víctimas de delitos violentos”.
Mariano Rajoy, ese presidente de un Gobierno que no tiene dinero para las fosas de los republicanos asesinados por Franco, pero sé para repatriar los restos de los españoles que durante la Segunda Guerra Mundial lucharon en la División Azul del lado de la Alemania de Hitler.
Mariano Rajoy tiene un tuit. Y nada más.
Un motivo para NO ver la televisión
Una entre muchas
Autora: Una.
Editorial: Astiberri.
Este no es un cómic agradable y colorido ideal para disfrutar una soleada mañana de primavera. Esta es una novela gráfica áspera y difícil, tejida en negros y grises, que habla de los traumas, del dolor, de la culpa y de la vergüenza. Una novela gráfica de una dureza dolorosa que agarra al lector por las tripas desde las primeras páginas, y se las retuerce sin piedad para recordarle que la violencia sexual es uno de los grandes males de la sociedad actual.
“¿Por qué la idea de que las mujeres y las niñas se merecen lo que les pasa es mucho más fácil de aceptar por las soledades de todo el mundo que el hecho de que los varones violentos causan sufrimiento a millones de todo el mundo, en épocas de paz y en épocas de guerra?”.
Una, la autora, sufrió abusos entre los 10 y los 16 años por parte de tres adultos. Los hechos, que tienen lugar en la segunda mitad de los años setenta, coinciden con las andanzas del llamado Destripador de Yorkshire. Un asesino en serie que mataba prostitutas. “Sólo” prostitutas.
Una es víctima de abusos, y del desprecio de su familia y amigos. Piensan que ella es la culpable, que es una provocadora, que es una “guarra”. La violencia sexual y sus terribles daños paralelos, consentidos por una sociedad capaz de confundir a los que sufren.
“La regla era que las chicas tenían que mantener a los chicos bajo control. Yo no parecía capaz de hacerlo. Nadie esperaba que los chicos se controlasen solos. Las chicas tenían que ser sexys, pero no demasiado, y, aunque el ritmo al que las chicas crecían estaba completamente fuera de su control, tenían que tener cuidado de no dejar que sus pechos y sus muslos alarmasen a la gente. Se exigía que las chicas hicieran cosas sexuales que se consideraba deseables, pero tenían que hacerlo sin revelar sus propias necesidades”.
Tiempos hipócritas en una sociedad marcada por la miseria, el alcohol, el paro, la violencia, el terrorismo… Tiempos duros para una narración desgarradora, la de una víctima de la violencia sexual que sufre una condena paralela.
“Los niños traumatizados pueden desarrollar un comportamiento que los adultos que los rodean perciben como inapropiado, de modo que llegan los castigos y una mayor marginalización. Así que se disculpa a los adultos mientras se culpa a los niños, pero una cosa es ser explotado porque eres vulnerable y otra dar consentimiento”.
Una novela gráfica desgarradora y desasosegante que nos obliga a pensar, a replantearnos conceptos sobre los abusos y la violencia que hemos visto, y que hemos vivido. Un libro triste y despiadado que nos exige prudencia a la hora de juzgar, y que nos advierte de que el machismo y sus fantasmas campean libremente en una sociedad aún por construir. Demoledor.