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Yo por mi Gobierno ¡ma-to!

Dicen los que saben de política que José Blanco trabaja para convertirse en el futuro líder socialista, en el relevo de Zapatero. Las dudas de los que no terminamos de creer semejante profecía se despejaron el pasado sábado, cuando el actual Ministro de Fomento se convirtió en el protagonista de “La noria” (Telecinco), el programa estrella de la telebasura. Blanco demostró que no sólo es un político inteligente, con un carisma arrollador y un dominio absoluto del lenguaje, al que las cámaras adoran (observen la fotografía). También es un fino estratega y un tipo con criterio: para explicar el tijeretazo socialista al pueblo llano sentó su culo pálido y fofo de político en la misma silla en que estuvieron sentados los culos peseteros y cotillas de Belén Esteban, Coto Matamoros, Nuria Bermúdez o Juanito “El Golosina”.

Sólo una frase redonda y a la altura de las circunstancias hubiera justificado la presencia de todo un ministro en la meca de la telebasura. Algo como por ejemplo “Yo por mi Gobierno ¡ma-to!”, versión socialista del slogan de la Esteban. No fue el caso. Ni un gran titular, ni una frase brillante, ni un destello de ingenio o luminosidad. Sólo propaganda. Bien pensado, sí podría tratarse del sustituto natural de Zapatero… Todo fue tan gris como su justificación inicial: “Hubo muchas personas que me han llamado en las últimas 24 horas. Gente que me ha criticado. Y muchos de los que me han criticado decían que veían este programa. Me parece hipócrita. Y yo tengo una máxima, los políticos tienen que ir donde está la gente, no la gente donde van los políticos”.

La entrevista a Blanco, ministro de perfil bajísimo, en “La Noria”, programa de perfil subterráneo, sólo aporta una novedad al panorama informativo nacional: la incorporación del tío Manolo a la cuadra de seres humanos utilizados por los políticos: “Yo recuerdo a mi tío Manolo que para mandar a su hija a estudiar, pagando hipotecas del 16%, se tuvo que apretar el cinturón porque no teníamos las becas que ahora tenemos”, dijo Blanco. ¿Recuerdan la niña de Rajoy? Pues ya tenemos al tío de Pepiño. Entrañable ¿verdad?

Que un ministro tenga que asistir a un programa como “La noria”, lo peor de lo peor, para llegar al pueblo, es un drama de proporciones mastodónticas, puesto que demuestra la dificultad de los políticos para comunicarse con la ciudadanía, y la aceptación de la telebasura como medio de comunicación de masas. Ha nacido, de forma oficial y bajo el amparo del Gobierno, la telepoliticobasura.

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P.D.

El lector tocapelotas se preguntará: ¿Qué pinta esta fotografía grosera, de un desnudo tan poco estético, en un blog de televisión? No se precipite. Sepárese de la pantalla, entorne un poco los ojos e intente adivinar el rostro del protagonista de una popular serie de televisión…

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Un motivo para NO ver la televisión

Jon Dee Graham & The Figthing Cocks.

Cd: It´s Not As Bad As It Looks.

Jon Dee Graham es uno de esos músicos de registros infinitos capaces de moverse entre John Fogerty, Tom Waits y los Stones. Miembro de los inolvidables True Believers, este veterano guitarrista y compositor forma parte de una pequeña gran banda llamada The Resentments, junto a Stephen Bruton. Graham comparte este trabajo esporádico con sus grabaciones individuales, siete discos siempre excitantes, siempre sorprendentes.

“It´s Not As Bad As It Looks” es su último disco en solitario, una pequeña joya con doce canciones excelentes, algunas maravillosas, que demuestran el gran compositor que es Jon Dee Graham. Y lo claras que tiene las ideas: desde la portada, espléndida, al último riff. Un genio.

Neira el sucio: energía negativa

El frutero de Einstein dijo, en un arranque de genialidad, que la televisión es vanidad congelada. Quería decir que la pantalla, el mayor acelerador de partículas de audiencia del mundo, es capaz de hacer que una persona aparentemente normal sufra un big bang mental con sólo aparecer cinco minutos en un magazine matinal de medio pelo. Nadie parece librarse de esa colisión mediática de protones intelectuales. Una tragedia que ha sacudido al famoso profesor Jesús Neira, claro ejemplo del deterioro que la televisión es capaz de producir en una persona cuando fija en ella sus objetivos.

Con el paso del tiempo y los programas Neira se ha transformado, pasando de agredido a agresor. Ya no es sólo la víctima de un suceso de violencia callejera. Ahora es un justiciero rabioso, cargado de soberbia y malos modos, que se pasea por los platós exhibiendo sus todopoderosos e irrefutables argumentos. Llama “cucaracha” a su agresor, acusa a un partido político de “asesino” y hasta exige licencia de armas para auto protegerse. “Es  una libertad a la que cualquier ciudadano tiene derecho. No vendrá usted a decirme qué derechos tengo”, dice, torciendo el gesto como Harry el sucio. ¿Saben cuál es el problema de Neira? Que eligió muerte. Es decir, eligió a la televisión y a Esperanza Aguirre. La fama televisiva, obtenida como consecuencia del conflicto que vivió, le puso en el punto de mira de la presidenta madrileña, que le convirtió en instrumento de propaganda al nombrarle presidente del consejo asesor del Observatorio contra la Violencia de Género de la Comunidad de Madrid. La popularidad y el cargo oficial generan suficiente energía vanidosa como para hacer papilla los sesos del hombre más sensato. Algo que Neira parece no ser.

Neira es carne de “La Noria” (Telecinco), uno de los sumideros más apestosos de la televisión actual. En el último programa los tertulianos hablaron sobre el profesor. Bueno, chillaron sobre el profesor. Y sobre la utilización que hacen los políticos de las víctimas. Plantearon una pregunta-encuesta de pago (¿Debería esperanza Aguirre cesar a Neira de su cargo en el Observatorio contra la Violencia de Género de Madrid?) que obtuvo una respuesta contundente: un 87% pensaba que debería cesarle. Un 13%, que no.

Mientras carga el Smith & Wesson con balas 44 Magnum, el profesor universitario parece más partidario de la venganza que de la autocrítica. Neira ha escrito un libro, y lo vende acusando al PSOE de cometer “barbaridades y asesinatos” a lo largo de su historia. Hace dos años, cuando a Neira le conocían en su casa, este sistema promocional basado en la crispación y la maledicencia no hubiese sido posible. El profesor jamás hubiera escrito un libro titulado “España sin democracia”, la editorial Temas de hoy nunca hubiese editado semejante panfleto, yo no estaría escribiendo este post y usted se habría evitado leerlo. Pero hoy la televisión hace posible que un personaje como Neira se convierta en una estrella. Y como tal, camina apresurado, enfurecido y sembrando el camino de mierda, hacia su propio Big Bang.

Neira el sucio. Energía negativa en proceso de autodestrucción.

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P.D.

“En España hay un postre muy rico que se llama torrija. Tiene un poco de azúcar, pero tienes que probarlo”. Este es el momento más inteligente de la entrevista que realizó el redactor de deportes del Telediario (TVE) a Cristiano Ronaldo. Entrevista por todo lo alto, en el césped del Bernabeu, para demostrar que la simpleza de la información deportiva no es sólo culpa de los jugadores: la incompetencia de los periodistas deportivos resulta  grandiosa.

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Un motivo para NO ver la televisión.

Kick Out.

Cd: Here We Go Again.

Segundo disco autoproducido por esta interesantísima banda madrileña, un cuarteto empeñado en devolver al rock and roll la credibilidad perdida. En este “Here We Go Again” no hay ni trucos ni concesiones. Excelentes canciones, concebidas en el cruce de caminos entre el punk y el pop, guitarras en estampida, una producción cañera pero limpia, y una actitud dura y creíble.

Sólo por “You Stole My Soul” (¡los Ramones de Phil Spector!) y “You Gave Me Rock´n´Roll” (un trallazo que firmarían Social Distorsión) ya merece la pena este enorme discazo. Pusilánimes abstenerse.

El Airbus y la sandwichera

Como todo el mundo sabe, el consumo estimula la economía. Es decir, que cuanto más hundidos estemos en la crisis, más debemos gastar si queremos recuperarnos algún día. Puede que no sea fácil de comprender, pero es así y punto. No lo discuta: consumir es, en estos momentos, cuestión de patriotismo. El Gobierno así lo entiende y, como debe ser, predica con el ejemplo: el pasado viernes se festejó por todo lo alto que había levantado el vuelo el flamante Airbus A-400M, uno de los aviones militares de transporte más grandes del mundo. Un programa financiado por siete países, entre los que por supuesto se encuentra España, con 20.000 millones de euros de presupuesto. Un importante apoyo para salir de la crisis ¿no? Sobre todo si tenemos en cuenta que, tras casi dos años de retraso sobre los plazos previstos, se ha producido un sobrecoste de 5.000 millones de euros. “Tendrán que asumir un incremento significativo en el precio”, nos advierten los constructores.

El Airbus A-400M será caro de cojones, pero es una joya: no sólo sirve para transportar hostilidad y muerte (soldados y armas). Los fabricantes aseguran que es “idóneo tanto para acciones militares como para misiones humanitarias y para el mantenimiento de la paz”. Mi conciencia está ahora mucho más tranquila. En un principio pensé que podrían haber empleado los 25.000 millones de euros en necesidades sociales más urgentes, pero la verdad es que no se me ocurre nada mejor que en “misiones humanitarias y para el mantenimiento de la paz”. ¡Qué labia tienen estos fabricantes de material bélico!

No me gustaría despedir el post de hoy sin anunciarles mi segunda aportación del día, desde el consumo irracional, a la recuperación de la economía. Ya sé que parte de mis impuestos se han invertido en el Airbus A-400M, pero soy insaciable. Quiero aportar más. A la economía, a la televisión, al periodismo y a la nutrición. Y a la tecnología. Todo de una tacada. Me voy a comprar la sandwichera de Trancas y Barrancas que vende El País. Una sandwichera, atención,  antiadherente, con regulador automático de temperatura y capacidad para dos bocatas moldeados con las originales caritas de mis hormiguitas preferidas. Un avión de electrodoméstico. El País ha quitado a mi columnista de televisión favorito (Enric González)… Pero a cambio, ¡qué pedazo de sandwicheras me está vendiendo!

Serán los 19,90 euros (y cinco cupones) mejor invertidos de toda mi vida. Una parte de esa cantidad irá a parar a Pablo Motos, dueño del copyright de los entrañables insectos sociales. Otra ayudará a sanear la deuda de PRISA. Los fabricantes de electrodomésticos recibirán su bocado. Y finalmente yo, con la satisfacción del solidario (Airbus y sandwichera), me comeré un par de bocatas calentitos con los divertidos caretos de Trancas y Barrancas. ¿Se puede pedir algo más a la vida?

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P.D.1

Dice ABC en su entrañable editorial del pasado sábado: “La labor social de la Iglesia la legitima, más que a ninguna otra organización, para valorar los daños que el aborto libre causa a la dignidad de la mujer”. Desconozco los conocimientos de una Iglesia de hombres sobre la dignidad de la mujer. Sin embargo su concepto de la dignidad del monaguillo está clarísimo: lean los informes de la  Comisión de Investigación que denuncia los abusos sexuales cometidos por la Iglesia católica de Irlanda entre 1975 y 2004. Un cura admite haber abusado de más de 100 niños. Otro sacerdote reconoce haber cometido abusos cada dos semanas a lo largo de su ministerio, que duró 25 años. Cientos de chicos en manos de curas sodomitas durante décadas. ¿Legitimados más que ninguna otra organización para valorar la dignidad de alguien? Me descojono. ¿Para cuando los informes de una comisión de investigación española?

P.D.2

“Yo trabajo en Intereconomía, y estoy muy orgulloso”, dijo un tal César, pelo engominado, mirada cetrina, en “La noria”. El presentador, el público, los invitados (incluso los que colaboran en Intereconomía), se tronchan de risa. Y es que el bueno de César defiende, pobre, el vídeo de su cadena en que dicen que los africanos, como son analfabetos, no se hacen la manicura y tienen altas temperaturas, no deben usar preservativos. Una mina tienen en “La noria” con este individuo, puesto que reúne todas las características para triunfar en el programa: extremista, ignorante, repetitivo, gritón, zoquete, necesitado de publicidad.

Fue marcharse César y llegar Jorge Javier Vázquez, flamante premio Ondas. “Mi compañero ha sufrido críticas muy duras que han puesto en duda su talento”, dijo Jordi González en la presentación. Se refería a que Carles Francino se negó a entregarle el premio y a que Emilio Gutiérrez Caba le acuso “de deshonrar el premio”.

Vázquez estaba dolido, el pobre. Y haciendo público  su dolor rellenó una horita de telebasura. A ver si va a ser por eso, por su falta de pudor, por lo que mucha gente no quiere verlo ni en pintura.

P.D.3

¿Por qué nos sorprende tanto el caso de Aminetu Haidar? Seguramente porque no terminamos de asumir que Marruecos es una dictadura. Lo mismo que sucede con Guinea Ecuatorial. La amistad del Rey con los dictadores marroquíes, y los negocios españoles con Teodoro Obiang, tienen mucha culpa de esta miseria moral.

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La marica de la tele

Jorge Javier, el presentador de “Aquí hay tomate”, quiere hacer creer a los televidentes que la gente le odia por ser homosexual. Éste fue su principal argumento durante una explosiva entrevista en “La noria”, enésimo excremento expelido por ese ojete televisivo llamado Telecinco. “Antonia San Juan, una tía que su mayor éxito fue hacer de travelo con la cara hostiada en una película… me llamó una vez ¨La marica de la tele¨”, dice, en un desesperado intento por ver homofobia donde sólo hay telebasurafobia. Jorge Javier, pobre, está confundido. A la gente no le repugna por ser homosexual. Le repugna porque es la almorrana que asoma por ese recto enfermo que dirige Paolo Vasile. Por ser la hemorroide que, como una cagarruta de buitre sobre la bandera del Japón, ensucia cada mediodía las pantallas. La zurraspa que pende, como un tarzán de pacotilla, de los pelos casposos de un ano revenido.

Durante la entrevista, Jorge Javier intenta mezclar churras con merinas, telebasura con homosexualidad. Como el escorpión, lleva el veneno en la sangre. Y se defiende acusando sin pruebas, sin nombres, sin sentido: “Hay un programa de televisión que me llama continuamente borracho… Pero yo trabajo en una productora en la que los jefes nunca proporcionan cocaína a los empleados para que trabajen mejor. En la que los jefes no aportan su dinero para comprar cocaína para fiestas”. Una manera como otra cualquiera de darse algo de vidilla, de convertirse por unas horas en mártir, en protagonista de otros programas de su cadena, en objeto de reseñas y críticas. Y revitalizar así un programa, el suyo, que agoniza.

Jorge Javier es un asco, sí, es verdad. Pero no por ser homosexual. “Se ha abierto la veda contra el gay de la televisión”, dice el muy sinvergüenza, ignorando que hay otros gays en la televisión a los que jamás importuna nadie. Ser homosexual, del Atlético de Madrid, de Logroño o del Círculo de Lectores no tiene nada que ver con lo que le pasa a un Jorge Javier que sólo pretende confundir al televidente, justificar su miserable trabajo, camuflar una profesión que le reboza cada mediodía en estiércol. La gente le abuchea hasta en el día del Orgullo Gay no por ser homosexual, sino por ser la cabeza visible de “Aquí hay tomate”, el programa que representa lo peor de la televisión actual. Le abuchean por mentir, acosar, injuriar, menospreciar, calumniar…

¿La mentira, el acoso, la injuria, el menosprecio y la calumnia tienen algo que ver con la homosexualidad? Nada en absoluto. Lo que pasa es que, como dijo Santiago de Mora-Figueroa, escritor y diplomático español, “La hipocresía y la culpa son hermanas gemelas”.

PD: Odio escribir sobre el Tomate. Hoy no he tenido más remedio: es el tema de actualidad. Pero prometo no volver a hacerlo hasta, por lo menos… el año que viene.