A María Dolores de Cospedal se le llena la boca de espuma cada vez que pronuncia la palabra “nazismo”. Y cuando habla de “fascismo” se le revuelven los intestinos, y su hígado segrega litros y litros de una sustancia verde que le inflama la vesícula biliar hasta alcanzar el tamaño de una sandía de Velada (Toledo, Castilla La Mancha). ¡Ella es la democracia en estado puro! Y si no ha desenterrado ya a los miles de españoles que permanecen en las cunetas es porque no está demostrado que sean víctimas del franquismo.
Cospedal odia cualquier tipo de totalitarismo. “En RTVE no manda Cospedal”, ha confirmado Julio Somoano, director de los servicios informativos de RTVE, para descojone de todos los ciudadanos con tan poco criterio como para ver un informativo de la televisión pública española. Y nada más terminar de nombrar a la número dos del Partido Popular, el bueno de Somoano se ha visto obligado a cesar a Cecilia Gómez, miembro de su equipo de dirección, después de que ésta enviara por error al Consejo de Informativos un documento en el que realiza un retrato ideológico y político de varios periodistas a los que ha espiado.
Lea usted la carta de Cecilia Gómez, y admire sus análisis de los profesionales que forman lo que denomina Comando Rubalcaba. Terminará de convencerse de que en RTVE no manda Cospedal. Ni de coña. Ni Saénz de Santamaría, ni Mariano Rajoy, ni nadie del Gobierno. En RTVE manda la democracia. Resulta evidente.
Para luchar, aún más, contra ese fascismo que tanto repelús le da, lo único que puede hacer Cospedal es lo que ha hecho Ignacio González, presidente de la Comunidad de Madrid, con Telemadrid: renunciar a producir otros programas que no sean informativos o debates. Es decir, emitir solo propaganda. Y refritos.
Telemadrid se ha quitado definitivamente la careta: les importa tres cojones la televisión como forma de entretenimiento, cultura u ocio. A partir de ahora, y después de poner en la calle a 861 trabajadores (de una plantilla formada por 1.161), solo van a ofrecer ideología. ¿Para qué gastarse el dinero en producir entretenimiento cuando lo que quieren es adoctrinar?
Señora Cospedal, adalid de la democracia, enemiga de nazismos, fascismos y toda clase de totalitarismos y choricismos… en cuanto acabe con la terrible terrorista Ada Colau métale mano a TVE, refugio del no menos peligroso Comando Rubalcaba, e inyecte en la televisión pública el carácter tolerante y plural de que hace gala como política. Es decir, elimine toda la programación menos los informativos. Y rellénelos con vídeos como éste…
Un motivo para NO ver la televisión
Lydie
Autor: Jordi Lafebre y Zidrou.
Editorial: Norma.
“Lydie” es la enternecedora historia de una niña que, pese a que muere al nacer, vive para siempre. Su madre dice que está allí, junto a ellos, comiendo y jugando, estudiando en el cole y examinándose en la universidad. Y nadie en el callejón del bebe con bigote se atreve a llevarle la contraria.
El guión de Zidrou es simplemente brillante, por la manera sutil de contar una historia basada en la magia. No es fácil explicar un milagro. Los dibujos de Jordi Lafebre son simplemente inmejorables. Siempre eficaz, tanto en la ambientación como en la creación de los personajes, de sus rostros y expresiones, en algunos momentos crea ilustraciones memorables. Como las viñetas de un bar visto desde ángulos contrarios. O las ausencias de Lydie: no es fácil dibujar un fantasma.
Una inolvidable historia de amor colectiva, de solidaridad infinita, de bondad callejera. Buena gente la que vivía a comienzos de los años 30 en el callejón del niño bigotudo.