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El partido de la vergüenza

Solo hay una cosa peor que un fin de semana sin liga de fútbol: un fin de semana con la selección española de fútbol jugando un partido amistoso en Guinea Ecuatorial. Primero porque se trataba de una pachanga de ínfimo nivel, sin ningún interés ni para futbolistas ni para espectadores. Y segundo, y más importante, por lo que tiene de vergonzoso hacerle el juego a un dictador terrible como es Teodoro Obiang Nguema Mbasogo. Guinea Ecuatorial es, según Naciones Unidas, uno de los cuatro países más ricos del mundo gracias a la exportación de petróleo. El PIB de Guinea ha crecido a lo largo de los últimos quince años de manera exponencial, pero toda la riqueza está controlada por el presidente y su familia: mientras el 80% de la población, alrededor de 800.000 personas, vive en estado de pobreza extrema, Obiang se ha convertido en el líder africano con más años en el poder y con una mayor fortuna personal (450 millones de euros, según Forbes).

“Ni falta que hace decir que estamos en contra de todas las dictaduras, pero el deporte está por encima de todo”, dijo el presentador de Telecinco Manu Carreño minutos antes de que comenzara el partido. “Emocionante cómo los guineanos están cantando su himno”, afirmó el locutor de campo. “Y es que fútbol es fútbol”, sentenció Kiko, uno de esos ex futbolistas reconvertidos en comentaristas capaces de realizar análisis tan originales y de tan gran nivel.

Fútbol es fútbol, de la misma forma que dictadura es dictadura o que pobreza es pobreza. Enviar a la selección española a jugar a Guinea Ecuatorial es una indecencia, un escándalo: el Gobierno de Obiang ha utilizado el partido para ofrecer una imagen de falsa prosperidad, de normalidad. Human Rights Watch y otras organizaciones de defensa de los derechos humanos habían advertido que ese partido solo serviría para publicitar una de las dictaduras más duras del planeta. España ayuda a vender la imagen del tirano, desprecia a la población guineana que sufre y lucha contra la dictadura, y demuestra que el fútbol profesional es un deporte de descerebrados: “la política no es lo nuestro”, “Nosotros jugamos donde nos mandan”  o “No hay que mezclar política con deporte” son algunas de las justificaciones de los jugadores antes del encuentro.

John Carlin, periodista de El País, resumió el conflicto diciendo que se trata de un equipo, el español, “con una imagen ejemplar obligado a rebajarse al nivel de los políticos”. Estoy de acuerdo, pero hasta cierto punto. No deja de sorprenderme que no exijamos a los deportistas de élite, de los cuales queremos conocer hasta los más pequeños detalles, ciertas responsabilidades políticas, determinados compromisos sociales, algunos comentarios interesantes. Son personajes muy populares, que arrastran a millones de seguidores, muchos de ellos jóvenes, con grandes y millonarios patrocinadores… pero sin cerebro, vaya por dios, para las cuestiones importantes.

¿Ha jugado La Roja en Malabo por dinero? La Federación Española de Fútbol asegura que no, que de ninguna manera: en un alarde de altruismo, han perdonado el caché de la selección, que varía entre 1,5 y 3 millones de euros.  Entonces, ¿Qué ha podido llevar a España a realizar semejante pantomima? ¿Por qué hemos colaborado con un sangriento dictador? ¿Por qué hemos ayudado a limpiar la imagen de uno de los regímenes más corruptos del mundo?

Pues seguramente la culpa es de la ignorancia, la falta de sensibilidad y la total ausencia de sentimientos solidarios. Nuestro sentido democrático, reconozcámoslo, aún deja mucho que desear. Somos un país en el que aún hay plazas dedicadas a Francisco Franco o a los caídos por España. Un país que sigue sin reparar a las víctimas de uno de los bandos de su guerra civil. Un país que soporta impasible que sus políticos coloquen cuchillas en la verja de la frontera de Melilla. Un país al que aún le cuesta diferenciar entre democracia y dictadura.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Terror en la casa embrujada…

Fútbol

Cuando un hombre ve más de cinco partidos de fútbol en una semana se le puede considerar intelectualmente muerto, sin vida cerebral. No es un chiste feminista, es la cruda realidad. Ahí tienen a Rajoy. Le cuento esto porque esta semana nuestra televisión está que lo tira: ni un solo día sin partido de liga. De lunes a lunes, fútbol cada tarde-noche en la pantalla. Futboleros, disfruten de esta sobredosis porque los tiempos están cambiando y lo bueno no dura siempre.

En el PP dicen que el partido en abierto es intocable, pero también dijeron durante la campaña electoral que “lo que necesita España no es facilitar el despido sino fomentar la contratación”. Y el gran Pedro J deja caer en la redes sociales una de esas noticias que hacen que El Mundo sea competencia directa de El Mundo Today: “Una televisión siria acusa al Barça de colaborar en el contrabando de armas”. Con dos cojones.

¿Dispara Messi con fuego real? No, son fuegos artificiales. En el fútbol español la verdadera noticia, la chicha, no está ni en los goles de Messi, ni en el ego de Mouriño, ni en el amarillismo de Pedro J. Está en la deuda. Los clubes deben a Hacienda 752 millones de euros, 150 millones más que hace cuatro años. Si usted es charcutero, y no paga a la Agencia Tributaria, en cuatro días tiene las cuentas embargadas y a la policía llamando a la puerta de su casa para decomisarle las barras de choped. Sin embargo, si usted es presidente del Atlético de Madrid, el equipo más endeudado de España (120 millones de euros), le mandan a la policía, sí, pero para poner orden en las entradas y salidas del estadio, y le darán una palmada en la espalda cuando, siendo tan sumamente moroso, se gasta 40 millones en Falcao.

¡Plof! Esto huele a burbuja. Y eso que el 85% de la deuda de los equipos está aplazada, en virtud de diferentes acuerdos alcanzados por los dirigentes de los equipos con la Agencia Tributaria. Que sea el charcutero quien pide el aplazamiento…

P.D.

Hablando de plofs y charcuteros: Jaume Matas condenado a seis años en el primer juicio del “caso Palma Arena”. ¿Amnistía o quince días en chirona? Se admiten apuestas.

La cosa no termina ahí. Antonio Alemany, periodista, ha sido condenado a tres años y nueves meses por prevaricación, falsedad, malversación de caudales públicos y tráfico de influencias. Entre 2003 y 2007 Alemany recibió casi medio millón de euros de Matas, como pago por escribirle los discursos y alabarle en el diario El Mundo. Por una u otra razón, este Pedro J es la salsa de la profesión…

 

Un motivo para NO ver la televisión

Alí y Nino

Autor: Kurban Said.

Editorial: Libros del Asteroide.

La faja publicitaria de este libro podría tener un efecto contrario al buscado: que algún lector potencial se asustase al leer frases como “El libro más importante de la literatura de Azerbaiyan” o “Ambientada en Asia a principios del siglo XX”. Tranquilos. “Alí y Nino” es nada más y nada menos que una historia de amor, de corte clásico pero con una sorprendente modernidad en sus planteamientos, reflexiones y conclusiones. Y una excelente traducción: “Todas las tardes, las muchachas van a la fuente. Todas las tardes, al fondo de la plaza, están sentados los hombres jóvenes, y así es como nace el amor en Oriente”.

“Alí y Nino” es la historia de amor entre el aristócrata musulmán Alí y la princesa ortodoxa Nino. Pero también un libro de aventuras y de viajes, de conflicto y de convivencia, de supervivencia y de tolerancia. “Aquí estamos, los representantes de los tres mayores pueblos del Cáucaso: una georgiana, un musulmán, un armenio. Nacidos bajo el mismo cielo, soportados por la misma tierra, distintos y a la vez uno: como las tres personas divinas. A la vez europeos y asiáticos, recibimos de Occidente y de Oriente, y a los dos damos”.

Un gran cuento, con una pareja protagonista y varias culturas actuando como extras, que fascinará a quienes disfrutan con Las mil y una noches, pese a no derrochar sexo y fantasía. Y tener lugar durante la primera guerra mundial en Bakú, ciudad a orillas del Caspio próspera gracias al petróleo. Buena culpa la tiene el ambiente exótico, tan rico como la encrucijada de nacionalidades que circulan por estas páginas inagotables: musulmanes, armenios, cristianos, judíos… Conviven a duras penas, luchan por lo que consideran suyo, y hasta tienen tiempo para el humor: “Entonces mi padre se levantó, me cogió la mano y dijo, con una voz súbitamente temblorosa y ahogada: ´Pero una cosa te suplico: ¡No te metas en política! Haz lo que quieras, pero nada de política`”.

Una pequeña obra maestra.

Pincha para leer el primer capítulo

El partido del domingo

Escribo este texto a las nueve y cinco de la noche del domingo, hora en que debería estar viendo el partido de fútbol de primera división de Canal +. Estoy cabreado, porque yo me hice socio de este canal de televisión de pago exclusivamente por ese partido: para una triste noche de domingo, con el fin de semana agonizando, recogido en casa, con la niña duchada, cenada y con los deberes hechos, no hay nada mejor que un buen bocadillo (de tortilla de cebolla, tomate, pimiento, jalapeños, queso y bacon), una cerveza Alhambra y un partido de primera división. Pues no. El domingo por la noche no hay partido en Canal +.

El viernes el diario El País dedicaba su sección “Pantallas” al nacimiento de Yomvi, una nueva plataforma de Canal + que permitirá a los socios ver los contenidos en el ordenador, teléfonos inteligentes y videoconsolas. Una página de publicidad pagada a precio de información. Además, yo no quiero ver los contenidos de Canal + en el ordenador, el teléfono inteligente o la  videoconsola. Yo solo quiero ver mi partido de fútbol del domingo a las nueve de la noche.

Quizá el post de hoy le esté pareciendo superficial. Con la que está cayendo, yo preocupado porque Canal + me rapiñe el partido de los domingos o El País me venda como información un burdo anuncio de su propia cadena de pago. Tiene razón: es un post superficial que intenta desengrasar un fin de semana realmente intenso. Por un lado, el éxito de las protestas que, desde diferentes lugares del planeta, han reclamado un cambio global. Desde la Puerta del Sol, los indignados iluminan el mundo. Por otro, por la proximidad cada vez mayor de una losa que amenaza con aplastar el estado de bienestar, la cultura y la salud públicas, y la inteligencia: “el PP consolida y hasta amplía su mayoría absoluta”.

¿Estuvo usted en alguna de las manifestaciones del sábado? ¿Cree que siempre son los mismos los que pagan los platos rotos? ¿Piensa que nuestros políticos son una lacra? ¿Le preocupan los recortes en los servicios públicos, como la enseñanza o la sanidad? ¿Está indignado? Pues sepa usted que es de extrema izquierda, marginal y antisistema. No lo digo yo, cuidado, lo dice todo un ex presidente del Gobierno en una entrevista concedida al diario ecuatoriano El Universo. Pregunta: “¿Califica de marginal al movimiento de los indignados?”. Aznar: “Es extrema izquierda marginal antisistema”.

Necesito el partido de fútbol de los domingos…

Descodificadores sin fronteras

Lo advirtió Duran i Lleida, quizá mientras un camarero ecuatoriano le servía un café con leche en su suite del Hotel Palace: “En España hay más inmigración de la que debería haber”. Tanta es esta inmigración, y resulta tan incómoda para algunos, que hasta los descodificadores de televisión van a ser forasteros, según informaba ayer la web del diario As: “comprar un descodificador extranjero para ver en televisión partidos de fútbol de las competiciones domésticas es legal bajo las normas comunitarias”, tal y como dicta una sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (UE). La información, que desapareció por arte de magia del diario As (editado por el grupo Prisa, dueña del 56% de Canal +, plataforma con fútbol de pago), podía seguir leyéndose en otros medios sin intereses en el fútbol de pago. Así de independiente es nuestro periodismo…

La noticia afecta sobre todo a los bares, muy quemados con el precio de los partidos y los cambios de horarios: el pasado domingo el Real Madrid jugó de diez a doce de la noche, demasiado tarde para muchos clientes habituales. A Colás, el propietario del bar de mi pueblo, no le resultó rentable contratar ese partido… A Karen Murphy, propietaria de un pub en Portsmouth (Reino Unido), le pasaba algo similar, y por eso comenzó a emitir fútbol en su establecimiento utilizando un descodificador griego. Fue multada en numerosas ocasiones, pero tras una larga batalla los tribunales le han dado la razón.

Los extranjeros, incluidos los descodificadores, son legales. Los jueces consideran que este tipo de limitaciones geográficas van en contra del mercado único europeo y que, por tanto, toda normativa nacional que prohíba importar, vender o utilizar tarjetas descodificadoras extranjeras “no puede justificarse ni con el objetivo de proteger los derechos de propiedad intelectual, ni con el objetivo de incentivar la presencia de público en los estadios de fútbol”. La venta en exclusiva de los derechos para emitir el fútbol país por país puede ser ilegal, según el Tribunal.

¡Se acabó el monopolio de la venta de equipos y servicios de televisión! Más competencia, menores precios… Contratar un descodificador griego, o portugués o italiano ya es legal.

Un motivo para NO ver la televisión

Will Hoge.

Cd: Nº 7.

Enorme, descomunal, grandioso quinto álbum de Will Hoge, el cantautor de Nashville. Once canciones repletas de inspiración y fuerza que, producidas con enorme respeto por las guitarras y las voces, suenan a gloria. Ecos del primer Springsteen, sin duda, pero también el sabor de Otis Redding y Eddie Hinton, las guitarras flotantes de David Lindley, el sonido de las grabaciones de los estudios de Alabama…La prodigiosa garganta de Hoge, un cantante y compositor blanco con raíces vaqueras pero tonalidades negras, hace el resto. Una obra maestra. Puro Rock & Soul.