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Protagonistas

Luis del Olmo dice que ha sido desplumado. Y ha convertido el trágico suceso en noticia de portada, contando su  melodramática historia ante un foro de atónitos estudiantes de periodismo: “Soy probablemente el profesional que más dinero ha ganado en la radio. Pero hace mes y medio, el administrador de mis bienes, que era un hombre de mi amistad, que tenía hasta las llaves de mi casa, me ha hecho una estafa de muchos millones de euros. El 75% de lo que tenía ahorrado y que tenía previsto algún día para mis nietos”. Imaginen los lagrimones de los chavales: por si no tenían bastante con la crisis del periodismo, con los contratos basura y los despidos salvajes, ahora llega Del Olmo y les coloca una de Dickens con todos los ingredientes del buen melodrama. El triunfador desgraciado, el amigo traidor, unos nietos en la indigencia…

“Ese hijo de la gran perra se ha llevado el 75% de mis ahorros”, insiste el veterano locutor refiriéndose a su ex administrador, editor de la revista Don Balón. Del Olmo segura que le han limpiado alrededor de siete millones de euros. ¡Siete millones de euros! Los nietos tienen que estar arrancándose los pelos a manojos. Afortunadamente, en una entrevista concedida a “Espejo Público” (Antena 3) nuestro estafado amigo lanzó un mensaje para tranquilizar a sus seguidores: “Bueno, tampoco estoy en la ruina, todavía me quedan cuatro duros para irme a Ponferrada a tomar un botillo”.

Tengo que confesar que me preocupa más perder el bono metro, y solo me quedan dos viajes, que el hecho de que a Del Olmo le hayan limpiado siete millones de euros. ¿Qué puede llevar a toda una estrella, viejuna pero estrella, de la radio, a desnudar sus miserias ante la humanidad? Un ego del tamaño de la cordillera del Karakórum.

Algo parecido sucede con Mercedes Milá, una mujer adicta al protagonismo incluso en las circunstancias más trágicas. Ayer se podía leer en la portada de la  web de Telecinco, junto a la foto del beso de Risto a Corbacho o las imágenes de Chiqui tocándole el culo a Jorge Javier, una frase melodramática: “mi padre ha muerto y quiero compartir su fin con vosotros”. Perdón… ¿con nosotros? ¿conmigo?

Mercedes Milá puede compartir su dolor con quien quiera y a través del medio de comunicación que quiera, faltaría más. Pero también a mí, faltaría más,  puede parecerme obsceno leer sobre un hecho tan íntimo en un entorno tan frívolo, tan superficial, tan comercial.

La humildad y la discreción son virtudes cada día más admirables. Incompatibles, me temo, con unos profesionales que reclaman, como muy bien supo ver el estafado Luis del Olmo, no dejar de ser jamás protagonistas.

 

Un motivo para NO ver la televisión

El leopardo del Atlas

Autor: Pancho Purroy.

Editorial: Edilesa.

Francisco José Purroy Iraizoz es un zoólogo navarro que ha viajado mucho, ha conocido a grandes biólogos e investigadores, ha visto cientos de bichos fascinantes, ha estudiado el comportamiento de muchos de ellos y ha escrito un libro sobre sus correrías por el mundo. Podríamos afirmar que Purroy es, para que usted me entienda, un George Schaller español.

Lo mejor que puedo decir de “El leopardo del Atlas” es que descansa en mi estantería dedicada a las obras de los grandes naturalistas-escritores de campo. Es decir, junto a Peter Matthiessen, Gerald Durrell o el ya nombrado Schaller. Es un libro de aventuras protagonizadas por el autor, y también por animales tan fascinantes como Salsero, un oso pardo legendario, o el reencontrado leopardo del Atlas marroquí. Investigaciones importantes, sobre las amenazas a los lobos o a los grandes plantígrados ibéricos. Pero  también batallas con la administración, notables juergas y decenas de anécdotas singulares, sinceras y emocionantes de un entusiasta e incansable hombre de campo. Un placer primitivo y salvaje.

 

Filantropía

Escuchar a Bill Gates, de visita estos días por Madrid, ha sido realmente emolumento. Perdón, a veces falla el corrector automático de Windows… Quiero decir que Escuchar a Bill Gates, de visita estos días por Madrid, ha sido realmente emocionante. Desde su suite en el hotel Palace el creador de Microsoft ha dado doctrina solidaria, “las ayudas deben destinarse a los más pobres, no a países como Perú”, e incluso le ha proporcionado a Rajoy la receta para salir de la crisis: “con un paro tan alto ¿por qué no bajan los salarios en España?”.

Estamos ante uno de los hombres más inteligentes e influyentes del mundo, qué duda cabe, y por eso cdkks jjerlel zjiod.mxc Ghns muUUnn. Perdone, pero se me acaba de bloquear el Windows Vista. A ver, esc, nada, reinicio, nada, apago a lo bestia y… ¡aaaaaaahora! Seguimos… Le decía que estamos ante uno de los hombres más inteligentes e influyentes del mundo. Por eso me extraña que siga buscando fondos para su altruista organización cuando, en su charla con nuestro presidente del Gobierno, ofreció la solución a todos los males planetarios. “Con un paro tan alto ¿por qué no bajan los salarios en España”, sugirió Gates. Bien, pues con aplicar este ingenioso método al resto de problemas, todo arreglado. Con unas hambrunas tan descomunales, ¿por qué no comemos menos? Con tantas enfermedades mortales ¿por qué no dejamos de ir al médico?

Bill Gates es uno de esos empresarios filántropos mágicos, especiales, iluminados, que nacen de Pascuas a Ramos. Otro es Ruiz Mateos. Todo el tinglado de Microsoft está muy bien, de acuerdo, vamos a reconocer las cosas de fuera… Pero no me negará usted que, después de la que lió con la primera Rumasa, hay que tenerlos muy bien puestos para “utilizar el dinero de Nueva Rumasa para aportar capital a sus sociedades patrimoniales y mantener así su alto nivel de vida” (según el auto de dictado). El de Ruiz Mateos sí es un sistema operativo de vanguardia, y no el Windows 7. Ayer el empresario gaditano, Marqués de Olivara, ofreció una entrevista en el programa “Espejo Público” (Antena 3) que hizo palidecer de envidia a los mismísimos Faemino y Cansado.

“Soy muy malo… hago cosas sucias, puercas, feeeeeeeas…”, decía el empresario arrastrando la voz y abriendo mucho los ojos, como si fuese Halloween. Evidentemente el hombre no está en sus cabales. Con 80 años, la salud debilitada y mirada de lunático, tiene aspecto de inofensivo abuelo cebolleta. Otra cosa es cuando se trata de diseñar un fraude con pagarés. Ahí el abuelete se viene arriba y se convierte en una fiera.

“Estoy muy bien de salud y de indignación”, aseguró con voz de boxeador sonado, interrumpiendo una y otra vez a una Susanna Griso que intentaba cortar el enloquecido monólogo. “No pierdo mi tiempo en contestar chorradas. ¿Es usted sorda? No me haga preguntas de quinta, pongan ahí a una profesional buena. Si un hijo mío pisa un escalón de la cárcel entonces daré nombres y detalles”. Y así durante un buen rato, ante la fingida indignación de Griso y de su equipo, este último tremendamente ofendido por la falta de coherencia del anciano. No entiendo la sorpresa: Ruiz Mateos lleva así de deteriorado muchos años, y ese punto de locura es lo que atrae a la audiencia, lo que le convierte en carne de televisión. Si buscaban serenidad, análisis o cordura deberían haber invitado a Bill Gates, que sí hubiese estado a la altura intelectual y moral de Albert Castillón y Roberto Leal, periodistas de élite dentro del equipo de primer nivel de “Espejo Público”.

Un motivo para NO ver la televisión

Doctor Glas

Autor: H. Söderberg.

Editorial: Alfabia.

El protagonista de nuestra historia es un médico sueco de 30 años que no ha conocido mujer. Mal empezamos. Añádanle un estado anímico irregular, con momentos de terrible tristeza y otros de simple tristeza. Y dificultades para relacionarse con los demás. Y tendencia a la filosofía introspectiva. Y… Este es el doctor Glas, todo un personaje.

“Queremos tenerlo todo, queremos serlo todo. Queremos gozar de toda felicidad y ahondar en todo sufrimiento. Queremos el patetismo de la acción y la paz del contemplativo. Queremos a la vez la tranquilidad del desierto y el tumulto de la plaza. Queremos ser al mismo tiempo la idea del solitario y el grito de la masa, ser a la vez melodía y acorde. ¡A la vez! ¡Si fuera posible!”, escribe Söderberg.

La eterna insatisfacción, y otros detalles grises de la condición humana, hacen que Glas reflexione desde su consulta, o su casa, e intente hacer el bien. A su manera, no siempre correcta.

Un libro generoso, de pequeño tamaño y descomunal contenido, que debió resultar muy aventurado y valiente en el momento en que se publicó (comienzos siglo XX). Sus comentarios sobre la religión, el sexo o la moral seguirán ofendiendo hoy día a algunos meapilas: “Hacía muchos años que no entraba en una iglesia. Recordaba que a los catorce o quince años me había sentado en aquellos mismos bancos y los dientes me rechinaban de furor contra el gordo sinvergüenza que hacía de espantapájaros en el altar, y yo pensaba que a semejante farsa le quedaban veinte años de supervivencia, treinta a lo sumo”.

Pecadores

“La religión nunca debe olvidarse porque entonces los pecados perderían su gracia”. Reynaldo Arenas.

Juan Antonio Martínez Camino, portavoz de los obispos españoles, tiene muy claro el tema de los abusos a menores perpetrados por sacerdotes: “Es comprensible porque todos somos pecadores”. La frase es corta, apenas tres palabras, pero transmite a la perfección el arrepentimiento de la Iglesia católica, y zanja de una vez por todas los problemas de esta organización con la pederastia. Un cura sodomiza a un alumno… pero ¿quién no se ha colado alguna vez en el metro? Un obispo eyacula copiosamente sobre las manos de un monaguillo… pero seguro que usted ha mirado alguna vez con ojos libidinosos las tetas de su pescadera o el culo de su cuñado. Todos estamos en el mismo barco: pecadores, a fin de cuentas. Vengo escuchando esta repugnante teoría desde que tengo uso de razón…

El pecado es, según el catecismo básico, una falta contra la razón, la verdad y la conciencia recta que nos aleja del Señor. En el colegio me dijeron que el peor pecado era la soberbia de negar a Dios, pero no acabé de creerlo: siempre me pareció mucho más espantoso morder la hostia, el sagrado cuerpo de Cristo. Posteriormente me tranquilizó saber que el pecado era, atención, motivo de alegría, puesto que descargaba a Dios de toda responsabilidad sobre los posibles errores cometidos en la fabricación de sus hijos defectuosos. El todopoderoso nos creó a su imagen y semejanza, pero si resulta que tú has nacido torcido y eres un nazi asesino hijo de mil zorras sarnosas, la culpa es tuya y sólo tuya. En cualquier caso, tranquilos porque finalmente Dios, en su bondad infinita, nos perdona a todos. Al que se cuela en el metro, a los que miran las tetas de su pescadera o el culo de su cuñado, al que sodomiza al alumno y al que se corre encima del monaguillo. Incluso al nazi asesino hijo de mil zorras sarnosas.

Solucionado el tema de la pederastia en la iglesia católica, aclarado el concepto “pecado”, me gustaría rebajar el nivel del blog hasta el subsuelo y hablar de televisión. Tienen que ver a Isabel Sartorius ejercer de reportera intrépida en Antena 3…

La promo del programa “Espejo Público” es excitante: “Isabel Sartorius se enfrenta a su reto más difícil”. ¿Regresa con Felipe y tiene que eliminar a Leti? ¿Cuenta en directo si al príncipe le gustaba hacer el salto del tigre? ¿Se dispone a leer un libro? No, mucho peor. El gran reto de Isabel, periodista todoterreno, es que se dispone a entrevistar a la madre de un peligroso toxicómano. “Es adicto”, dice mientras se dirige a la casa de una mujer cuyo hijo fuma. ¿Crack? ¿Basuco? ¿Cocaína? No, nada más y nada menos que porros. “Cuando se coloca, como dice él, le cambia el carácter”, confiesa la desolada madre.

No es suficiente. Sartorius es ahora reportera en un programa de telebasura y debe dar espectáculo. Su pieza se llama “Hijos de la droga”, y aprieta a la madre para que el reportajillo se venga arriba: “Mari Carmen tiene un hijo toxicómano que ni estudia ni trabaja, y no sabe cómo ayudarle. ¿En quién te apoyas? Si es que no puedes más… Tienes miedo a que tu hijo no pueda salir de la droga”. La madre llora, ¡prueba conseguida!


Sartorius es, reconózcanlo, una periodista de tomo y lomo. “De mujer a mujer… tienes que prometerme que no vas a perder la esperanza”, le dice a la madre, que a estas alturas de programa comparte plató con un politoxicómano auténtico que no tarda en contar todas sus miserias.

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Dos motivos para NO ver la televisión

Hoy música gratis. Dos discos para descargar, el primero es un EP de una banda de canadiense  llamada The Caretackers. El segundo, seis temas de una cantautora llamada Kelly Knieser, miembro del grupo Glossary. Buena música, inmejorable relación calidad precio…

–        Pincha: EP de The Caretackers.

–        Pincha: EP de Kelly Knieser.

la ley de la televisión

“Me han dado un codazo en la boca… es el afán persecutorio del partido socialista… la persona que se ha querellado contra mí quiere hacer caja”, dijo entre risas el ex secretario de Estado para la comunicación Miguel Ángel Rodríguez en el programa “Espejo Público” (Antena 3). Se refería a que el fiscal ha pedido para él dos años de cárcel y 20.000 euros de multa al considerar injuriosas las declaraciones que hizo, poco después de que la Audiencia de Madrid archivase el caso de las supuestas sedaciones ilegales masivas en el hospital Severo Ochoa de Leganés, en el programa “59 segundos” (TVE). Rodríguez dijo del doctor Luis Montes: “El que decide matar a alguien es un nazi…Si alguna vez caigo en manos del doctor Montes o de sus secuaces, por favor llamen a la policía”.

“Durante algún tiempo nos hemos dicho en televisión auténtica barbaridades, a mi me han llamado fascista, lo que pasa es que la cosa quedaba ahí”, aseguró un Rodríguez que considera que llamarle fascista es una barbaridad, pero llamar nazi al doctor Montes no. Rodríguez basa su defensa en un inquietante código televisivo: lo que se dice en la tele, queda en la tele. Alguien debería explicarle algunos detalles fundamentales de este medio de comunicación, como la presencia al otro lado de la pantalla de miles de telespectadores que escuchan los rebuznos que tienen lugar en los platós. O que la víctima de sus insultos se encuentra en clara inferioridad de condiciones mediáticas, puesto que no tiene nada que ver con su mundo de tertulias, insultos y ladridos. Montes no es comentarista o mamporrero de Aznar. Es “sólo” médico.

La jauría que le acompaña en el plató de Antena 3 saltó de inmediato en su defensa. En la de Rodríguez, claro. “Quiero dejarle claro mi apoyo. Aquí nos decimos de todo, todos los días, y eso es la libertad de expresión”, dijo un Raúl del Pozo con una visión muy particular de la libertad de expresión. “Estamos contigo a muerte. El doctor Montes me parece un personaje nefasto. Y está ahí porque no había pruebas para condenarle, cuidado”, advierte Francisco Marhuenda, un director de La Razón que parece tener claro que, incluso sin pruebas, debían haber condenado a Montes.

Creo entender que estos simpáticos tertulianos pretenden que la televisión tenga leyes propias, al margen de las que rigen las vidas del resto de los mortales. Las leyes de la tele, una jungla audiovisual desde la que los elegidos, una clase superior, puedan  despellejar al resto de la humanidad con absoluta impunidad y en nombre de la libertad de expresión.

Sembrar el odio desde los medios de comunicación es repugnante. Algún día tal vez sea incluso ilegal. En Ruanda ya lo es…

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P.D.1

Por si no les había parecido suficientemente sórdida y marginal la presencia de Rodríguez y sus colegas, en “Espejo público” (Antena 3) tenían una sorpresa: la Chon, una gitana de 28 años y 165 kilos de peso. “Es el nuevo fenómeno en internet, la estrella de la red”, dicen, utilizando términos que podrían recordar a la presentación circense de la mujer barbuda o el hombre elefante.

Chon dice que le molesta el famoso vídeo, que ya tiene más de 100.000 descargas, pero pese a todo lo emiten en el programa una y otra vez. Yo se lo voy a evitar: sólo incluye burlas a una mujer obesa que come de manera compulsiva. Pero para que se den cuenta de la estupidez y la ignorancia de la presentadora les reproduzco parte del diálogo que mantuvieron Susanna Griso y la Chon.

–        ¿Qué has desayunado hoy, Chon?

–        Dos vasos de agua, un vaso de leche y dos donuts.

–        Pero eso es malísimo, un atentado contra la salud.

¿Un vaso de leche, dos de agua y dos donuts un atentado para la salud? “A ver si es verdad que se pone a dieta. La vamos a hacer un seguimiento a la pobrecilla”, dice Griso. “Ella se lo pasa bien comiendo”, sentencia Mariñas.

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P.D.2

Inolvidable momento etílico en Telemadrid…

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Un motivo para NO ver la televisión

Joe Grushecky

Cd: East Carson Street.

Grushecky es un Springsteen de serie B. Es decir, un cantautor eléctrico creíble, que escribe y graba canciones musculosas y honestas, y las defiende sobre el escenario con la energía de un titán. Pero sus temas no son tan redondos, o si lo prefiere tan inspirados o comerciales, y por eso se mantiene en una discreta segunda fila. Lo cual no le resta ningún mérito: he visto conciertos de Grushecky mejores que algunos  de Springsteen.

En cualquier caso, la rivalidad no podría existir: el de New Jersey y el de Pittsburgh son buenos amigos, tanto como para que el primero colabore en este disco recio y de sonido guitarrero clásico. Pero aún mejor noticia que la edición del disco es la visita de Grushecky a España para presentarlo: esta noche estará en Madrid (Moby Dick, 21.30), mañana miércoles en Valencia (Wah Wah, 22.00), el día 14 en Manresa (Sant Joan de Vilatorrada, 21.30) y el 15 en Palma de Mallorca (Costa Club, 22.00). Le acompañan Los Madison, una de las mejores bandas madrileñas del momento.

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