You are currently browsing the El Descodificador posts tagged: Bárcenas


Si yo fuese del PP…

Carolina Ferre, presentadora de la gala para elegir la canción de Eurovisión emitida por TVE, improvisó un chiste con una onomatopeya: mientras abría uno de los sobres con las votaciones simuló el clásico pitido censor utilizado para ocultar tacos y palabras malsonantes. “Por favor, que entre el piiiiii… sobre”,  dijo. Y abrió el clásico artefacto de papel utilizado para introducir en su interior cartas, tarjetas, billetes u otros documentos. Tronchante, ¿verdad?

Pues si yo fuese del PP estaría indignado. ¡Cómo se pueden hacer desde una televisión pública bromas políticas, sobre el partido en el Gobierno, con la que está cayendo! Una ola de frío sacude el país y nuestros presentadores distrayendo la atención de la ciudadanía con chascarrillos sobre el ex tesorero del partido que supuestamente gobierna. Una vergüenza. Afortunadamente no todos los trabajadores de la televisión pública son igual de irresponsables: el Telediario de mediodía de ayer arrancó con el Papa, como dios manda.

Un monográfico sobre el santo padre, con media plantilla de la televisión pública desplazada a Roma para contarnos, atención, el penúltimo día del corresponsal de dios en la Tierra. En riguroso directo, Ana Blanco contó una serie de anécdotas, dio paso a algunos reporteros, y entre unas cosas y otras rellenaron medio informativo. Todo el tiempo que le dediquemos al Papa no se los tenemos que dedicar a Bárcenas, pensaría Julio Somoano, director de informativos, siguiendo criterios estrictamente periodísticos. Los resultados no se han hecho esperar: El nuevo Consejo de Informativos de TVE ha advertido a Somoano, en su primera reunión, de la caída de audiencia de los telediarios, de injerencias injustificadas de la Dirección de Contenidos y del desprestigio de programas clásicos como Informe Semanal.

Si yo fuera del PP estaría indignado con la gala de Eurovisión en la que se burlan de los sobres del PP. ¡A estas alturas todavía con los sobres! ¡Por favor! Ese tema está superado. Ahora lo suyo es bromear con el trabalenguas de Cospedal, las amenzas de Montoro, los silencios de Rajoy… Con las mentiras de todos ellos. Y por supuesto, con la indemnización que tendremos que pagar a Bárcenas por despido improcedente. Divertido, ¿no es cierto? Serían 894.603,36 euros, y he dicho “tendremos que pagar” porque, al financiarse el Partido Popular en un 95% mediante subvenciones públicas, la pasta saldría en esa proporción de los bolsillos de los españoles.

Si yo fuese del PP…

 

Un motivo para NO ver la televisión

Saliendo de la estación de Atocha.

Autor: Ben Lerner.

Editorial: Mondadori.

Esta es la historia de Adam Gordon, un joven norteamericano que arrastra por España sus obsesiones, sus falsedades, sus pastillas tranquilizantes, sus huevos de hachís, su falso proyecto poético y sus interminables y complejas dudas existenciales. Vive cerca de la Plaza de Santa Ana, disfruta de una beca, habla un castellano penoso y tiene un concepto irregular, a veces lamentable, de sí mismo: asegura ser “un mentiroso compulsivo, bipolar y violento”.

Con el Madrid que vivió el 11-M como telón de fondo, un Lerner entre tronchante y filosófico reflexiona sobre el arte, la poesía, las estructuras sociales, la amistad o la familia. En ocasiones puede parecer superficial y hasta frívolo, pero solo se trata de un espejismo: el narrador de Kansas escribe tan bien que es capaz de jugar con el lector, de llevarle de la mayor estupidez a la verdad más grande en un par de frases. Jonathan Franzen dice que es una novela “llena de vida”, y como es habitual tiene razón. Adam Gordon es un devorador de sensaciones.

“La novela es una mezcla de experiencia autobiográfica y pura ficción”, cuenta Ben Lerner en una entrevista. “Empecé a escribirla en el año 2009. Hace poco terminé mi tercer libro de poesía, así como una serie de ensayos críticos. Creo que la novela me atrajo más por la forma, en el planteamiento, ya que me permitió plasmar mis ideas acerca de la poesía y lo poético y colocarlas en el mundo (insertándolas en la vida de un personaje y viéndolas extenderse a otros ámbitos de su experiencia). Adam Gordon es como una versión exagerada de mi mismo pero más joven (una mezcla de neurosis y de idealismo). Él está tratando de dar sentido a su propia identidad, a su presencia en un mundo donde los límites entre realidad y ficción son cada vez más borrosos”.

Una estafa llamada TDT

El Gobierno de España, esa banda a la que un tal Bárcenas tiene cogida por las pelotas, dice que “no descarta” retirar nueve canales de TDT para acatar la sentencia del Tribunal Supremo que anuló la  adjudicación de los mismos por hacerse sin concurso. De esta manera podrían adelantar un año el llamado “dividendo digital”: la liberalización de frecuencia de televisión para tecnologías de cuarta generación móvil.

Cuarta generación móvil… ¡Guau! No tengo ni puta idea de qué es la “cuarta generación móvil”, pero no hace falta ser ningún genio para imaginar las ventajas que reportará al telespectador: ninguna. Nos costará un pastón, como cada movimiento que tiene lugar con las tecnologías televisivas, pero seguiremos sintonizando “Gran Hermano” (Telecinco). Y es que ya nos engañaron con la TDT: prometieron una calidad de imagen de ensueño, interactividad, diversidad, idiomas, subtítulos y hasta calidad, y la realidad es que solo añadieron a la parrilla teletiendas, tarots, telepredicadores, tertulias, videntes y fascistas.

Cuando el Gobierno, el que sea, mueve ficha con respecto a la televisión es para meter mano en el bolsillo del ciudadano. Recuerde esos decodificadores que tuvo que colocar a sus viejas teles o esas antenas en eterno proceso de reubicación. ¿Han mejorado desde entonces los contenidos que puede ver en su televisión? No. La tele se ve mejor, pero lo que vemos es la misma mierda.

Todo lo que no sea ver la televisión por internet, el acceso universal de una forma sencilla a un mundo audiovisual libre, es marear la perdiz, y estafar al ciudadano. Una vez más: Recuerde que Industria acaba de incumplir su compromiso sobre internet ultrarápido. Y no olvide los millones que ya nos hemos gastado, a través del Estado, de las comunidades de vecinos y de nuestro propio bolsillo, en adaptar aparatos y viviendas al actual sistema televisivo. Y analice las mejoras. Si no es usted accionista de Canal + o de La Sexta tiene difícil encontrar el lado positivo de la revolución televisiva.

Por eso me gustaría que el actual Gobierno, ese que tiene como presidente en las sombras a un tipo llamado Bárcenas, no moviese ni un dedo, es decir, no gastase ni uno más de nuestros euros, en la TDT. Sería muy triste. Incluso para un Soria, ese Aznar clonado y convertido en ministro de Industria, Tecnología y Turismo, que tuviera que retirar nueve canales. Lo haría con todo el dolor de su corazón. ¿Por la gran pérdida que supondría para el televidente? No, porque las empresas más perjudicadas serían Vocento y Unidad Editorial.  Las editoras de ABC y El Mundo tienen las señales alquiladas a grupos empresariales del prestigio y la solvencia audiovisual de Intereconomía o la Conferencia Episcopal (13 TV).

 

Un motivo para NO ver la televisión

Son Volt

Cd: Honky Tonk.

Son Volt es una de mis bandas favoritas. Y una de las más importantes de ese género llamado Americana. Ya sabe usted, raíces, rock, country… Formado en el Chicago de comienzos de los 90, y liderado por el genial Jay Farrar, este grupo ha grabado siete discos absolutamente impecables. “Honky Tonk” se acaba de publicar y reúne once temas escritos por Farrar, en los que se mantiene el altísimo nivel alcanzado por Son Volt en estudio. Buenas guitarras, steels y pedal, una voz cálida e inconfundible, mucho medio tiempo melancólico…y la versión actualizada de ese clásico sonido honky tonk nacido en Bakersfield.

Farrar, que formó parte junto a Jeff Tweedy de los inolvidables Uncle Tupelo, es un compositor, cantante y guitarrista fundamental para entender el nuevo rock norteamericano. Y en “Honky Tonk” demuestra encontrarse en plena forma.

Nota: Atención al último vídeo, ¡un concierto completo de Son Volt en el legendario Austin City Limits!

La princesa y la reina

Dos mujeres centran la atención de El Mundo, el diario que sabe mezclar como pocos la información política más seria y contrastada, recuerde el 11-M, con las frivolidades más disparatadas e hilarantes, no olvide el 11-M. Dos leyendas de la prensa rosa, dos divas de la comunicación y la empresa, dos bellezas veteranas e irregulares con un gran concepto de sí  mismas: la princesa Corinna por un lado, en una entrevista troceada y ofrecida en dos dosis, y la reina de las mañanas televisivas, Ana Rosa Quintana, protagonista del reportaje de investigación “La trastienda de Ana Rosa”.

La princesa Corinna abre dos días seguidos un diario que presume de serio, innovador y riguroso. Normal, puesto que la larga, profunda e intensa entrevista que mantiene la periodista Ana Romero con la “amiga” del rey Juan Carlos es de esas que pasan a formar parte de la historia del periodismo. “Ser mujer y encima rubia complica aún más las cosas”, llega a confesar la tal Corinna en un momento de estremecedora sinceridad. Tremendo, ¿verdad? Mujer y encima rubia… ¿te puede golpear la vida con mayor dureza?

Solo siendo mujer y castaña, como Ana Rosa Quintana. El rostro de las mañanas de Telecinco es la protagonista de un reportaje inolvidable, no menos estremecedor que la entrevista con Corinna, en el que se desvelan los secretos del programa de la cadena de Paolo Vasile. Desde que Ana Rosa se quita las legañas, a las cinco y media de la mañana, hasta que acaban las “más de tres horas y media de riguroso directo”. Un reportaje de monumental valor periodístico que recuerda por su dureza al Truman Capote de “A sangre fría”, por su prosa innovadora  al Tom Wolf de “La hoguera de las vanidades”, por su impacto y atrevimiento al Norman Mailer de “La canción del verdugo”, y por su rigor al Philip Gourevitch de “La balada de Abu Ghraib”. Los minutos previos al arranque del programa resultan especialmente brutales, y su valor periodístico es incalculable: “”Ya están ahí los bocadillos”. Ana Rosa se lanza directa a por un bocadillo y un café con leche. «Estoy muerta de hambre». Mientras da el último sorbo camina por los pasillos, es el momento del maquillaje y la peluquería, faltan escasos 30 minutos para entrar en directo”.

Pero la cosa no termina aquí, puesto que princesa y reina del universo mediático coinciden en un momento televisivo absolutamente mágico: Ana Rosa analiza la entrevista a Corinna. ¿Choque de trenes? Sí, de trenes cargados de botox y estupidez. “Es muy jugoso lo que ha dicho la entrañable amiga del rey”, dice con mal disimulada ironía el escritor Màxim Huerta, copresentador del programa de Ana Rosa. Y da paso a una serie de entrecomillados y a un sinfín de juegos de palabras, todos insinuando la relación “intima” de Juan Carlos con Corinna. “Al rey me une una entrañable amistad”, leen en el momento con más punch periodístico de la charla televisiva. El resto, suposiciones de un grupo de tertulianos entre los que destaca la capacidad de análisis del conde Lequio.

Reyes, princesas, condes y Ana Rosas. La crème de la sociedad española. La prensa y la televisión de la mano, recordándonos el buen momento que vive el periodismo.

 

P.D.

Cospedal y su “simulacro” de explicación del finiquito de Bárcenas. Sin comentarios…

 

Un motivo para NO ver la televisión

La hora de los caballeros

Autor: Don Winslow.

Editorial: Martínez Roca.

Los seguidores de Winslow y su detective surfero es posible que sufran una enorme decepción al leer las primeras páginas de este libro. El escritor recuerda la historia de Boone Daniels y sus colegas playeros, el Club del Amanecer, sin duda para poner en situación al lector primerizo. El repaso a las vidas y milagros de Doce Dedos, David el Adonis, Johnny Banzai, Marea Alta o Sunny Day sin duda sobran a los que ya hemos cogido olas con “El Club del Amanecer” (Martínez Roca), pero son necesarios para los novatos.

Superado este inicio algo repetitivo, regresa el mejor Winslow. Es decir, el mejor thriller californiano que se puede leer de un autor vivo. Boone Daniels, amante del surf sobre todas las cosas, trata de superar la marcha de Sunny con otra chica, una abogada que trabaja en el caso del asesinato de un viejo surfista golpeado por un joven neonazi. Como suele pasar, nada es lo que parece. Corrupción urbanística, infidelidades, ineficacia policial, artes marciales…la batalla de Rockpile.

La cosa se complica cuando los colegas de Daniels, el famoso Club del Amanecer, aquellos con los que se mete cada mañana en el mar, le consideran un traidor. Solo, con el único apoyo de un tipo triste llamado El Optimista, su último amigo, Daniels se enfanga hasta el cuello. Es el mejor Winslow, el que construye diálogos memorables, marca un ritmo trepidante con capítulos intensos y muy breves, y consigue un desenlace sorprendente, brillante, explosivo.

Juego de espejos

La portada de El Mundo del jueves abre a cinco columnas con el nombre del líder del Partido Socialista Obrero Español: “Rubalcaba levanta a Rajoy”. En la siguiente página del diario esta la columna de Arcadi Espada, que arranca con esta frase: “Hubo graves errores en la intervención de Rubalcaba”. En la página tres, el editorial del periódico comienza de esta manera: “Era la gran ocasión de Rubalcaba”. La siguiente columna de opinión, firmada por el vicedirector del diario Casimiro García-Abadillo, se titula “Fiasco Rubalcaba”. Y la siguiente, de David Gistau, tiene por cabecera “Quédese, señor Rubalcaba”.

Si mal no recuerdo, el presidente del Gobierno de España es en estos momentos un tipo llamado Mariano Rajoy. Sí, ese que se niega a decir la palabra “Bárcenas”. El que presume de ser de fiar, de transparencia y honradez. El que ha colocado el listón del paro en los seis millones. El que debía apechugar con las críticas en esa pantomima llamada “Debate del Estado de la Nación”.

Pero no. El culpable de la mediocridad de Rajoy es el anodino Rubalcaba. O eso parece entenderse del diabólico juego de espejos diseñado por un determinado sector de la prensa.

Con estas miserias en la cabeza me preparo para ver “House of Cards”, la nueva serie de Canal + protagonizada por Kevin Spacey. El que fuera protagonista de “American Beauty” es en este thriller Francis Underwood, un político como los nuestros. Como alguno de los nuestros: ambicioso, despiadado, egoísta, amoral, cruel, traicionero, mentiroso, libidinoso y sin ningún tipo de escrúpulos. Todo le sirve con tal de alcanzar el poder y disfrutar de las ventajas e influencias del liderazgo. “Nada que no sepamos”, pensará con toda razón el lector inteligente.

Pero no. Los políticos-mafiosos de “House of Cards” ofrecen una versión cinematográfica, y por tanto irreal, de la corrupción. Son unos auténticos hijos de la gran puta, pero unos auténticos hijos de la gran puta de ficción, y por tanto se han construido con un gran trabajo de guión, producción, dirección. Resultan brillantes, inteligentes, astutos… Los nuestros son de verdad, torpes y zafios, y el dinero que roban es el nuestro. En cualquier caso, “House of Cards” es una serie a seguir, como es obligatorio ver la película “La Trama” (Broken City). Y es que para vencer a nuestros enemigos debemos conocerles a fondo. Recuerde que en ocasiones la realidad supera la ficción.

Perdón, acabo de recibir una alerta de noticia en el móvil… “Bárcenas declaró ante notario, mes y medio antes de la publicación de los papeles, una lista de donaciones y pagos del PP”.

¡Será sinvergüenza  este Rubalcaba!

P.D.

En “El programa de Ana Rosa” (Telecinco) los tertulianos no tienen la exclusividad de la estupidez y el desvarío. Ayer mismo un psiquiatra llamado José Miguel Gaona dijo que al menor que había quemado el pelo a una profesora en un colegio de Barbate “deberían darle una paliza, una paliza pequeña, que no dejase marcas”. Sin comentarios.

 

Un motivo para NO ver la televisión

El Profesional

Autor: W.C. Heinz.

Editorial: Gallo Nero.

Todos aquellos que se llenan la boca pronunciando el nombre de Gay Talese cuando hablan de periodismo “auténtico” deberían correr a su librería favorita, dejarse de modas alimentadas por suplementos literarios, y pillarse este libro del reportero de deportes neoyorkino Wilfred Charles Heinz. Inmediatamente después deberían leérselo, si es posible en unos billares, escuchando el chocar de las bolas, en un gimnasio de boxeo que apeste a linimento, o en cualquier antro con poca luz, música suave y bebidas de calidad.

El Profesional es una primera novela colosal. Escrita en 1958, cuenta la historia de un boxeador de los pesos medios llamado Eddie Brown. La cuenta Frank Hughs, un periodista que se convierte en la sombra de Brown durante el mes en que este último prepara su asalto al campeonato del mundo. Un mes de entrenamientos duros, carreras campestres y golpes neutralizados con vaselina que ayudan a entender tanto al boxeador como a su entorno: managers, colegas y rivales, familiares y aficionados…

Hemingway dijo que era la única gran novela de boxeo que había leído. Y quizá tenga razón: “El Profesional” ofrece un master en el arte de narrar, de describir personajes y situaciones, de analizar el interior de los protagonistas:

– El boxeador, de todos los practicantes de todas las artes, se encuentra en la posición más peculiar y desafortunada.

– ¿Por qué lo dices?

– Porque todo combate se disputa ante un público. ¿Acaso crees que para un pintor es lo mismo?

W.C. Heinz entiende el boxeo como un arte, y muestra al boxeador, al buen boxeador, como el más exquisito y sabio de los artistas. Tan incisivo como  apasionado, el periodista se sumerge en un mundo no tan sórdido como cabría esperar, y arrastra al lector por los pasillos de un deporte sin clase media: o eres un ganador o un perdedor. Absolutamente grandioso. Y más en la primorosa edición de Gallo Nero.