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El duopolio de la carne

Es bien sabido que, así lo han querido políticos y empresarios, el negocio de la televisión en España es un duopolio: Atresmedia (Antena 3 y La Sexta) y Mediaset (Telecinco y Cuatro). No debería extrañarnos, por tanto, que el negocio de la carne humana se divida en los mismo bloques. Ahí tiene la Nochevieja televisiva, una fiesta decadente en la que las grandes cadenas ofrecieron lo mejor de su machismo, y de su chabacanería, convirtiendo las campanadas en un muestrario de gente semidesnuda francamente patético.

Telecinco ofreció cuatro ejemplares de diferentes sexos, mientra que Antena 3 apostó por una sola hembra. Observen la calidad de las piezas seleccionadas, imaginamos que lo mejorcito de ambas ganaderías…

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De la misma forma que la mafia se repartía el negocio de la droga, o de los burdeles y las destilerías ilegales, por barrios, los dueños de las televisiones reparten la chicha por las principales cadenas del duopolio, en una clara apuesta por el servicio público. La Pedroche, ternera de primera, en Antena 3/Atresmedia. Los cuatro presentadores del programa “Cámbiame”, casquería de saldo, en Telecinco/Mediaset. Dos formas de entender el negocio de la molla.

“Para que en el 2016 no nos vaya de culo…”, dijeron las reses de Telecinco, la cadena más vista de España. Y un alarde de imaginación y buen gusto se dieron la vuelta. El entretenimiento de calidad según el duopolio.

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Castillo de naipes

Dice el prestigioso diario El País en su página dedicada a la televisión que España necesita un “House of Cards”. La periodista que firma la pieza asegura que “A pesar del boom de las series políticas, la ficción nacional todavía no se ha adentrado en los entresijos del poder contemporáneo”.house-of-cards-season-3-poster_5jvy.1920

Una pena, la verdad. Porque los entresijos de nuestro poder contemporáneo son acojonantes. Ya me estoy imaginando a Antonio Resines interpretando a Mariano Rajoy en una ficción sobre el caso Gürtel. Canela fina. Mario CasasJesús Castro competirían por hacer de Pedro Sánchez. Arévalo sería Martínez-Pujalte, y Elsa Pataky bordaría a Esperanza Aguirre. Tendríamos que buscar a dos grandes de la interpretación para recrear a Marhuenda e Inda, los Carl Bernstein y Bob Woodward ibéricos. ¿Y los guiones? Pues un mano a mano entre Alfonso Ussía y Arturo Pérez Reverte. Eso sí, nada de emitirse en cadenas generalistas: la torpeza de TVE y los intereses económicos y políticos del duopolio Mediaset/Atresmedia aconsejaría no invertir en un proyecto que podría molestar al poder, y repercutir en los beneficios, o a la hora de obtener nuevas licencias o vaya usted a saber qué otros provechos, rentabilidades o rendimientos. “Castillo de naipes” tendría que emitirse en la tele de “La Tuerca”.

En España no se hacen series políticas porque no interesa. Material no falta, es evidente… Faltan ganas. Son los políticos los que han diseñado la televisión como la conocemos, un sistema mafioso basado en dos empresas todopoderosas que controlan la audiencia y la publicidad, y que tienen mucho cuidado en no tocarle las pelotas al Gobierno. Quieren que parezca que se las tocan, pero lo cierto es que no aprietan. Acarician. Ahí tienen a La Sexta, el colmo de la progresía antigubernamental, con Planeta detrás y Marhuenda e Inda como tertulianos estrellas de sus debates. Maquillaje. La tele es el poder, y la pasta. Cosas con las que no se juega. El que quiera series políticas, con talento y crítica social, que se abone al Canal +. Aquí somos más de Bertín Osborne, “El secreto de puente viejo”, “Constructores a la fuga” o “Mujeres hombres y viceversa”.

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P.D.

El debate…

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Gallina

Falta poco menos de un mes para las elecciones generales. Y tengo la sensación de que, electoralmente hablando, esto se nos puede hacer largo. Muy largo. Acojonantemente largo. Cuando escribo estas líneas faltan solo unos minutos para que el líder de Ciudadanos, ese nuevo partido de centro pero más bien socialdemócrata, “se lo pase bien” en “El Hormiguero” (Antena 3). Me voy a tomar una caja de ansiolíticos de colores y vuelvo…

Esto ya es otra cosa. Le estaba diciendo que, justo cuando escribo estas líneas… me cuentan que Atresmedia acaba de anunciar que de, cara a las elecciones generales, han organizado un debate a cuatro, el tan soñado por todos menos por Alberto Garzón debate a cuatro, para el próximo 7 de diciembre. Se emitirá de forma simultánea en las dos cadenas de la empresa de Planeta, Antena 3 y La Sexta, siguiendo la misma táctica duopolista que hace solo unos días utilizó Mediaset, Telecinco y Cuatro, con “Ocho apellidos vascos”. A este debate a cuatro acudirán los líderes de los principales partidos políticos excepto, no se lo pierda, Mariano Rajoy.

“¡Pues menuda mierda de debate entre los líderes de los principales partidos políticos sin Mariano Rajoy!”, pensará el lector con un gramo de sentido común. ¿Acaso el Partido Popular no tiene líder? O, aún peor, ¿Acaso da por perdidas las elecciones? Ni hablar. Al contrario: para que el líder no la vuelva a cagar, España es una gran nación y los españoles muy españoles y mucho españoles, será Soraya Sáenz de Santamaría quien, tras curtirse bailando con Pablo Motos y volando en globo con Calleja, represente a los populares en tan descafeinado debate en la cumbre. En la imagen, la vicepresidenta a punto de dar la medicación al jefe…

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“Cló cló cló cló cló, cló cló cló cló, cló cló cló cló”. No, no es una gallina. Es Mariano Rajoy explicando desde el plasma por qué no tiene huevos para participar en un debate televisivo con sus principales rivales políticos. “Cló cló cló cló cló, cló cló cló cló”, continúa Rajoy, diciendo que no es para tanto, que piensa visitar la noche del miércoles la Cadena Cope para comentar en directo el partido de Champions de su Real Madrid.

Y es que donde esté un buen partido de fumbol, que se quite un ejercicio democrático de exposición de ideas.

P.D.

¡Última hora! Mariano Rajoy SI dará la cara. Lo hará a su manera: en un enfrentamiento directo con Pedro Sánchez el 14 de diciembre, organizado por una cosa que se llama la Academia de la Televisión. Tiene buena pinta, la verdad: los dos partidos casposos y corruptos, Manuel Campo Vidal masajeándoles los lomos, y una señal institucional. Mundo viejuno. Aquí sí está cómodo Rajoy. Aquí demuestra Pedro Sánchez sus intenciones de cambio.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Donde los hombres alcanzan toda gloria.

Autor: Jon Krakauer.

Editorial: Capitán Swing.

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Jon Krakauer, escritor y escalador norteamericano autor de dos libros imprescindibles sobre la supervivencia en la naturaleza salvaje (“Mal de altura” y “Hacia rutas salvajes”), se descuelga en el título que hoy nos ocupa con un trabajo periodístico memorable: La verdad sobre la vida y la muerte de Pat Tillman, jugador profesional de fútbol americano que abandonó el deporte de élite para incorporarse al ejército de los Estados Unidos. Tras el 11-S el defensa de los Cardinal de Arizona sintió que debía defender a su país, renunció a un contrato millonario y dejó a su mujer y a su familia para luchar en Afganistán. Murió en combate el 22 de abril de 2004, y se convirtió en un instrumento de propaganda para el Gobierno de su país.

En el comienzo del libro Krakauer cuenta en paralelo los primeros años de la vida de Tillman y el nacimiento de los problemas en Afganistán. Por un lado, la biografía de un buen chaval, salvo una bronca puntual que le causó graves problemas, que se convirtió en un deportista famoso y en un tipo inquieto con sentido crítico. Por otro un excelente trabajo de análisis político, con la descripción de la invasión rusa a Afganistán, de los temores del presidente Jimmy Carter (“la más grave amenaza para la paz desde la Segunda Guerra Mundial”), del apoyo de la inteligencia norteamericana a los muyahidines, o de los primeros pasos de un joven y acaudalado ingeniero de Arabia Saudí llamado Osama Bin Laden: “Dos años antes de la aparición de Al Qaeda, la CIA facilitó a los muyahidines un arma que comenzó a inclinar la balanza de la guerra a su favor: un misil antiaéreo de quince kilos, disparado desde el hombro y conocido como FIM-92 Stinger (Aguijón), con un coste de unos 65.000 dólares cada uno”.

Tillman se convierte poco a poco en un gran deportista, pero ni se considera una estrella ni se comporta como tal: mantiene sus amigos de la infancia y se casa con su primera novia. Le gusta hacerse preguntas, cuestionar los hechos, no dejarse llevar por la vida fácil de sus compañeros, futbolistas millonarios que emplean el tiempo libre jugando al golf. El ataque a las Torres Gemelas termina de romper definitivamente sus esquemas. Renuncia a un futuro cómodo, “los Cardinal habían ofrecido a Pat un contrato de tres años que le reportaría 3,6 millones de dólares por seguir jugando en Arizona”, y se presenta junto a su hermano Kevin en el Puesto de Tramitación de Acceso al Ejército de Phoenix. Era junio de 2002, y Tillman se convirtió de inmediato en carne de campaña mediática: “Incluso sin la cooperación de Pat, la administración de Bush convirtió su alistamiento en una inyección de publicidad para la denominada Guerra Mundial contra el terrorismo”.

La recta final del libro resulta de terrible actualidad. Tropas norteamericanas, en su mayoría jóvenes sin experiencia bélica, se ven obligadas a combatir el terrorismo a miles de kilómetros de sus casas. La historia que nos ocupa, un deportista triunfador con destino a la gloria, acaba mal. Y desnuda las miserias de unos políticos que no solo le utilizaron como objeto de propaganda, sino que ocultaron la verdad sobre su muerte y manipularon los hechos. “Si las muertes por fuego amigo son un aspecto indeseado pero inevitable del combate armado, también lo es la tendencia de los mandos militares a esconder estas tragedias bajo la alfombra”, escribe un Krakauer que realiza un esfuerzo periodístico titánico.

“Donde los hombres alcanzan toda gloria” quizá sea el mejor libro del autor de “Mal de altura”. Por la complejidad del trabajo informativo, la cantidad de datos ofrecidos de forma amena y comprensible, el interesante análisis geopolítico del conflicto en Asia, la despiadada crítica al Gobierno de Bush y, sobre todo, por la emocionante descripción de un deportista comprometido y con inquietudes. Gran periodismo, excelente literatura.

 

Los putos amos

No hay día en que el prestigioso diario El País no recuerde a sus lectores, una vez confirmado que Prisa queda fuera del mamoneo audiovisual al no resultar beneficiada con alguna las nuevas licencias de TDT concedidas por el Gobierno, lo terrible que resulta el duopolio televisivo ibérico: El Gobierno potencia el duopolio televisivo en detrimento del pluralismo, aseguraban hace solo unos días. El pasado lunes, en su página dedicada a la pequeña pantalla, insistía en el drama: Mediaset y Atresmedia copan más del 58% de la audiencia de octubre”.

Dos grandes grupos, Mediaset y Atresmedia, dominan el panorama audiovisual español. Reúnen más del 58% de audiencia y, lo que no es menos importante, casi un 90% de la facturación publicitaria. ¿Pluralismo? No con las cosas de comer. Un duopolio de manual al que no le falta de nada: influencia, poder y dinero. Bueno, quizá les vendría bien algo de vergüenza: es habitual que a estos dos grandes grupos la CNMC (Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia) les abran expedientes sancionadores por exceso de publicidad. Son ansiosos e insaciables.

Ver la televisión puede ser una tortura más allá de los contenidos. Esas pausas publicitarias interminables, con subida de volumen incluida, en las que se juega con la paciencia del telespectador: “No se vayan, volvemos dentro de unos minutos”, dice el presentador. Pasan interminables minutos, regresa el presentador y lo hace para despedirse: “Mañana volvemos”. ¿Estafa? No, solo un abuso y una inmoralidad propia de quien tiene la sartén por el mango, de quien no tiene competencia.

En cualquier caso, el artículo 14.1 de la Ley 7/2010, de 31 de marzo, General de Comunicación Audiovisual, establece el límite de tiempo de emisión de publicidad de mensajes publicitarios y de televenta en 12 minutos por hora natural: “Para el cómputo de esos 12 minutos se tendrá sólo en cuenta el conjunto de los mensajes publicitarios y la televenta, excluyéndose el patrocinio y el emplazamiento. También se excluirá del cómputo la telepromoción cuando el mensaje individual de la telepromoción tenga una duración claramente superior a la de un mensaje publicitario y el conjunto de telepromociones no supere los 36 minutos al día, ni los 3 minutos por hora de reloj”.

El pasado mes de junio la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencias sancionó a Mediaset con 229.136 euros por haber superado los límites de tiempo de emisión de publicidad. No les importa. Presentan alegaciones. Retrasan los procesos. Y si hace falta, pagan. Son los putos amos: Mediaset España ha obtenido un beneficio neto de 97,8 millones de euros en el primer semestre del año, lo que representa cuadruplicar lo registrado en el mismo periodo del ejercicio anterior. 

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