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El tertuliano que quiere ser alcalde

“Si Pablo Iglesias ha podido, nosotros también podemos”, deben pensar en el PSOE, en un intento por repetir la gran jugada mediática de los últimos tiempos. Una jugada que consiste en utilizar la televisión como trampolín. En este caso, coger a un tipo más conocido por tertuliano que por su verdadero trabajo (diputado de la Asamblea de Madrid y responsable de Economía del Partido Socialista de Madrid), y proponerle como candidato a la alcaldía de la capital. El afortunado aspirante se llama Antonio Miguel Carmona. Seguro que le han visto en charlas televisivas de diferentes pelajes: allí donde se enciende la luz roja de una cámara está Carmona, poco importa que sea un plató de Telemadrid (“Madrid opina”), de Telecinco (“El programa de Ana Rosa”), de TVE (“59 segundos”), Veo 7, Intereconomía o más recientemente en La Sexta, en todos sus formatos. El caso es estar ahí, en la tele, dando doctrinilla. Con tan enorme protagonismo televisivo, ¿de dónde habrá sacado tiempo este hombre para ejercer de diputado? Misterios de la política de alto nivel.

Carmona se enfrentará a Ana Botella, si el PP no le hace un pase negro a la actual alcaldesa. El duelo promete un nivel intelectual elevadísimo. Y es que en este nuevo PSOE, como se puede ver renovado de arriba a abajo, todo es posible. Desde un secretario general que destaca más por sus rasgos físicos que por su discurso hueco, hasta un alcaldable con aspecto de decadente actor de culebrones (no se pierda esos pelillos díscolos en la colleja, esa mirada seductora de galán viejuno) adicto a la demagogia televisiva. El viejo PSOE, el del feo Rubalcaba y el tertuliano Carmona, ha muerto. ¡Viva el nuevo PSOE, el del guapo Sánchez y el tertuliano Carmona!

La televisión es mágica. Pero no tanto como para convertir a un vulgar parlanchín en un candidato ilusionante. Un candidato que ha reconocido que ha “metido gente en los medios de comunicación” y que su discurso en plató está “teledirigido”. Un candidato que utiliza con alegría la coletilla favorita de los tertulianos profesionales: “Es la verdad, lo diga Agamenon o su porquero”. Un candidato que apesta a casta.

La tele es un gran trampolín, qué duda cabe. Pero para funcionar de verdad necesita algo de chicha. Ya sabe, un discurso fresco, novedoso, creíble. No las mismas canciones y las mismas caras desiempre. ¿Este es el nuevo PSOE? ¿El del cambio generacional, nuevas ideas y nuevas personas? Pues tiene buena pinta.

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P.D.

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¿Hasta cuándo?

Deberíamos estar orgullosos  de Pedro Almodovar, Javier Bardem y Miguel Ríos. Yo lo estoy. Y eso que desde “Mujeres al borde de un ataque de nervios” el cine de Almodovar no me interesa demasiado, en ocasiones Bardem me parece una versión ibérica de Jack Nicholson y Ríos lleva años sin ofrecernos un gran disco. Estoy orgulloso de ellos porque han prestado su imagen y su voz a las víctimas del franquismo con intención de reivindicar “justicia” y exigir “una autentica política pública en materia de memoria”. En la campaña, llamada “Cultura contra la impunidad”, Pedro, Javier y Miguel cuentan en primera persona, y mirando directamente a cámara, los casos de otros tantos desaparecidos durante la Guerra Civil y la dictadura franquista.

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Todos tienen un gran mérito. ¿Qué ganan estas tres leyendas poniendo su imagen a disposición de una campaña como ésta? Nada. “Ya están otra vez ahí los de la ceja”, dirán algunos. A Almodovar le acusarán de recibir subvenciones socialistas, a Bardem puede que le increpen en algún restaurante, y Miguel es posible que entre en la lista negra de algunos ayuntamientos y pierda conciertos. Por eso esta campaña “contra la impunidad” y  “por la dignidad de la víctimas del franquismo” es obra de artistas, pero también de patriotas, un término que no es propiedad exclusiva de la derecha.

Quince actores, escritores y músicos cuentan otras tantas historias de desolación, muerte y olvido. Una campaña impecable. Técnicamente, por su sencillez y eficacia: un plano fijo, una luz cálida, una mirada profunda y la voz del protagonista sonando como un cañonazo en nuestras conciencias: “No tuve juicio, ni abogado ni sentencia. Mi familia me sigue buscando. ¿Hasta cuándo? ”. Y emocionalmente, por ayudarnos a no olvidar un momento fundamental de nuestra historia, por recordarnos que no podemos abandonar a aquellos que lucharon por la libertad, por nuestra libertad…

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P.D.

¿Puede un partido que antaño fue de izquierdas impedir que uno de sus dirigentes participe en tertulias ultraderechistas? Sí. El Partido Socialista de Madrid ha prohibido a Antonio Miguel Carmona, un hombre con aspecto de protagonista de culebrón que ejerce de Secretario de Economía del PSM-PSOE, participar en el programa de televisión donde llaman “guarras, puercas y zorras repugnantes” a las políticas con las que no están de acuerdo. Ya saben, “El gato al agua” (Intereconomía).

Carmona tiene que estar deshecho: nadie le conocería si no fuese por las tertulias televisivas, auténtico trampolín mediático para políticos metrosexuales y de medio pelo. Les recuerdo que a Carmona se le podía ver habitualmente en los platós de Telemadrid (“Madrid opina”), Telecinco (“El programa de Ana Rosa”), TVE (“59 segundos”) e incluso en los de La Sexta, Veo 7 e Intereconomía. Con tanto protagonismo televisivo lo raro es que Carmona tuviese tiempo para trabajar para el partido. O para los ciudadanos.

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Un motivo para NO ver la televisión

Diario de Oaxaca.

Autor: Oliver Sacks.

Editorial: RBA.

Oliver Sacks es Catedrático de Neurología Clínica en la Universidad de Columbia. Y también un escritor original, incisivo y de muy largo recorrido. Su libro más conocido es “El hombre que confundió a su mujer con un sombrero” (Anagrama), un clásico de las historias clínicas y psicológicas. Después llegaron los también recomendables “Despertares” y unas memorias, científicas y emotivas a partes iguales, tituladas “El tío Tungsteno”.

“Diario de Oaxaca” no tiene nada que ver con lo que hemos leído anteriormente de Sacks. Es un libro de viajes que cuenta de manera rápida y directa una expedición de una semana a Oaxaca en busca de pteridofitas. ¿Cómo? Sì, sí, esas plantas sin semillas llamadas vulgarmente helechos. Sacks es miembro de la Asociación Americana del Helecho, y junto a treinta colegas recorre los alrededores de la capital mexicana en busca de plantas. Y también de otras muchas cosas… Breve, en ocasiones pedagógico, en otras excesivamente botánico, siempre muy descriptivo, este librito se lee en un suspiro y deja claro el brutal talento de Sacks para la narración. Para cualquier tipo de narración.