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Operación salida: la planificación

Mariano Rajoy, presidente del Gobierno, da los últimos retoques a su comparecencia ante los ciudadanos el próximo jueves. Al elegir el flamante político tan singular fecha, 1 de agosto, para tan importante acontecimiento, todo parece indicar que se trata de una operación salida. ¿Se pira Mariano? Sería una pena, pero la verdad es que ya ha trabajado suficiente por los españoles, arreglando los desaguisados que dejó Zapatero, acabando con la corrupción y sacando a España de la crisis. Además, no lo olvide usted, Mariano nos está haciendo un favor de la hostia, puesto que como presidente del país está dejando de ganar auténticas fortunas: “es incalculable el dinero que ha perdido por no ejercer como registrador de la propiedad”, ha dicho el ministro de Exteriores Margallo. No podemos pedirle más. Le hemos exigido el máximo, y él lo ha dado todo. Adiós y gracias, Mariano.

Pero para que todo salga el día uno como dios manda hace falta una buena planificación. Soraya Sáenz de Santamaría, esa mujer que es vicepresidenta del Gobierno y que, por si las moscas, todavía no ha dicho una sola palabra sobre lo mala que es la corrupción y lo honrado que es Rajoy, es la gran planificadora. Planifica la defensa de Rajoy, y dicen que, de paso, planifica ser su sustituta en caso de que le falle la planificación inicial. Es decir, que sea cual sea el resultado de su planificación, éxito o fracaso, saldrá ganando.

En cualquier caso, no adelantemos acontecimientos. Hablemos de los preparativos, de la estrategia, del chantaje. Porque la buena de Soraya, y no el ministro de Industria José Manuel Soria, es quien tiene agarrados por los huevos a los grandes grupos mediáticos audiovisuales. Soraya controla a los medios, y trata de evitar sus cada vez más descarnadas críticas a la corrupción en el Partido Popular, manejando los tiempos de dos factores: la retirada de los canales de TV (Multiplex) que depende de la sentencia del Supremo, y la implantación del Dividendo Digital, ese juego de trileros que cambiaría frecuencias de TDT por servicios de telefonía móvil de última generación.

Tú no me jodes, yo no te jodo. Este sería el trato. ¿Cutre? No más que lo que vemos todos los día, a todas las horas, en todos los sitios. Alta política.

 

Jodidos peliculeros

“¡Jodidos peliculeros!”. Fernándo Fernán Gómez en “El viaje a ninguna parte”

Por la mañana temprano, mientras desayuno mis habituales huevos fritos con panceta, veo en TVE la entrevista de María Casado a Steven Spielberg y Daniel Day-Lewis, director y protagonista de “Lincoln”, película que se estrena hoy. Inmediatamente después me preparo un zumo de alcaparras y realizo el habitual repaso diario de la prensa: leo la entrevista de El País a Steven Spielberg. También me entretengo con la charla con Spielberg publicada por La Razón. A media mañana escucho la grabación de la entrevista que Gemma Nierga realizó a Spielberg y Day-Lewis en el programa “Hoy por hoy”, de la Cadena SER.

Cuando arranca la entrevista a Spielberg en “Al Rojo Vivo” (La Sexta) estoy hasta los cojones del director norteamericano, de la película de la 20th Century Fox y hasta del mismísimo presidente Lincoln. Rompo en pedazos la entrada que tenía para ver la película, y alquilo por internet “Resacón en las vegas”. Quizá menos profunda, pero sin duda menos agobiante. Y es que ha sido una mañana de pesadilla, con Spielberg hasta en la sopa: una campaña de promoción que me recuerda a las de otro director de su nivel, el rey Midas de Carabanchel, Santiago Segura. A Spielberg solo le faltaba la camiseta negra con el nombre de la pelí.

“Spielberg visita el plató de Al Rojo Vivo”, mentía la web de La Sexta: Spielberg estaba en una  habitación de hotel convertida en sala para recibir a la prensa. El de Cincinnati habló de todo lo que ya había hablado antes, en diferentes cadenas, diarios y emisoras de radio, pero con la enorme diferencia de que a esas alturas de la mañana la actualidad iba por otros derroteros.

“Lincoln escuchó más de lo que habló, eso nos vendría muy bien en la política actual”, dijo un Spielberg al que nadie había contado que España juega en otra liga. En la liga de los que roban más que hablan. La liga de los millones de Luis Bárcenas en cuentas suizas y norteamericanas, del dinero blanqueado gracias a la amnistía fiscal, de las mentiras y el super ático de Ignacio González, de los indultos de Gallardón, de las urgencias cerradas por Cospedal…

Nos sobran, eso sí, grandes actores…

No sé que me da más asco. Si la sinvergonzonería intrínseca de Bárcenas, González, Cospedal y Gallardón o este numerito patético de Soraya. Ya lo sé: los aplausos de los periodistas cuando la actriz abandona el escenario….

Periodismo en tiempos oscuros

Hace unos días Letizia Ortiz, ex periodista y princesa de Asturias, advertía durante la entrega de los premios del Club Internacional de Prensa de los oscuros tiempos que vive la profesión. La de periodista. Según información de El País, la parienta del príncipe Felipe “convocó a los profesionales a buscar en las raíces del oficio, el rigor y la seriedad, lo que éste representa en la sociedad”. Le acompañaba en esta defensa de la información libre e independiente nada más y nada menos que Soraya Sáenz de Santamaría, vicepresidenta del Gobierno y, siempre según El País, “lectora de periódicos y de libros”. También estaban entre los invitados personalidades ilustres como Ana Botella o Iñaki Gabilondo. La creme…

Que un miembro de la familia Real hable de transparencia en la información resulta, una vez superada la sorpresa, tronchante. Letizia forma parte de una de las instituciones más opacas de este país, excluida precisamente estos días por el Gobierno del PP de su anteproyecto de ley de transparencia. Que Soraya Sáenz de Santamaría, la vicepresidenta de un Gobierno que acaba de dar el tiro de gracia a la independencia de RTVE, y que consiente la opacidad de la Corona, asista al Club Internacional de Prensa y no sea abucheada, dice mucho sobre los periodistas. Al menos sobre los periodistas del Club Internacional de Prensa.

El periodismo actual tiene dos grandes problemas. El primero es laboral: no hay trabajo. Nuevas tecnologías, saturación de información, empresas insolventes tras nefastas gestiones… elija usted el motivo. El segundo problema es moral: el descrédito. No existe la independencia, los grandes medios son cómplices del poder, los periodistas son dóciles, la información llega por otros canales.

Que Letizia Ortiz y Soraya Sáenz de Santamaría den doctrina sobre periodismo desde el estrado de un Club Internacional de Prensa supone la mejor explicación de los males de la profesión.

El uso de la fuerza

Soraya Sáenz de Santamaría aseguró, en áspero debate con Fernández de la Vega, que el Gobierno tiene “prejuicios contra cualquier cosa que suponga el uso proporcionado, regulado y legal de la violencia”. Se refería a la crisis del Alakrana, y a la posible tibieza en la negociación con los piratas. Soraya, que carece de esos prejuicios, hubiese rociado el barco con napalm, dado de latigazos a los bucaneros antes de pasarlos por el tablón, y rescatado a los marineros sanos y salvos. Soraya ve La Sexta, sin duda. Anoche la cadena de Emilio Aragón emitió “El guerrero americano II: la confrontación”, una pieza  irrepetible, por nefasta, del género mamporro. ¿Una línea editorial? En jornadas anteriores han programado las obras completas de Chuck Norris. Ya saben, esas cintas absolutamente huecas construidas en torno al reparto indiscriminado de bofetadas.

Es posible que Soraya se excite con estas películas. Ninja ibérica, está encantada con que se haya autorizado a empresas privadas de seguridad a llevar armas de guerra. Privatizar las fuerzas armadas es una magnífica idea, puesto que supone cerrar el círculo que comenzó a trazar el PP con la sanidad. A la gente primero se le dispara, luego se le cura… y finalmente se le cobra por las dos cosas. Mal asunto. Ya lo dijo Chicho Sánchez Ferlosio… “Y a nadie le di permiso / para matar en mi nombre / un hombre no es más que un hombre / y si hay Dios, así lo quiso”.

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Milonga del moro judío (Jorge Drexler y Chicho Sánchez Ferlosio)

La fuerza, como la mentira, tiene las piernas cortas. Se llega más lejos siendo pícaro, sibilino e incluso hipócrita. En el Telediario matinal, primer informativo de TVE, la reportera que acompañó al presidente del Gobierno durante el vuelo de Yeda (Arabia Saudí) a Atenas (Grecia) a bordo del Airbus del Grupo 45 del Ejército del Aire tenía algo especial que contar. La fuente era de toda solvencia, el mismísimo Zapatero, y las circunstancias de la confidencia, idóneas: habló a los periodistas “sin cámaras, sin micros”. El presidente se desnudaba ante la prensa y, ya no como presidente, sino como colega, les aseguraba que la gestión de la Vicepresidenta de la crisis del Alakrana fue “muy buena”, que la ministra de Defensa estuvo “fenomenal” y que las relaciones entre ambas son “excelentes”. La ausencia de micros y cámaras conceden a esas palabras, se habrán dado cuenta ustedes, una importancia y una credibilidad descomunal.

Cierro con otro Sánchez Ferlosio. Rafael, flamante Premio Nacional de las Letras, escribió en su imprescindible “Vendrán más años y nos harán más ciegos”: “la comunicación ha alcanzado tal volumen y tanta prepotencia, que la noticia pesa muchísimo más que lo notificado”.

 

P.D.

Grande, como siempre, El Jueves, que ha elegido “gilipollas de la semana” a la presentadora Pilar Rubio. Las razones no pueden estar más claras: “Por atacar durante años a Telecinco, tildándolos de telebasura, y pedir incesantemente a su presidente Paolo Vasile que retirara la demanda millonaria interpuesta a la Sexta, para acabar bajándose las bragas y fichar por ellos, la muy golfa…”.

 

P.D.2

La nulidad. Una palabra que, aplicada a los Duques de Lugo, puede sonar coherente. Pero fíjense por donde, no es del todo exacta. Divorcio es la palabra correcta. “Se veía venir”, reconoce TVE. “Pueden comulgar”, dicen en Antena 3. “Pedirán la nulidad”, aseguran en Telecinco. Pero obtener la nulidad no es fácil. “Puede costar hasta 50.000 euros”, apuntan en Antena 3. Y es que la nulidad requiere, no se lo pierdan, que al menos uno de los miembros de la pareja rota alegue inmadurez, miedo, falta de libertad, incapacidad para discernir o juicio enajenado. ¡Acabáramos! ¿Inmadurez, juicio enajenado, incapacidad para discernir?