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La noticia del día

Con esto de Wikileaks, a los grandes periodistas les está pasando como con el rock and roll: o eres del “Louie Louie” o eres de los otros. Es decir, o estas eufórico porque tienes la filtración o te llevan los demonios por ser un simple espectador. En Miguel Yuste descorchan champagne mientras que el pobre Pedro J está cabreado como una mona: con semejante fajo de papeles, una mina mayor que Conchita, el director de El Mundo habría vivido como un rey hasta la jubilación. En estas circunstancias, los grandes periódicos están unidos por una única cosa, que no hay que buscarla en los folios de Assange sino en la página 51 de El País: “Los diarios españoles sufren la peor crisis de su historia”. Las pérdidas suman 34 millones de euros en 2009, la publicidad cae un 22,5%,  la venta de ejemplares el 5,6%,  la edad media de los lectores sube hasta los 44,4 años…


La crisis de la prensa española es muy preocupante. Y lo es para todos, los del “Louie Louie” y los otros. Los consumidores de información llevamos tiempo aburridos, desmotivados. Necesitamos estímulos. Las neuronas, como las articulaciones, tienden a la pereza. Se anquilosan, pierden movilidad, se tumban a la bartola y algunas hasta piden la baja por depresión. La artrosis moral es un mal endémico en nuestra sociedad, seguramente porque el estado del bienestar nos arrastra al conformismo. El mal es tan grave que hemos perdido la capacidad crítica, y llegamos a pensar que la justicia española funciona de maravilla, que Estados Unidos respeta al resto de países o que el Gobierno de Zapatero es de izquierdas.

Afortunadamente, ahí están las filtraciones de Wikileaks para ponernos las pilas. Sin ser el Watergate, han sido recibidas como un chute de cafeína. Bueno, más bien como un goteo de cafeína, si tenemos en cuenta la forma de distribuir la información. En cualquier caso, las neuronas del consumidor de noticias se han puesto de nuevo en marcha y, gracias a ese trapicheo de papeles, recuperamos el caso Couso, un crimen de guerra que teníamos almacenado en el cajón de las noticas caducadas.

Esa es la parte buena. La parte mala es que no estoy seguro de que estas filtraciones salven al periodismo de la crisis que le atenaza. Ya saben, la ausencia de autocrítica, la falta de criterio, la nefasta gestión económica de las empresas… Sin ir más lejos, hoy El País le dedica la portada y 17 páginas a Wikileaks, y ni una sola línea a la crisis con Marruecos o a la tragedia de Haití. ¿Qué fue de los saharauis y de los haitianos enfermos de cólera?

Termino… ¿Saben cuál era la noticia más importante del día? Que el SIDA se ha convertido definitivamente en una enfermedad de los países pobres. Los enfermos europeos y estadounidenses pueden llevar una vida normal sólo con tomar unas pastillas al día. Mientras, diez millones de enfermos de países pobres no reciben tratamiento: sólo un 35 % de los infectados de países en desarrollo tiene acceso a antirretrovirales. Los enfermos africanos, esos que en el mejor de los casos reciben fármacos de generaciones pasadas, son los que peor lo tienen: la crisis obliga a recortar la ayuda para luchar contra el virus en esa zona del planeta. “La disminución en inversiones internacionales afectará sobre todo a los países de bajos ingresos, y casi un 90% de ellos dependen de financiación internacional para sus programas del sida”, asegura el informe de UNAIDS.

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P.D.

Seguimos hablando de sectores en crisis. Dicen que cada vez se venden menos libros… ¡Mentira! La culpa es de los escritores, que no cuentan historias interesantes. Miren como cuando un tío tiene talento, como Mario Conde, se hincha a vender libros: el que fuera presidente del Banesto con menos de 40 años ha vendido en una semana 100.000 ejemplares de “Los días de gloria”, al que ya se puede considerar libro de no ficción del año. “He meditado mucho acerca de la publicación de este libro. Incluso pueden acusar de deslealtad a quien, transcurridos veinte años, relata parte de lo sucedido. Pero yo tengo un derecho y, más aún, un deber moral de contribuir a la verdad…”, escribe Conde. ¿Deber moral de contribuir a la verdad? Muchos nos conformaríamos con que devolviese la pasta…

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Un motivo para NO ver la televisión