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Esposados a la vergüenza

“La función primaria de la comunicación escrita es facilitar el sometimiento”. Claude Lévi-Strauss.

Dicen los políticos, pobres, que cuando les trincan robando, y les sacan esposados de sus despachos o sus ayuntamientos, están sufriendo un “castigo de telediario”. Es decir, que antes de ser juzgados ya les han condenado a padecer una vergüenza pública irreparable. Que son víctimas de un linchamiento mediático, para que ustedes me entiendan. ¿No es enternecedor? Ya sé que a muchos de ustedes les gustaría, además de esposarles, untarles con brea, cubrirles de plumas y arrastrarlos colgados por los testículos (en caso de ser varones) por todas las calles de su municipio. Pero no deberían dejarse llevar por el entusiasmo que provocan estas capturas…

esposas

Seamos prácticos. Lo de las esposas es una minucia, que sólo puede atentar contra el político corrupto en caso de que el acero inoxidable del grillete llegue a rozar con el oro del Rolex o el Franck Muller. Sería una pena arañarles el peluco, ¿verdad? Pero lo importante es saber si existe un debate en la sociedad sobre lo adecuado o no del uso de esposas cuando se detiene a un supuesto narco, a un supuesto pedófilo o a un inmigrante sin papeles. ¿No existe? Pues tampoco lo iniciemos con los políticos: son unos ciudadanos con los mismos derechos y obligaciones que el resto ¿no es así?

El problema con políticos rapiñeros y otros delincuentes de guante blanco es sólo uno: que no devuelven el dinero robado ni aunque los maten. Como lo oyen. Roldán, Gil, Conde, Roca, Julián Muñoz… Y ahora los saqueadores del Palau o los miembros podridos de PSC y CiU. Todos disfrutan de una segunda juventud cuando salen de la trena y desentierran el botín.

Sigamos siendo prácticos. La Fiscalía de  Nápoles ha difundido el vídeo del asesinato de un hombre, que fue tiroteado en plena calle por un sicario. Un ajuste de cuentas entre mafiosos. Las violentas imágenes, grabadas por una cámara de seguridad, han contribuido a identificar al asesino, que aún no ha sido detenido. Concretamente las “imágenes estáticas”, no la parte más morbosa y truculenta, que sólo contribuyó a aumentar la audiencia de las cadenas.

¿Comienza el tiempo de los ciudadanos policías? ¿Recibiremos cada día en el móvil los rostros de terroristas y asesinos a los que tendremos que identificar en las calles? ¿Estarán incluidos los políticos corruptos en este catálogo de delincuentes a detener? ¿Nos proveerá el Estado de armas para realizar las detenciones, o sólo de esposas? ¿Podremos filmar nuestras propias detenciones para vendérselas a las televisiones y cubrir así los gastos?

Esta última ráfaga de preguntas es un homenaje, como la cita inicial, al gran Claude Lévi-Strauss: “El sabio no es el hombre que proporciona las respuestas verdaderas, es el que formula las preguntas verdaderas”.

Entrevista con Claude Lévi-Strauss en 1972. Parte 1 de 7.

 

El dato

Arranca una nueva sección basada en esas  informaciones previas (numéricas, alfabéticas) que, para que tengan sentido y nos ayuden a obtener  conclusiones acertadas, deben ser inteligentemente analizadas. Una excusa para reflexionar. Hoy nos la facilita Robert Menard, fundador de Reporteros sin Fronteras: en los últimos once años, el presidente venezolano Hugo Chávez ha realizado el equivalente a 49 días seguidos de directo en la televisión.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Robert Louis Stevenson. Cuentos completos.

Editorial: Mondadori.

“La política es quizá la única profesión para la que no se considera necesaria ninguna preparación”. R.L. Stevenson.

Estamos de suerte. Se acaban de poner a la venta, por primera vez en castellano y en un solo volumen, los cuentos del gran Stevenson, en una nueva y magnífica traducción realizada por Miguel Temprano García. ¿Se puede pedir más? Pues una edición tan cuidada y recia como viene siendo  habitual en Mondadori, en este caso acompañada de las fantasmagóricas ilustraciones realizadas por  Alexander Jansson.

Autor de algunos de los mejores relatos fantásticos y de aventuras en lengua inglesa, Tusitala (“el que cuenta historias”) es de esos escritores que siempre están ahí. Por eso estos “cuentos” se convierten de inmediato en un clásico de cabecera, donde podemos reencontrarnos con nuevas y resplandecientes versiones de viejos conocidos: “El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde”, “El diablo de la botella”, “El ladrón de cadáveres”… Absolutamente imprescindible.

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