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Marruecos viaja en AVE

El País de ayer viernes 30 de septiembre incluía un interesantísimo “Especial  trenes” de 16 páginas, que ofrecía reportajes sensacionales sobre este medio de transporte y contaba con el apoyo publicitario del Ministerio de Fomento del Gobierno de España. Me gustó especialmente la pieza inicial, titulada “Raíles que despiertan pasiones”, puesto que hablaba de aquellas personas con “la necesidad de vivir empapados de todo lo que conlleva un viaje en tren”. Me gustó tanto que me obligó a retroceder hasta la página 5 de ese mismo periódico, donde aparecían dos de esos locos por los trenes…

Mohamed VI y Sarkozy inauguraron el jueves en Tánger los trabajos de construcción del tren de alta velocidad. Sí, el AVE llegará a Marruecos en 2015 y su tecnología será 100% francesa. Un proyecto de 3.000 millones de euros, obtenidos gracias a generosos créditos franceses y de monarquías del Golfo. Barato, teniendo en cuenta los resultados de la inversión: el tramo entre Tánger y Casablanca que ahora se hace en cinco horas, dentro de cuatro años se realizará en solo dos horas. ¡El progreso llega por fin a Marruecos!

Cualquiera que haya viajado por Marruecos se habrá dado cuenta de que lo que le hace falta a este país, su necesidad más urgente, es un AVE entre dos ciudades. En las actuales condiciones del estado del norte de África, con todos sus problemas de trabajo, sanidad, educación o libertades democráticas solucionados, es normal que Mohamed VI, el hermano de sangre de nuestro Juan Carlos, se gaste las perras en alta velocidad. En cuatro años, y solo por 3.000 millones de euros,  Marruecos pasará del burro al AVE. ¡A eso se le llama modernizar un país!

Sólo me queda una duda: ¿sucederá algún día con Mohamed VI lo mismo que con Gadafi? ¿El amigo del alma se convertirá en enemigo del pueblo, de occidente, de la civilización? No mientras sigamos haciendo negocios.

 

Periodismo Marsans

“La primera víctima de una guerra es la verdad”. Hiram Johnson, senador californiano.

Excelentes noticias: ya podemos recibir información desde El Aaiún. Marruecos eligió los medios de comunicación españoles que serán sus representantes informativos en el conflicto y, tras un par de amagos, les ha permitido entrar en la zona de conflicto. Los afortunados ganadores del concurso “Libertad de expresión e información en Marruecos” han sido…tachán tachán… ¡El País y El Mundo! Estos dos periódicos han aceptado la invitación, es decir, las reglas de juego impuestas por Mohámed VI y Rubalcaba, y guiados por el Gobierno marroquí nos contarán la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad sobre la situación en los territorios saharauis. El resto de medios de comunicación españoles, unos auténticos pringados, se han quedado en casa. Imagino que Marruecos tratará divinamente a los reporteros afortunados: mariconeras para los billetes y la documentación, hoteles con encanto, litros de té a la menta y jugosos descuentos en las tiendas de alfombras. Si por la noche llegan a la habitación cansados, el guía, que es sobrino del ministro del Interior marroquí, se ha prestado a escribir sus crónicas mientras ellos degustan un tajin de cordero. ¡Joder, mejor que con Marsans!

Lo cierto es que confío plenamente en los periodistas españoles elegidos por Marruecos. Es posible que los guías impuesto por Mohámed VI ofrezcan al enviado de El Mundo buscar restos de titadine en el culo de los camellos, y al de El País la posibilidad de apañar un prestigioso premio Ondas de la edición 2011, pero es seguro que ninguno de los dos aceptará. El problema no son los periodistas, profesionales sobradamente contrastados, sino las formas: negociar con Marruecos para disimular la censura, asumir el deterioro de la libertad de expresión, aceptar las condiciones de un país oprimido por una dictadura feroz, e incluso resultar insolidarios con el resto de medios.

Es bien sabido que la mejor forma de contribuir a la estabilidad de una dictadura es apoyar su propaganda. Hacer el juego a Marruecos, aceptar sus reglas sobre desinformación, contribuir a estas pantomimas periodísticas, me temo que no resulte de gran ayuda para aliviar las miserias saharauis.

¿Y el periodismo? Perdone pero ahora mismo no sé de qué me está usted hablando…Sí, coño, hablo de informar con libertad, de no aceptar chantajes del poder, de ser la voz de los pobres y desamparados. Ya recuerdo, ya…

En “El programa de Ana Rosa” (Telecinco) la presentadora, una escritora que confió su talento a un negro, pregunta a Alfonso Rojo, periodista de imaginación desbordante que, curiosamente, es familia del negro en cuestión…

- Alfonso ¿Tu hubieras estado en El Aaiún? Te quedaste en Bagdad como único corresponsal extranjero…

- Me hubiese gustado, por supuesto…

Alfonso Rojo ya no está en El Mundo, y su nueva versión de tertuliano-basura no le ha hecho acreedor de la imprescindible invitación del Gobierno marroquí. Pero bueno… ¿Desde cuándo los periodistas de guerra, los buenos, tienen que escribir sus crónicas desde el lugar del conflicto? ¿Acaso no se pueden escribir maravillosos textos sobre batallas y miserias alejados de balas y penurias, desde la butaca de casa o la silla de la redacción? ¿Asistió acaso don Benito Pérez Galdós a la batalla de Trafalgar? ¿Estuvo quizá presente Tolstói en las guerras napoleónicas, en esa batalla de Borodinó que tan magistralmente narra en “Guerra y paz”?

El conflicto del Sáhara occidental, censurado a la prensa española excepto para dos medios, nos ofrece una oportunidad de oro para volver a la tribu, para recuperar el periodismo de botella de JB y barra de puticlub. ¿Periodismo ciudadano? Y una mierda. Demos una lección a los que no creen en las leyendas de la información. Demostremos que cualquiera con un bolígrafo, o un iPad, y algo de imaginación puede escribir un reportaje. Recuperemos las buenas costumbres, aquellas que nos proporcionaron deportivos descapotables y casas en La Finca… El bloqueo de Marruecos a los periodistas nos lo pone a huevo, queridos compañeros: volvamos al periodismo ficción. ¡Es tan cómodo, tan creativo, tan rentable! ¡Y es tan difícil que te pillen!

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P.D.

La fotografía de la jornada, cargada de emotividad y cinismo…

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Un motivo para NO ver la televisión

La marrana negra de la literatura rosa.

Autor: Carlos Velázquez.

Editorial: Sextopiso.

Cuesta trabajo adentrarse en la marginalidad vital y estética del submundo narrativo de Carlos Velázquez, un tipo con aspecto de representante de funeraria de provincias que escribe a ráfagas, con palabrejas recortadas e ideas de bombero. Así comienza “La marrana negra de la literatura rosa”, el cuento que cierra este libro y le da título: “Yo tuve una cochinita fri stayl. Una cerdita matona. Ni dálmata, ni atonal. No da leche congelada. Una cionita negra negra. De raza. Mi marranita tenía filin. Estaba hecha con 6/4 de gruvi, 3/8 de suing, chil out, bit, daun tempo, mucha cumbia y soul: en total, 80 kilos de sabrosura y glamur. No le faltaban vitaminas. No le faltaba guapeo. No le faltaba pediquiur: Si acaso un amor. Si acaso su machín. Por eso el anuncio en el peiper:

SE BUSCA CHANCHO FINO PARA COMPLACER A COCHINITA SEXY

Mi puerquita se llamaba Leonor. Oh, Leonora, Leonora”.

No es fácil sumergirse en el abstracto universo de Velázquez, como no es sencillo buscar el estribillo en una canción de Tom Waits o retozar en un plato de chiles poblanos en nogada… Pero una vez dentro el placer es grandioso. Estamos ante un genio, por original y descarado, por demoledor y tronchante, por deslenguado y cabrón… Así es el pinche Velázquez, todo un talento de la nueva literatura mexicana.