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Dinitrotolueno, el retorno

Anoche Veo 7 emitió un programa para la historia. Uno de esos espacios que justifican por si solos las concesiones de nuevas cadenas de TDT. Imaginen a los peritos de la Policía y de la Guardia Civil, al jefe de la pericia, a los Tedax, a los químicos del Instituto Armado… Todos juntos, con los más modernos laboratorios del C.S.I. a su disposición, hubiesen sido incapaces de descubrir el elemento que impregnaba el programa de Veo 7, la tele de El Mundo. Un elemento que contamina la realidad y desvirtúa el periodismo, bien es cierto, pero que hace que los periódicos se vendan como churros calientes. ¿Dinitrotolueno? No. ¿Titadyn? Frío. ¿Una casete de la Orquesta Mondragón? Tampoco. ¿Goma 2 ECO? Caliente, caliente…

El producto químico que reinaba en el plató de Veo 7 era… Goma laca. Sí, esa resina fijadora que puede crear una envoltura cuasi rígida capaz de sostener el pelo en una posición concreta. Un espray con ingredientes tan excitantes como la polivinilpirrolidona, el acetato de vinilo o el copolímero de vinilpirrolidona, nombres que pueden dar origen a mucha confusión y, por tanto, subir las audiencias televisivas y aumentar la venta de diarios sensacionalistas. Laca a espuertas, porque los protagonistas del programa, las estrellas de la noche, eran Casimiro García-Abadillo y Curri Valenzuela, dos seres que protegen sus cerebros privilegiados con una coraza de crines endurecidas con toneladas de ese producto mágico.

Laca y poco más. Los medios de comunicación, sumergidos en una profunda crisis de publicidad e ideas, necesitan revulsivos. Algunos apuestan por las nuevas tecnologías, el periodismo ciudadano o la venta de vajillas del Real Madrid. Otros recurren a sus clásicos: el dinitrotolueno y el titadyn, un hidrocarburo pata negra y un explosivo con denominación de origen que elevaron un fancine a la categoría de periódico de referencia. ¿Si funcionó con un diario, por qué no con una tele? Ni cortos ni perezosos en Veo 7 emitieron “Dinitrotolueno, el retorno”, un especial de “La vuelta al mundo” con destino a la gloria.

¡Puff… dinitrotolueno! Les contaría tantas cosas sobre la utilización periodística de la confusión y la contaminación. Pero no lo haré por respeto a las víctimas del 11-M y a sus familiares. Ese respeto que no tienen quienes, sin ningún tipo de escrúpulos, siguen metiendo el dedo en la herida.

Les contaré, eso sí, que en Veo 7 se han sentido ofendidos porque en PRISA les han acusado, desde varios frentes, de “ultras”. “Es una provocación sin sentido”, dice García-Abadillo, que sin duda se relame al recordar una vieja historia de su compañero Jiménez Losantos. Se la recuerdo. Cuando Losantos no era nadie, menos que ahora, se pasó meses provocando desde su programa a Iñaki Gabilondo, líder de audiencia en la cadena SER. Un buen día Gabilondo entró al trapo y contestó a Losantos. El ex de la COPE se frotó las manos: “entonces supe que había ganado”.

Preguntas para los telespectadores de “La vuelta al mundo” (a 1,39 euros el SMS): ¿Consideran ustedes que ésta es una tertulia ultra? Un 14% dice que si, un 86% dice que no. ¿Considera usted que se debe reabrir la investigación del 11-M? Me da tanto asco esta última pregunta que no espero al final de la votación. Me quedo con el buen sabor de la guinda del programa, la conexión telefónica con Melchor Miralles, flamante director general de Veo7. Habló Miralles de lo malo que es Cebrián, pero sobre todo de su lucha contra el franquismo, de sus familiares presos por defender la libertad, de su padre deportado trabajando en una mina de sal. Televisión emocionante, honrada, dinitrotoluénica.

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P.D.

Siento estas jornadas de ausencia injustificada. He estado fuera unos días y he padecido problemas con el ordenador de que disponía (mac, teclado francés, idioma alemán). Lo siento por los lectores, y también por no haber podido comentar a tiempo el gesto con el dedo de José María Aznar. Un gesto que, nunca creí que fuera a decir algo así, le humaniza y le sitúa en mi órbita personal. Piensen que esta foto de Johnny Cash es mi salvapantallas…

Aznar confirma levantando el dedo que siempre fue un rebelde, un outsider, y que lo de la boda de su hija fue una concesión a la Botella. Cash era el hombre de negro. Ansar podría ser el hombre de rojo, por lo de Irak, pero se queda en el hombre de gris. Por ser mediocre hasta en los momentos de ira (mírenle la cara y compárenla con la de Cash). El dátil enhiesto del ex presidente es un resumen de su carrera política, de su carácter, de su profunda mezquindad.