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Marhuenda superstar

No hay tertulia televisiva o radiofónica que se precie sin la participación de Francisco Marhuenda, director de La Razón, sal y pimienta de los debates más pintureros, radicales y esperpénticos de la parrilla. Todas las cadenas invitan a este individuo, desde una progresista como La Sexta a las conservadoras como Antena 3 o Telecinco, pasando por la televisión pública española, la ultra COPE o la Telemadrid de Aguirre. Marhuenda es, por tanto, el número uno del periodismo español, la opinión que todos los españoles queremos oír, el pensador al que debemos seguir. Si Belén Esteban se dedicase a la información política, se apellidaría Marhuenda. Es el puto amo.

Me pregunto qué ha llevado a este hombrecillo de aspecto aniñado, a medio camino entre Milhouse, el amigo de Bart Simpsom, y un moreno y rejuvenecido Carlos Dívar, a la cumbre del periodismo español. A la meca del análisis, el debate y la tertulia. ¿Acaso la calidad del periódico que dirige? ¿Quizá su clarividencia y equilibrio a la hora de hacer información? ¿Resultar indomable y crítico con el poder? ¿Su inquebrantable firmeza, su carácter incorruptible? No, por dios. Marhuenda es el actual crack del periodismo español por todo lo contrario. La Razón es una bazofia absoluta, el órgano de propaganda del Gobierno, un panfleto insufrible que regalan cuando compras la Tribuna de Talavera. Y sus portadas, las de La Razón, hacen competencia directa a El Jueves y Mongolia. Marhuenda es, para colmo de males, un tipo servil hasta límites insospechados: su labor en las distintas cadenas es la de jefe de prensa de Rajoy.

Pues resulta que Marhuenda, ahí donde le ven, se ha convertido en un tipo mediático. Tanto como para que su éxito refleje la brutal decadencia del periodismo televisivo en España. Ahí tienen a todos los profesionales, descojonándose de las portadas de La Razón por la mañana y llamando al responsable de las mismas por la tarde para que acuda a sus tertulias. Quizá exagere, pero puede que no, si digo que la omnipresencia de personajes como Marhuenda en los medios es una gran tragedia social. Genera desinformación, desprestigia la profesión, y convierte los programas de debate en un auténtico circo. Telebasura.

P.D.

El estreno de “Planeta helado”, la nueva serie documental de la BBC, en Canal +, coincidió con el partido de España contra Irlanda. Una pena, porque se trata de un trabajo majestuoso que narra la vida en los ecosistemas polares. Y lo hace a lo grande, con un despliegue humano y tecnológico descomunal, que genera imágenes impactantes de gran calidad. No es un viejo documental de La 2 emitido por décima vez. Es una producción de 2011 que se ve como una película de aventuras. Auténtica televisión pública, británica (con un 29% de audiencia en su estreno en prime time, según El País). Imprescindible.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Rory Block

Cd: I Belong To The Band: A Tribute To Gary Davis.

Rory Block es una blues woman neoyorkina. Tan grande como las mismísimas Bonnie Rait o Susan Tedeschi, pero más acústica. Domina el slide y las doce cuerdas y, cuando quiere, compone sus propias canciones. Tras grabar discos monográficos con temas de Son House, Mississippi Fred McDowell y Robert Johnson, tres leyendas, Block repasa el cancionero del reverendo Gary Davis, uno de los maestros de la guitarra ragtime y el góspel primitivo. Davis tocó durante décadas en las calles de Harlem, y su sonido puro y su profunda voz han sido reconocidos como fuente de inspiración por músicos tan diferentes como Dylan, Ry Cooder o Jorma Kaukonen, fundador de Jefferson Airplane.

Cainismo

La muerte de Mingote, el humorista gráfico favorito de la derecha, ha despertado los peores instintos de unos diarios ya de por sí con muy malos instintos. ABC y La Razón, esos dos disparates propagandísticos con formato de periódico informativo, se han lanzado a las yugulares contrarias presumiendo de ser el único y verdadero amor del dibujante fallecido. “Mingote es mío, y me quería solo a mí”, gritaba ABC. “De eso nada, Mingote se quiso venir con nosotros porque somos menos roñosos y más conservadores que vosotros”, aullaban en La Razón. Sentimientos encontrados que, lejos de discutirse en la discreta intimidad de la redacción, saltaron a las portadas y ensuciaron los kioscos. Perro facha no es que coma perro facha, es que se lo devora…

ABC, La Razón, La Gaceta, El Mundo… Esta Semana Santa los cuatro periódicos han publicado portadas con cristos crucificados. ¿Hay tarta conservadora para tanto goloso? No hay lector, por ultra que sea, capaz de devorar esos cuatro panfletos sin sufrir una sobredosis letal de españolismo. ¿Es el cainismo la única solución a esta sobrepoblación? ¿Cuántos deben sucumbir en ese enfrentamiento fraticida para que quede garantizada la conservación de la especie? ¿Sobrevivirá el panfleto? ¿Le seguiremos llamado periodismo a la propaganda?

El barco de la prensa española está claramente escorado a la derecha. Soledad Gallego-Díaz vino a confirmar lo que desde hace tiempo sospechábamos: “El País no es un periódico de izquierdas; nunca lo ha sido y nunca ha pretendido serlo”. Así las cosas, con El País en el centro y el cadáver de Público aún caliente, muchos se conforman con reírle a Mingote uno de sus más famosos chistes…

– ¿Qué es preferible abuelo, ser de derechas o de izquierdas?

– Pues verás, antes que nada no ser gilipollas. Luego ya…

La 2 (TVE) despidió dignamente a don Antonio con tres piezas: un episodio de la serie “Un señor de negro”, dirigido por Antonio Mercero y con el guión escrito por Mingote, el reportaje “Mingote, una vida llena de humor”, dentro de “Informe Semanal”, y el programa “Imprescindibles”. Tuvo suerte del gran dibujante, puesto que esta Semana Santa TVE no ha tenido muchos huecos entre misas y procesiones, entre partidos de Copa Davis y Días del señor.  La televisión pública apenas dispuso de espacio para una programación generalista, rendida como estaba al capirote y la torrija.

En solo cuatro días, de jueves a domingo, hemos podido ver en TVE películas como “Saeta del ruiseñor”, mini series como “Santa Teresa de Jesús”, y programas como “Triduo Sacro y Santos Oficios”, “Santos oficios desde la catedral de Alcalá de Henares”, “Procesión de Semana Santa desde Granada”, “Enigmas de la Biblia”, “Testimonio” o “El día del señor”. Y los telediarios, cada día más insulsos y descafeinados, hablando del clima, las procesiones, las reflexiones del Papa y la operación retorno. Y de cómo “los chicos malos del rock” encontraron una salida en la religión.

Dicen que Rajoy “defiende en el PP el consenso con el PSOE para nombrar un presidente de RTVE”, y que “no escuchará a quienes desde dentro del partido le piden «mano dura» para dar un auténtico vuelco a la cadena pública”. Yo no me lo creo. No puedo imaginarme a Rajoy defendiendo nada.

Una de las dos portada es falsa…

P.D.

Cainismo futbolero: anoche Pepe, en un alarde de agresividad, agredió a su compañero Arbeloa, que le recriminaba por hacer teatro…

Dudosa reputación

La COPE de los obispos tiene que pagar al Barça de Guardiola 200.000 euros. Un pellizco de nada: La Iglesia española recibirá este año 248,3 millones de euros a través del IRPF. En cualquier caso, y tal y como está la crisis, 200.000 euros es una cantidad importante para fundírsela en entradas de tribuna o camisetas de Messi (que no lucen nada debajo de la sotana). ¿Por qué paga la COPE al Barça? Por acusarles de drogotas: hace poco menos de un año, en el programa de radio “El Partido de las 12” informaron, citando una fuente sin identificar del Real Madrid, de las sospechas de que el Barcelona trabajaba con médicos de “dudosa reputación” y que estaban dispuestos a pedir a la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) que se practicaran controles antidopaje “serios” en la Liga BBVA.

El Juzgado de 1ª Instancia número 34 de Barcelona atendió la demanda contra la Cadena Cope por “intromisión ilegítima en el derecho al honor”. La emisora de radio reconoció que “la citada información ha resultado ser no veraz y proveniente de una fuente no contrastada”, y propuso un “resarcimiento”.

Esta es una de esas sentencias que da gusto escuchar: pones en entredicho la reputación de alguien sin pruebas, descubren tu mentira, te hacen rectificar, agachar las orejas y pagar. Finalmente, la que queda en entredicho es tu reputación. Cazador cazado.

Debería ser más habitual este tipo de escarmientos, para que no fuesen tan habituales ese tipo de calumnias. Un buen ejemplo son los sindicatos, difamados desde hace algún tiempo por todos los medios de derechas. Hace unos meses se crucificó a Toxo, secretario general de CCOO, por disfrutar de un crucero junto a su  mujer: “Toxo preparó la huelga general en un lujoso crucero por el Báltico”, titulaba un fancine ultra.

Por lo visto los sindicalistas no pueden ir de crucero, aunque sea uno sencillito y se lo hayan pagado con su dinero. Los sindicalistas no tienen derecho, al parecer, ni a tomarse una cerveza. Hace unos días La Razón publicó una de esas portadas para la historia…del periodismo-basura: “El mensaje sindical: ¡Ahora a tomar cervezas!”, decía el titular, que acompañaba una fotografía con el siguiente pie: “Liberados siguieron al pie de la letra las indicaciones sindicales en la Puerta del Sol”.

Peor si cabe son las maledicencias de Intereconomía, cadena que denunció a bombo y platillo que Cándido Méndez, secretario general de UGT, calzaba un Rolex y era habitual del lujoso restaurante del Hotel Villa Magna. Thais Villas, la entrevistadora de “El Intermedio” (La Sexta), desmontó las maledicencias del canal ultra de la manera más periodística, y sencilla, posible: contrastando la información, es decir, preguntando a Méndez. Resulta que jamás ha estado en el Hotel Villa Magna y que lo que lleva en la muñeca es una imitación que le regalaron en un congreso.

Los infundios raramente reciben la medicina que merecen: el caso de la COPE y los 200.000 euros del Barça es una excepción. Ahí tienen a Salvador Sostres, profesional de la provocación y el insulto, convertido por Pedro J en una estrella de la opinión. Ayer mismo se preguntaba en El Mundo por los sindicalistas: “¿Es ético, social y compañero que vivan (los sindicalistas) tan acomodadamente gracias a lo que les recaudan a sus pobres afiliados? ¿Han renunciado a su cuantioso sueldo antes de echar a sus compañeros más humildes a la calle? ¿Cómo se debe sentir uno que nunca ha trabajado cuando de repente le dicen que se queda sin trabajo?”. Mala gente.

Periodismo con encanto

Si en estos momentos usted ofrece a una familia media española quedarse con un periodista, recién salido de la facultad, o con una cabeza de gamba, recién recogida del suelo de una cervecería, lo normal es que se queden con la cabeza de gamba. El periodista supondría una boca más que alimentar, mientras que con la cabeza de gamba, si se administra bien, primero podría hace un caldo y, después, croquetas.

El periodismo está, actualmente, por los suelos. Cierres, despidos, contratos basura, sodomización de becarios, ausencia de talento, pérdida de credibilidad… La situación es tan grave que un diario tan prestigioso como The Guardian ha sorprendido a toda la profesión con sus nuevas estrategias comerciales. ¿Dejar de comprar papel e imprimir en compresas usadas? ¿Poner el sello “No Mass Media” en su cover? ¿Incluir una bailarina en pelotas en la última? No, algo aún más sorprendente e innovador: poner en valor su marca. Es decir, abrir el Hotel Guardianista. “The Guardian está pensando en desarrollar un nuevo concepto de hotel. Un lugar para relajarse atmosféricamente, ampliar su mente y conocer a otras personas. Esto sería mucho más que simplemente un lugar para quedarse y que ofrece un descanso de inspiración para nuestros huéspedes. El hotel le ofrece un variado programa de actividades y eventos como talleres, debates y clases que ofrecen los oradores invitados, escritores, artistas, chefs y comentaristas políticos”.

Los grandes medios tienen una enorme capacidad de penetración en la sociedad, y con solo mentar su marca generan confianza y prescripción en los anunciantes. No lo digo yo, lo dicen los grandes medios propiamente dichos. Y no lo hacen por cuestión de marketing, créame, sino por simple instinto de supervivencia.

Con solo decir en voz alta La Razón o El Mundo, cientos de negocios y empresas se bajan los pantalones y ponen sus panderos en pompa, a disposición de esos medios con tanta marca y tanto poder de penetración. Pero como no conviene abusar, no está de más distribuir los huevos en diferentes cestas y, para compensar las pérdidas, abrir un hotelito con encanto.

¿Imaginan el hotel que abrirían La Razón o El Mundo? Me temo que más que el Guardianista, atmosféricamente relajante, sería una pensión llena de chinches, estratosféricamente crispante. La pista la ofrecían ayer mismo precisamente El Mundo y La Razón, sin duda para tantear a su posible clientela: se ha desmantelado un hotel chino clandestino en Carabanchel (Madrid), en el que se ofrecían sillas (con reposa pies) para que los menos pudientes pudieran echar una cabezadita por apenas 10 euros la noche.

Se acabaron las camas calientes, nacieron las sillas calientes. No acaba de salir por la puerta el becario de deportes y ya tenemos a un cantonés ocupando su silla tras una dura jornada de trabajo. A esa hora, los artículos los pone The Huffington Post. El nuevo periodismo. Con encanto.