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Televisión versus curiosidad

Hubo una vez, hace muchos, muchos años, una época en que la  televisión española dedicó tiempo, esfuerzo y dinero a la grabación de documentales. Félix Rodríguez de la Fuente y “El hombre y la tierra” consiguieron un gran éxito de público, e hicieron más por la conservación de la naturaleza que el ICONA y el Ministerio de Medio Ambiente juntos. Y Sebastián Álvaro dirigió “Al filo de lo imposible”, una original y sorprendente serie con la que exploramos los lugares más remotos del planeta y ascendimos las más altas cimas. Eran los buenos tiempos. Hoy toda esa belleza y ese talento, esa inversión en entretenimiento de calidad, solo es un bonito recuerdo. Los aficionados al género tenemos que pagar (National Geographic en Canal +) o bien conformarnos con subproductos como Xplora, el canal “para gente curiosa” que estrenó ayer La Sexta.

La Sexta 2 es un ejemplo perfecto de la sinrazón de la TDT, puesto que desde que arrancó en noviembre de 2010 no hace sino dar palos de ciego. Primero se dedicó a los docushows, después pasó a emitir telenovelas, más tarde lo intentó con una fórmula mixta, y ahora prueba con el género documental. ¿Producción propia? Ni un segundo. Una churrería de documentales más o menos viejunos salpicados con casposa teletienda. Lobos marinos y sujetadores Aire Bra, conductores de camiones suicidada y audífonos espía Silver Sonic XL…

Ayer, el día del estreno, emitieron a mediodía  “Animales extraordinarios”, una serie que pudimos ver en Canal + en verano de 2007, y que posteriormente emitieron las cadenas autonómicas. El chimpancé “extraordinario” protagonista se fundió con “Kea ¿The smartest Parrot?”, un documental sobre estas curiosas aves psitaciformes de Nueva Zelanda estrenado en 2004. Y cuando digo que se fundieron es que se fundieron, sin respetar los créditos finales. La parte buena es que no te enteras de que fueron grabados hace casi una década. La mala, que pierdes información fundamental sobre la pieza emitida: quién lo grabó, dónde, cuándo, qué centros colaboraron… Algo intolerable para la gente supuestamente curiosa.

La sensación tras un día de Xplora es triste: la sobremesa de La 2, esa fábrica de siestas, alargada 24 horas. Poco cine documental, ningún estreno de calidad y mucho docu-reality macarra, con leñadores asilvestrados, urgencias bizarras, cazadores de los pantanos y constructores de megaedificios.

Los canales de TDT no han funcionado como es debido. Una de las formas más sencillas y económicas de mantenerlos en marcha y no tener que cerrarlos (¿devolverlos al Estado?) es rellenarlos, tras el fracaso de docushows y  telenovelas, con documentales de saldo enlazados en ristra, como chorizos.

Me temo que la televisión no es para “gente curiosa”, esa para la que supuestamente va dirigido este canal. La televisión actual adocena, acaba con nuestra iniciativa, nos estanca, nos adormece y nos hace vulgares y conformistas. La televisión es para pusilánimes y dóciles. ¿Usted realmente tiene curiosidad? Salga a la calle, al campo, a los museos, a los conciertos, a las bibliotecas, a los bares, a la red… Explore.

Un motivo para NO ver la televisión

El mal del cerebro

Un ejemplo de producción propia, de documental de calidad, de televisión sin necesidad de televisión. “Un año de trabajo, más de 50 horas de entrevistas y un recorrido por los mejores laboratorios de nuestro país para conocer los secretos del cerebro” y elaborar este trabajo para La información.com.  Un documental sobre “los desafíos de la mente del siglo XXI”. Imprecindible.

La noche selvática

Hace años, cuando la televisión era una y punto, los españoles devorábamos los documentales de Félix Rodríguez de la Fuente. El divulgador burgalés arrasaba desde TVE, y en prensa con reportajes como la famosa “Serie africana” publicada en 1968 en Blanco y Negro, el dominical de ABC. Los tiempos han cambiado. Antes la fauna salvaje era líder de audiencia por derecho, mientras que ahora son los depredadores humanos quienes mandan: “es la noche selvática”, dice Manuel Villanueva, director de contenidos de Mediaset, refiriéndose al estreno anoche en Cuatro de “Pekín Express: aventura en África” justo después de “Frank de la jungla”.

Conceptos como “aventura”, “entretenimiento” o “espectáculo” han cambiado mucho con el tiempo. Hace 40 años todo eso lo ofrecía Rodríguez de la Fuente mostrando cómo cazaba un halcón, las migraciones de herbívoros en Serengueti o las relaciones sociales de una manada de lobos. Hoy nada de eso tiene sentido si no se descafeína, se manipula, se devalúa, se simplifica, se banaliza y se transforma hasta convertirlo en un reality. “Nuevas fórmulas televisivas”, asegura Villanueva. Hombres haciendo el papel de lobos.

¿La televisión actual es mejor? ¿Hemos perdido entretenimiento de calidad en favor de entretenimiento basura? ¿Tiene límites este deterioro intelectual? ¿Piensan los dueños de las cadenas que somos gilipollas? ¿Somos gilipollas?

Es difícil ser optimista. Un motivo para la esperanza es “Pienso, luego existo”, el espacio para la filosofía y las ideas que anoche estrenó La 2 (TVE). Sí, sé que es difícil creer que en España la televisión conceda 45 minutos a la reflexión y el pensamiento, pero les juró que es cierto. Lo acabo de ver con estos ojos que se han de comer los gusanos. El electrodoméstico habitualmente copado por individuos de la calaña de Jorge Javier Vázquez, Belén Esteban, Miguel Ángel Rodríguez, Jordi González, Frank de la Jungla, los hermanos Matamoros, Iker Jiménez, Mercedes Milá, Aída Nízar o Ana Rosa Quintana concede una oportunidad, durante tres cuartos de hora, a José Antonio Marina, Emilio Lledó, Rafael Argullol, Eugenio Trías, Victoria Camps, Fernando Savater, Javier Sádaba, Jesús Mosterín, Antonio Escohotado, Amelia Valcárcel o Manel Cruz.

Otro mundo es posible. Eso sí, en la televisión pública.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Ray Bonneville.

Cd: Bad Man´s Blood.

Ray Bonneville es un veterano cantante canadiense de blues y folk. Después de grabar seis discos muy interesantes, en los que su música viajaba desde el dobro primitivo de Bukka White a los cadenciosos punteos de J.J. Cale, se descuelga con este “Bad Man´s Blood”. Una colección de canciones propias (excepto “Mississippi”, firmada por Jordan) producidas de nuevo por el gran Gulf Morlix.

Bonneville canta, sopla la armónica y toca guitarras acústicas y eléctricas. En estas once canciones navega, guiado por un Morlix que le tiene cogida la medida, entre el blues tradicional, la música Cajún y la Americana. Un gran disco, otro más, en la impecable carrera de uno de esos músicos desconocidos que jamás decepcionan.

 

Nadie hizo tanto daño en menos tiempo

La frase no es de un iraquí que perdió a su familia durante la invasión de su país por tropas del trío de las Azores. La frase es del ex presidente del Gobierno José María Aznar, uno de los individuos que organizaron aquella guerra. Pero qué demonios, es tan efectista que puede aplicarse a muchas situaciones, a diferentes personas, a distintos gobiernos. A mí, por ponerles un ejemplo, me viene bien para calificar la gestión socialista de la televisión pública española: nunca nadie hizo tanto daño en menos tiempo.

Cualquiera que vea TVE sabe, gracias a las autopromociones con que saturan sus informativos,  que desde que no tiene publicidad ha aumentado su audiencia. Sin embargo el ambiente que se vive dentro de la televisión pública no es el mejor posible: los trabajadores, reunidos en diferentes asambleas, organizan paros parciales de tres horas, concentraciones sonoras, una gran manifestación (sábado 20 de febrero) y, finalmente, una huelga general de 24 horas (miércoles 3 de marzo).

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Nada nuevo. Los flecos del último capítulo en el viejo proyecto socialista de desmantelar la televisión pública. Proyecto cuyo comienzo coincidió, no lo olviden, con la creación de nuevas cadenas de televisión privadas y el proceso para asegurar la supervivencia económica de éstas.

El proyecto se encuentra en la fase final, por lo que me tomo la libertad de recordarles de manera telegráfica los pasos seguidos hasta llegar aquí. Hace unos años todo empresario quería una televisión, es decir, una fuente inagotable de dinero y poder. Lamentablemente la tarta televisiva no daba para alimentar tantas cadenas, por lo que fue necesario sacrificar a una de ellas para que, como en la tragedia de los Andes, sirviese de sustento a los supervivientes. Le tocó a la televisión pública, qué le vamos a hacer. Primero quedó debilitada al ser despojada de lo mejor de su patrimonio: los trabajadores veteranos. Tras el ERE el Ente perdió punch, y las cadenas recién nacidas se hicieron un hueco a codazos. Después llegó la crisis y, como las cadenas privadas necesitaban dinero, TVE les cedió generosamente su publicidad (un 80% de la inversión publicitaria de TVE va a parar a las privadas). Pero no era suficiente, por lo que la televisión pública fue abandonando la producción propia y externalizando trabajo: hasta 53 empresas le  facturan a RTVE (mientras muchos trabajadores de la casa permanecen con los brazos cruzados), cuenta con 110 directivos “externos”, el 80% de la producción de deportes está en manos ajenas…

Santiago González, nuevo director de TVE,  respondió el pasado sábado en La 2, en una entrevista con Elena Sánchez (defensora del telespectador), a la pregunta de si el nuevo modelo de financiación de la televisión pública puede afectar a sus contenidos. “Debemos optimizar los recursos que tenemos y utilizar a todos los trabajadores… en ese encaje se va a mover el futuro inmediato de la televisión pública”, dijo sin decir nada. Mucho más claro es Jaume Roures, presidente de Mediapro y quién sabe si adivino o poseedor de información privilegiada, al adelantar el futuro de la televisión pública: “TVE se quedará sin gasolina en seis meses. Los fondos no van a ser suficientes como para mantener un nivel atractivo de contenidos”.

En la última asamblea el grito de los trabajadores de TVE fue “¡basta ya!”. Me temo que ya es tarde: la televisión pública española, como la sanidad madrileña, sucumbe víctima de ambiciones personales, de manipulaciones políticas, de intereses privados. Es un cadáver andante.

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P.D.

Y ya que hablamos de TVE, de su financiación y de cómo afectará a la programación… Esta misma tarde (19.00, La 2) tendrá lugar el estreno de una gran serie documental: “El hombre y la tierra”. Sí, aquella que grabó Félix Rodríguez de la Fuente entre 1975 y 1980. Un clásico francamente interesante, de innegable valor histórico, que nos lleva a realizar ciertas reflexiones:

1.- ¡Qué tiempos aquellos, en los que la televisión pública española apostaba por las grandes producciones! (¿Recuerdan “Al filo de lo imposible”?).

2.- ¿Aguanta el paso del tiempo “El hombre y la tierra”? No se lo digo sólo por compararlas técnicamente con las que emite actualmente la BBC de David Attenborough. Se lo digo por la bronca de hace unos días sobre la foto trucada de un lobo, domesticado, saltando una valla. Actualmente los documentales pretenden mostrar a animales en estado salvaje, sin troquelar, sin alterar comportamientos naturales. Rodríguez de la Fuente fue un gran comunicador, un maestro, pero muchas de sus escenas tenían “truco”.

3.- ¿Esto es todo lo que puede ofrecer TVE en cuestión de documentales? Repeticiones anárquicas para la sobremesa y reposición de antiguallas (con todos los respetos) por la tarde.

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Un motivo para NO ver la televisión

Mendel el de los libros.

Stefan Zweig.

Editorial Acantilado.

“Los libros sólo se escriben para, por encima del propio aliento, unir a los seres humanos, y así defendernos frente al inexorable reverso de toda existencia: la fugacidad y el olvido”. Con esta frase termina “Mendel el de los libros”, un cuento tan breve, apenas 57 páginas, como maravilloso, que cuenta la historia de un librero que pasa su vida sentado en la misma mesa de un café de Viena. Dotado de una memoria prodigiosa, Jainkeff Mendel convierte ese lugar en su sala de lectura, su despacho, su hogar. Hasta que un día es detenido y enviado a un campo de concentración. Cuando regresa nada es igual. Zweig escribe un grandioso relato sobre las injusticias de la guerra, la necedad de las fronteras, la ignorancia y el conocimiento y, sobre todo, sobre la tolerancia y la exclusión. Espectacular e imprescindible.