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La libertad en nuestro tiempo

No acaba uno de reponerse de las múltiples declaraciones de Félix de Azúa, el académico que la ha tomado con la alcaldesa de Barcelona Ada Colau, cuando escucha los regüeldos de otro ilustre de las letras. “Hay que parar a Podemos o convertirán España en una calamidad como Venezuela”, afirma un Mario Vargas Llosa pletórico que tiene en una mano los adelantos de las ventas de su último libro y en la otra el pandero de Isabel Preysler.

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No es la primera vez que Vargas Llosa habla de Podemos, partido que considera “tiene un origen antisistema”: “Sería una verdadera tragedia que en España hubiera un retorno a las viejas ideas del caudillismo, de utopismo y todo lo que está detrás del populismo, que es el gran enemigo de la libertad en nuestro tiempo”. Sería una lástima tan grande que igual el Nobel tendría que mudarse definitivamente a la casa de lujo que se ha comprado con su nueva novia en Nueva York: más de 200 metros cuadrados y unas vistas extraordinarias, cerca de la emblemática Quinta Avenida y de Central Park. Según La Razón, no bajará de los 18 millones de euros.

De cuando en cuando Vargas Llosa tiene que salir de esta España podemita, populista y antisistema, para relajarse en la Gran Manzana, capital mundial de ese capitalismo que tanto le gusta. Una ciudad que, según informa El Confidencial, tiene en estos momentos a 60.000 personas sin hogar, el doble que hace diez años, más que durante la Gran Depresión.

“La causa principal es el precio de la vivienda, la bestia negra de los neoyorkinos”, continúa El Confidencial. “La opción más barata, una habitación en un piso compartido (con ratones y radiadores prehistóricos), rara vez baja de los mil mensuales. Por eso, el neoyorkino gasta el 60% del sueldo en el alquiler, el doble de lo recomendado por el Gobierno para una vida sostenible. A esto se añaden los recortes sociales”. Giselle Routhier, directora de políticas de la Coalición para los Sin Hogar (CFTH), resume la situación: “Tenemos una crisis de vivienda asequible”.

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Abrir la boca para que nada cambie. Para que todo siga igual de bien… para mí. Para nosotros. Por la sagrada libertad en nuestro tiempo. Hablan los intelectuales desde sus altares, y los medios de comunicación desde sus portadas. En la de ABC de ayer martes no encontramos una sola línea sobre los papeles de Panamá. Ni Pilar de Borbón ni hostias. Todo el espacio dedicado a Podemos, a los siete millones que Hugo Chávez dio a la fundación CEPS de Pablo Iglesias para sembrar el comunismo y la pobreza en España. Justo antes de la primera reunión entre PSOE, Ciudadanos y Podemos.

¿Siete millones? Ni para el cuarto de servicio del piso de Vargas Llosa en Nueva York, bien es cierto. Y CEPS no es Podemos, es solo la FAES del coletas. No importa. Son antisistema, quieren acabar con la sociedad del bienestar tal como la conocemos: con tantos homeless en NY como durante la Gran Depresión. Pretenden que el mundo sea menos injusto, intentan acabar con las desigualdades, con el fraude fiscal (59.000 millones al año en España). Utopías populistas, insisten Vargas Llosa, ABC y compañía. PP, PSOE y Ciudadanos se suman al linchamiento mediático: “Hay líneas que no deben traspasarse”, dice el portavoz popular en el Congreso Rafael Hernando, “en estas condiciones, espero que ese encuentro no se celebre.

Tienen razón, no tenemos por qué preocuparnos. Ni por los más necesitados: existe la caridad. Ahí tienen los rastrillos solidarios de Pilar de Borbón, sin ir más lejos…

P.D.

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Un motivo para NO ver la televisión

Willie Nile

CD: World War Willie.

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Nuevo disco del cantautor eléctrico con más talento y menos suerte de Estados Unidos. Con permiso de Elliott Murphy, por supuesto. Su disco número diez, si no contamos los diferentes directos, sigue la línea habitual en el músico de Buffalo: guitarras, pianos, buenas canciones y la inconfundible voz de un cantante en plenitud. Doce canciones brillantes, vigorosas, auténticas, entre las que destaca la última. Cierre de oro con una versión que es un homenaje: “Sweet Jane”, de Lou Reed. Otra joya.

Los empresarios pasajeros

Este fin de semana he visto en Canal + la última película de Almodóvar. Bueno, he intentado verla: es tan mala, tan sumamente mala, tan impresionantemente mala, que solo he tenido estómago para aguantar los primeros treinta minutos y el cuarto de hora final. ¡Qué horror de película! ¡Qué espanto de guión, de dirección, de fotografía, de actores! Una auténtica pesadilla.

Tras ver “Los amantes pasajeros” creía que el mundo de la aviación había tocado fondo: no se puede caer más bajo. Pues comienza la semana y desayuno con la noticia de que una avería en el avión Airbus A310 de la Fuerza Aérea española que debía llevar al Príncipe Felipe a Brasil, donde tenía previsto inaugurar un foro empresarial, ha dejado en tierra al hijo del rey, a los 50 empresarios que le acompañaban y a los periodistas que les masajean durante este tipo de expediciones. Un flap en un ala no funcionaba correctamente. Suspendida la apertura de mercados, aplazada la captación de inversiones, interrumpida la internalización de nuestra economía. ¡Todos a los corrales!

Un país incapaz de enviar a medio centenar de empresarios a hacer negocios a Sudamérica es un país bananero. Profundamente bananero. El país de Pepe Gotera y Otilio, de la chapuza y la mala organización, del desastre y el cachondeo. Un viaje que habían vendido como “muy importante” para la economía española, suspendido porque un avión, un puñetero avión oficial, no funciona. ¿Alternativas? No tenemos. ¿Otros aviones? No da tiempo. ¿Vuelos comerciales? Ya han salido. Cada mochuelo a su olivo.

Y ahí van los empresarios y periodistas, con sus maletas repletas de bañadores, cremas solares y preservativos, regresando a casa con las orejas gachas. Otro día será lo de abrir el camino a emprendedores, reforzar la imagen del heredero a la corona y vender la Marca España. ¿La Marca España? Coño, ¡Arriba la Marca España! ¡Y la diplomacia económica! ¡Y que vivan los empresarios pasajeros!

España, país con aeropuertos sin aviones y con aviones sin piezas de repuesto. ¿Recuerda usted el aeropuerto del abuelo? Sí hombre, el de Castellón, ese que pese a no tener ni proyecto ni viabilidad ha costado 136,8 millones de euros. Pues al abuelo, a Carlos Fabra, le han condenado a cuatro años de cárcel, por defraudar 700.000 euros a Hacienda, y a pagar 1,3 millones de euros de multa. “¡Qué se joda!”, diría su hija Andreita en un momento de enajenación mental. “¡Eres un visionario, Carlos!”, le dijo su colega Francisco Camps el día de la inauguración del aeropuerto. ¡Un visionario! Qué buen ojo tenía el molt honorable ex presidente de la Generalitat Valenciana.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Cora Fluker

Cd: Look How The World Has Made A Change.

Cora Fluker es una leyenda olvidadas del blues primitivo más auténtico, más puro, menos comercial. Nació en Livingston, Alabama, aproximadamente en 1920, y vivió la esclavitud en sus propias carnes: contaba que cuando tenía solo nueve años trató de escapar de la propiedad donde trabajaba su familia, pero el terrateniente blanco la encontró y la golpeó hasta casi matarla. Desde entonces su espalda estuvo cubierta por espantosas cicatrices. Más tarde tuvo una visión, encontró a Dios y se dedicó a predicar y cantar.

 “Look How The World Has Made A Change” suena como si Cora cantase, acompañada por su guitarra, en el porche trasero de una granja sureña de mediados del siglo pasado. Gospel, sí, pero también el mejor blues rural que pueda imaginar. “Mi música viene del aire”, solía decir Cora cuando aún tenía fuerzas para cantar.

 

malamadre & Co

Durante la agobiante campaña promocional que TVE ha dedicado a la ceremonia de los Goya, su presentador, Andreu Buenafuente, advirtió de la necesidad de ir al servicio antes de que comenzase la retransmisión. Por aquello de la ausencia de publicidad en la televisión pública y el ritmo frenético previsto para la gala. Un consejo a tomar muy en serio, puesto que venía de uno de los accionistas de La Sexta, la cadena del buen cine nacional, el de Chuck Norris, Steven Seagal y Jackie Chan. El presidente de la Academia del Cine y los suyos parecían tenerlo todo calculado con precisión cinematográfica. Por tanto, una vez aliviada la vejiga y vaciado el vientre podía sentarme a disfrutar de la gran fiesta del cine español…

… si no hubiese sido por un pequeño detalle: el Atlético de Madrid y el Barcelona estaban jugando a esa misma hora. ¡Malditos peliculeros! No respetan nada. Menos mal que en TVE Carlos del Amor, ese periodista-protagonista de la información cultural, ya había advertido de que lo bueno estaba al final. Es decir, 160 minutos después del comienzo de una fiesta gremial que, al no ser mitómano, me interesa tanto como el congreso nacional de reumatología.

¿Se puede amar el cine y pasar de los Goya? Yo creo que sí. Disfruté mucho, muchísimo con “Celda 211”, pero no me interesa demasiado saber quién es el mejor director de producción o la mejor interprete femenina de reparto; me ruborizan los elogios, las palmaditas y las vanidades; y el glamour me produce sarpullidos.

“No somos tan importantes”, dijo Alex de la Iglesia, que prometió un discurso épico, en un momento hiperrealista del mismo. Y habló de ombligos, de que la gente del cine tiene posters de ombligos en sus casas. No son los únicos: los periodistas, sin ir más lejos, tenemos también ombligos grandes, muy grandes. Y con pelotillas. Los blogs, no sé si se ha dado cuenta, son ombligos digitales cargados de electricidad estática. Atraen más roña que si fueran analógicos. Volvamos al cine…

La noticia es que fue un gala digna, impecable en muchos aspectos (realización, guión, presentación), imagino que muy interesante para los ombligos, perdón, para los profesionales, de la industria cinematográfica. Pero también creo que fue una gala larga, interminable, para quien disfruta viendo cine pero no sabe los nombres de los actores, ignora las tripas del mercado y está cansado del ombliguismo rampante. ¿La sorpresa final? Almodovar. Tras mucho suplicar, Dios bajo a la tierra, se reconcilió con la Academia y asistió a los Goya para que el público se levantara de sus asientos y Alex de la Iglesia chupara algunos planos más.

En cualquier caso, parece que el cine español recupera la salud y se sobrepone a los malos tiempos. Buenas noticias. La culpa no era de la gente del cine, ni muchísimo menos. La crisis del cine era consecuencia de la debacle económica, y por tanto se debía, como muy bien ha comentado Rouco Varela (cardenal arzobispo con nombre de actor porno, por cierto), a “causas espirituales” y “ético morales”. Ya sé que lo normal sería no dar ninguna importancia a las palabras de un cardenal arzobispo, o por lo menos no más que a las de los líderes de otras sectas religiosas, pero la verdad es que tienen gracia. Me las imagino dentro de un guión de Azcona, o en una película de Berlanga. Humor surrealista. O en una entrevista a Bigas Luna. Él fue quién dijo que “hacer cine es jugar a ser Dios”. Es decir, a ser Almodovar.

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P.D. 1

Curry Valenzuela tiene problemas con el ordenador durante su programa. ¿Y cómo cree que lo soluciona? ¿Esperando al final y avisando a los informáticos, como haría todo el mundo? De ninguna manera. Tirando el portátil al suelo. Grandes males, grandes remedios. Supongo que influye en tan violenta decisión que el ordenador no es suyo, que es de todos los madrileños (Telemadrid es, aunque no se lo crean, una  televisión pública). Y todo en riguroso directo.

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P.D.2

Lo mejor del fin de semana, con mucha diferencia y sin ninguna promoción por parte de TVE, fue la emisión de “Nómadas del viento”. Una maravilla. Una película documental sobre las aves migratorias absolutamente recomendable. Al ser televisión pública en estado puro, es posible que hayan querido que pasase desapercibida…

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Un motivo para NO ver la televisión

Los amantes.

John Connolly.

Tusquets.

Charlie Parker ha perdido su licencia y trabaja en un bar de Portland. Podría ser el comienzo de una vida tranquila, pero el pasado siempre regresa para atormentarle, para meterle en líos, para rodearle de muertos. En este caso se trata de la memoria de su padre, un policía que en un momento de locura mató con su arma reglamentaria, y aparentemente sin motivo alguno, a una pareja de adolescentes. Horas después se suicidó pegándose un tiro en la boca en el garaje de su casa. Su hijo comienza a hacerse preguntas, a entrevistar a los camaradas de Will Parker, a mirar por el retrovisor.

Como de costumbre, la última novela de John Connolly juega con lo indescifrable. Seres que vienen del más allá, muertos que regresan a la vida, un maligno todopoderoso y quién sabe si eterno… “Los amantes” arranca con solvencia, y discurre de manera frenética gracias a la incorporación a la trama de un periodista que pretende convertirse en biógrafo de Parker. Otra gran historia policiaco-gótica del maestro Connolly. Las dudas surgen con el final, un tanto decepcionante no por no cerrarse (volverán los ángeles negros) sino por no estar a la altura emocional del resto de la trama.