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Droga dura

Pocas horas después de que el ciclista norteamericano Lance Armstrong confesase a Oprah Winfrey que se había dopado, Esperanza Aguirre aseguraba a Ana Rosa Quintana que iba a inaugurar un foro en Murcia. ¿Casualidad? Me extraña. Dos grandes programas de televisión, dos presentadoras que dominan el arte de la entrevista, dos tramposos profesionales… Y es que muy de cuando en cuando las estrellas de la televisión consiguen alinearse en brillante constelación, y nos ofrecen momentos audiovisuales tan mágicos como estos. Instantes que quedan para siempre en las retinas de unos espectadores que flipan con esta televisión psicotrópica de primera calidad.

Todos los medios de comunicación nacionales recogen la entrevista de Winfrey, y se regodean en la desgracia de ese drogadicto de mierda llamado Lance Armstrong. ¡Maldito seas por siempre, fullero! Braman los mismos periódicos y las televisiones que consideran lo del chuletón de Contador como un ataque francés a nuestro glorioso deporte. Recuerda usted el famoso “soy español, ¿a qué quieres que te gane?”. Pues eso mismo.

Ana Rosa Quintana, la Oprah Winfrey blanca, estilizada y estirada, tiene su propio bombazo: Esperanza Aguirre. La actual caza talentos, ex presidenta de la Comunidad de Madrid, parece que también se ha dado al consumo de sustancias alucinógenas: “me da mucha pena el ERE de Telemadrid… ha sido una emisora estupenda”, dice con la voz arrastrado del yonqui que lo está dejando, pero que no lo deja. ¿Sobredosis de hipocresía? Jamás…

“¿Es más feliz ahora?”, le pregunta Quintana en el momento cumbre de la entrevista, con un nivel de emotividad difícilmente soportable por el corazón humano. “La felicidad es una cosa complicada. Voy a ser más feliz, creo, pero todavía no he empezado”, responde la caza talentos con mirada torva.

Y antes de que el telespectador pueda reponerse del shock emocional, el realizador de Telecinco funde el rostro revirado de Aguirre con el fúnebre careto de Nacho Abad, enterrador de guardia de Ana Rosa. Y se ponen a hablar de una niña secuestrada que ha sufrido abusos sexuales.

No importa. Para entonces Esperanza Aguirre ya había dejado una frase para la historia: “Hay que hacer políticas que den confianza a la gente”. Se refería, no me cabe ninguna duda, a las políticas de su partido, del PP. Ya saben, las políticas de gestores brillantes e inmaculados, como pueden ser la propia Esperanza Aguirre o Ignacio González, Ana Botella, Luis Bárcenas, Güemes, su mujer y su suegro, etc. Todos carne de caza talentos.

P.D.

A las seis de la tarde se podía leer en la web del diario ABC la noticia sobre las cuentas suizas de Luis Bárcenas, ex tesorero del Partido Popular. Pero mientras ese tema abría las portadas de Elpais.com y Elmundo.es, en ABC.es estaba en la posición número diecisiete, tras “La interesante vida sexual del percebe” y antes de “Mújica, con chanclas y tomando café en una terraza”.

No es coña. Es periodismo. Concretamente es la crisis del periodismo…

 

Un motivo para NO ver la televisión

Redd Kross

Cd: Researching The Blues.

Primer disco de estudio en quince años de un precoz cuarteto californiano: grabaron su primer disco, el excelente “Born Innocent” (1982), nada más cumplir los quince años. Pop, rock, punk, hardcore, indie… No es fácil etiquetar a Red Kross, una banda que desde entonces ha editado apenas seis discos, todos buenos, algunos memorables: en 1992 publicaron “Third Eye”, con Sofía Coppola desnuda en la portada y once grandiosas canciones en el interior. Un clásico.

“Researching The Blues” sigue ese mismo camino, ofreciendo poco más de media hora de power pop de primera. ¡El género no estaba agotado! Redd Kross demuestra en solo diez canciones que con una actitud coherente, grandes melodías, guitarras frescas y juguetonas, estribillos inolvidables y un respeto reverencial por Beatles se puede hacer pop potente en pleno siglo XXI. Un gran disco, digno sucesor de aquel imprescindible “Third Eye”.

IBI, beneficencia y caridad

Cuando sea abuelo, que ya no queda tanto, y me haga mis necesidades encima, preferiría que me limpiase el culo una profesional antes que una monja. Una profesional de la geriatría, no piense usted mal. Me sentiría incómodo con una hermanita hurgándome en los bajos, quitándome el pañal y echándome los polvos de talco mientras le colgase del cuello un crucifijo que, frío como un témpano, se balancease y me golpese rítmicamente el escroto. Y es que para los cuidados de personas tan mayores, y de tan delicadas partes del cuerpo, donde esté una enfermera, con sus estudios especializados y su titulación en regla, que se quiten esas fanáticas religiosa que creen en la resurrección y en que un palomo fecundó a María.

Le cuento esto porque Bieito Rubido, director de ABC, ha dicho en “Los Desayunos de TVE” (La 1) que la iglesia no debe pagar IBI porque las monjitas limpian a “abuelos que se cagan”. En ese mismo programa, en unas imágenes grabadas, el bueno de Rouco Varela se decanta por el chantaje: si la Iglesia tuviese que pagar el Impuesto de Bienes Inmuebles, ese desembolso podría afectar a “otras actividades” de ayuda social, como por ejemplo “la desarrollada por Cáritas”. El resto de tertulianos de “Los desayunos…” cree que la Iglesia debe pagar  IBI, pero reconoce la labor que realizan religiosos y religiosas, y alaban sus ayudas a drogadictos, niños pobres, ancianos desamparados…

Donde esté un profesional, insisto, que se quite un aficionado. Los viejos con el culo sucio, los niños pobres y los drogadictos callejeros no deberían depender de la caridad, una virtud teologal difícil de calificar, cuantificar y organizar. Es el Estado quien tiene la obligación de garantizar a los ciudadanos más desprotegidos el derecho a la salud, y proporcionarles la cobertura adecuada al grupo de población al que pertenecen. Su trabajo, el de los políticos, es gestionar de manera cabal el dinero del IBI (de todos), junto a otros impuestos, para que no sean necesarios sistemas de beneficencia privados paralelos a los estatales.

No debería faltar el dinero para profesionales de la asistencia sanitaria en un país como el nuestro, tan rico y expléndido como para pagar las bebidas que el Presidente del Tribunal Supremo toma en piscinas de hotel, permitir que se construyan aeropuertos sin aviones o gastar 82.000 euros en el retrato de un presidente del Congreso.

Caridad y Beneficencia suenan a Auxilio Social. A ideología, humillaciones y despotismo. Solo en Alemania, del medio millón de niños que pasaron por orfanatos religiosos entre 1950 y 1975, al menos 50.000 sufrieron malos tratos. Palizas, abusos sexuales, trabajos forzados…

En una sociedad civilizada y moderna debería bastar con cobrar el IBI a la Iglesia, poner una X en la casilla de Fines Sociales de la Declaración de la Renta y exigir a los políticos una buena gestión.

 

Un motivo para NO ver la televisión

La librería ambulante

Autor: Christopher Morley.

Editorial: Periférica.

Esta es la historia de un amor desaforado por los libros y la vida, dos cosas que no son lo mismo pero son igual. Cansada de limpiar la casa y planchar sábanas, la oronda y madura señorita Hellen McGill abandona a su hermano, un escritor de éxito, y emprende una vida nómada: en un arrebato compra la biblioteca ambulante de Roger Mifflin, un carromato cargado de libros.

Si alguien llevase al cine “La librería ambulante” el resultado sería una divertida y enternecedora road movie, repleta de correrías tronchantes y diálogos repletos de optimismo y sentido común. Las aventuras de una pareja de idealistas que sueña con recorrer el mundo viendo, escribiendo y leyendo. Amor a los libros, sí, pero también amor a las personas, a los animales, al mundo rural… a la vida tranquila y placentera. “Estas páginas huelen a las hogazas de pan recién sacadas del horno; en ellas se siente el viento de otoño en los abedules”.

Un enorme libro de Christopher Morley, escritor de Pensilvania que, tras formase académicamente en Oxford, recorrió Estados Unidos como reportero. Tan delicioso como un pastel de arándanos recién sacado del horno.

Uno de mis párrafos favoritos: “Creo que leer un buen libro te hace modesto. Cuando uno logra ver con lucidez el interior de la naturaleza humana, cosa que te proporcionan los grandes libros, uno siente la necesidad de hacerse pequeño. Es como mirar la Osa Mayor en una noche clara o ver el amanecer en invierno cuando uno va a recoger los huevos de la mañana. Y cualquier cosa que te haga sentir pequeño es maravillosamente buena”.

Cainismo

La muerte de Mingote, el humorista gráfico favorito de la derecha, ha despertado los peores instintos de unos diarios ya de por sí con muy malos instintos. ABC y La Razón, esos dos disparates propagandísticos con formato de periódico informativo, se han lanzado a las yugulares contrarias presumiendo de ser el único y verdadero amor del dibujante fallecido. “Mingote es mío, y me quería solo a mí”, gritaba ABC. “De eso nada, Mingote se quiso venir con nosotros porque somos menos roñosos y más conservadores que vosotros”, aullaban en La Razón. Sentimientos encontrados que, lejos de discutirse en la discreta intimidad de la redacción, saltaron a las portadas y ensuciaron los kioscos. Perro facha no es que coma perro facha, es que se lo devora…

ABC, La Razón, La Gaceta, El Mundo… Esta Semana Santa los cuatro periódicos han publicado portadas con cristos crucificados. ¿Hay tarta conservadora para tanto goloso? No hay lector, por ultra que sea, capaz de devorar esos cuatro panfletos sin sufrir una sobredosis letal de españolismo. ¿Es el cainismo la única solución a esta sobrepoblación? ¿Cuántos deben sucumbir en ese enfrentamiento fraticida para que quede garantizada la conservación de la especie? ¿Sobrevivirá el panfleto? ¿Le seguiremos llamado periodismo a la propaganda?

El barco de la prensa española está claramente escorado a la derecha. Soledad Gallego-Díaz vino a confirmar lo que desde hace tiempo sospechábamos: “El País no es un periódico de izquierdas; nunca lo ha sido y nunca ha pretendido serlo”. Así las cosas, con El País en el centro y el cadáver de Público aún caliente, muchos se conforman con reírle a Mingote uno de sus más famosos chistes…

– ¿Qué es preferible abuelo, ser de derechas o de izquierdas?

– Pues verás, antes que nada no ser gilipollas. Luego ya…

La 2 (TVE) despidió dignamente a don Antonio con tres piezas: un episodio de la serie “Un señor de negro”, dirigido por Antonio Mercero y con el guión escrito por Mingote, el reportaje “Mingote, una vida llena de humor”, dentro de “Informe Semanal”, y el programa “Imprescindibles”. Tuvo suerte del gran dibujante, puesto que esta Semana Santa TVE no ha tenido muchos huecos entre misas y procesiones, entre partidos de Copa Davis y Días del señor.  La televisión pública apenas dispuso de espacio para una programación generalista, rendida como estaba al capirote y la torrija.

En solo cuatro días, de jueves a domingo, hemos podido ver en TVE películas como “Saeta del ruiseñor”, mini series como “Santa Teresa de Jesús”, y programas como “Triduo Sacro y Santos Oficios”, “Santos oficios desde la catedral de Alcalá de Henares”, “Procesión de Semana Santa desde Granada”, “Enigmas de la Biblia”, “Testimonio” o “El día del señor”. Y los telediarios, cada día más insulsos y descafeinados, hablando del clima, las procesiones, las reflexiones del Papa y la operación retorno. Y de cómo “los chicos malos del rock” encontraron una salida en la religión.

Dicen que Rajoy “defiende en el PP el consenso con el PSOE para nombrar un presidente de RTVE”, y que “no escuchará a quienes desde dentro del partido le piden «mano dura» para dar un auténtico vuelco a la cadena pública”. Yo no me lo creo. No puedo imaginarme a Rajoy defendiendo nada.

Una de las dos portada es falsa…

P.D.

Cainismo futbolero: anoche Pepe, en un alarde de agresividad, agredió a su compañero Arbeloa, que le recriminaba por hacer teatro…

El suicidio del periódico (de papel)

“El peor enemigo del periodismo no es la corrupción, sino la mediocridad”. Valentí Puig.

Me considero un buen comprador de periódicos. Y un aceptable lector, capaz incluso de recortar y conservar los textos que me resultan interesantes. ¿Diógenes? Hasta hace poco recorría cada jornada muchos kilómetros para hacerme con la prensa. Actualmente compro todos los días de la semana El País y Público. Los miércoles y sábados añado La Vanguardia, por el suplemento cultural y la página de Gregorio Morán, respectivamente. De paso leo las “contras”. Y los sábados también compro el ABC, por su interesante suplemento cultural. Alrededor de 90 euros al mes, más de 1.000 al año. Mucho dinero, sobre teniendo en cuenta dos factores: que buena parte de esa información se encuentra de manera gratuita y actualizada en la red, y que los contenidos, en lugar de mejorar empeoran.

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