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Alianza de civilizaciones

Las perspectivas son inmejorables, de ensueño. Mediodía del primer domingo del mes, tumbado en mi sillón favorito, cerveza IPA en mano, leyendo una entrevista de Juan Cruz a Vargas Llosa en la revista Jot Down… Smart. ¿Quién da mas? Charlan sin prisas y sin límites de espacio, recuerden que se trata de periodismo de largo recorrido, sobre la falta de papel higiénico en Venezuela, el brillante diseñador de joyas que es el gran estadista Felipe González, lo atrasados que estarían en Iberoamérica sin la aportación del grupo PRISA, la amenaza que supone Podemos para la civilización occidental, cuánto añoramos los españoles el espíritu de la Transición, lo sabrosotes que resultan los carnavales en Santa Cruz de Tenerife

Vivimos tiempos duros en los medios de comunicación. Sobrevivir es el reto. Hace frío ahí fuera. Está muy oscuro y es fácil sentirse solo: las alianzas de diferente tipo se han convertido en algo habitual. Ahí tiene a Movistar y Canal +, un acto de depredación convertido por obra y gracia de los gabinetes de prensa en un brillante plan estratégico de colaboración entre empresas en expansión. O a los más modestos InfoLibre y Ctxt, unidos por el periodismo de base y las buenas intenciones. Pero el más curioso sin duda es el pacto entre el que un día fuera diario progresista El País y Jot Down, la contemporary culture mag que apuesta por la divulgación de la cultura y las ideas. “Jot Down flirtea con el lado oscuro“, ironizan estos últimos en una nota que advierte de sus intenciones: “Con Jot Down Smart, El País incorpora a su oferta de fin de semana un producto de gran calidad muy afín a sus lectores”.

¿Afín a los lectores de El País? Quizá en otra era geológica. Hoy El País es un periódico rabiosamente conservador que se desangra cada mañana en el quiosco. El peor País de la historia, sin duda. Por eso un texto de Juan Cruz abriendo Jot Down Smart muy bien podría parecer el mejor editorial de esta alianza de civilizaciones antagónicas, toda una declaración de principios. Pero no seamos cenizos y crucemos los dedos. Soñemos con un mundo ideal, en el que la revista de las ideas inyecta algo de frescura y talento a un diario que agoniza. Es más fácil imaginar un unicornio, lo sé. El País es un proyecto agotado, que ha dado un estremecedor giro conservador, ha perdido el norte periodístico y parece dedicar su sección de cultura a solventar compromisos. ¿Qué puede obtener un medio joven y dinámico como Jot Down de un muerto viviente como El País? Dinero no creo. ¿Distribución? ¿Archivo gráfico? ¿Ejemplares descatalogados de Alfaguara?

Pactos contra natura aparte, resulta muy preocupante la incapacidad de El País para generar contenidos propios de calidad. Su política de fichajes recuerda a los grandes equipos de fútbol, que incapaces de mantener una cantera digna cubren sus carencias a golpe de talonario. Ahí tienen Materia, una web de ciencia para cubrir el hueco de una sección de ciencia. O al Huffington Post, un medio revolucionario que con el que Cebrián quiso sumarse a la última tendencia de la profesión, el “periodismo de gatos”. O ahora Jot Down, una excelente revista cultural del siglo XXI tratando de reanimar un diario sin cabeza anclado en un pasado soporífero.

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Negocios

“¿Pero qué habéis hecho?” se pregunta en portada, a todo trapo, la versión española del diario digital The Huffington Post. Se refieren a que TVE, nuestra televisión pública, anotó en 2014 su audiencia mínima histórica. Es una pregunta incisiva y bien planteada. Gran periodismo que merece una respuesta de su mismo nivel: “Lo que nos ha dicho el PP”.

Podría servir, pero no debemos conformarnos con la primera respuesta. Sigamos con el gran periodismo, que por lo visto consiste en repreguntar. “¿Pero qué habéis hecho?”. Pues lo que nos han dejado, contestarán los más viejos del lugar, aquellos que no se fueron con los ERE de la televisión pública.

Porque la culpa del deterioro de TVE no es solo del PP. Los de Mariano Rajoy son responsables de la manipulación de la información y la pérdida de credibilidad, es decir, del hundimiento reciente. La audiencia es lo de menos… si hubiese calidad. Pero la debacle viene de lejos. Por ejemplo, de cuando hubo que dar espacio, y oxígeno, y publicidad a La Sexta, ojito derecho de Zapatero. O de cuando la pantalla se convirtió en un duopolio insoportable, con dos grandes empresas repartiéndose el grueso de la tarta: Mediaset (Telecinco y Cuatro) y Atresmedia (Antena 3 y La Sexta).

Raúl del Pozo, uno de esos columnistas umbralianos que escriben tan bien, tan bien, tan bien que muchas veces no se les entiende casi nada, asegura en El Mundo que el Gobierno está contra las televisiones. El texto, una serie de brochazos en general inconexos, ofrece una idea interesante: “Las televisiones temen arruinarse si les quitan canales, les multan o reparten la publicidad. Los políticos contestan diciendo que se han forrado y se siguen forrando y los ejecutivos ganan cinco veces el sueldo de un diputado”.

Grandes verdades mezcladas con tremendas incorrecciones. Querido Raúl, los políticos y los ejecutivos de televisión son la misma cosa. O una cosa parecida, puesto que sus intereses son exactamente los mismos: el poder y el dinero. Hermanos de sangre unidos por un elemento común: la televisión; es decir, la fábrica de dinero y poder más perfecta jamás construida.

“¿Pero qué habéis hecho?”, se pregunta el Huff Post. Pues muy fácil: convertir la televisión en un estercolero. La pública y las privadas. “¿Pero qué habéis hecho?”, repreguntamos, como hacen los buenos. Pues ganar dinero y manejar el poder (los informativos). “¿Pero qué habéis hecho?”, insisto en busca del gran titular. Negocios.

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Cuestión de prestigio

El prestigio diario “El País” incluye, en la portada de su no menos reconocida web, una de esas noticias que, al tiempo que nos estremecen, nos hacen volver a creer en el periodismo y nos reconfortan con la profesión. Titulan con una interrogación: “¿Pablo Iglesias cazado mientras conduce y habla por el móvil?”. Espectacular exclusiva de su hermano pequeño el Huffington Post, impecable tratamiento periodístico, datos rigurosamente contrastados que podemos disfrutar en nuestro periódico de referencia.

El líder de Podemos, partido que según el no menos prestigioso diario El Mundo “le pisa los talones al PSOE”, no sólo tiene coleta, es comunista, pro etarra, filo terrorista y matará gente en cuanto tenga ocasión, sino que conduce mientras habla por el móvil. Lo dice El País en portada, entre interrogaciones, cuidado, y yo me lo creo sin dudarlo un segundo. ¡Maldito seas, heredero de Stalin y Chávez!

Hablando de Chávez… Viendo la fotografía, que no reproduzco aquí por pudor, tengo mis dudas. ¿Es realmente Iglesias? Si le digo la verdad, a mí me recuerda más al que fuera presidente de Venezuela. Esa mirada torva, esa boca torcida, esas orejas puntiagudas, ese rabillo diabólico… Pero no puede ser, porque Chávez está muerto: yo le vi agonizar en la portada del prestigioso diario El País.

Supervivientes

“Ya es hora de que un Aznar vuelva a ganar algo en España”. Aran Aznar, sobrina del señor de las Azores y concursante de “Supervivientes”.

Telecinco, la cadena amiga, ofrece una nueva muestra de imaginación y talento rescatando uno de sus programas bandera: “Supervivientes”, el reality con mayor audiencia de los últimos años, regresa tres años después. Y lo hace por la puerta grande, es decir, tal y como se marchó: con la invasión de un grupo de diecisiete desarrapados a unas islas paradisíacas. Una tal Pelopony, Bibi Andersen, un chulo de “Mujeres y hombres y viceversa”, la hermana de Cristiano Ronaldo, una sobrina de Aznar, una prima de Kiko Rivera y, como gran sorpresa, la concursante pequeñita de “Gran Hermano”. La flor y nata de la sociedad española, cuidadosamente seleccionada por Paolo Vasile para ofrecer, imagine, entretenimiento de calidad, lo mejor de lo mejor, al sufrido telespectador: broncas, envidias, malos modos, testosterona, intrigas, alguna teta perdida y, si es posible, algo de sexo chusco. Una barbacoa humana.

Super

El regreso de “Supervivientes” es reflejo del momento de creatividad que vive la televisión en España. La televisión y la sociedad, cada día más abotargada, más dócil y entregada, más introvertida e insensible. Cada día más dividida: ya somos el país europeo en el que más ha crecido la desigualdad desde el inicio de la crisis.

Solo unas horas después del estreno de “Supervivientes” alrededor de 500 inmigrantes entraron en Melilla en lo que se considera el mayor salto a la valla. Los auténticos supervivientes. Si no me cree, mire las heridas provocadas por las famosas concertinas durante ese salto, el pasado martes, a un ciudadano africano, cortesía del diario 20 Minutos. Recuerde que el ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, se mostraba partidario de las cuchillas: “Son elementos pasivos de disuasión, no agresivos”, dijo.

Concertina