Calor-eta

Comentaba Rita Barberá en los buenos tiempos que hacía caloret. Una palabra maravillosa que dice mucho del talento lingüístico, y de las aficiones juerguísticas, de la que fuera alcaldesa de Valencia. Ahora que estamos en Fallas, con la pólvora a todo trapo y los juzgados on fire, es cuando realmente hace caloret en la comunidad con la mayor corrupción por metro cuadrado de España. Con permiso de Madrid y la Cataluña de los Pujol.

“Me alegro muchísimo del expediente a Rita Barberá”, ha dicho Javier Maroto, vicesecretario sectorial del PP, después de que su partido haya abierto expediente informativo por primera vez en su historia de manera global a un grupo de dirigentes, unos 50 militantes encabezados por Rita Barberá y todo su equipo de concejales y asesores en Valencia. No dijo lo mismo, lástima, cuando hace solo unas semanas ese mismo partido, el suyo, hoy tan diligente, blindó a Barberá ante una posible imputación.

Barberá siente hoy el caloret, pero fallero: fuegos artificiales. La verdadera quemazón, de hoguera de brujas, de sacrificio inquisidor, la están notando dos titiriteros que se han convertido en mártires de nuestra democracia por obra y gracia del gobierno en funciones del PP. Calor-eta. El Ministerio del Interior les consideró miembros de una organización terrorista en activo, y les trató como a tales. La Secretaría General de Instituciones Penitenciarias incluyó a ambos en el Fichero de Internos de Especial Seguimiento (FIES), puesto que se les atribuyó enaltecimiento del terrorismo, e intervino sus comunicaciones bajo el argumento de la “capacidad criminal y la peligrosidad del interno patente en los delitos” que se les atribuyen.

Ante la “capacidad criminal y la peligrosidad” de los titiriteros, y la contundencia del Estado, lo que yo siento es bochorno. El caloret de los ciudadanos.