De caballos y codornices

Un hombre condenado por maltrato animal ha ingresado por primera vez en prisión. El energúmeno en cuestión se llama Eugenio Sánchez, y apaleó hasta la muerte a su caballo, Sorky das Pont, por perder una carrera en Manacor. Cumple una condena de ocho meses en la cárcel de Palma de Mallorca. La magistrada de la Audiencia de Palma, que se negó a conmutar la condena por trabajos sociales, ha sido contundente en su sentencia: “el hombre menospreció la vida del caballo sólo porque se enfadó por la mala carrera de Sorky… acabó con el animal con un método brutal como existen pocos…”. Y sentenció: “La muerte atroz de este caballo de carreras en su propia cuadra del hipódromo es una aberración en el siglo XXI”.

Los caballos son animales grandes y hermosos. Tengo dos, y no puedo pensar en alguien capaz de golpearles con un palo hasta matarlos. Demasiada violencia para ser imaginada. Con otros animales, más pequeños, quizá menos domésticos, tal vez no útiles o ni siquiera acariciables, la cosa cambia: Ahí tenemos a los galgos ahorcados tras la temporada de caza, a los novillos torturados por toda nuestra geografía festiva, a las especies en peligro de extinción envenenadas. ¿Animales de primera y de segunda? Por supuesto: no me querrá usted comparar a un mamífero con, por ejemplo, un pajarraco.

Las codornices son unas aves galliformes no muy grandes, pero muy fuertes, que crían en España y pasan el invierno en África. Pieza de caza, también se cría en granjas. De estas últimas una buena parte acaba en el supermercado, imaginamos que tras una vida y una muerte más o menos dignas. Otra parte sale del criadero apelotonada en jaulas con destino a los campos de tiro. Les espera una fila de… llamémosles cazadores, que esperan situados en línea con sus escopetas cargadas. Un encargado extrae una codorniz de la jaula, la introduce en un tubo y aprieta una palanca: el ave sale disparada, viva pero maltrecha, atolondrada y soltando plumas. Como una pelota de tenis en un cañón de entrenamiento. Los… llamémosles cazadores, disparan y derriban al animal.

La tirada de la codorniz al tubo, también denominada tiro a la codorniz bala, es una práctica legal en un país, el nuestro, que lo ve como una competición, un deporte: existe un Campeonato Autonómico organizado por la Federación Española de Caza, y el Consejo Superior de Deportes lo considera una especialidad deportiva. No son caballos, son solo codornices, pero sin duda merecen algo mejor.

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Pero no todo son malas noticias: El Parlamento Europeo rechaza subvencionar la tauromaquia. Y por abrumadora mayoría: El texto de rechazo a los toros ha sido respaldado por 438 diputados y rechazado por 199, con 50 abstenciones. Parece el buen camino…

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Magnífico resumen del problema catalán…

Un motivo para NO ver la televisión

 Steve Forbert.

Cd: Compromised.

Tras algunos discos irregulares, en los que se limitaba a repetir la vieja fórmula que le convirtió en una leyenda del folk y el pop, el veterano cantautor de Meridian, Misisipi, regresa con un disco en el que parece dar un paso adelante. Guitarra y armónica, como siempre, pero con una producción más trabajada y una banda en condiciones: el bajista Joey Spampinato (NRBQ), el batería Lou Cataldo (The Freeze), el pianista Kami Lyle y el teclista Robbie Kondor. Los fans no encontrarán entre las 15 canciones un nuevo “Romeo´s Tune”, pero sí algunas melodías maravillosas y la voz, eterna, de un Forbert que parece recuperar el pulso.

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