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Elefantiasis

Se ha hablado mucho estos días de la cacería real, del real tropezón y de la real prótesis injertada en la real cadera. ¿Qué se puede añadir a esta última y lamentable gesta de nuestra monarquía, conocida por el pueblo llano el mismísimo día que se conmemoraba la República y el centenario del hundimiento del Titanic? Poco, puesto que todo está dicho en los magníficos tweets, posts, columnas y hasta editoriales publicados en las últimas horas, resúmenes perfectos de una actividad, matar paquidermos de estrangis, tan rancia y desfasada como sanguinaria y cobarde.

Solo nos queda reconocer que la monarquía española está enferma, gravemente enferma: padece elefantiasis. Concretamente elefantiasis testicular. Inflamación de los órganos genitales externos. Juan Carlos y compañía tienen los huevos como sandías de Velada (población  toledana famosa por sus cucurbitáceas). Unos pedazo de cojonazos, que dirían en mi pueblo. Porque hay que tenerlos bien gordos para ser el rey y, con la que está cayendo, pillar a un grupo de amigotes y marcharte a África en un avión privado a tomar whiskies y pegar tiros. El nieto en el hospital con el pinrel como un queso emmental, el yerno Urdangarín camino de chirona, España a punto de ser intervenida, los republicanos celebrando el 14 de abril y tú, en el Delta del Okawango, tocándote la trompa a dos manos. Cojonazos.

Borbón, en el trono

La elefantiasis testicular monárquica es una enfermedad grave, muy común entre una realeza con las defensas debilitadas por la degeneración genética y la sangre azul. Te crees inmune, intocable (solo te han recortado un 2% los presupuestos mientras que la ciencia sufre un 25%), te relajas, te vienes arriba…y pillas la elefantiasis. Una putada, porque cuando la elefantiasis testicular monárquica se hace visible ya es demasiado tarde: está tan extendida que no sirve de nada la amputación de la zona afectada, en este caso los cataplines. La abdicación es el único remedio. Bueno, hay otro, pero resulta mucho más traumático, puesto que requiere el paso del enfermo por un quirófano con la guillotina bien afilada. Y deja las paredes llenas de sangre. Los especialistas moderados recomiendan, sin dudar, la abdicación.

 

Ley, justicia, principios

Enric González escribe en Jot Down sobre el liberalismo: “Lo de Bhopal es una de esas cosas que deberíamos evocar cada vez que se habla de dar plena libertad a las empresas, de suprimir controles burocráticos y de seguir el camino asiático hacia el progreso económico”. Leo a Enric y, cinco minutos después, un reportaje de cuatro páginas que publica El Mundo sobre Eurovegas, la empresa de ocio (casinos) que pretende instalarse en España. ¡Coño! Uno de esos reportajes “que deberíamos evocar cada vez que se habla de dar plena libertad a las empresas, de suprimir controles burocráticos y de seguir el camino asiático hacia el progreso económico”.

“La gran jugada de Las Vegas en España”, titula El Mundo la página de apertura de esa promoción vendida como información. Inmediatamente después, una doble dedicada a entrevistar a un tal Michael Leven (“la mano derecha de Sheldon Adelson”, magnate de los casinos). Y finalmente una última página titulada “Libros y deporte más allá de las mesas de juego”, para que el lector comprenda que no todo son ruletas y tragaperras en el negocio de los casinos. Un grandioso publirreportaje sobre Eurovegas, firmado por Pablo Pardo, del que destacaría tres frases:

– “Las principales trabas legales (los impuestos sobre el juego y la Ley Antitabaco) parecen ya ser menos problema”.

– “Lo que cuesta entender es por qué la izquierda, el PSOE, tiene problemas en que sus votantes trabajen”.

– “Habrá muchos empleos para españoles. No solo ofreceremos puestos para fregar baños o hacer camas”.

“Estos son mis principios; si no le gustan, tengo otros”, dijo Groucho Marx anticipándose a los políticos madrileños, y a algunos periodistas, dispuestos a cambiar las leyes para facilitar la instalación de un megacasino. Quizá tengan razón, y la ley sea un concepto sobrevalorado. Tal vez le estemos dando demasiada importancia a la justicia. Sin duda los principios son algo secundario. Ahí tienen a los jueces de las islas Baleares, escapando de las islas en busca de destinos más apacible: “dos prestigiosos magistrados de la Audiencia de Baleares, con larga trayectoria como presidentes de sección, Juan Catany y Margarita Beltrán, han solicitado y obtenido su pase a un juzgado de instrucción y a un juzgado de lo penal, respectivamente”, cuenta José Yoldi en El País. Pierden categoría y dinero, pero con el cambio se libran de juicios como Palma Arena y los nuevos procesos contra  Matas y Urdangarín. Es decir, que ganan “una fortuna en calidad de vida”.

¿Y si instalasen Eurovegas en Baleares? Matas tiene los contactos para cambiar las leyes, Urdangarín redactaría los informes de viabilidad (plagiados y con erratas), y de la seguridad podría encargarse la Policía Nacional en sus horas libres. El domingo dos de sus miembros ofrecieron un ejemplo de profesionalidad de esos que cuesta olvidar: el jefe de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado y un agente, ambos borrachos y conduciendo un coche oficial pese a no estar de servicio, atropellaron a una ciclista y se dieron a la fuga. La ciclista falleció. Cuando los policías fueron detenidos habían intercambiado sus puestos en el coche para que pareciese que conducía el de mayor categoría.

Leamos “lo de Bhopal”.

 

 Un motivo para NO ver la televisión

Ray Wylie Hubbard

Cd: The Grifter´s Hymnal.

Ray Wylie Hubbard es uno de esos músicos con pocas posibilidades de aparecer en televisión: greñas, gafas oscuras, más de 60 años, letras densas, apenas 16 discos en casi 40 de carrera, ninguna concesión comercial… Nacido en Oklahoma, y educado en la carretera junto a Jerry Jeff Walker y Ramblin’ Jack Elliott, Ray toca un country-blues nada comercial que se basa en la exquisita utilización de las seis cuerdas y en una voz inolvidable. “The Grifter´s Hymnal” es su flamante nuevo disco. Auténtico.

¿Qué has hecho hoy Urdangarín?

La Comisión Constitucional del Congreso debatirá si deben prohibir que las televisiones paguen a delincuentes. Peliaguda cuestión. Primero porque parte de un concepto que, en nuestro país, resulta difícil de definir. Delincuente. ¿Qué es un “delincuente”? ¿Aquel que roba o asesina? ¿El corrupto? ¿Un notario? No seamos exagerados: delincuente solo es aquel que delinque. Es decir, aquel que no cumple con lo establecido por las leyes o normas de obligado cumplimiento. Si no lo he entendido mal, el que pone el coche a 130 o fuma en un bar es un delincuente. Esta teoría nos podría hacer creer que las cadenas de televisión, que se saltan habitualmente la Ley General de la Comunicación Audiovisual (exceso de publicidad, no respetar los códigos de protección al menor…), son auténticos nidos de delincuencia organizada.

Sin delincuentes, la televisión se queda en ná. Los delincuentes se han convertido en la sal y la pimienta de nuestras  pantallas. Para el telespectador, el delincuente es un cascabel que alegra los informativos, da color a los debates y vidilla a los reportajes de investigación. Sin delincuentes, la televisión moderna solo emitiría concursos y dibujos animados.

Viene siendo así desde los tiempos de “Curro Jiménez”. Todo comenzó con este inolvidable bandolero, pionero en el arte de la rapiña ilustrada (le acompañaba el Estudiante). No nos pongamos exquisitos: si nadie se quejó nunca de las andanzas de Curro y sus secuaces, ¿Por qué queremos cerrar ahora las puertas de la televisión a los herederos de aquellos asalta caminos? Donde triunfaron el Algarrobo, el Gitano y el Fraile ahora arrasan Julián Muñoz, Luis Roldán y la madre del Cuco. La ficción se ha hecho realidad. Las cosas han cambiado para seguir igual.

Ahí tienen el caso Urdangarín. No me puedo creer que usted no pondría dinero de su bolsillo por ver al abogado del marido de la Infanta Cristina, el señor Mario Pascual Vives, sentando en un plató, rodeado de famosetes, respondiendo con esa inocencia naif que le caracteriza a las preguntas de Jorge Javier Vázquez. Televisión en estado puro. Como televisión en estado puro es el careo judicial que mantuvieron Juan Antonio Roca, cerebro del caso Malaya, y Marisol Yagüe, exalcaldesa de Marbella, en la 140ª sesión del juicio sobre la corrupción marbellí:

Roca: “Lo siento, cariño, pero no puedo estar de acuerdo en que no te entregué el dinero”.

Yagüe: “Él sabe que lo quiero mucho y que quiero que salga mañana de la cárcel, pero no me entregó nada”.

Empalagoso hasta la náusea el culebrón, ¿verdad? No se confíe: tras ese despliegue de cariñitos y buenos modales se esconden 1,8 millones de euros.

Pero cuidado, porque el dinero no lo es todo en la vida. También está el talento. Ahí tienen, en medio de toda esta mierda de corrupción y podredumbre, una visión inteligente de la actualidad: “¿Qué has hecho hoy Urdangarín?”, la grandiosa sección de “El Intermedio” (La Sexta). Durante semanas, el programa presentado por Wyoming nos ha alegrado las noches con este tronchante microespacio, ejemplo perfecto de periodismo postmoderno. Y prueba fehaciente de que se puede contar la actualidad con ironía. Tienen competencia: el domingo, el Telediario (TVE) del mediodía abrió con esta frase: “cuando hoy ha entrado a declarar, Urdangarín parecía más animado que ayer”.

 

Un motivo para NO ver la televisión

I See Hawks in L.A.

CD: New Kind of Lonely.

Sexto disco de esta gran banda californiana, con reflejos de los burritos de Gram Parsons y los Poco de Richie Furay. Ni una acústica desafinada, ni una nota fuera de lugar, ni una voz desbocada. Este trío formado en 1999 borda el country rock de corte académico, perfeccionista, que reverencia las buenas canciones, las melodías atemporales y la perfección vocal.

Autorregulación

Las televisión privadas se autorregulan, en lo que a contenidos e infancia se refiere, y la cosa es un desastre: se suceden los incumplimientos a la aplicación del código, y se imponen algunas sanciones, pero la sensación es de total impunidad. ¿Usted se puede creer que en esta nuestra zafia y ramplona televisión, capaz de revolverte las tripas con solo ver cinco minutos de “Sálvame”, apenas se han producido en 2011 diecisiete sanciones? Cuando alguien tiene el control de los dos lados, es policía y ladrón, resulta difícil que la cosa funcione. Seguramente por eso a la Casa del Rey le ha llenado de orgullo y satisfacción hacer público, tras 32 años de oscurantismo, cómo se reparte su asignación presupuestaria de nueve millones de euros. Nueve millones de asignación directa, ojo, no confundir con las decenas de millones que suman todas las partidas (viajes, vehículos, personal de defensa, empleados Casa Real…) y con los detalles de las mismas.

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