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El estado del periodismo en TV

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La televisión, ese coñazo

Es posible que usted venga observando que en este blog de televisión cada vez se habla menos de televisión. La culpa es de la televisión. Un medio de comunicación absolutamente estancado que, ante la crisis de las cadenas públicas, ha quedado en manos de empresas privadas que solo buscan rentabilidad económica. El famoso talento que huía del cine o la literatura para refugiarse en la tele ha quedado restringido, seamos realistas, a la HBO y demás grandes productoras norteamericanas. En España nadie apuesta, nadie arriesga, nadie sorprende, nadie confía en la creatividad. Solo encontramos entretenimiento de baja calidad. Salvo raras excepciones: el nuevo proyecto estrella de Telecinco es una versión de “Vacaciones en el mar” con los guionistas de “Aída”. Y TVE está a punto de estrenar “MasterChef Junior” a rebufo del éxito de “MasterChef”, adaptación española de un formato británico vendido a más de 40 países.

El telespectador es maltratado por unas cadenas que, incapaces de producir programas de calidad, solo buscan audiencia fácil. La programación es rutinaria, tendenciosa, morbosa. Por las mañanas, Ana Rosa Quintana y Susanna Griso se reparten la actualidad, que consiste en revolcarse en los restos de semen que se han encontrado en la ropa de una niña muerta. Después llega la tertulia progresista de La Sexta, con Francisco Marhuenda, Alfonso Rojo y Pérez Henares. Tras los desinformativos de mediodía, cada vez más sensacionalistas y menos periodísticos, los documentales de La 2 y Canal + nos invitan al primer gran placer de la jornada audiovisual: la siesta. Sesión de tarde, con concursos y tertulias del corazón. Después de cenar, alguna adaptación de un reality británico o australiano con cocineros o cantantes aficionados. Y el único programa imprescindible de la parrilla: El Intermedio (La Sexta). Para terminar algo de periodismo de investigación (el asesinato de moda o niños robados), el biopic de una folclórica, o películas y series trufadas de publicidad (salvo en TVE). Buenas noches y buena suerte, que comienza el tiempo de videntes, adivinos y tarotistas.

La televisión se ha vuelto repetitiva y predecible, lo que la convierte en terriblemente aburrida. Es un medio de comunicación absolutamente mágico que, lástima, ha ido ganando audiencia al tiempo que perdía interés. Hoy solo es un gran negocio y el sistema perfecto para adormecer a las masas. Por eso cada día le dedicamos menos tiempo en El Descodificador.

P.D.

Cuando estoy a punto de colgar el post de hoy se produce una noticia que pudiera parecer una anécdota, pero que tiene una enorme importancia: Moncloa quiere elegir a los periodistas que pregunten al presidente Rajoy en las ruedas de prensa. Sí, escogerles a dedo. Ayer se produjo la primera selección: los elegidos para la gloria fueron Antena 3, Telecinco y ABC. Y los demas periodistas tragaron, y no abandonaron Moncloa en bloque, indignados. Y mañana seguirán haciendo el juego a estos políticos impresentables: no dejarán de asistir a esas pantomimas a las que llaman ruedas de prensa. Como no dejaron de hacerlo tras la vergüenza del día de “caraplasma”.  Tendremos que dejar de hablar de periodismo. E incluso de democracia.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Hendrik Röver.

Cds: Oeste/Norte.

El líder de Los Deltonos, Hendrik Röver, acaba de lanzar dos discos formidables de música norteamericana. Dos discos en diferentes carpetas, con distintos planteamientos, dieciocho canciones, casi una hora de sonidos vaqueros, de raíces USA, de buenas guitarras y letras crepusculares.

“Oeste” se inclina hacia el country más animoso y directo, más acústico y tarareable, con ese acento honky tonk perfecto para degustar con un Jack Daniels en la mano. “Norte” tiende hacia el folk reposado e intimista, más elaborado, incluye algún resplandeciente tema a ritmo de góspel y hasta se permite sus pinceladas de melancolía y bluegrass. Perfecto para degustar con un Southern Confort en la mano.

Grabados en Guitar Town, el estudio en Cantabria de Hendrik Röver, estos dos discos interpretados en castellano con total y absoluta naturalidad se convierten en un punto y aparte para los amantes de la música tradicional estadounidense. Escuche y alucine…

Fútbol

Cuando un hombre ve más de cinco partidos de fútbol en una semana se le puede considerar intelectualmente muerto, sin vida cerebral. No es un chiste feminista, es la cruda realidad. Ahí tienen a Rajoy. Le cuento esto porque esta semana nuestra televisión está que lo tira: ni un solo día sin partido de liga. De lunes a lunes, fútbol cada tarde-noche en la pantalla. Futboleros, disfruten de esta sobredosis porque los tiempos están cambiando y lo bueno no dura siempre.

En el PP dicen que el partido en abierto es intocable, pero también dijeron durante la campaña electoral que “lo que necesita España no es facilitar el despido sino fomentar la contratación”. Y el gran Pedro J deja caer en la redes sociales una de esas noticias que hacen que El Mundo sea competencia directa de El Mundo Today: “Una televisión siria acusa al Barça de colaborar en el contrabando de armas”. Con dos cojones.

¿Dispara Messi con fuego real? No, son fuegos artificiales. En el fútbol español la verdadera noticia, la chicha, no está ni en los goles de Messi, ni en el ego de Mouriño, ni en el amarillismo de Pedro J. Está en la deuda. Los clubes deben a Hacienda 752 millones de euros, 150 millones más que hace cuatro años. Si usted es charcutero, y no paga a la Agencia Tributaria, en cuatro días tiene las cuentas embargadas y a la policía llamando a la puerta de su casa para decomisarle las barras de choped. Sin embargo, si usted es presidente del Atlético de Madrid, el equipo más endeudado de España (120 millones de euros), le mandan a la policía, sí, pero para poner orden en las entradas y salidas del estadio, y le darán una palmada en la espalda cuando, siendo tan sumamente moroso, se gasta 40 millones en Falcao.

¡Plof! Esto huele a burbuja. Y eso que el 85% de la deuda de los equipos está aplazada, en virtud de diferentes acuerdos alcanzados por los dirigentes de los equipos con la Agencia Tributaria. Que sea el charcutero quien pide el aplazamiento…

P.D.

Hablando de plofs y charcuteros: Jaume Matas condenado a seis años en el primer juicio del “caso Palma Arena”. ¿Amnistía o quince días en chirona? Se admiten apuestas.

La cosa no termina ahí. Antonio Alemany, periodista, ha sido condenado a tres años y nueves meses por prevaricación, falsedad, malversación de caudales públicos y tráfico de influencias. Entre 2003 y 2007 Alemany recibió casi medio millón de euros de Matas, como pago por escribirle los discursos y alabarle en el diario El Mundo. Por una u otra razón, este Pedro J es la salsa de la profesión…

 

Un motivo para NO ver la televisión

Alí y Nino

Autor: Kurban Said.

Editorial: Libros del Asteroide.

La faja publicitaria de este libro podría tener un efecto contrario al buscado: que algún lector potencial se asustase al leer frases como “El libro más importante de la literatura de Azerbaiyan” o “Ambientada en Asia a principios del siglo XX”. Tranquilos. “Alí y Nino” es nada más y nada menos que una historia de amor, de corte clásico pero con una sorprendente modernidad en sus planteamientos, reflexiones y conclusiones. Y una excelente traducción: “Todas las tardes, las muchachas van a la fuente. Todas las tardes, al fondo de la plaza, están sentados los hombres jóvenes, y así es como nace el amor en Oriente”.

“Alí y Nino” es la historia de amor entre el aristócrata musulmán Alí y la princesa ortodoxa Nino. Pero también un libro de aventuras y de viajes, de conflicto y de convivencia, de supervivencia y de tolerancia. “Aquí estamos, los representantes de los tres mayores pueblos del Cáucaso: una georgiana, un musulmán, un armenio. Nacidos bajo el mismo cielo, soportados por la misma tierra, distintos y a la vez uno: como las tres personas divinas. A la vez europeos y asiáticos, recibimos de Occidente y de Oriente, y a los dos damos”.

Un gran cuento, con una pareja protagonista y varias culturas actuando como extras, que fascinará a quienes disfrutan con Las mil y una noches, pese a no derrochar sexo y fantasía. Y tener lugar durante la primera guerra mundial en Bakú, ciudad a orillas del Caspio próspera gracias al petróleo. Buena culpa la tiene el ambiente exótico, tan rico como la encrucijada de nacionalidades que circulan por estas páginas inagotables: musulmanes, armenios, cristianos, judíos… Conviven a duras penas, luchan por lo que consideran suyo, y hasta tienen tiempo para el humor: “Entonces mi padre se levantó, me cogió la mano y dijo, con una voz súbitamente temblorosa y ahogada: ´Pero una cosa te suplico: ¡No te metas en política! Haz lo que quieras, pero nada de política`”.

Una pequeña obra maestra.

Pincha para leer el primer capítulo

Los niños, esos teleadictos

Son pequeños, inocentes y manejables. Su cerebrito infantil aún no está desarrollado: podemos moldearlo como si fuese de plastilina. Por eso mismo cuando nos dan el coñazo los enchufamos a la televisión. ¿El niño no come bien? Si le metemos dos horas de Bob Esponja en vena se zampa hasta las piedras. ¿El niño quiere jugar mientras me tomo un sol y sombra y relleno la quiniela? Media docena de capítulos de Pocoyó y se queda como una malva. ¿El niño tiene mala cara porque como estoy superocupado no le he sacado a la calle en toda la semana? Las radiaciones de la pantalla que acumula después de una sesión maratoniana de Canal Disney le dejarán como a Kunta Kinte.

Los niños españoles de entre cuatro y doce años pasaron en el mes de febrero delante de la televisión, una media de dos horas y 38 minutos al día, según un informe de Barlovento Comunicación para Europa Press. “Esto supone un incremento del 11,2% respecto al tiempo que los niños españoles dedicaban a ver la televisión en 2005, cuando la media diaria era de 2 horas y 22 minutos”, informa la web vertele.com.

Nuestros chavales consumen más televisión que nunca. ¿Un problema? De ninguna manera: un chollo. Lo que deberíamos hacer es acabar de una vez por todas con esa tontería del horario de protección. ¿Quién puede cuidar de nuestros hijos mejor que los entrañables teletubbies? Es más, el ahorrador Gobierno de nuestro querido Rajoy debería aprovechar esta circunstancia, que no es otra que la adicción de los niños a la televisión, para cerrar las guarderías subvencionadas por el Estado.

La mejor guardería, la más barata y cercana al hogar, es una buena televisión plana de 54 pulgadas en el salón. Ahora, con la proliferación de las TDT y la polinización entre cadenas e internet, crece el consumo infantil de televisión porque crece la oferta: bebés, niños, preadolescentes, adolescentes y militares chusqueros encuentran el dial a su medida. ¿Calidad? Una pregunta estúpida que indica que no ha leído con atención la primera frase: el cerebrito infantil aún no está desarrollado. Son pequeños zoquetes, merluzos diminutos que atienden a impulsos muy básicos y fáciles de satisfacer. La televisión para niños es rentable porque no es necesario invertir en productos de calidad.

Así las cosas, el cierre por los recortes en TVE de un canal infantil como Clan sería el equivalente a la clausura de una narcosala por Esperanza Aguirre. Un drama.