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Gran Hermano Sirio

Mercedes Milá ha dicho, en un alarde de solidaridad bastarda y demagogia repugnante, que “abriría Gran Hermano a los sirios que no tienen dónde ir”. Pobres sirios. Como si no tuvieran bastante con la guerra, como si no fuera suficiente con el exilio y la miseria, la veterana presentadora pretende condenarles también a la ignorancia y el disparate. No debería extrañarnos. Es bien conocido que en televisión todo vale para subir un punto la audiencia, para mantenerse a flote, para seguir explotando la miseria ajena. ¡Quién pudiera meter un sirio en la casa de “Gran Hermano”! Y si además fuese negro, transexual y enano, pues mucho mejor.

Arranca la 16 edición de “Gran Hermano” (Telecinco). Un formato agotado para cualquier espectador capaz de generar una chispa de actividad intelectual. Una presentadora acabada, la “yaya Merche”, que intenta compensar su decadencia profesional con extravagancias e histrionismo. Una colección de concursantes elegidos entre lo más sórdido y patético de la sociedad española, carne de esperpento. Una sucesión de frases insípidas, de personajes insustanciales, de decorados cutres y trampillas chuscas, de actos vacuos, de majadería en estado puro.

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Con estos mimbres Telecinco sigue haciendo caja. Da asco este sórdido negocio, mucho asco, pero sería injusto no reconocer que tiene su mérito: han conseguido embrutecer a una buena parte del pueblo español, han convertido a millones de ciudadanos, adictos a sus producciones de ínfima calidad, a sus famosos de saldo, a sus princesas de estercolero, a sus presentadores impresentables. Rentabilizan la zafiedad, el cotilleo y la desidia como nadie. Transforman en euros la peor televisión posible. Se enriquecen desnudando las miserias de nuestra sociedad, la simpleza de los seres humanos, mostrando lo mezquino y abandonado que puede ser el entretenimiento audiovisual.

¿Novedades? Los ejecutivos de Telecinco se han estrujado la cabeza, de nuevo hay que reconocer las cosas, y para esta nueva temporada, 16 años idiotizando a los españoles, ofrecen una gran sorpresa. Algo inimaginable, un prodigio de ingenio y talento solo al alcance de auténticos magos de la televisión: han fichado a Belén Esteban y Olvido Hormigos para el debate. Con ánimo de subir el nivel intelectual del mismo, imagino.

-¿De dónde eres?

- De Cáceres.

- ¡Anda! Andaluza.

Tras esta conversación entre dos concursantes de la nueva edición, ¿qué más podríamos decir del programa en cuestión? El puto día de la marmota televisiva. Arranca con una pedida de mano, ¡los dos son concursantes, pero no pueden decir que están comprometidos! Una madre y su hija tienen que disimular que lo son. Una chica llega con su hijo de un mes en un carrito, pero tranquilos porque estará en “una sala atendido por especialistas”. Una patinadora de circo. Una diva de barrio. Un médico. Un chino con coleta que no habla castellano… También hay un perrito “bodeguero”, un hombre invisible, un hijo falso, una casa con jacuzzi y discoteca… ¿Discoteca? ¿Acaso concursa Miquel Iceta? No, se trata de la misma basura de siempre, sin ritmo alguno, sin imaginación, sin un destello de inteligencia, sin renovar los guiones, sin vida neuronal alguna… Pero lo peor, fíjese lo que le digo, es que tras dos horas de programa parece que han pasado dos años.

Hágase un favor y apague la televisión. Antes de que incluyan un concursante sirio.

Un motivo para NO ver la televisión

Trabajo sucio

Autor: Larry Brown.

Editorial: Dirty Works.

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En su primera novela Larry Brown (Yokom, Mississippi, 1951) cuenta la poco convencional historia de dos hombres incompletos nacidos en el sur de los Estados Unidos. “Joder, nos criamos con el blues. Conozco estos sitios en Clarksdale, la música sonando por todas partes. El blues es lo único que teníamos. Eso y el puto azadón”.

Uno es blanco y el otro negro. La guerra del Vietnam les robó a ambos la inocencia, y algunas partes de su anatomía. Cuando regresaron no eran los mismos. Más de 20 años después ocupan camas paralelas en un hospital de veteranos, donde beben cervezas, fuman porros y se lamen las heridas. Añoran todo. Los días en los que se les consideraba personas, los buenos tiempos, lejos del campo de batalla, entre familiares y colegas. Y miran al futuro con desconfianza, como solo pueden hacerlo unos tipos tan golpeados por la vida. “Una de las cuestiones sobre la naturaleza humana que más que interesa es el modo en que la gente es capaz de aguantar bajo calamidades monstruosas, bajo todas las cosas terribles que le pueden acontecer, guerra, pobreza, desesperación… Lo mismo les hago saber más de lo que desearían saber sobre los pobres, los desafortunados o los alcohólicos”, cuenta el autor en una conferencia recogida al final del libro.

El resultado es una brutal novela contra la guerra, contra la violencia y contra la cobardía. Una obra tensa, original, arriesgada y sorprendente que golpea al lector en el estómago como una coz. Es imposible mostrarse indiferente ante este diálogo entre dos hermanos de sangre, y de cicatrices, que se preguntan cómo han llegado a donde están: “La gente ha estado luchando entre sí desde que Dios creó el primer hombre y seguirá haciéndolo siempre. Nada cambia, nunca, salvo los motivos, tío”.

 

 

Arcadas de sangre

Pasan los veranos, como pasan las modas, las penas, las oportunidades, las desgracias y el resto de cosas inevitables de la vida. Pasan las horas, los días, los meses y los años, pese al trabajo del cirujano y a las toneladas de botox. Todo pasa. Y ella queda. La princesa del pueblo sigue allí. Siempre. Al pie del cañón, al frente del negocio, defendiendo el fuerte, con la fuerza inhumana que da la inconsciencia, con la convicción ciega de los fanáticos, con la energía de los insensatos y la urgencia de los buscavidas. Todo se acaba, todo muere, es un hecho. Pero ella permanece, seguramente para recordarnos la fragilidad del ser humano: somos unos mierdas.

Belén Esteban regresó de sus vacaciones el sábado y, todavía con arena en el culo, se pasó por el plató de Telecinco (“Sálvame”). Consiguió el mejor dato de la versión de fin de semana del espacio del corazón, con un 16,6% de cuota de pantalla y casi 1,4 millones de espectadores, y se retiró entre aplausos a sus aposentos en palacio. La realeza plebeya sigue reinando en la televisión comercial.

No mejoramos. La pantalla sigue siendo un estercolero, con el mismo icono de siempre iluminándonos desde la montaña de excrementos: la ex de Jesulín permanece en la cima, reluciendo como un orondo Corpus Christi, para recordarnos cómo es la televisión en España. Cómo es España. No hacía falta. Un verano macabro, sin grandes noticias pero con excelentes sucesos, nos ha recordado en cada informativo que vivimos en un país donde los hombres asesinan a las mujeres, donde los toros matan a los hombres, donde la ignorancia y la incultura están acabando con la inteligencia. El país de Belén Esteban. Y de Esperanza Aguirre y Felipe González, del ABC y La Razón, de Telecinco y Telemadrid, de las tradiciones y las fiestas nacionales, del regreso al ladrillo y el adiós a la educación: España es líder en la Unión Europea en fracaso escolar, con una tasa del 21,9% que dobla la media comunitaria. Arcadas de sangre.

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Un motivo para NO ver la televisión

Nathaniel Rateliff & The Night Sweats.

CD: Nathaniel Rateliff & The Night Sweats.

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Mi disco de las últimas semanas, quizá de los próximos meses. Un huracán de rock y blues. Nathaniel Rateliff, cantautor de Denver, Colorado, metió su guitarra acústica en la funda en 2013, formó una gran banda, The Night Sweats, y grabó un primer disco explosivo. Puro ritmo y blues, con ecos de los grandes sellos de la música soul, pero producido de manera innovadora, un sonido que podría trasladarnos a una noche de copas con Tom Waits y Otis Redding bebiendo hasta el amanecer.

El primer disco de Nathaniel Rateliff y sus Night Sweats es una de esas maravillas que gana intensidad con cada escucha, que crece con cada tema, que sorprende por sus mil matices, por la fuerza de la voz y la originalidad y el riesgo de los arreglos. Un trabajo tan potente, una grabación tan sólida y atemporal, solo podía estar editada por una discográfica de leyenda: Stax. Absolutamente imprescindible.

 

La sombra del asesino

La nueva estrella de la televisión generalista española tiene nombre: Istvan Horvath. Es el amigo rumano del presunto asesino de las dos jóvenes de Cuenca. Solo han pasado unos días desde que se descubrieron los cadáveres de las mujeres y ya apunta como protagonista mediático del verano. ‘El y su mujer acaparan, de momento de manera gratuita, los programas matinales con sus jugosas declaraciones: “yo no sabía nada, soy inocente, a mi mujer se le ha cortado la leche, me dijo que las había matado pero no le creí…”. El amigo Horvath habla en la calle, al abandonar el juzgado, en el salón de su casa… Y su mujer, también. Las dos grandes cadenas, Antena 3 y Telecinco, están encantadas y dan voz a este hombre, supuesto cómplice y encubridor del presunto asesino.

Con el crimen de Cuenca, una mina de oro, los asesinatos machistas y los muertos en los encierros, las televisiones rellenan la mitad de sus informativos. El resto, los torneos de verano y los ahogados en las playas. Esta es la tele del 2015, donde se agazapa el talento, el entretenimiento de calidad y el servicio público.

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Telerrealidad

Hace unos días una de las lectoras habituales de este blog (Chata) me preguntaba mi opinión sobre Iker Casillas y su salida del Real Madrid. No tengo muy claro si apelaba a mi condición de futbolero acérrimo, de atlético apasionado o, simplemente, si se estaba cachondeando. No importa, le contestaré como se merece: me gusta tanto el fútbol como me repugna la información sobre fútbol. Dicho de otra manera, tengo la sensación de estar excesivamente mal informado. Mucha cantidad, pero poca calidad. ¿Es Casillas un topo? Me importa un pimiento. Recuerdo su parada a Robben ante Holanda en la final del Mundial de Sudáfrica, tan importante como el gol de Iniesta. Y también sus garrafales fallos con los pies en los últimos grandes partidos de la selección. ¿Se marcha Sergio Ramos del Madrid, tiene una oferta Messi del PSG, vuelve Falcao al Atlético? Me importa un pimiento, insisto. Se que el 99% de esas informaciones son falsas, directamente inventadas por periodistas del corazón (deportivo), material de saldo para rellenar diarios de ínfima calidad e interminables secciones de deportes de telediarios. Culebrones.

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“Sara Carbonero pide una excedencia en Telecinco”, asegura El Mundo en la portada de su web. Periodísticamente la información resulta tan impactante como el titular: “Aunque en el fútbol no hay tiempo muerto, Sara Carbonero lo ha solicitado, bajo la fórmula de la excedencia. Coincidiendo con el fichaje de Iker Casillas por el Oporto, la presentadora ha pedido al grupo Mediaset una interrupción de su relación laboral, tal y como ha reconocido la compañía, que no aclara la duración de esta pausa”. Deporte y televisión unidos en una pieza que indica el nivel de exigencia del periodismo de nuestros días.

Si quiere información de fútbol que no le derrita neuronas… lo tiene complicado. Lea a Pepe Sámano en El País, a Santi Segurola en Marca y, por supuesto, suscríbase a Líbero y Panenka, dos revistas que podrá llevar bajo el brazo, junto al Economist y a Mongolia, sin avergonzarse.

Que los principales medios de comunicación dediquen un milímetro de espacio en sus portadas a la excedencia de Sara Carbonero es acojonante. La telerrealidad de este país, dirá alguno. Así las cosas, yo me quedo con el descaro de Telecinco, la cadena de Paolo Vasile: no acaban de chapar la última edición de una bazofia con forma de reality llamada “Supervivientes” y ya tienen en marcha otra mugre similar a la que llaman “Pasaporte a la isla”. Los ganadores de este último programa, una versión low cost del anterior, tendrán como premio participar en… ¡la siguiente edición de “Supervivientes”!

No me canso de repetir una de las frases favoritas de los ejecutivos audiovisuales de este país: “El talento está en la televisión”. Y en la información deportiva, añadiría.