You are currently browsing the El Descodificador posts tagged: República


Desde el trono

La noticia de la abdicación del rey me pilla, curiosamente, en el trono. Escucho en la lejanía la voz del presidente del Gobierno anunciando por televisión que Juan Carlos, el rey elegido por Francisco Franco, nos deja. ¿Quién será su sustituto? Tranquilos, que no será necesario hacer primarias en Zarzuela: las hijas no cuentan. El hijo del rey que eligió Franco ya está camino del trono, del auténtico trono. “¡Podemos!”, gritó Letizia al conocer la noticia.

BpIgVlLIQAAt2Ex

¿Viva el Rey? ¿Arriba la democracia? El renqueante y desprestigiado monarca se marcha. Y lo hace tras permanecer 39 años en un poder al que llegó sin ser votado, igualando de esta manera el récord de su padrino el general. “Nos deja una impagable deuda de gratitud”, dice Rajoy. Y tras dar la noticia el presidente se da la vuelta y se marcha, sin contestar una sola pregunta de los medios de comunicación. No se trata de un asunto baladí: cambia el presentador del mensaje de Nochebuena. ¿Dejará de ser inviolable su ex majestad, se podrán investigar entonces sus negocios turbios, conoceremos sus cuentas y trapicheos? La noticia ha sido recibida con enorme algarabía por los colosos de la fauna africana. ¿Obiang y familia? No, los elefantes, que dan palmas con las orejas.

Sigo en el trono, paralizado por la noticia, cuando Juan Carlos se dirige a los ciudadanos en una adaptación primaveral de su discurso navideño. Suena el himno nacional, el rey confirma que abdica en su hijo. Con el cadáver de Rubalcaba aún caliente, nos deja Juan Carlos. Siempre se van los mejores. Sin duda es el momento. De plantear un debate, pienso. ¿Monarquía o república? “Mi hijo Felipe encarna la estabilidad”, se apresura a decir el padre de la criatura. Y es que está chocho, pero no tanto como para no olerse la tostada.

BpHuJ_xIMAAANwA

Qué mejor instante que este, qué mejores circunstancias, con la credibilidad en los políticos y en la monarquía bajo mínimos, para que los ciudadanos elijan con libertad, en referéndum vinculante, el modelo de Estado que desean. Suena democrático, ¿verdad? Mucho más que imponer a un tipo que, eso sí, “está muy preparado”. Sería una pena que le tuviesen miedo a los fundamentos de la democracia, porque ganar un referéndum les haría recuperar la legitimidad y el respaldo social perdidos.

Sí, perdidos. Se desmorona el chiringuito. El bipartidismo, contra las cuerdas. La monarquía, a debate. Un momento perfecto para, como dijo Juan Carlos en su discurso final, “abrir una nueva etapa de esperanza”. Y dejar de ser súbditos y convertirnos en verdaderos ciudadanos.

Tiro de la cadena con ganas. Y me voy a la convocatoria “Referéndum YA” (ocho de la tarde, Plaza del Pan, Talavera de la Reina). Se abre un tiempo nuevo.

BpHU6SrIEAAdfGh

“¿Monarquía o República?”

Conozco la respuesta, de una obviedad pasmosa, a esta vieja pregunta, pero hoy no toca hablar de política… “¿Monarquía o República?” es el título de un documental que se pudre desde hace meses en los archivos de TV3, la televisión autonómica catalana. Usted pensará que esta cadena debería mandarle un jamón y una barra de lomo a Iñaki Urdangarín, puesto que gracias al talento para los negocios del marido de la infanta Cristina se les ha presentado una oportunidad fantástica para dar salida al programa en cuestión. El tema del mismo está de absoluta y total actualidad. Y por si faltasen garantías, el presidente del consejo de gobierno de la CCMA (Corporación Catalana de Medios Audiovisuales) asegura que “cumple con los estándares de calidad, diversidad de puntos de vista, contraste y veracidad a criterio de la cadena”. ¡A la parrilla!


Pues no lo van a tener tan fácil: el Partido Popular ha sugerido, en la comisión de control de la CCMA en el Parlament, que, debido a las “difíciles circunstancias de la monarquía en estos momentos procesales y de entorno”, no se emita “¿Monarquía o República?”. Una justificación un tanto endeble, que impediría a las televisiones hablar de cualquier individuo con problemas “procesales y de entorno”. La ruina: recuerde que el 90% de la información que genera nuestro país, desde Jaume Matas a Belén Esteban,  tiene que ver con temas “procesales y de entorno”. Y creo recordar que habíamos quedado, señores del PP, en que todos éramos iguales ante la  ley. Y como consecuencia, ante la televisión.
Todo esto no pasaría si los políticos pudiesen entrar en las escaletas de informativos, como intentó hacer en su día el PP con la complicidad del PSOE. En ese caso, y nada más ver que los periodistas de una cadena intentan hacer un reportaje sobre la Monarquía, los políticos de turno podrían decirles que lo dejen para otro momento, puesto que “los momentos procesales y de entorno” no son los adecuados. Y lo mismo pasaría con casos como Gürtel o Campeón: “los momentos procesales y de entorno”, dirán los políticos. ¿Y el periodismo? Minucias.

Un motivo para NO ver la televisión
Libertad
Autor: Jonathan Franzen.
Editorial: Salamandra.


¿El mejor escritor norteamericano contemporáneo? Los seguidores de Richard Ford podríamos hablar largo y tendido sobre quién merece el título. En cualquier caso, Franzen es un digno aspirante que utiliza en buena medida la misma técnica que Ford: acceder a la vida interior de la gente común y contar ese fascinante enredo con tanta precisión como minuciosidad. La complejidad moral del ser humano, ese espectáculo.
“Libertad” solo puede ser obra de un grandísimo observador, de alguien acostumbrado a valorar como se merecen los detalles. Franzen, gran aficionado a la ornitología, describe a los personajes de esta novela con la precisión con que el mejor bird watcher definiría el plumaje de una oropéndola. Ese negro zarzamora, ese amarillo cadmio. “No escribo para todo el mundo”, asegura el escritor de Chicago. “Escribo para la gente que no encaja en él. Para los que no están satisfechos y sienten vergüenza. Escribo para los misfits. Y pertenecen a todas las clases, a todas las razas y sexos y edades”.
No sé si “Libertad” es la Gran Novela Norteamericana del siglo XXI. Ni si se trata de la cumbre del realismo trágico. Es simplemente un gran libro sobre gente corriente. Habla de una clase media vapuleada, de fiestas que terminan y luces que se apagan, de sueños decadentes y vidas a la deriva. De los Estados Unidos que sobreviven a Bush, de seres humanos defraudados, del desmoronamiento de la familia de Patty y Walter Berlung, dueños de una casa hermosa, unos hijos brillantes y un futuro oscuro. Imprescindible.
- Entrevista en La Vanguardia (Pinchar aquí)
- Reportaje en El País.