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Se fuerte, Rita

“Rita, eres la mejor”. Mariano Rajoy.

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El Tribunal Supremo investigará a Rita Barberá por blanqueo de capitales en el Partido Popular de Valencia. La noticia coincide en el tiempo con un hecho sorprendente: Luis Bárcenas retira la acusación contra el Partido Popular por el caso de la destrucción de sus ordenadores.

Es fácil imaginar qué pensará Mariano Rajoy de todo esto. Luis ha sido fuerte. Y ahí está, en su casa, comiendo gambas y bebiendo Vega Sicilia, preparando el equipo de esquí para el comienzo de la temporada, disfrutando de la vida en libertad y de parte del dinero robado. Por tanto, Rita, toma nota y se fuerte.

Todo parece indicar que el ex tesorero del PP ha llegado a un acuerdo con su antiguos colegas. Desistir en la acción penal por la destrucción de los ordenadores es un acto de buena voluntad por parte de Luis. Vamos avanzando. Vayamos olvidando todos esos feos insultos y esas acusaciones terribles que nos hemos hecho. Hagamos las paces. Perro no come perro, Luisito. Sigue tranquilo en tu casa, amigo, junto a tu querida mujer y a tus adorables hijos. Ya veremos cómo te sacamos de ésta, compañero…

Reconducido y encarrilado el tema de Luis, centrémonos en el susto que nos han dado con Rita. Se fuerte, amiga y compañera, nos ponemos con lo tuyo ahora mismo…

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Un motivo para NO ver la televisión

En defensa de los animales.

Autor: Matthieu Ricard.

Editorial: Kairós.

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Veo en televisión imágenes de la versión light del Toro de la Vega, tortura sin muerte, mientras leo un fantástico libro de un biólogo nuclear francés, Matthieu Ricard, que es monje budista desde hace 40 años. Ricard vive en Nepal, trabaja en proyectos humanitarios, escribe libros y defiende la presencia y los derechos de todos los seres con los que compartimos el planeta. ¿Y si el ser humano no fuese el centro del universo? En este brillante ensayo el filósofo budista nos recuerda que no somos los dueños del mundo, que no podemos disponer de los recursos a nuestro antojo y, sobre todo, que los animales tienen derechos.

“Nadie soñaría con clavar una pica, banderillas y una espada en el cuerpo de un ser humano, convirtiendo ese acto en arte. No se puede infligir una suerte tal a un animal más que si se le desvaloriza al nivel de un objeto, de receptáculo de nuestro capricho, de actor forzado de un combate teatral -una ceremonia o un ritual, según los taurinos- cuyo final se conoce por adelantado: el animal debe morir, el hombre no debe morir. El conjunto de esta escenificación está pensado, evaluado y filosofado desde un punto de vista estrictamente antropocéntrico”.

El maltrato taurino, con ese toro de la Vega que ocupó ayer las portadas de todos los telediarios, preocupa a los animalistas. Ricard va aún más lejos en este libro global, que analiza las relaciones entre humanos y animales, y se pregunta todo aquello que supone un prejuicio para los más débiles. La cría industrial, el animal como objeto, el trafico de seres vivos, la caza, la experimentación, los circos, las leyes que protegen a los animales… Ricard exige compasión, y ofrece infinitas razones para ser benevolentes con aquellos seres que nos rodean.

“Recientemente, los aficionados taurinos españoles han hecho saber que, si se prohibían las corridas, presentarían una demanda por atentar contra el derecho a trabajar, un derecho fundamental inscrito en la Constitución española. Sería necesario que ese trabajo no implicase el dolor de otros seres. Si no, un asesino a sueldo, que viva sobre todo de un trabajo, podría arrogarse el mismo derecho”.

“En defensa de los animales” es un alegato filosófico que parte de realidades tangibles. Es decir, que el autor reflexiona sobre nuestros compañeros de viaje partiendo de un conocimiento profundo de sus problemas. Un libro comprometido y emocionante, un ensayo brillante y trascendente, que nos ayuda a ser más humanos, mejores humanos.

Gansters

Cuando Alberto Nisman, fiscal argentino especializado en terrorismo internacional, apareció muerto en su casa solo unas horas antes de exponer su denuncia a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner frente a la Comisión de Legislación Penal de la Cámara de Diputados, en España nos llevamos las manos a la cabeza y hablamos de mafia, de corrupción insoportable y de país bananero.

Ahora acabamos de enterarnos, con un año de retraso, de que ha desaparecido el sumario que investigaba el borrado de los ordenadores de Luis Bárcenas por parte del Partido Popular. Sí, el partido que gobierna el país, el mismo que en su día admitió haber machacado esos archivos, haber destruido esa importante documentación junto con agendas y libros de visitas. La organización política con una secretaria general, María Dolores de Cospedal, que presume de trabajar en el partido que más colabora con la justicia, y defiende su “compromiso incuestionable” contra la corrupción y contra aquellos “indeseables” que deshonran “el noble oficio de la política”.

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¿Mafia? ¿Corrupción insoportable? ¿País bananero?

Existen dos varas de medir. La de los políticos y la otra. La de un Bárcenas en libertad marchándose de vacaciones a Baqueira con su familia, y la del ladrón del Códice Calixtino condenado a diez años de cárcel.

Por eso cuando El Mundo localiza a un etarra como De Juana Chaos en Venezuela, se refieren a este país como “uno de los rincones más paradisíacos del Caribe”. Pero cuando se trata de las visitas de algunos miembros de Podemos la cosa cambia, y Venezuela se convierte en una “dictadura feroz”, un país “desabastecido de productos básicos” con unos “servicios públicos que no funcionan”, con una ausencia de seguridad “insostenible” y un “chavismo que asfixia el periodismo libre”.

Por eso es importante que la desaparición del sumario que investigaba el borrado de los ordenadores de Bárcenas, mil folios se le traspapelan a cualquiera, o la imputación light de Griñán y Chaves, no nos distraigan de lo verdaderamente importante: que Monedero se esconde en el Metro y que Errejón disfrutó de una beca black. Serán gánsters estos tíos.

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P.D.

Se muere Oliver Sacks. El neurólogo y escritor de 81 años, autor de libros tan importantes como “El hombre que confundió a su mujer con un sombrero” o “Despertares”, padece un cáncer terminal. En un emocionante texto en The New York Times afirma que, debido al poco tiempo que le queda, está decidido a aprovechar cada minuto: dejará de ver los informativos y pasará de las cosas no esenciales, como “la política o las discusiones sobre el cambio climático”.

“He amado y he sido amado; he recibido mucho y he puesto algo de mi parte; he leído y viajado y pensado y escrito…”, asegura un Sacks que tiene escrita una autobiografía que se publicará en primavera.

Un motivo para NO ver la televisión

Ostende

Autor: Volker Weidermann.

Editorial: Alianza.

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Stefan Zweig (Viena, 1881-Petrópolis, 1942) y Joseph Roth (Brody, Imperio austrohúngaro, 1894-París, 1939) vivieron, pese a ser muy diferentes en todos los aspectos, quizá por eso, una amistad entrañable. “Están como hechos el uno para el otro. Dos zozobrantes que encuentran mutuo apoyo por breve tiempo”. Y es que Zweig era prudente, pulcro, ordenado y generoso, un escritor famoso que “puede leer a las personas como libros, y que por eso no solo las juzga, sino que las comprende”. Roth era un alcohólico inteligente y divertido, un desastrado perdedor que vivía de anticipos de libros cada vez peores y de la caridad de su amigo. El santo bebedor.

Algo les une profundamente: el exilio. Ambos escritores habían sido prohibidos en Alemania. Eran judíos, y sus libros no encajaban con la mentalidad nazi. “¿Es posible vivir una vida sin culpa?”, se pregunta un Zweig especialmente atormentado por tener que abandonar su hogar, por dejar su país en manos de unos asesinos. “¿Aún no lo ve usted? La palabra ha muerto, los hombres ladran como perros”, escribe Roth.

Volker Weidermann cuenta en este libro la vida de un grupo de escritores alemanes y austriacos en 1936 en la ciudad balneario belga de Ostende. Roth y Zweig son los principales protagonistas. Al primero le acompaña Irmgard Keun, la escritora que será su último amor, y un alcoholismo galopante. Con Zweig viajan su máquina de escribir y su segunda mujer, Lotte Altmann. “Ostende” es una celebración de la literatura, de la vida en condiciones mentalmente insoportables, del talento y la esperanza, pero sobre todo de la amistad. Dos colegas que se han ayudado, que han discutido, que se han extrañado, saben que se aproxima la despedida. Y disfrutan de esos últimos días como solo dos genios pueden hacerlo: siendo amargamente felices.

Has sido fuerte, Luis

 

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Justicia igualitaria

En las tertulias televisivas, ese termómetro que mide el estado intelectual de nuestra sociedad, solo se habla de una cosa: el posible trato preferente que el recluso Luis Bárcenas tuvo durante su paso por el Hospital Gregorio Marañón. Unos dicen que entró por la puerta reservada a enfermos con riesgo vital y le diagnosticaron como a un rey. Otros que le medicaron como a un plebeyo con traje a rayas, vía servicio de Urgencias. Discusiones tabernarias en las que no se pone en duda el poderío del tesorero del Partido Popular, si el puto amo tiene trato de favor mejor para él, sino la eterna cantinela sobre la justicia: ¿Es igual para todos los españoles, tal como exige la Constitución?

Justicia igualitaria es un término que, en España, me temo solo puede entenderse en el sentido metafórico. Quizá como un oxímoron, esos juegos retóricos en los que para una expresión se utilizan dos conceptos de significado opuesto. Estruendoso silencio. Instante eterno. Justicia igualitaria.

El ex torero Ortega Cano ha pasado las navidades en casa, con lo que queda de su familia. El ex presidente del Sevilla José María Del Nido ha pasado las navidades en casa, con quien haya querido aguantarle. El ex presidente balear Jaume Matas ha pasado las navidades en casa, a la espera de nuevos juicios y condenas. Son tres casos similares de individuos condenados por la justicia que, por esas cosas de la vida, se resisten a entrar en prisión. Han solicitado los tres el indulto. Cada uno por su lado, eso sí. Y ahí estamos, quejándonos de si Bárcenas ha tenido que hacer cola o no para ser atendido en el Gregorio Marañón.

La Justicia no será igual para todos, pero por lo menos es rápida: el Tribunal Constitucional acaba de condenar a Javier Cárdenas, colaborador de “Crónicas Marcianas” (Telecinco) por la entrevista que realizó hace 11 años a un joven con un 66% de discapacidad. La sentencia dice que Cárdenas vulneró su derecho al honor y a la propia imagen. El cachondo del presentador, que ahora ya no es tan gracioso como entonces, cree que se trata de una venganza personal del ministro Gallardón, ofendido por una crítica reciente de Cárdenas.

Bárcenas, Cárdenas, Matas, Del Nido, Ortega Cano… Entre todos ellos no consiguen la actividad neuronal de un grillo. Entre todos ellos están dando más trabajo a la justicia que cientos de delincuentes habituales, esos a los que antes de conocer al tesorero del PP y compañía se denominaban “peligrosos sociales”.

¿Solución? Hace unos días un periodista y un banderillero, ejemplos perfectos de los principales sectores de nuestra sociedad, resolvieron sus diferencias sin necesidad de recurrir a la justicia. A la antigua usanza, es decir, con la nobleza y gallardía propias de los amantes del indoloro arte taurino, ese que defiende la España tradicional, culta y formal. A hostia limpia. El crítico taurino de El Mundo y el, no se lo pierda, presidente de la Unión Nacional de Picadores y Banderilleros Españoles (UNPB), nos recuerdan que hay otra forma de solucionar las cosas. Y sin colapsar la justicia…