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Sábado a la noche

Sábado noche en La Sexta. No recuerdo una velada tan excitante desde que Moris cantaba aquello de “Sábado a la noche / Ya cobre / Y mi dinero yo me lo gané”. Noche de tertulia política populista, de charlatanes a sueldo, de cadenas televisivas con candidato elegido, de medias mentiras y verdades completas, de absoluta mediocridad intelectual. “La Sexta Noche”.

¿La estrella? No podía ser otro que Pablo Iglesias. El político de moda, el pin pan pum del fascio periodístico, el tipo que le ha cogido el tranquillo a la tertulia televisiva. ¿Su fuerza? Nos recuerda cómo son de mediocres, y de mafiosos, y de incapaces, los demás políticos. Y algunos periodistas.

Pablo Iglesias domina una serie de conceptos irrefutables, que repite como un mantra. Tenemos un Gobierno corrupto, el duopolio PP-PSOE es insoportable, los ciudadanos han salvado a una banca que no da crédito a los ciudadanos, tenemos seis millones de parados, etc, etc. Un mantra realista y cabal que desmonta todos y cada uno los argumentos de los tertulianos profesionales, incluidos los de algunos tan agresivos como Eduardo Inda (El Mundo).

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Inda acusa a Iglesias de jugar con el dolor de las víctimas del terrorismo por sentarse en una conferencia “con dos etarras”. El mundo al revés. Un periodista del periódico que durante años ha utilizado los atentados del 11-M de manera miserable, no sólo se atreve a hablar del dolor de las víctimas, sino que muestra una agresividad brutal con el líder de Podemos. Seguramente tiene razón Le Monde cuando dice que “El éxito de Podemos en España suscita el resentimiento del resto de partidos”. Yo añadiría que también el de unos medios de comunicación que, tan incapaces y corruptos como los grandes partidos, le ven como un enemigo.

Cómplices necesarios del esperpento, los tertulianos. Algunos, los menos, coherentes, como Jesús Maraña o Inés Sabanes. La mayoría del nivel de Inda, tan sumisos como Marhuenda o tan mediocres como Carmona, prueba viviente de la crisis del PSOE. Organizaba la fiesta La Sexta, una televisión que, como venía anunciando Ferreras con sus críticas despiadadas a Rubalcaba, ya ha tomado partido en la carrera socialista: Mientras tertulianeaban, un rótulo recorría la parte inferior de la pantalla: “Carmen Chacón es la preferida para liderar el PSOE según el barómetro de La Sexta”.

En diez minutos de programa estaba todo dicho. El resto fue una frivolización del concepto coloquio, una repetición de ideas, un tiro al blanco sobre Iglesias, una banalización del debate hasta el esperpento. El “Tómbola” de la política. Con una audiencia brutal, por supuesto: 15%, más de dos millones de espectadores. Ante semejante éxito, el presentador no lo duda: “os invito a los ocho a volver otro sábado”. Debería haber sonado Moris: “Sábado a la noche / Ya cobre / Y mi dinero yo me lo gané”…

Conclusión: si son las tertulias televisivas quienes tienen que mantener informado al ciudadano, quienes deben instruirnos  sobre la actualidad y orientarnos a la hora de votar, estamos perdidos. Porque no olvidemos que La Sexta, como Telecinco, Antena 3 o Cuatro, también son casta.

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Un día después, el domingo por la noche, Pablo Iglesias continúa en La Sexta. En el final de su maratoniana jornada de fin de semana en la cadena de Lara, comparte el plató de “El Objetivo” con José Antonio Monago. Ante el riesgo evidente de empacho, apago la tele y abro un libro. Recupero el riego sanguíneo, la actividad neuronal, la sonrisa y la fe en la humanidad. Podemos, pero tenemos que apagar la tele.

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Sin comentarios…

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Sin comentarios…

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Un motivo para NO ver la televisión

Queen Esther.

CD: The Other Side.

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Este disco es sorprendente. Y muy difícil de clasificar. ¿Puede usted imaginar una Lucinda Williams negra? No como cuando interpreta los blues desgarrados de sus primeros discos, no. Una Lucinda Williams negra en el pop, el ritmo, el blues y hasta en las raíces de género Americana. Así suena, si es que se puede imaginar de alguna manera semejante batiburrillo, el último disco de esta cantante brutal, original, explosiva. ¿Black Americana?

Sureña expatriada, Queen Esther se considera una guitarrista que escribe canciones. Y lo cierto es que también canta de maravilla, desde los blues de corte más clásico, como “Jet Airliner” hasta los medios tiempos campestres, como “Oh, Sun” o la inolvidable “I´ve Come Undone Again”. Un disco diferente, que no raro o difícil, repleto de buenas canciones interpretadas por una voz poderosa. Absolutamente delicioso.

Promesa electoral

¿Es usted un tipo muy ajetreado, sin apenas tiempo para leer en profundidad la prensa? No se preocupe. Una de las grandezas de los diarios es que son capaces de resumir la actualidad a la perfección en sus titulares, evitándole así el engorroso trabajo de leer el grueso del texto. Eso siempre que usted sea capaz de distinguir entre una serie de condicionantes fundamentales, claro. Por ejemplo, si el diario en cuestión es un medio de comunicación o un panfleto gubernamental. Es decir, si quieren informarle o manipularle. Le cuento todo esto porque me gustaría resumirle la nueva ley del aborto de Gallardón a través de las portadas de tres periódicos. El País: “España retrocede 30 años”. La Gaceta: “Matar vuelve a ser delito en España”. Y La Razón: “El triunfo de la vida”.

El País resume con su frase de portada que la nueva ley del aborto de Gallardón acaba con la de plazos socialista de 2010, y es incluso más restrictiva que la de supuestos de 1985. Retorno al pasado. La Gaceta simplemente alucina, y lanza un mensaje apocalíptico que, de puro surrealista, resulta patético. Pero la peor portada, la más malintencionada y sucia es, aunque parezca increíble después de la de La Gaceta, la de La Razón. Y no solo por el titular, simplemente estúpido, sino por el texto que acompaña la fotografía del niño con síndrome de Down, atribuida a su madre: “No hay nada más capitalista que matar a una persona que no va a producir”.

¿Imagina usted a una mujer abortando porque el ser que lleva dentro “no va a producir”? Es difícil imaginar un argumento más vil, más sádico y retorcido, más ruin. La Razón se lava las manos colocando las palabras en boca de una madre, pero se las mancha de sangre y de mierda destacando ese desafortunado comentario en su portada. Sugiere el periódico de Lara que las mujeres que, tras analizar el ADN fetal y detectar el síndrome de Down, abortan, lo hacen por no traer al mundo parásitos, gandules, seres que “no va a producir”. Capitalismo. ¿Se puede ser más miserable?

La ley del aborto de Gallardón se ha convertido en la guinda del proyecto del Partido Popular para la derecha. Y digo para la derecha porque parece evidente que los populares no tienen un proyecto para el resto de España. Se limitan a sobrevivir a una ruina económica, a una debacle social, a una realidad corrupta, que mantienen a Rajoy y los suyos acorralados. Tras el registro de la sede central del PP por parte de la policía durante 14 horas, los jueces reclaman refuerzos: están desbordados por la corrupción. Y mientras, Gallardón, ministro de justicia, convirtiendo una ley cavernícola en su bandera, en el estandarte del Partido Popular. No hay proyecto, no hay moral, no hay vergüenza. Y solo hay una promesa electoral cumplida: la Ley que nos hace retroceder tres décadas.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Drive By Truckers

Cd: English Oceans.

Drive By Truckers, quizá la banda más grande de Alabama, con permiso de Dexateens y la Muscle Shoals Rhythm Section, lanza en unas semanas su disco número doce. Grabado en Athens, Georgia, incluye trece canciones. Seis de ellas escritas por Mike Cooley y otras tantas por Petterson Hood, los líderes del grupo.

David Barbe, el productor habitual de Drive By Truckers, insiste en el sonido que los ha hecho grandes. Un conjunto contundente de sonido directo, canciones en las que parecen el Dylan más cabreado de todos los tiempos (la primera), esos medios tiempos pesados que caracterizan a la banda (la tercera), guitarras que recuerdan a los primeros REM, bandas sonoras para un western crepuscular (la quinta)…Sesenta minutos, en resumen, de apasionante rock sureño.

 

Festival del humor

Ana Samboal, presentadora de la televisión autonómica madrileña, asegura en una entrevista publicada por El Mundo que “es mentira que en Telemadrid haya manipulación”.

Tras este detalle humorístico, capaz de introducirnos en el post con una carcajada, nos metemos en faena… ¿Qué le parece si hablamos de la violencia en el deporte, analizando esas imágenes estremecedoras de las palizas en un campo de fútbol brasileño? No, demasiado brutales. ¿Comentamos ese nuevo proyecto del Gobierno según el cual los vigilantes privados podrán patrullar y detenernos por las calles? No, demasiado absurdo. ¿Analizamos el indulto que ha solicitado Jaume Matas por razones “humanitarias”? De ninguna manera, demasiado obsceno. ¿Recordamos cómo celebró Miguel Blesa por mail el éxito de las preferentes? Imposible, es aún más obsceno.

Hablemos de Mariano Rajoy Brey, un presidente del Gobierno capaz de dejar cada día un titular para la historia. El de ayer, desde Twitter: “De regreso a casa tras un emotivo funeral. Gran homenaje merecido”. Simplemente brillante. El hombre que justifica la presencia de concertinas en las fronteras con África resulta que admira el espíritu libre de Mandela. El presidente que ignora a las víctimas del franquismo, esas de las que solo se acuerdan sus familiares cuando hay subvenciones, destaca la capacidad de Madiba para la reconciliación.

Como puede usted comprobar hemos regresado al humor descarnado con que arrancamos el post. Así las cosas, le propongo terminar no ya con una sonrisa, sino con una descomunal risotada. Una de esas explosiones de hilaridad y jolgorio que solo un tipo como Rajoy, un cascabel, es capaz de provocar. El penúltimo gran titular de La Razón, ese diario que el presidente del Gobierno dirige personalmente desde su despacho en Moncloa, es fantástico: “Rajoy confiesa que, muy a su pesar, su hijo pequeño es colchonero”. Lea, lea usted, y quizá así comprenda porque estamos donde estamos y como estamos.

Faemino y Cansado, Tip y Coll, Mongolia y El Jueves… Todos unos pelagatos. Jamás podrán superar el humor que genera esa pareja informativa formada por La Razón y Rajoy. Y si algún día se pregunta cómo pueden sobrevivir estos panfletos, recuerde la publicidad del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad que se puede ver en la parte superior de la relevante información que nos ocupa…

 

P.D.

Músicos callejeros pasando la prueba de la Botella.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Coral Glynn.

Autor: Peter Cameron.

Editorial: Libros del Asteroide.

Coral Glynn es una enfermera que cuida ancianos en fase terminal. Clement es un militar que arrastra graves heridas sufridas durante la Segunda Guerra Mundial. Son dos seres llenos de cicatrices condenados a conocerse, a necesitarse, a sufrir juntos, a vivir una historia de amor imperfecta, repleta de charcos, incongruencias y malentendidos.

El mundo rural de la Inglaterra de mediados del siglo XX. Una bucólica casa en el campo. Coral se encarga de los cuidados de la madre de Clement. Poco a poco los protagonistas de este libro, solitarios supervivientes en un mundo indiferente, encuentran consuelo en una relación tan necesaria como difícil: necesitan enamorarse sobre todas las cosas. Un robo, una pérdida y un asesinato terminan por enredar la espesa telaraña en la que se pierden sus sentimientos y pasiones.

Peter Cameron, norteamericano de New Jersey, es uno de esos escritores que confía en el lector, puesto que prefiere sugerir a contar. “Coral Glynn” es un magnífico boceto de una hermosa aventura sentimental, a veces profundamente triste y otras enormemente esperanzadora. Una pequeña delicia.

El diablo no existe

Es solo un personaje de ficción, un instrumento de control psicológico creado por determinados individuos para aterrorizar a otros, para doblegar voluntades, para imponer doctrinas y religiones. El diablo es un personaje de ficción, insisto, como lo son el Joker, Freddy Kruger o Hannibal Lecter, fruto de la imaginación de unos guionistas más o menos inspirados. El diablo no es, como José Ignacio Wert, una realidad maligna. El diablo es solo un miedo impuesto, un fastasma, un fantoche. No tienen ningún peligro. No existe.

Sí existen los hijos de puta, los corruptos, los mentirosos, los fascistas, los hipócritas, los miserables, los cínicos, los vendidos, los rastreros…. Y todos ellos tienen un enorme peligro.

Le cuento todo esto porque no puedo quitarme de la cabeza la portada de La Razón del pasado viernes. Me persigue como una mala digestión, como la picadura de una avispa, como una maldición gitana. Marhuenda y sus secuaces titularon a toda página “La cara del diablo” sobre la fotografía de un hombre: Miguel Ricart, el asesino de las niñas de Alcàsser. Ricart fue juzgado y condenado por esos crimenes, y puesto en libertad tras cumplir con la justicia el día antes de la publicación de esa portada. Un hombre libre. Y una portada que va más allá de la ley, que pretende imponer una nueva condena, que intenta encarcelar a un hombre en una prisión sin rejas. Una portada que se toma la justicia por su mano.

La sinvergonzonería y el descaro de La Razón no tienen límites. Conscientes del repugnante amarillismo de su portada del viernes, el domingo trataron de justificarla con esta frase, también en primera página: “Los vecinos de Alcàsser se muestran aliviados tras la publicación de la imagen del asesino: ´Me alegro de haberle visto la cara, sino podría haberle dado hasta limosna`”. Y cargan con la responsabilidad de la liberación de terroristas y asesinos a Zapatero, en una entrevista en la que el ministro de Interior dice, como de costumbre en portada y a todo trapo: “Si el Psoe hubiera reformado el Código Penal no tendríamos que vivir esto”.

Marhuenda no debería preocuparse por la limosna que reciba Ricart. Debería preocuparse porque las grandes cadenas de televisión, alguna del mismo grupo mediático que mantiene con vida su periódico, ya han comenzado a hacer gestiones para entrevistar al ex presidiario. Por supuesto pagando. Y no precisamente una limosna.

No lo olvide nunca: el diablo no existe, los hijos de Satanás sí.