You are currently browsing the El Descodificador posts tagged: Jorge Fernández Díaz


Intereconomía, el sexo y la red

En Intereconomía, la cadena de televisión ultra conservadora, se hacen una pregunta: “Forzar a las mujeres a tener sexo ¿Es violación o no?”. Y se quedan tan, tan anchos, que trasladan la cuestión a sus seguidores colgando la interrogante en su cuenta de Twitter. Ese mismo día, solo unas horas después, se escandalizan en su tertulia nocturna con los comentarios que se pueden leer en las redes sociales sobre el asesinato de la presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco. “Hay que acabar con esta locura”, dice el presentador. Se refiere a los comentarios ajenos sobre el asesinato, no a los propios sobre las violaciones.

Intereconomia

Pero rectificar es de sabios. El grupo Intereconomía se disculpó poco después con este otro tuit: “Se refería a la India. Esperamos que las ‘feministas’ apoyen a estas mujeres y no se callen como hacen con Boko Haram”. ¡Ah, bueno, que se referían a la India! Entonces nada, seguimos con la encuesta: Forzar a las mujeres a tener sexo, en la India, ¿Es violación o no?

En el programa de Intereconomía “El gato al agua” despellejan a quienes han utilizado las redes sociales para criticar a la política asesinada en León. Les llaman locos y fanáticos, y les acusan de ser peligrosos radicales de izquierdas. Caza de brujas. Piden mayor control, mano dura, con los foros en la red. “Nosotros tenemos sentido común, algo que no puede decirse de todo el mundo”, dice Carmen Tomás, tertuliana de la cadena del torito bravo. Y uno no sabe si se refiere a lo de León o a lo de la India.

La hipocresía de la ultra derecha televisiva es tan descarada, tan brutal, tan miserable, que sonroja, que parece no tener límites. “Hay que parar a toda esta tropa repugnante que utiliza las redes sociales para insultar”, dijo en el debate matinal de ayer en Intereconomía su presentadora, la misma Isabel San Sebastián que solo dos días antes había colgado el siguiente tuit: “El asesinato de Isabel Carrasco NO ES una venganza personal, sino vinculada al cargo. Quienes defienden los escraches personales tomen nota!!”.

Afortunadamente alguien imparcial vela por la seguridad de los españoles. “Hay que limpiar las redes de indeseables”, insistió el pasado martes Jorge Fernández Díaz, ministro de Interior que ha ordenado a la policía investigar los mensajes injuriosos que se lanzan desde internet. ¿Y los que se lanzan desde la radios y televisiones? No recuerdo que el ministro dijese una sola palabra cuando, por poner un ejemplo, el periodista Federico Jiménez Losantos hundió la vida del comisario Juan Jesús Sánchez Manzano, jefe de los TEDAX, los agentes encargados de desactivar explosivos durante el 11-M, mediante una campaña de calumnias desde la cadena COPE. O cuando hace solo unos días la Audiencia absolvió al locutor, pese a que su discurso contra Sánchez Manzano “estaba repleto de calificativos abiertamente insultantes y despectivos”.

 

Supervivientes

“Ya es hora de que un Aznar vuelva a ganar algo en España”. Aran Aznar, sobrina del señor de las Azores y concursante de “Supervivientes”.

Telecinco, la cadena amiga, ofrece una nueva muestra de imaginación y talento rescatando uno de sus programas bandera: “Supervivientes”, el reality con mayor audiencia de los últimos años, regresa tres años después. Y lo hace por la puerta grande, es decir, tal y como se marchó: con la invasión de un grupo de diecisiete desarrapados a unas islas paradisíacas. Una tal Pelopony, Bibi Andersen, un chulo de “Mujeres y hombres y viceversa”, la hermana de Cristiano Ronaldo, una sobrina de Aznar, una prima de Kiko Rivera y, como gran sorpresa, la concursante pequeñita de “Gran Hermano”. La flor y nata de la sociedad española, cuidadosamente seleccionada por Paolo Vasile para ofrecer, imagine, entretenimiento de calidad, lo mejor de lo mejor, al sufrido telespectador: broncas, envidias, malos modos, testosterona, intrigas, alguna teta perdida y, si es posible, algo de sexo chusco. Una barbacoa humana.

Super

El regreso de “Supervivientes” es reflejo del momento de creatividad que vive la televisión en España. La televisión y la sociedad, cada día más abotargada, más dócil y entregada, más introvertida e insensible. Cada día más dividida: ya somos el país europeo en el que más ha crecido la desigualdad desde el inicio de la crisis.

Solo unas horas después del estreno de “Supervivientes” alrededor de 500 inmigrantes entraron en Melilla en lo que se considera el mayor salto a la valla. Los auténticos supervivientes. Si no me cree, mire las heridas provocadas por las famosas concertinas durante ese salto, el pasado martes, a un ciudadano africano, cortesía del diario 20 Minutos. Recuerde que el ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, se mostraba partidario de las cuchillas: “Son elementos pasivos de disuasión, no agresivos”, dijo.

Concertina

Trepas

Jorge Fernández Díaz, ministro del Interior del Gobierno de Mariano Rajoy, ha visitado un mes después la frontera de la ciudad autónoma de Ceuta. ¿Para hacerse un Fraga? Es decir, ¿para trepar por la valla y demostrar que las cuchillas no cortan? No. El político popular ha realizado un recorrido de siete horas por tan problemática zona para que nadie tenga dudas de cuan preocupado está por los sucesos de las últimas semanas. Pura propaganda. Se ha encontrado con las instituciones locales, ha conocido el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), ha elogiado los niveles de cooperación con Marruecos, “vecino, amigo, socio y aliado”, y, por supuesto, se ha deshecho en alabanzas al “benemérito comportamiento” de la Guardia Civil. Un programa apretado, que no le ha impedido recorrer durante unos minutos, gafas de sol y semblante serio, el espigón del Tarajal, donde el pasado seis de febrero murieron ahogados al menos quince inmigrantes. Incluso estuvo haciendo fotos con el móvil, como si estuviera de vacaciones en el Loro Parque.

El ministro quedó tan satisfecho de su tardía visita al corazón del conflicto que al terminar la misma anunció importantes medidas para reforzar la frontera. Jornada completa, jornada Comansi. Ceuta contará en las próximas semanas con un nuevo módulo de intervención rápida formado por 20 guardias civiles, un helicóptero para detectar futuras incursiones y, atención, una nueva malla calificada por los especialistas en cercado de humanos como “antitrepa”. Un sistema que, según el ministro, “es muy eficaz”.

Ministro

La malla antitrepa suena a gran invento, qué duda cabe. Y si se trata de un modelo “muy eficaz”, como asegura el ministro Fernández, ni le cuento. Personalmente, confieso que hubiese dado la mitad de mi sueldo por disponer de una de esas malla antitrepa cuando he trabajado en las redacciones de algunos medios de postín.

En España abunda el trepa. Es decir, el individuo sin demasiados escrúpulos capaz de hacer cualquier cosa para prosperar, para medrar, para enriquecerse. Ya sabe, tipos arribistas, ambiciosos, advenedizos, oportunistas, materialistas, aprovechados… Muchos se dedican a la política, refugio histórico de trepas de manual. Son tantos como para causar problemas de sobrepoblación, porque de la misma forma en que, según una cantinela popular, no hay pan para tanto chorizo, no hay cargo para tanto trepa. Entonces pasa lo que pasa: que la gente se aferra con uñas y dientes a sus despachos, a sus sillas. Nadie dimite, y los mentirosos menos.

Jorge Fernández Díaz, ministro del Interior del Gobierno de Mariano Rajoy, ni se plantea abandonar su cargo tras la muerte de 15 inmigrantes en la frontera ceutí. Y eso que ha mentido en repetidas ocasiones. Ni siquiera exige la dimisión del director de una Guardia Civil a la que “si se la conoce por benemérita será por algo”. Todo lo que puede ofrecer es una malla “antitrepa”.  Poca cosa parece.

P.D.1

Talavera de la Reina (Toledo), 6 de marzo de 2014, nueve y media de la mañana.

Bar

P.D.2

Arenas de San Pedro (Ávila), 6 de marzo de 2014, seis de la tarde.

Burro

 

Un motivo para NO ver la televisión

Leopoldo María Panero (1948-2014)

leopoldo-maría-panero

Fotografía:  J. R. Vega.

La canción del croupier del Mississippi

Fumo mucho. Demasiado.
Fumo para frotar el tiempo y a veces oigo la radio,
y oigo pasar la vida como quien pone la radio.
Fumo mucho. En el cenicero hay
ideas y poemas y voces
de amigos que no tengo. Y tengo
la boca llena de sangre,
y sangre que sale de las grietas de mi cráneo
y toda mi alma sabe a sangre,
sangre fresca no sé si de cerdo o de hombre que soy,
en toda mi alma acuchillada por mujeres y niños
que se mueven ingenuos, torpes, en
esta vida que ya sé.
Me palpo el pecho de pronto, nervioso,
y no siento un corazón. No hay,
no existe en nadie esa cosa que llaman corazón
sino quizá en el alcohol, en esa
sangre que yo bebo y que es la sangre de Cristo,
la única sangre en este mundo que no existe
que es como el mal programado, o
como fábrica de vida o un sastre
que ha olvidado quién es y sigue viviendo, o
quizá el reloj y las horas pasan.
Me palpo, nervioso, los ojos y los pies y el dedo gordo
de la mano lo meto en el ojo, y estoy sucio
y mi vida oliendo.
Y sueño que he vivido y que me llamo de algún modo
y que este cuento es cierto, este
absurdo que delatan mis ojos,
este delirio en Veracruz, y que este
país es cierto este lugar parecido al Infierno,
que llaman España, he oído
a los muertos que el Infierno
es mejor que esto y se parece más.
Me digo que soy Pessoa, como Pessoa era Álvaro de Campos,
me digo que estar borracho es no estarlo
toda la vida, es
estar borracho de vida y no de muerte,
es una sangre distinta de esa otra
espesa que se cuela por los tejados y por las paredes
y los agujeros de la vida.
Y es que no hay otra comunión
ni otro espasmo que este del vino
y ningún otro sexo ni mujer
que el vaso de alcohol besándome los labios
que este vaso de alcohol que llevo en el
cerebro, en los pies, en la sangre.
Que este vaso de vino oscuro o blanco,
de ginebra o de ron o lo que sea
—ginebra y cerveza, por ejemplo—
que es como la infancia, y no es
huida, ni evasión, ni sueño
sino la única vida real y todo lo posible
y agarro de nuevo la copa como el cuello de la vida y cuento
a algún ser que es probable que esté
ahí la vida de los dioses
y unos días soy Caín, y otros
un jugador de poker que bebe whisky perfectamente y otros
un cazador de dotes que por otra parte he sido
pero lo mío es como en «Dulce pájaro de juventud»
un cazador de dotes hermoso y alcohólico, y otros días,
un asesino tímido y psicótico, y otros
alguien que ha muerto quién sabe hace cuánto,
en qué ciudad, entre marineros ebrios. Algunos me
recuerdan, dicen
con la copa en la mano, hablando mucho,
hablando para poder existir de que
no hay nada mejor que decirse
a sí mismo una proposición de Wittgenstein mientras sube
la marea del vino en la sangre y el alma.
O bien alguien perdido en las galerías del espejo
buscando a su Novia. Y otras veces
soy Abel que tiene un plan perfecto
para rescatar la vida y restaurar a los hombres
y también a veces lloro por no ser un esclavo
negro en el sur, llorando
entre las plantaciones!
Es tan bella la ruina, tan profunda
sé todos sus colores y es
como una sinfonía la música del acabamiento,
como música que tocan en el más allá,
y ya no tengo sangre en las venas, sino alcohol
tengo sangre en los ojos de borracho
y el alma invadida de sangre como de una vomitona,
y vomito el alma por las mañanas,
después de pasar toda la noche jurando
frente a una muñeca de goma que existe Dios.
Escribir en España no es llorar, es beber,
es beber la rabia del que no se resigna
a morir en las esquinas, es beber y mal
decir, blasfemar contra España
contra este país sin dioses pero con
estatuas de dioses, es
beber en la iglesia con música de órgano
es caerse borracho en los recitales y manchas de vino
tinto y sangre «Le livre des masques» de Rémy de Gourmont
caerse húmedo babeante y tonto y
derrumbarse como un árbol ante los farolillos
de esta verbena cultural. Escribir en España es tener
hasta el borde en la sangre este alcohol de locura que ya
no justifica nada ni nadie, ninguna sombra
de las que allí había al principio.
Y decir al morir, cuando tenga
ya en la boca y cabeza la baba del suicidio
gritarle a las sombras, a las tantas que hay y fantasmas
en este paraíso para espectros
y también a los ciervos que he visto en el bosque,
y a los pájaros y a los lobos en la calle y
acechando en las esquinas
«Fifteen men on the Dead Man’s Chest
Fifteen men on the Dead Man’s Chest

! And a bottle of rum!»

 

ETA somos todos

Usted es ETA o tiene algo que ver con ETA. Sí, usted, el que lee este post como si nunca hubiese roto un plato, mientras se toma un café con leche. Es ETA. Y también usted, el que se manifestó ayer por la sanidad, hoy contra los desahucios y mañana por la enseñanza pública, es ETA. O tiene algo que ver con ETA. No demasiado, pero algo. Si le duelen los seis millones de parados es ETA, si defiende la memoria histórica es ETA, si no cree en la violencia es ETA. Si no volvería a votar PP es ETA, si está dispuesto a protestar en las calles es ETA. Si le repugnan las mentiras, la hipocresía, la mediocridad, la estupidez o la prepotencia… es ETA, o tiene algo que ver con ETA. Porque ETA es todo eso, y también el ingrediente que da contundencia a un potaje insípido, que confiere carácter de incontestable a una frase vacía, que añade contenido a los insultos, que aliña las maldades. Si quiere emponzoñar, menospreciar, insultar, faltar al respeto o a la verdad, añada unas gotas de ETA a su discurso. Porque  ETA es un comodín. ETA es una varita mágica. ETA es el sinónimo perfecto. ETA es la palabra universal. ETA es la chispa del combinado, por delante incluso del pepino.

“El aborto tiene algo que ver con ETA, pero no demasiado”, dijo ayer mismo el ministro de Interior, el señor Jorge Fernández Díaz, en rueda de prensa. Y que yo sepa, sigue siendo ministro del Interior…

Fernández Díaz cree que el aborto tiene algo que ver con ETA, pero no demasiado, porque es un hombre con una enorme facilidad para creer cosas. “Dios es el gran legislador del universo”, ha llegado a decir el actual ministro en una entrevista maravillosa, por lisérgica, concedida a La Gaceta. “Digamos que mi plan de vida está muy próximo a la espiritualidad del Opus Dei: ir a misa todos los días, rezar el Rosario, hacer un rato de oración, otro de lectura espiritual…”, sentenció el hombre a quien hemos confiado la seguridad ciudadana.

Fernández Díaz compara el aborto con ETA, un poco. Y lo que haga o diga Fernández Díaz lo cuentan rápidamente en La Gaceta, La Razón o ABC, periódicos carcas que disfrutan engrandeciendo sus titulares huecos con esas tres letras mayúsculas, espléndidas, todopoderosas… “Eduardo Madina simpatiza más con lo que representa ETA que con lo que representa el PP”, dijo Bieto Rubido, director de ABC. Y que yo sepa, sigue siendo director de ABC…

Dicen ETA y se les llena la boca de España. En estas manos estamos.

P.D.1

Dicho esto, no nos despistemos y dejemos pasar la verdadera noticia del día: La policía confirma punto por punto las prácticas de financiación ilegal en el PP destapadas por El País.

P.D.2

Habíamos quedado en que ETA somos todos… menos la infanta Cristina. La Audiencia de Palma considera que no existen indicios suficientes para sostener la acusación, y suspende la imputación de la señora de Urdangarín. Me alegro porque es evidente que todos los españoles somos iguales ante la ley. Y también me alegro por Felipe González, gurú de la izquierda más moderna y progresista, capaz de pedir algo tan sensato como respaldo para la Monarquía y “no jugar con las cosas de comer”. Nada más que decir. Me remito a la última portada de Mongolia, mi Biblia particular…

Un motivo para NO ver la televisión

Mike Zito & The Wheel.

Cd: Gone to Texas.

Mike Zito es, pese a su minúsculo nombre, un gran guitarrista de blues eléctrico. Nacido en St Louis, Misuri, Zito puede llegar a sonar tan tejano como el mismísimo Stevie Ray Vaughan. A sus 43 años, este músico co fundador del supergrupo Royal Southern Brotherhood (Devon Allman, Charlie Wooten, Yonrico Scott, Cyril Neville y Zito), ha lanzado “Gone to Texas”, su octavo disco. Un álbum con trece canciones intensas, en las que Zito toca como un salvaje y canta como si el mundo se fuera a terminar cuando dejase de sonar el último tema.

Blues, por supuesto, pero también rock sureño, algo de soul y muchos metales correteando alrededor de la guitarra, autentica protagonista de todos los discos de Zito, de todas sus canciones. Blues moderno, pero no tanto.