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La mujer de Urdangarín y el hombre del semen

Dos son los protagonistas absolutos de la actualidad televisiva en estos momentos. Un juego de émbolos, como diría Chirbes en su orilla, de piezas que, bien lubricadas, se machiembran. Por un lado la infanta imputada, de nombre Cristina. Por otro, el hombre del semen, de identidad anónima. La primera tiene sangre azul, el segundo esperma plebeyo. A ambos se les puede ver, juntos pero no revueltos, engrandeciendo las parrillas de las dos grandes cadenas españolas de televisión: Telecinco y Antena 3. Ella escondiéndose de las cámaras de Susanna y Ana Rosa, el otro ofreciendo entrevistas de espaldas a Susanna y Ana Rosa. Ninguno da la cara ¡Pues vaya estrellas mediáticas de chichi nabo!

Ella y él están unidos por fluidos y secreciones. Al ser Cristina la mujer del duque empalmado, no debería extrañarnos que en breve se convierta en la mujer del hombre del semen. No del hombre del semen de Ana Rosa y Susanna, que ese no sabemos si está implicado en el crimen de la niña Asunta, sino del que fuera yerno perfecto trasformado en saqueador de dinero público por, mecachis, “un plus de codicia”.

La infanta se resiste a abandonar sus privilegios, a renunciar al título, a devolver la pasta. El hombre del semen ha llegado para quedarse, con los depósitos llenos de semillitas y muchas ganas de cámara. Son los dos lados de la tele: yo quiero salir, dice el hombre del semen, yo no quiero que me saquen, dice la mujer de Urdangarín. El duque y su parienta han hecho todo lo posible para no declarar, mientras que ya han prestado declaración ante el juez la novia, la hermana y los suegros del hombre del semen.

La mujer de Urdangarín y el hombre del semen deberían forman una sociedad instrumental que, por supuesto, no prestase servicio alguno. Es decir, que se dedicasen a los contenidos de televisión. Su misión consistiría en enriquecerse mediante trafullos audiovisuales de imposible descripción y nulo interés: magazines matinales, por ejemplo. Cobrarían en negro, por supuesto. Como los inmigrantes irregulares que contrataba Cristina para su servicio doméstico (a cargo de Aizoon, claro).

 

Un motivo para NO ver la televisión

Fred Eaglesmith

Cd: Tambourine.

Fred Eaglesmith es un dios ignorado, una leyenda por reconocer, un cantautor brillante y original a medio camino entre Dylan, Tom Waits y Hank Williams. Un orgullo para Canadá. No es un novato: este “Tambourine” es el  disco número 20 de una carrera densa y jugosa, repleta de buenas canciones y grandes historias. Porque lo que realmente apasiona a Eaglesmith es contar historias. De perdedores y ganadores, de perros y gatos, de panderetas y fiestas campestres.

“Tambourine” es una fiesta en el porche trasero, en el bar de la gasolinera de una carretera sin retorno, en un congreso de tractores y maquinaria agrícola. Es Fred Eaglesmith en estado puro, sencillo en sus planteamientos, rotundo en sus narraciones, apasionante en sus canciones, himnos a la sencillez y la derrota. Un clásico oscuro, un monstruo.

Desconcierto

Está todo muy enredado y confuso en este país. Todo. Ayer mismo analizábamos los amargos lamentos de una prensa conservadora destrozada por la liberación, tras cumplir unas condenas que consideran cortas, de terroristas y violadores. La misma prensa conservadora que no dijo ni pío, vaya por dios, cuando se indultó al recientemente fallecido golpista Alfonso Armada: condenado a 30 años, el ex general fue indultado solo cinco después. Ese fue el tiempo que pasó en chirona. Cinco años. Y eso que el anterior golpe de estado que tuvo lugar en España costó la vida a cientos de miles de personas.

Fíjese usted hasta qué punto están las cosas enmarañadas y liosas que nos enredamos incluso con el fútbol, el deporte nacional, la brújula de nuestras vidas. Antonio “el niño”, flamante nuevo líder de los Ultra Sur, ha escrito este mensaje en su cuenta de Twitter: “Soy del Atlético, me gusta el Madrid y piso las gradas del Bernabéu. Al que no le guste ya sabe. Heil Hitler!”. Efectivamente, el hooligan con nombre de fenómeno meteorológico es del Atléti, pero le gusta el Madrid. Y pisa el Bernabéu. Como prueba final de su deteriorado estado mental, el ultra en cuestión lanza ese “Heil Hitler!” patético, broche de oro al cacao ideológico y deportivo que demuestra siendo de un equipo pero gustándole su rival directo.

Si un ultra del fútbol ya no sabe ni por qué colores lanza bengalas, exhibe banderas anticonstitucionales y entona cánticos fascistas, apaga y vámonos. ¿Cómo coño vamos a tener un amplio consenso sobre la reforma de la Constitución si ya no tenemos claro ni de qué equipo de fútbol somos seguidores?

El batiburrillo es total. Ahí tienen a Hacienda, que somos todos pero que ahora recula y da por buenas unas facturas de la infanta Cristina que hace algún tiempo consideraba falsas. Justo las necesarias para que no se pueda acusar a la hija del rey y a Urdangarín de delito fiscal en el impuesto de sociedades al superar la cuota de 120.000 euros.

Justicia a la carta para la sociedad familiar de los Urdangarin-Borbón. Curioso: no escucho las quejas de los conservadores, aquellos tan exigentes cuando se trata de otros delitos, de otras condenas, de otros españoles, los de segunda división.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Diego García.

Cd: El Twanguero.

Cuenta el guitarrista valenciano Diego García en las notas que acompañan este disco sorprendente, por original y arriesgado, que llegó a Buenos Aires en el verano de 2011 con la mente abierta y una única compañía: su vieja y maravillosa Gibson 295 dorada (con Bigsby). Escucha música argentina, desde Yupanqui a Gardel, desde Spinetta a Charlie García. Y se codea con músicos del lugar, desde Calamaro a Fito Páez.

“Este es mi Great Argentinian SongBook”, dice García, guitarrista de confianza de artistas como Santiago Auserón, Andrés Calamaro, Jaime Urrutia o Diego El Cigala. Pues ni más ni menos que eso, trece grandes temas de la música argentina interpretados con una guitarra que hace twang y con la ayuda de músicos tan diferentes como Bunbury, el Cigala, Ely Guerra o los ya citados Calamaro y Fito Páez.

El resultado es un disco que fascinará a los guitarristas. Y no solo por esos efectos característicos de las viejas telecaster, el sonido que caracterizó a leyendas como Danny Gatton. “EL twanguero” toca como los ángeles, tiene una enorme cultura rocanrolera, domina el fingerpicking y sorprenderá a quienes piensen que el instrumento está acomodado, tiene límites. Las seis cuerdas reinan, y están muy bien acompañadas…

ETA somos todos

Usted es ETA o tiene algo que ver con ETA. Sí, usted, el que lee este post como si nunca hubiese roto un plato, mientras se toma un café con leche. Es ETA. Y también usted, el que se manifestó ayer por la sanidad, hoy contra los desahucios y mañana por la enseñanza pública, es ETA. O tiene algo que ver con ETA. No demasiado, pero algo. Si le duelen los seis millones de parados es ETA, si defiende la memoria histórica es ETA, si no cree en la violencia es ETA. Si no volvería a votar PP es ETA, si está dispuesto a protestar en las calles es ETA. Si le repugnan las mentiras, la hipocresía, la mediocridad, la estupidez o la prepotencia… es ETA, o tiene algo que ver con ETA. Porque ETA es todo eso, y también el ingrediente que da contundencia a un potaje insípido, que confiere carácter de incontestable a una frase vacía, que añade contenido a los insultos, que aliña las maldades. Si quiere emponzoñar, menospreciar, insultar, faltar al respeto o a la verdad, añada unas gotas de ETA a su discurso. Porque  ETA es un comodín. ETA es una varita mágica. ETA es el sinónimo perfecto. ETA es la palabra universal. ETA es la chispa del combinado, por delante incluso del pepino.

“El aborto tiene algo que ver con ETA, pero no demasiado”, dijo ayer mismo el ministro de Interior, el señor Jorge Fernández Díaz, en rueda de prensa. Y que yo sepa, sigue siendo ministro del Interior…

Fernández Díaz cree que el aborto tiene algo que ver con ETA, pero no demasiado, porque es un hombre con una enorme facilidad para creer cosas. “Dios es el gran legislador del universo”, ha llegado a decir el actual ministro en una entrevista maravillosa, por lisérgica, concedida a La Gaceta. “Digamos que mi plan de vida está muy próximo a la espiritualidad del Opus Dei: ir a misa todos los días, rezar el Rosario, hacer un rato de oración, otro de lectura espiritual…”, sentenció el hombre a quien hemos confiado la seguridad ciudadana.

Fernández Díaz compara el aborto con ETA, un poco. Y lo que haga o diga Fernández Díaz lo cuentan rápidamente en La Gaceta, La Razón o ABC, periódicos carcas que disfrutan engrandeciendo sus titulares huecos con esas tres letras mayúsculas, espléndidas, todopoderosas… “Eduardo Madina simpatiza más con lo que representa ETA que con lo que representa el PP”, dijo Bieto Rubido, director de ABC. Y que yo sepa, sigue siendo director de ABC…

Dicen ETA y se les llena la boca de España. En estas manos estamos.

P.D.1

Dicho esto, no nos despistemos y dejemos pasar la verdadera noticia del día: La policía confirma punto por punto las prácticas de financiación ilegal en el PP destapadas por El País.

P.D.2

Habíamos quedado en que ETA somos todos… menos la infanta Cristina. La Audiencia de Palma considera que no existen indicios suficientes para sostener la acusación, y suspende la imputación de la señora de Urdangarín. Me alegro porque es evidente que todos los españoles somos iguales ante la ley. Y también me alegro por Felipe González, gurú de la izquierda más moderna y progresista, capaz de pedir algo tan sensato como respaldo para la Monarquía y “no jugar con las cosas de comer”. Nada más que decir. Me remito a la última portada de Mongolia, mi Biblia particular…

Un motivo para NO ver la televisión

Mike Zito & The Wheel.

Cd: Gone to Texas.

Mike Zito es, pese a su minúsculo nombre, un gran guitarrista de blues eléctrico. Nacido en St Louis, Misuri, Zito puede llegar a sonar tan tejano como el mismísimo Stevie Ray Vaughan. A sus 43 años, este músico co fundador del supergrupo Royal Southern Brotherhood (Devon Allman, Charlie Wooten, Yonrico Scott, Cyril Neville y Zito), ha lanzado “Gone to Texas”, su octavo disco. Un álbum con trece canciones intensas, en las que Zito toca como un salvaje y canta como si el mundo se fuera a terminar cuando dejase de sonar el último tema.

Blues, por supuesto, pero también rock sureño, algo de soul y muchos metales correteando alrededor de la guitarra, autentica protagonista de todos los discos de Zito, de todas sus canciones. Blues moderno, pero no tanto.