La imagen del presidente del Gobierno Mariano Rajoy pegando a su hijo pequeño está dando la vuelta al mundo. Normal. No todos los días un prestigioso estadista, líder de un gran país europeo, le suelta un par de capones a su chaval delante de micrófonos y cámaras. El gesto, un adulto corrigiendo las palabras de un menor golpeándole con los dedos en la cabeza, resulta un tanto violento, pero no debemos darle demasiada importancia: forma parte de la campaña electoral, del juego de humanización al que se están sometiendo todos los políticos. ¿Quién no le ha calzado una hostia al crío cuando se ha venido arriba y se ha pasado de listo? Es la ley de la campaña. Pedro Sánchez se come unas zanahorias por la mañana en Sanlúcar de Barrameda y por las tardes habla de tías y de ligar con Bertín Osborne. Pablo Iglesias toca la guitarra con Pablo Motos. Albert Rivera se apunta a todos los bombardeos mediáticos. Y Rajoy le suelta un coscorrón a su hijo en la COPE por decir que los comentario de Manolo Lama en el videojuego FIFA son “basura”.
¿Esto era la nueva política, la regeneración, el cambio? ¿Para esto ha servido el 15-M? No seamos tan pesimistas. Las cosas no cambian de la noche a la mañana: el comienzo del fin de la vieja política es un hecho, pero los protagonistas de la misma se aferran a sus privilegios como ladillas a la pelambre púbica. Lo sorprendente, lo preocupante, es que los nuevos elementos, los aspirantes al título, aquellos que fueran llamados para modernizar un sistema decrépito y corrupto, entren al trapo y cometan los mismo errores mediáticos. Rajoy necesita humanizarse urgentemente, qué duda cabe, y por eso entra dentro de lo razonable que a un mes de las elecciones se arrastre por lo peor de la radio y la televisión repartiendo mamporros. O eso, o se pone a preparar la mudanza.
Otra cosa es que Sánchez, Rivera e Iglesias le sigan el juego. Que se rebajen a codearse con la caspa para arañar cuatro votos conservadores. De los tres, el más torpe, quizá el peor asesorado, sin duda el menos listo, es un Pedro Sánchez que cada vez que mira por el retrovisor ve más cerca a Rivera e Iglesias. Como esto siga así el líder socialista tendrá que forzar la máquina. ¿Cómo? Pues acercándose con una de sus hijas al programa de Jiménez Losantos para comentar un partido de baloncesto. Cuando la niña diga, por ejemplo, “tengo sed”, le calzará una leche en toda la boca con la mano abierta. “Soy un político limpio”, repetirá una y otra vez, quitándose la sangre de los dedos con una toalla. Al día siguiente en todas las portadas, camino de Moncloa.
P.D.
¿Le suena el programa de Telecinco “Mujeres, hombres y viceversa”? Es la telebasura en estado puro. Un espacio en el que los hombres y mujeres, músculo y chicha, macarras y chonis, son tratados como objetos, carne de intercambio. Pues por semejante burdel audiovisual pasó el miércoles Sor Lucía Caram, la monja tertuliana. ¿De tronista o de pretendienta? ¿De gancho o de asesora? No, en funciones solidarias. Una buena causa: que se sigan forrando los dueños de la empresa de televisión más cochambrosa. Y es que cuando crees que la televisión no puede ser peor, más cutre y degradante, más indecente y embrutecedora, Telecinco aún es capaz de sorprenderte.
Un motivo para NO ver la televisión
Agenda 2016. Anoche un libro me salvó la vida.
Editorial: Errata Naturae.
Es una agenda, con su planificación anual, sus días señalados, su división por semanas y su espacio para notas, apuntes y garabatos. Es decir, lo que viene siendo una agenda para el 2016, muy completa, práctica y útil. Qué menos le podemos pedir a una agenda, ¿verdad? La cosa se pone interesante cuando, al abrir sus páginas a voleo, aparece un maravilloso dibujo de la escritora Agota Kristof, pelo y ropa negros, mirada perdida, junto a la recomendación de “El gran cuaderno”, uno de sus mejores libros. Y así hasta 52 retratos maravillosos del gran David Sánchez, uno por semana, de grandes escritores junto a sus obras capitales.
¿Dónde colocaremos esta agenda cuando acabe 2016? No junto a las viejas moleskines de años pasados, es evidente. Quizá junto a “El canon occidental” de Harold Bloom. O incluso en la balda de los manuales de supervivencia de Kitín Muñoz. Porque estamos, no lo olvide usted, ante libros que pueden salvarle la vida y que, por tanto, debemos mantener siempre al alcance de la mano.
Una agenda chula. Una guía de viaje por el mundo del libro. Y un placer visual, gracias tanto a las ilustraciones como al diseño y edición. La guinda: un puñado de páginas dedicadas a citas y detalles literarios. Bares y tabernas, hoteles y hoteluchos, cementerios y animales de compañía, drogas y antecedentes penales… Todo relacionado con los libros, los escritores, la literatura. ¡Feliz 2016!