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Siempre Trueba

Las redes sociales, por medio de intelectuales del calibre de un hermano de Paquirrín, han puesto en marcha una campaña de boicot a “La reina de España”, la nueva película del gran Fernando Trueba. No quieren que la gente vaya a verla “para que se joda”, “para que se arruine”, y muchas otras miserias más. Y todo al parecer por las declaraciones del director al recoger el Premio Nacional de Cinematografía en septiembre del año pasado: “Nunca me he sentido español, ni cinco minutos de mi vida”, dijo Trueba.

“Boicoteemos esta película… No vayas a verla al cine…Sólo quiere a España por las subvenciones… ¡Pásalo!”, se puede leer en las redes sociales. El hermano de Paquirrín ha insultado a Trueba (“hipócrita”) y le ha pedido que “devuelva las subvenciones sin vergüenza”. No tengo muy claro si también le llama “sinvergüenza”, si le sugiere que no se abochorne en el momento de devolver las perras, o si es a las subvenciones a las que acusa de no tener vergüenza.

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Nivelazo, ¿verdad? Pues eso no es nada. No se pierda el brillante análisis del compañero conductor. Seguro que hace las delicias de un Trueba que “si tuviera que señalar un rasgo nacional, y positivo, sería el humor”.

El pecado de Fernando Trueba es no haberse sentido nunca español. Ni cinco minutos. Le entiendo perfectamente: a mí me pasa lo mismo. Bueno, a lo mejor me sentí una miaja español cuando lo de Iniesta en Sudáfrica. Pero poco más. Lo de no sentirme español yo creía que era porque, debido a mi trabajo, había tenido que viajar mucho por esos mundos y había conocido gentes y cosas y asuntos, usted ya me entiende. Y claro, porque había visto cosas espeluznantes en España, tanto en los grandes despachos como en las humildes cunetas. Pero ahora resulta que es por las subvenciones. Bueno es saberlo.

Desde este modesto blog, un abrazo fuerte para Fernando. Y termino el post porque si no llego tarde al cine. Ya se puede imaginar qué peli voy a ver…

Un motivo para NO ver la televisión

Teixi Blues Band.

Cd: Desde el tren.

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Más de lo mismo. Ni más ni menos. Eso es lo que ofrecen Javier Teixidor y su banda en su nuevo disco. Y lo cierto es que no puede haber mejores noticias para los seguidores de estos perros viejos del rock and roll, el soul y el rhythm and blues. Más de lo mismo, de lo mejor de sí mismos, que es lo que venimos pidiendo a los clásicos, desde Chuck Berry a los Stones, a lo largo del tiempo. Más de un sonido que no pide innovación, ni sorpresas, ni alternativas. Más de un sonido basado en la tradición, en la energía y en la credibilidad. Tres cosas de las que anda sobrada la J. Teixi Blues Band.

“Desde el tren” descansa ya, después de atronar en casa y en el coche durante días, junto a los viejos vinilos de Mermelada y los últimos cds de la J Teixi Band. Pequeñas obras maestras del ritmo y el blues español como “Hazme una seña”, “Showtime”, “Grandes Huesos Negros” o “Big Times”. Son diez canciones nuevas más dos en directo que se añaden a la sección “lo mejor del rock en castellano”, y que vienen a engrandecer la leyenda de Teixi y sus compinches, a saber: Daniel Montemayor (bajo y acordeón), Emilio L. Galiacho (piano y órgano) y Charly Hens (batería, percusión y coros).

Entre el instrumental que abre el disco y los dos directos que lo cierran, el habitual master de sonidos norteamericanos profundos. Grandes los metales, comprometidas las letras, salvajes las guitarras… Y la voz de un Teixi que compone con el corazón y canta con las tripas. Lo han vuelto a hacer. Un disco honesto, de sonido recio (su sonido definitivo) y canciones vitaminadas, que promete grandes momentos sobre el escenario. Porque no olvidemos que la J. Teixi Band es aún mejor en directo.

Sentirse español

“El patriotismo es el último refugio de los canallas”. Samuel Johnson.

Fernando Trueba recibió el pasado sábado en San Sebastián el Premio Nacional de Cinematografía. Dueño de un Oscar desde 1993, conocido en todo el planeta por sus maravillosas películas, Trueba es un tipo listo, divertido y tranquilo con la cabeza bien amueblada, que adora el cine, la música, la cultura y que disfruta, sobre todas las cosas, contando historias. Una de las cosas buenas que me han pasado en la vida ha sido conocerle, poder trabajar con él y con su hermano David. Azcona dijo que los premios deberían ser secretos y tener dotación económica. Éste felizmente cumple la segunda”, dijo en el comienzo de su imprescindible discurso de agradecimiento, pronunciado delante del ministro de Educación, Cultura y Deporte, Íñigo Méndez de Vigo.

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Sin más preámbulos humorísticos, Trueba se metió en faena: “La segunda palabra, Nacional, es una palabra que no me gusta nada. Nunca he tenido un sentimiento nacional. No me gustan las fronteras. La verdad es que nunca me he sentido español, ni cinco minutos de mi vida. No me he sentido español ni en los mundiales… Debo confesar que, culturalmente, Cervantes me gusta, pero no más que Henry James o Balzac. Me gusta Velázquez, pero también Rembrandt. La música que me gusta es el jazz. Debo estar equivocado. Tengo conflictos con la palabra ‘nacional’”.

Trueba le dijo al ministro, en su cara, lo que muchos pensamos. ¿Español? Ni cinco minutos. Y por si quedaba alguna duda esa misma noche, solo unas horas después del discurso del director de cine, un tal Xavier García Albiol defendió en un debate de La Sexta su concepto de nación: “Queremos poner un muro a los que quieren romper España”, dijo el político que insiste una y otra vez en que el PP es el partido que más lucha contra la corrupción. Es decir, que insiste en llamarnos idiotas.

“Bajaremos el IVA de la cultura cuando podamos”, aseguró el ministro de Cultura como respuesta a un Trueba que exige normalidad: “Sueño con televisiones públicas, organismos independientes y cosas al servicio de los ciudadanos. Y pido que no sea a cambio de nada, simplemente porque pagamos nuestros impuestos”.

Pero España es un lugar complicado, donde debes seguir el ritmo de la música que marcan algunos. Puedes robar y mentir, no pagar impuestos, manejar dinero negro, sodomizar monaguillos, corromper las entrañas del sistema, financiar guerras injustas y terrorismo de Estado, hacer de la sociedad un lugar menos justo y con mayores diferencias… pero jamás puedes dejar de sentirte español. Sentirse español es obligatorio. Hasta que deja de serlo. Porque como dijo en su día Chateaubriand, con las patrias pasa como con los dolores: cada uno tiene la suya. Pero no siempre es así: La pasada semana veíamos que Bolaño tuvo dos, su hijo y su biblioteca…

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Un motivo para NO ver la televisión

Everest

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Una película sobre la tragedia que tuvo lugar en el Everest en 1996. “Hubo muertos, heridos y mucha controversia”, escribe Jon Krakauer en “Mal de altura” (Editorial Desnivel), el best seller (más de cuatro millones de ejemplares vendidos) en que está basada la cinta que se estrenó el pasado viernes. El periodista, escritor y escalador estadounidense formaba parte de una expedición comercial que cobraba 65.000 dólares a cada cliente por hacer cumbre en la cima del mundo. El objetivo de Krakauer era subir a la montaña y contar la experiencia en un artículo para la revista “Outside”.

Tras alcanzar la cima, Krakauer sobrevivió a un descenso complicado por una tormenta. No todos tuvieron tanta suerte: algunos murieron, otros sufrieron terribles amputaciones. En ese momento se abrió un duro debate sobre los riesgos del alpinismo, sobre la preparación de los clientes de las expediciones comerciales y sobre el exceso de gente en la montaña. El campamento base se ha convertido en un pueblo, y las rutas de acceso, a más de 7.000 metros, en ocasiones se colapsan. El Everest ya no es lo que era.

Pero sigue fascinando a alpinistas de todo el mundo. La película es visualmente maravillosa: la ruta de acceso al campamento base muestra toda la belleza de la ascensión, desde la pista de aterrizaje en Lukla a pueblos tan increíbles como Namche Bazaar. Y el resto es pura adrenalina. Rodada en 3D, permite sentir el viento en la cara y el frío en los huesos. Y afortunadamente el lado emocional, la brutal tragedia, no se explota de manera excesiva. No abusa del drama, no busca la lágrima fácil. ¿Alguna pega? Creo que no se da a los sherpas toda la importancia que tienen en este tipo de expediciones. En la película apenas se habla de estos superhombres, tipos siempre dispuestos, incansables y solidarios, los héroes eternamente olvidados del Everest.