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La noche del martes seis cadenas de televisión emitieron, a la misma hora, la misma serie. Esto debe ser la pluralidad audiovisual que prometió Zapatero, y que se comprometió a mantener Rajoy. Seis cadenas emitiendo el estreno de una ficción que tenías que ver sí o sí: la competencia contraprogramaba en ese momento una serie “picante” y una película de superhéroes.

La batalla por el liderazgo televisivo siempre ha sido feroz, pero desde que los contendientes forman un duopolio lo es aún más. Ya sabe, Antena 3 y La Sexta contra Telecinco y Cuatro. A muerte. La pluralidad de mierda que exige una democracia imperfecta como la nuestra. El resultado de tan miserable panorama audiovisual son situaciones delirantes, como el final que ofreció esa noche “El Intermedio”, programa imprescindible de la actual parrilla: dos actrices secundarias, bailarinas en una serie de medio pelo (“Bienvenidos al Lolita”), sentadas entre Wyoming y Thais Villas para promocionar en La Sexta el capítulo que comenzaba inmediatamente después… en Antena 3. Y todo porque Telecinco estrenaba a la misma hora y a todo trapo en emisión simultánea (en el canal principal del grupo y en FDF, laSiete, Divinity, Nueve y Energy), “El Príncipe”, ficción por la que los de Vasile apuestan fuerte.

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“Es una despedida de soltero muy picante”, decía una de las pobres chicas ante la mirada atónita de Wyoming. No sirvió de nada el muestrario ofrecido de ropa interior y barra americana, alusión al entretenimiento exquisito de los tiempos de Esteso y Pajares. “El Príncipe” arrasó en esta dictadura audiovisual, obteniendo grandes audiencias tanto en Telecinco (21,9% y 4,4 millones) como en el conjunto de canales de Mediaset (27,7% y 5,6 millones).

Insisto: Seis canales emitiendo, el mismo día y a la misma hora, una serie. ¿Esto es la reforma audiovisual, la magia de la TDT, el pluralismo televisivo, la creatividad y el entretenimiento de calidad?

Quítense las máscaras. Unan sus fuerzas. Formen una única empresa, AtresMediaSet. La televisión en España no tiene por qué estar en manos de dos grandes grupos pudiendo estar en manos de uno solo. Monopolicen aún más la televisión, la información y el ocio audiovisual, oblíguenos a tragar sus miserables producciones sin arriesgar lo más mínimo, ahorrando costes, ganando todavía más dinero. Porque de eso se trata, ¿no? De forrarse.

P.D.

Exposición del artista Ausín Sáinz censurada en Salamanca

Ausín

 

Un motivo para NO ver la televisión

Rural

Autor: Étienne Davodeau.

Editorial: La Cúpula.

Rural

Disfruté muchísimo con “Los ignorantes”, el cómic sobre dos amigos, un viticultor y un dibujante, que intercambian inquietudes y conocimientos, que se editó hace solo unos meses y se reseñó puntualmente en esta sección. Y he disfrutado una barbaridad con “Rural”, libro publicado en Francia en 2001 por Étienne Davodeau que ahora recupera y edita en castellano La Cúpula.

El guionista y dibujante francés insiste en los problemas y maravillas del mundo rural. En esta ocasión se trata del seguimiento que Davodeau realiza, durante un año, a tres campesinos que piensan que otro tipo de agricultura es posible. Su explotación de vacas lecheras pasa a ser biológica: menos litros, nada de antibióticos y pesticidas, mucha ilusión y trabajo. Y un gran contratiempo. Una autopista va a cruzar, como una enorme cicatriz, esa apacible zona rural.

Davodeau se infiltra en el trabajo de los socios y cuenta el día a día en su granja. Conoce a una pareja que tiene que malvender su casa, construida con sus propias manos, a la empresa de la autopista. Y analiza los entresijos de Fomento, de las asociaciones de agricultores, de la filosofía Bio“El objetivo de nuestro trabajo es, en primer lugar, encontrar una manera de producir comida para todos sin perjudicar el medio ambiente. Buscamos una técnica que las generaciones siguientes de agricultores podrán seguir utilizando sin problemas. ¡Y eso es imposible con las técnicas convencionales!”.

“Rural” es, como “Los ignorantes”, una apasionada  apología del campo, de la sencillez, de la agricultura y la ganadería justas, de los campesinos y sus formas de vida. Emocionante.

Rural 1

Huellas de chapapote en TVE

Al Partido Popular se le está hundiendo la piragua. Como le sucedió con el Prestige, para que usted me entienda. Y es que lo que creían era un transatlántico de lujo, con sus yacuzzis y sus barras libres de caipiriña, ha resultado ser una canoa de plástico, con agujeros en la línea de flotación e hilillos de plastilina saliendo del casco como no podía ser de otra manera: a cascoporro. Están de chapapote hasta el cuello.

Antena 3 es, siete años después, la televisión más vista en España. Le sigue de cerca Telecinco. La 1(TVE) pierde, además de credibilidad, fuelle. Es decir, audiencia. Y eso que se consolida como la cadena favorita entre los mayores de 64 años. Justo al revés que “Salvados” (La Sexta), el programa de Jordi Évole, que en su regreso a las pantallas registró un 23,8% de media entre los espectadores de 25 a 34 años y un 25,9% entre los de 35 y 44 años.

La incorporación de Marcos López al Telediario 2 (TVE) tampoco ha funcionado, y el informativo estrella sigue perdiendo espectadores con relación a enero de 2012, cuando estaba conducido por Pepa Bueno. ¡Pobre Julio Somoano, director de informativos de TVE a las órdenes de Rajoy! ¿Qué más le puede pasar a este buen hombre y mejor periodista? Pues que le acusen de censor…

La cúpula de TVE frenó “in extremis” la emisión de un documental sobre el hundimiento del Prestige. “Huellas de chapapote” se cayó repentinamente de la parrilla de “Documentos TV” el pasado día 27, y fue sustituido por una repetición de “El misterio de los centenarios”, un interesante reportaje sobre aquellos seres humanos con más de cien años de vida. ¿Tendrá algo que ver este repentino cambio de programación con el hecho de que Mariano Rajoy, actual presidente del Gobierno, era portavoz, vicepresidente primero del Gobierno y ministro de la Presidencia cuando se hundió el petrolero monocasco liberiano que operaba bajo bandera de Bahamas? No creo, porque entonces estaríamos ante un caso terrible de censura.

Pero no todo van a ser malas noticias para la televisión pública del PP. Por un lado regresa “Estudio Estadio”, ese legendario programa de fútbol que acaba de ser reinventado, en un alarde de imaginación y criterio, por la cúpula de TVE para competir con espacios de la calaña de “Futboleros” y “Punto Pelota”. ¿Quién dijo que no había talento en esta nueva tanda de ejecutivos al frente de la tele pública?

Por otro lado, y esto es lo más importante, Mariló Montero recupera su legendario editorial. Sí, su mítico editorial. Esa sesuda reflexión con la que cerraba su programa matinal, para delirio de humoristas de serie B, consumidores de ginebra de fabricación casera y adictos a la cola de carpintero. Sí, esos inolvidables editoriales en los que, por ejemplo, decía que no estaba demostrado que el alma no se transmitiese en un trasplante de riñón.

Todos los telespectadores esperábamos que Mariló arrancase esta nueva etapa opinativa con un análisis de candente actualidad, es decir, sobre Mariano, Mato, Bárcenas y compañía. Sobre la podredumbre, vamos. Pues no. La buena de Mariló, según palabras propias “la que más trabaja y la que menos cobra” en TVE, reflexionó sobre la lucha por vivir de los enfermos de cáncer.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Los ignorantes.

Autor: Étienne Davodeau.

Editorial: Ediciones La Cúpula.

Los aficionados al vino y al cómic estamos de enhorabuena, puesto que estos dos pequeños vicios se reúnen en esta historieta gráfica, un tomo de gran formato, bella edición y 270 páginas de excelente papel. El subtítulo del libro, “relato de una iniciación cruzada”, ya insinúa el contenido: la historia de dos amigos, un viticultor y un dibujante, que durante una larga temporada intercambian inquietudes y conocimientos. ¿Vinos y cómics? Solo podían ser franceses…

Étienne Davodeau es el dibujante. Richard Leroy, el viticultor. El primero no sabe nada de vino, y el segundo lo desconoce todo sobre el mundo del cómic. Juntos se lían a podar parras, analizar suelos, estudiar los secretos de la biodinámica, visitar bodegas y, sobre todo, abrir botellas. Étienne recomienda a Richard los cómics que considera imprescindibles, y juntos visitan a editores, impresores y dibujantes, e incluso asisten al famoso festival de la historieta de Quai-Des-Bulles.

Étienne y Richard comparten sus respectivos procesos de iniciación con curiosidad y placer. Los lápices y las tijeras de podar se cruzan. Son vidas paralelas, en el fondo, basadas en la constancia, el talento y el amor por unos trabajos que proporcionan enorme placer a la humanidad. Un libro maravilloso de Davodeau, que debería incluir una botella del vino de Leroy.