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Cebrián cambia de paradigma

Juan Luis Cebrián es un periodista y empresario que, en plena debacle económica de los medios de comunicación, es capaz de decir que “la crisis de la prensa no es una crisis, es un cambio de paradigma”. Ante un análisis tan lúcido y creativo, talento en estado puro, solo se puede estar de acuerdo. Por la brillantez de la reflexión y, para qué engañarnos, porque es un crack: el presidente de Prisa es un tipo capaz de subirse el sueldo un 9,7% en 2015, y cobrar 2,061 millones de euros el año en que la compañía ganó 5,3 millones de euros, después de perder 2.236 en 2014. Cojones con el paradigma…

Dicho esto, que Cebrián es un genio de las finanzas y las frases huecas, conviene recordar que tiene la piel muy fina. Pese a su saneada cuenta corriente y a sus brillantes análisis periodísticos, el hombre que comparte fundación altruista con Felipe González, otro genio atemporal y eterno, no admite de buen grado las críticas: cuando ha visto su nombre en algunos medios, al ladito mismo de la palabra “Panamá”, ha sacado toda su artillería mediática a la calle y ha comenzado a disparar. Ayer martes, pataleo en la portada de El País y en los informativos de la Cadena SER: “PRISA emprende acciones legales contra La Sexta, ElConfidencial.com y ElDiario.es”.

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El País, diario de Cebrián, decía hace cuatro días en su editorial “Iglesias ataca a la prensa” cosas como, por ejemplo, que “el modelo de medios de comunicación de Pablo Iglesias es el de radio y televisiones bajo control público. Al estilo bolivariano”. La campaña de El País contra Pablo Iglesias ha sido dura, tanto desde las páginas de información como desde la opinión. Y no ha pasado nada. De hecho, cuando Iglesias se quejó de cómo le sacudían los medios de comunicación, El País creyó que estaba atentando contra la libertad de prensa: “Uno de los principios básicos de cualquier democracia es la defensa de la libertad de información”, decía el comienzo del editorial del diario de Cebrián el pasado día 22. Y sentenciaba: “la regla de juego básica de la prensa en una democracia es la veracidad, y que su labor fundamental es el control del poder para evitar abusos, corrupciones o agresiones gratuitas”.

Amén. Excepto, claro, cuando el protagonista de la noticia difundida por los medios de comunicación es Juan Luis Cebrián. Entonces no se trata de libertad de información o de controlar al poder para evitar abusos o corrupciones. Entonces se trata de difamación. Un cambio de paradigma, que diría Cebrián, al más puro estilo bolivariano.

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Un motivo para NO ver la televisión

La violación de Nanking.

Autora: Iris Chang.

Editorial: Capitán Swing.

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El ejército japonés conquistó Nanking, la capital de la China nacionalista, el 13 de diciembre de 1937. Una victoria que fue más allá de la política, y se convirtió en uno de los momentos más tristes y sangrientos de la historia de la humanidad, solo comparable al Holocausto nazi o al genocidio de Ruanda. En menos de dos meses los japoneses mataron, con extremada crueldad, a entre 250.000 y 350.000 hombres, mujeres y niños chinos. Más víctimas que en los bombardeos atómicos norteamericanos en Hiroshima (140.000) y Nagasaki (70.000). Incomprensiblemente, el suceso ha permanecido si no oculto, sí olvidado: “En su empeño por seguir eludiendo el juicio, los japoneses se han convertido en cabecillas de otra acción criminal. Tal y como el premio Nobel Elie Wiesel advirtió hace años, olvidar un holocausto es matar dos veces”.

La periodista norteamericana de origen chino Iris Chang no creía en el olvido, creía en el periodismo, y por eso contó en este texto doloroso, pero fascinante, todo lo que pasó en esas siete semanas de sangre y odio. “Mi mayor esperanza es que este libro inspire a otros autores e historiadores a investigar los relatos de los supervivientes de Nanking antes de que las últimas voces del pasado, que se van perdiendo cada año que pasa, callen para siempre. Y lo que quizá sea aún más importante: espero que agite la conciencia de Japón para que acepte la responsabilidad por este suceso”.

Memoria histórica, usted ya me entiende.

Entre 20.000 y 80.000 mujeres chinas fueron violadas, mutiladas, y destripadas en Nanking. Obligaron a los padres a violar a sus hijas, y a los hijos a sus madres. Y luego los castraron y desmembraron a todos. La tortura alcanzó momentos de insospechada sofisticación: colgaron a la gente de la lengua, les clavaron en las paredes, les enterraron vivos, les ofrecieron a perros hambrientos… Azuma Shiro, combatiente japonés que participó en la masacre, recuerda algunos momentos en unas cartas terribles que demuestran una ausencia absoluta de sentimiento de culpa: “Quizá, mientras la violábamos, la veíamos como a una mujer, pero cuando la matábamos solo pensábamos en ella como en un cerdo, o algo así”.

El historiador chino Wu Zhikeng asegura que si los muertos de Nanking se cogieran de la mano, unirían esa ciudad con otra situada a 200 millas de distancia. La sangre pesaría 1.200 toneladas y los cuerpos, que llenarían 2.500 vagones de tren, apilados unos sobre otros alcanzarían la altura de un edificio de 74 plantas.

“Un día el subteniente Ono nos dijo: “Aún no han matado a nadie, así que hoy vamos a hacer prácticas de matar. No deben considerar al chino como ser humano, sino como algo de bastante menos valor que un perro o un gato. ¡Sean valientes! Y ahora, aquellos que quieran presentarse voluntarios a las prácticas de matar, que den un paso adelante” (testimonio oral del recluta japonés Tajima).

“La violación de Nanking” es un libro duro, bien escrito y mejor documentado, que se lee con la boca abierta y los ojos como platos: husmea en algunas de las mayores miserias vividas por el ser humano. Un texto riguroso, atroz, bien enfocado y mejor resuelto, que no desentona en absoluto entre los clásicos del genocidio. Nazi, camboyano, armenio, ruandés, franquista… y japonés.

Frank de Tordesillas

Desayuno en mi cafetería habitual. Nueve y media, aproximadamente. Como tengo el colesterol un poco alto, dieta mediterránea: El periódico, café con leche, molletes con manteca colorá, pincho de morcilla, unos torreznos y algo de fruta. El sonido del aparato de televisión que cuelga sobre mi cabeza, una enorme Sony de pantalla plana, llama mi atención. Un tipo con la gorra del revés agarra una víbora y la obliga a morder un vaso cubierto con una lámina de plástico: está ordeñando el veneno de la serpiente. No es un científico desaliñado. Es Frank de la Jungla manipulando una especie de la fauna ibérica para deleite de su productora y de su cadena de televisión. El programa, “La Jungla en casa”, se emitió en Cuatro, pero ahora se repone en Energy.

Antes de que pueda recuperarme, y pedir otro pincho de morcilla, comienza un nuevo capítulo titulado “¡A por los cazadores furtivos!”. Frank viaja al Valle de Arán, y acompaña a los guardas rurales de la Generalitat en una patrulla de vigilancia. En el helicóptero explican al mediático presentador televisivo cuál es el trabajo que realizan. Para que el telespectador entienda el mensaje, apagado por el sonido del motor, subtitulan las  palabras del guarda: “Tenemos que actuar para que no nos esquilmen las poblaciones de rebeco. Hay ciervo, hay corzo y especies emblemáticas como el uruguayo y la perdiz”.

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¿El uruguayo? ¿Especie emblemática en el Valle de Arán? De que cosas se entera uno viendo a Frank de la Jungla. Teniendo en cuenta que el programa en cuestión se estrenó en febrero de 2012, podemos afirmar que la productora, Cuatro, y la cadena, Energy han tenido más de dos años para darse cuenta del error y corregirlo. Urogallo, ave galliforme de buen porte y enorme belleza en peligro de extinción. Uruguayo, natural de Uruguay.

Me río a gusto. Pero luego veo a Frank, con su gorra de lado, su torpeza naturalista (“no sé que víbora es, pero da igual”), sus malos modos, su manipulación grosera de animales que se encuentran en libertad para animar un show televisivo… Y me acuerdo de Tordesillas. Y trato de entender cómo un acto tan brutal puede tener defensores, puede alimentar una polémica nacional. ¿Acaso somos un país de bárbaros?

Hace años la referencia televisiva en España era Félix Rodríguez de la Fuente. Un comunicador con luces y sombras que, en primer lugar, sabía de qué hablaba, y en segundo, se hacía acompañar por un equipo formidable de biólogos y especialistas. Transmitió a los españoles su pasión por la naturaleza. Y una enorme cantidad de información contrastada, apasionante, respetuosa. Alimentó el amor por la naturaleza y su conservación. Hoy la estrella mediática en lo que a bichos se refiere es un tipo entre ignorante y grosero que apuesta por especies tan emblemáticas de nuestra fauna como el uruguayo. Hemos retrocedido, qué duda cabe. En dirección a Tordesillas.

Pero no todo es miseria: de cuando en cuando surgen iniciativas esperanzadoras. Por ejemplo el blog “El caballo de Nietzsche”, un espacio dedicado a defender los derechos de los animales que se puede leer en eldiario.es, medio que acaba de cumplir dos años. ¡Periodismo a pesar de todo!

P.D.

La televisión medioambiental no parece gran cosa en España, ¿verdad? Pues no se pierdan el nivel de la información deportiva. En “El chiringuito de jugones” el periodista Tomás Roncero se emociona ante el detalle de una seguidora, que se ha dibujado su nombre y el de Casillas en los pechos: “En su seno derecho, ahí estoy yo. Siempre he entrado más por la derecha”, dice un orgulloso Roncero.

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Un motivo para NO ver la televisión

Mystery Train

Autor: Greil Marcus.

Editorial: Contra.

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Se ha reeditado, hace ya unos meses, esta maravilla firmada por el gran periodista norteamericano Greil Marcus, uno de los analistas del rock y aledaños más serios y fiables de la historia. Subtitulado con criterio “Imágenes de América en la música rock & roll”, el libro que nos ocupa es la biblia para los amantes de los sonidos norteamericanos. Desde Robert Johnson a Sly Stone, desde Elvis Presley a Randy Newman. Greil Marcus realiza un apasionado, y emocionante, recorrido por los personajes, las canciones y los conciertos que han forjado el carácter sonoro de un país.

Publicado por primera vez en 1975, la edición que encontramos en las librerías de este clásico absoluto es la más amplia, tras sucesivas revisiones realizadas por el autor. Un ensayo completo y definitivo, del que Springsteen asegura en la contraportada que “se acerca tanto al corazón y al alma de América y la música americana como el mejor rock & roll”. Absolutamente imprescindible.

La política se desmorona

Cuando parecía que la política no podía estar más desprestigiada, que los políticos no podían ser más mediocres e incapaces, aparece Celia Villalobos en La Sexta y se burla de los telespectadores-ciudadanos: “Los ricos no pagan nada, a los que estamos en medio nos dan leches de todos los colores”. ¿A los que estamos en medio? Nadie diría, después de verla cabreada como una mona insultar (“es un tonto”) al chofer de su Audi oficial, a la salida del Congreso, que esta señora del PP con pinta de maruja y modales de estibador pertenece a los del medio: “Soy de la clase media. Hija de un ama de casa y de un abogado que no ejerció porque estaba ya mayor”, afirmó sin ruborizarse.

Sucedió la noche del pasado domingo. La vicepresidenta del Congreso, del Partido Popular, fue entrevistada por Ana Pastor, la periodista suprema, en lo que fue toda una lección de superficialidad, de soberbia y de desprecio por parte de la política. “Cristóbal Montoro se equivocó al afirmar que los salarios este año están creciendo moderadamente porque utilizó un dato sectorial y no un dato general”, dijo sin despeinarse, meneando apenas un milímetro el flequillo que le colgaba, como una mustia cola de asno, por el lado derecho de la cara.

¿Un dato sectorial y no un dato general? Villalobos hablaba sin decir nada. Absolutamente nada. “Todo el mundo aplaude mis piruetas y yo solo curo mis agujetas”, reconoció, tan campechana como chisposa, en el momento más brillante de su intervención. Y ahí terminó todo. Nada de contenido, ni una propuesta realista o inteligente, ni una sola idea. Mucha chulería, eso sí. Toneladas de engreimiento. Y algún insulto a la inteligencia del telespectador-ciudadano: “En la negociación colectiva se están negociando efectivamente unas bajadas de salarios temporales. Lo que significa solidaridad entre los trabajadores para mantener el empleo”.

Bajadas de salarios… ¿temporales? ¿Solidaridad entre los trabajadores para mantener el empleo? Hay que tener mucha cara, o ser muy sinvergüenza, para afirmar estas cosas en televisión. “Yo he hecho muchas cosas con Cruz Roja y muchas con Cáritas”, aseguró la solidaria política de clase media en medio de un torrente de palabras huecas. Ana Pastor, incapaz de encauzar el tsunami, planteó el tema Bárcenas-Pedro Arriola cuando apenas faltaban un par de minutos para terminar la entrevista.

Marido de Villalobos y asesor de Rajoy y Aznar, Arriola aparece en los papeles de Bárcenas: una nota indica que pidió cobrar en negro sus informes. Aumentando el tamaño y el brillo de su sonrisa, la política popular reconoció que conocía personalmente a Bárcenas, negó que Arriola se haya “llevado un duro de nadie, y menos en B”, y se despidió con un rostro aún más resplandeciente del que mostraba al comenzar la entrevista. La imagen perfecta de la decadencia de la política. De una política que se desmorona.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Los partidos políticos se desmoronan.

Cuaderno nº3 de Eldiario.es.

Una de las características principales de Eldiario.es, un medio digital con apenas un año de vida, es su transparencia: hace solo unos días, el director hizo llegar a los socios las cuentas de sus primeros doce meses de vida. “En qué nos gastamos tu dinero”, se subtitulaba esa información, fundamental para que un diario resulte “honesto, independiente y con valores sociales”.

Lo contrario a este ejercicio de modernidad, transparencia e higiene democrática son los partidos políticos, viejos dinosaurios con las estructuras oxidadas, cuando no podridas. De esto trata el especial de otoño de Eldiario.es, en papel y con quince firmas de lujo: desde Ignacio Escolar a Javier Gallego pasando por Pere Rusiñol, Juan Luis Sánchez, Carlos Elordi o Isaac Rosa entre otros.

A los temas habituales cuando se habla de la degradación de la política, como puede ser la corrupción, el bipartidismo o la ineficacia del Tribunal de Cuentas, se añaden planteamientos novedosos, que apuestan por la participación social y arremeten contra el inmovilismo, el actual modelo electoral y la partitocracia.

Un documento para leer, reflexionar y conservar.