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Endogamia mortal

La endogamia es, a nivel biológico, el cruce entre individuos de una misma raza dentro de una población aislada, tanto geográfica, como genéticamente. Un problema, puesto que aumenta los riesgos de que la descendencia se vea afectada por graves deterioros genéticos. En la vida hay que apostar por la variación y evitar la consanguinidad. Y en la televisión, que es la vida (¡oh!), también.

Las dos grandes empresas que se reparten el negocio de la televisión en España viven en constante endogamia, lamiéndose sus propios miembros en un alarde de contorsionismo mediático. Mediaset convierte a los concursantes de “Gran Hermano” que destacan por algún defecto intelectual grave, en tertulianos de sus debates rosa o en protagonistas de “Supervivientes”. En Atresmedia se reparten de igual manera a los protagonistas de su programación, que saltan como pulgas de espacio en espacio, de show en show, de entrevista en entrevista. Ahí tiene a “El último mono” (La Sexta), programa para la noche de los domingos por el que han pasado Risto Mejide, Iñaki López, Ana Pastor, Cristina Pedroche o Jordi Évole, todos ellos en nómina de Atresmedia.

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Y pasa y lo que pasa. Que el abuso endogámico arrastra al fracaso evolutivo: La Sexta cierra el late show debido a que su audiencia está por debajo de lo previsto. Los telespectadores no son muy exigentes, pero tampoco son completamente idiotas (como les gustaría a los programadores de televisión), y se cansan de ver los mismos rostros, las mismas autopromociones, las mismas caricias complacientes entre hermanos de camada. No quieren que les vendan autopromoción como si fuese verdadera televisión.

En la televisión está el talento, dicen. Ahí lo tienen. Un programa que en ocho semanas entrevista al menos, que yo recuerde, a cinco miembros de su propia empresa. Con todo lo que eso lleva de conformismo, autocomplacencia, aburrimiento y ausencia de ingenio.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Sumisión.

Autor: Michel Houellebecq.

Editorial: Anagrama.

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He leído buena parte de la obra de Houellebecq, un escritor sorprendente en su forma descarnada y satírica de afrontar los problemas sociales. No recomendaría introducirse en su obra por “Sumisión”, un libro irregular, con momentos brillantes y algunos desvaríos, pero sí me parece imprescindible para los seguidores del autor de “Plataforma” o “Las partículas elementales”: en “Sumisión” está el verdadero Houellebecq, discontinuo y genial, trastornado y crítico, absurdo y desternillante, excesivo y afilado.

“Sumisión” cuenta la vida en la Francia de 2022, con los partidos políticos tradicionales hundidos (¿Le suena?) y una formación islamista que acaricia el poder. El candidato de la Fraternidad Musulmana gana a Marine Le Pen en la segunda vuelta. ¿Un presidente musulmán en El Elíseo para dirigir una Francia islamizada que instaura la poligamia? “El Frente Nacional se situaba sobradamente en cabeza con el 34,1% de los votos; eso era casi normal, era lo que auguraban todos los sondeos desde hace meses, la candidata de extrema derecha sólo había progresado. Pero detrás de ella el candidato del Partido Socialista, con el 21,8%, y el de la Hermandad Musulmana, con el 21,7%, estaban codo con codo, les separaban tan pocos votos que la situación podía decantarse a uno u otro lado”.

El libro, que se puso a la venta el día del atentado contra Charlie Hebdo, causó un gran revuelo en el país vecino: acusaron a Houellebecq de antiislamista y de dar argumentos a la extrema derecha. Los que conocen al escritor, un gran provocador, es difícil que se asusten por nada…

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El último mono

El domingo por la noche, mientras en Telecinco emitían “El origen del planeta de los simios” en La Sexta cerraban el círculo evolutivo estrenando “El último mono”. Un programa que, según la cadena, “reivindica la autocrítica”. Bien pensado. Necesitamos programas de este tipo, en los que las televisiones se rían de ellas mismas, en los que los profesionales reconozcan sus debilidades y fallos, sus torpezas y estupideces.

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Arrancó “El último mono” con una divertida, aunque demasiado larga, careta-videoclip en la que el presentador, Manu Sánchez, se mueve por habitaciones desangeladas travestido en bailarina oronda y barbuda. Una versión macarrónica del “Chandelier” de Sia. “Otro late night, Otro late night, Otro late night”, repetía con total acierto la canción inicial. Y es que el programa comenzó con el monólogo habitual en estos programas. “Otro late night, Otro late night, Otro late night”. “El último mono” tiene público y banda en el plató, y risas extra de lata, y comentarios supuestamente humorísticos. “Otro late night, Otro late night, Otro late night”. Y el presentador introdujo al primer invitado, que no era otro que… Jordi Évole, al que los telespectadores habían podido ver sólo unos minutos antes en otro programa de la misma cadena.

¿Esto es lo que entienden en La Sexta por un programa “que reivindica la autocrítica”? Vaya, vaya. Yo a esto lo llamo autopromoción, algo muy poco autocrítico, sobre todo cuando se trata de los primeros minutos del estreno de un programa. La endogamia es uno de los grandes problemas, de La Sexta en particular, y de la televisión y la prensa en general. La culpa es de la comodidad y la ausencia de talento, por un lado, y de los compromisos que se crean en los grandes grupos mediáticos. Un ejemplo: como los dueños de La Sexta son los dueños de Antena 3 y La Razón, entre otras muchas cosas, es muy posible que la próxima invitada a “El último mono” sea Susanna Griso. Por aquello de reivindicar la autocrítica.

Una autocrítica pensaba que era otra cosa. Por ejemplo un sketch en el que el director de la cadena, Antonio García Ferreras, repitiese algunas de sus frases favoritas (“el periodismo es nuestra religión”, “El periodismo para nosotros es arriesgar e incomodar”) mientras sus colaboradores habituales (Francisco Marhuenda, Eduardo Inda, Pérez Henares, Alfonso Rojo…) le aplauden con frenesí. El presentador de “El último mono” se descojonaría en sus narices (recuerde que se trata de un programa de autocrítica y humor), y le diría algo así como “Antonio, no se si sois mejores periodistas o actores”. Risas y aplausos de lata. Lo que viene siendo el humor y la autocrítica.

Pero me temo que no será así. Es más, apuesto por una entrevista con Ana Pastor en las próximas semanas.

Un motivo para NO ver la televisión